Como es de esperable el camino desde Arequipa hacia el mar va en descenso, en su mayoría. La parte que va de ruta 30A hasta el cruce con la Panamericana (ruta 1S) es escarpado y nos topamos con varios ciclistas que aprovechan el sitio para entrenar. Hay bastante trafico de buses, pero la berma, aunque estrecha, permite una circulación fluida.

Saliendo de Arequipa por la ruta 30A.

Saliendo de Arequipa por la ruta 30A.

En la Panamericana.

Primeras vistas de la Panamericana.

Unos cuantos kilómetros antes de Camaná las nubes se presentan hasta formar una densa neblina en la tarde que nos obliga a protegernos del agua que se deja caer. La niebla es tan densa que no se ve el camino a 40 metros. A la mañana siguiente el panorama sigue igual hasta que descendemos a la costa, donde el cielo se despeja bastante.

La neblina costera se aproxima.

La neblina costera se aproxima.

Y con esa neblina un poco se vegetacion silvestre se aprecia entre las dunas.

Y con esa neblina un poco de vegetación silvestre se aprecia entre las dunas.

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La niebla mañanera.

Entrando a la panamericana y la sensación de incertidumbre se nota, a pesar de que tomamos la decisión de viajar por acá con bastante cautela y conocimiento. Entonces ¿por qué seguimos pensando con duda sobre esta opción? Tomamos el camino mas transitado del Perú a cambio de estabilidad climática (en la medida de la posible) que entrega el estar al lado del mar, dejando de lado los bellos paisajes de la Sierra Peruana, de los cuales casi todos los ciclistas que hemos conocido nos habían contado, sin dejar de lado el hecho que estos caminos son muy difíciles. Pero en fin, a veces es necesario avanzar con vistas repetidas pero con un poco de seguridad (repito, en la medida de lo posible), a tener quizás la posibilidad de apreciar bellos paisajes tapados por nubes y/o lluvias, que oscurecen todo, incluso el espíritu del cicloturista mas aguerrido.

"Hola! Soy el asfalto de la Panamericana. Te daré estabilidad en tus movimientos, pero no te aseguro que estaré limpia" Con este clavito nos recibe Camaná, primera ciudad en nuestro trayecto costero.

«Hola! Soy el asfalto de la Panamericana. Te daré estabilidad en tus movimientos, pero no te aseguro que estaré limpia».  Con este clavito nos recibe Camaná, primera ciudad en nuestro trayecto costero.

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A las afueras de Camaná comenzamos a ver las ventajas de la mezcla del cálido y más estable clima que entrega el mar, y los ríos que cruzan el camino.

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En el camino desde Camaná a Lima, este tipo de vista se repite varias veces: entre sustratos arenosos y rocoso, un río se abre paso formando una quebrada donde el verde predomina.

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Y de nuevo…

Nuevamente...

Y de nuevo…

La decisión sigue en pie y solo nos queda avanzar hacia el norte con el mar a nuestro lado, aguantando los incesantes bocinazos de vehículos que insisten en meter ruido, cuando hay suficiente espacio para todos. En realidad nunca supimos si los bocinazos eran para saludar o para avisar que nos moviéramos. Sin embargo, esta acción sencilla pero molesta se vuelve muy común en la panamericana, así como en muchas ciudades que hemos visitado en Perú. Camiones, autos y buses lo hacen. Parece que en vez de disminuir la velocidad, los chóferes prefieren tocar la bocina. Y en la ciudad, incluso la usan para llamar tu atención por si necesitas un taxi o lo que sea. Definitivamente, algo que no extrañare cuando me vaya del país.

Y fuera de la monotomia, podemos ver a una familia de delfines.

Y fuera de la monotonía, podemos ver las aletas dorsales de una familia de delfines.

El infaltable faro.

¿Que sería de un viaje por la costa sin ver un faro?.

Después de un par de días descansando en Chala, seguimos el rumbo y conocimos cerca del sur de Nazca a Jamie, un viajero escoces que se traslada corriendo desde Canadá con destino a Buenos Aires. Luego de hablar por varios minutos nos despedimos. Conocerlo rompió la ansiedad que hace días me aquejaba -incluso llegue a pensar en volver a Chile- y me entrega motivación para seguir.

Praderas verdes, un microclima en el norte de Chala.

Praderas verdes, un microclima en el norte de Chala.

Con Jamie, el "Forrest Gump" escoces.

Con Jamie, el «Forrest Gump» escoces.

Arenamiento total: otro proceso muy tipico de viajar por la Panamericana peruana.

Arenamiento total: otro proceso típico de viajar por la Panamericana peruana.

En la foto no se nota, pero ese auto que esta en la pista es parte de una carrera de autos que presenciamos antes de Nazca. Si! Una carrera de autos autorizada en plena Panamericana.

En la foto no se nota, pero ese auto que esta en la pista es parte de una carrera de autos que presenciamos antes de Nazca. Si! Una carrera de autos autorizada en plena Panamericana!

En Nazca nos detenemos por un día para dejar descansar mi sistema digestivo. Los casos de diarrea para ambos se hacen cada vez mas comunes en Perú, pero nada que un buen reposo y una dieta vigilada no puedan resolver. Días después en Lima me dare cuenta que esto no es suficiente…

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A falta de viaje en avioneta, buena es la foto con el letrero.

Y asi, piolita al norte de las lineas de Nazca, se pueden ver Geoglifos de Palpa. Definitivamente, Peru es el pais para estudiar arqueologia.

Y asi, piolita al norte de las lineas de Nazca, se pueden ver los Geoglifos de Palpa. Definitivamente, Perú es el país para estudiar arqueología.

Afiches de Corridas de Toros. Me entero de esta forma que acá es legal la tauromaquia.

Como en otros paises de Latinoamérica, la tauromaquia también se permite en Perú.

Los rumores son ciertos. Michelin y yo hicimos la misma dieta.

Parece que Michelin hizo la misma dieta que yo.

Los dias avanzan y nosotros también, y el 21 de octubre llegamos a Ica, capital del departamento con el mismo nombre. Su clima es seco y cálido, haciéndolo propicio para el cultivo de la vid, y es en las cercanías de esta ciudad donde se fabrican los mejores piscos de Perú, según los locales.

Es también en Ica donde nos recibe Berly, quien nos hospeda durante 3 noches en su casa en el distrito de Parcona, en una zona residencial tranquila y alejada del trafico, es decir, sin bocinazos constantes. Uff!

Con Berly en Ica.

Con Berly en Ica.

Después de este descanso seguimos por la panamericana camino a Lima. Debo destacar que el tramo entre Ica y Lima es muy poblado y con muchos cultivos, por lo que acampar se hace bastante difícil. Pero la alta presencia de plantaciones tiene un punto de vista muy bueno: los precios de las frutas de la zona son bajos, sobre todo de los plátanos y pepinos dulces (pepinillos les dicen acá). Estos últimos son difíciles de encontrar en mi ciudad, así que aprovecho varias oportunidades para comerlos.

Como decía antes, encontrar un lugar para acampar es TAN difícil que el día antes de llegar a Mala no nos queda otra que instalarnos al lado de una antena de celular, cuya alarma se activo a las 3 AM, muy probablemente por los jotes que se posaban sobre ella.

Con el descanso interrumpido, partimos bien temprano la mañana siguiente a Mala. Hacemos el esfuerzo de pedalear 80 km ese día para evitar volver a acampar en tan malas condiciones, y esperando que nuestra anfitriona, Lula, no se moleste porque llegaremos un día antes a su casa. Resulta que ella nos recibe sin ningún problema, y pasamos 4 noches en su alojamiento. Si, leyeron bien. Lula da hospedaje gratis por medio de Warmshowers a ciclistas, pero su negocio es un alojamiento. Es por ello que quiero destacar lo solidaria que es Lula con los cicloturistas. Nos trato como reyes, hasta nos prepara unos piscos sour que le hacen justicia al origen de este destilado.

Con Lula en Mala.

Con Lula en Mala.

Para nuestra sorpresa, también ella nos consigue un alojamiento al sur de Lima, con unos hermanos ciclistas llamados Roxi y Eduardo Vasquez en Surco, quienes el 30 de octubre nos reciben con los brazos abiertos y con deliciosas comidas, así como interesantes conversaciones en torno al tema ciclístico.

Roxi trabaja para la municipalidad de Lima con la organización CICLOLIMA, que abre espacios para el transporte no motorizado en esta ciudad.

También en su casa conocemos a Moisés, otro ciclista limeño, fundador de la comunidad Peru Riders”, que organiza viajes en bici a diferentes parte del país, varios de los cuales han hecho junto a Roxi y Eduardo.

Luego de una tranquila noche de sueño, a la mañana siguiente y gracias a la orientación de Roxi, Eduardo y Moisés, nos dirigimos a Pueblo Libre, donde nos espera Francisco. Recorremos parte de la costanera y apreciamos la presencia de ciclovias en la ciudad.

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De izquierda a derecha: Roxi, Luz, Sylvain, Eduardo y Moisés, en la costanera de Lima. Créditos para Moisés por la foto.

Ya donde Francisco, un cientista político/ instructor de yoga y ciclista, conversamos sobre muchas temas de actualidad y personales, y aprovechamos la ubicación para comprar repuestos de bici en la calle Emancipación, donde existe una amplia oferta de partes de bicicleta.

Quiero destacar a Francisco, porque a pesar de tener poco espacio para hospedarnos, aun así nos dijo que si a quedarnos con él. Eternamente agradecidos de ti, Fran!

Con Francisco afuera de su hogar.

Con Francisco afuera de su hogar.

Nuevamente nos movemos de lugar («en la variedad está el gusto»). El lunes 2 de noviembre nos vamos al departamento de Mathilde en Magdalena del Mar. Ella es una estudiante de intercambio, originaria de la Isla Reunión (departamento de ultramar francés al lado de Madagascar). Este lugar había sido visitado por Sylvain ya dos veces cuando estaba en sus veintes. Es por esto que estaba muy interesado en conocer a Mathilde, ademas del hecho de que podrían hablar en francés sin problemas (Sylvain ya llevaba casi un mes sin hablar su lengua materna).

Con Mathilde en su departamento.

Con Mathilde en su departamento. ¿Quien diría que un día podría estar sentada en la misma mesa compartiendo con una reunionés y un parisino en Lima? 🙂

La estadía con Mathilde y sus compañeras de piso españolas (Clara y Iciar) sale como esperábamos. Mathilde es muy inteligente, curiosa y nos hace sentir como en casa desde el principio. También nos dejo quedarnos un día mas de lo esperado porque, como les mencione en unos párrafos antes, mis problemas estomacales volvieron, a pesar del descanso y la dieta. Tanto así que fui al hospital de la Solidaridad para que el medico de turno que hiciera algun examen. Bueno, resulto que la medica gastroenteróloga no me quiso hacer ningún examen, a pesar de que levaba 4 días con diarrea y malestar, porque no tenia fiebre. Me recetó un montón de cosas solo para consolidar el estado de la caca (!), y solo antibióticos si tenia fiebre. Al final no le hice caso, y seguí el consejo de mi prima Ana, que también es Medico con especialidad en infectologia, pero en Buenos Aires. Me tome el medicamento Ciprofloxacina de 500 mg cada 12 horas por 5 días y me mejoré! La médica peruana me dio a entender que me había hecho mal la comida por los aliños (!), pero creo que no es posible hacer un diagnostico verdadero si no se tiene un examen adecuado. En resumen, gastamos 2 lucas y una espera de 3 horas para una atención de 5 minutos y un examen que nunca se realizo, para terminar siguiendo las recomendaciones de una médica que ni siquiera me vio y que esta a miles de kilómetros de distancia.

En general, nuestra estadía en Lima fue bien provechosa, conocimos gente espectacular, y hicimos todos lo tramites que teníamos pendientes para hacer en una capital.

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Atardecer en la nublada Lima.

Y así se pasaron volando mas de 1000 kilómetros desde Arequipa. Cumbia y fuera.