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Altiplano: De La Paz a Calama.

Después de 9 días en La Paz nos retiramos rumbo a Oruro el 3 de mayo. Para evitar postergar nuestra salida, en vez de tomar la autopista que une El Alto con La Paz, escogimos la forma más floja: la línea amarilla del teleférico paceño. Además de ahorrarnos tiempo (el recorrido duro unos 5 minutos hasta la cumbre), no tuvimos que sacar la carga de la bicicleta y el precio es conveniente: el pasaje es de 3 bolivianos por persona -unos 300 pesos chilenos- más el mismo valor por la bicicleta. Destaco que hay algunos inconvenientes, como la falta de rampas en las estaciones (no pudimos entrar en los ascensores para gente en silla de ruedas, pero algunos empleados nos ayudaron mucho con el peso en las escaleras) y que el movimiento de entrada y salida de la cabina debe ser expedito para que no te arrastre con bici y todo hacia otra dirección. Sin embargo, el ahorro de tiempo es significativo y tuvimos una espectacular vista de la ciudad y la cordillera real.

Con otros cicloviajeros en Casa de Ciclista de La Paz, Bolivia. La foto es cortesía de Marie, ciclista francesa que aparece al extremo derecho.

Brigada Ramona Parra presente en La Paz, Bolivia.

Usando nuestro paso por La Paz, visitamos a Marc, amigo belga de Sylvain. Ambos se conocieron en la Casa de ciclistas paceña en el 2012, pero Marc se radico en la ciudad ya que conoció ese mismo año a la que se convertiría en su esposa.

La bicicleta de Sylvain dentro de la cabina del teleférico paceño.

Ya en El Alto, la distancia a Oruro, capital del departamento homónimo, es de un poco más de 200 –ininteresantes- kilómetros por la ruta 1. El tedio del camino se compensa con la seguridad de la berma de esta autopista. El 4 de mayo entramos a Oruro, aunque no pedaleamos por el centro, sino por la circunvalación de la misma ruta 1 por la periferia de la ciudad.

Desde Oruro hasta el empalme con la ruta 30 hay 120 kilómetros, nuevamente, sin mayores dificultades. Luego pedaleamos por la ruta 603, con dirección sudoeste pueblo de Salinas de Garci-Mendoza. La dificultad en todo este tramo se nos presentó como un fuerte viento de frente, pero con la ventaja de un camino totalmente asfaltado, mucho menos tráfico que en la ruta 1 con más espacios para acampar, gracias a numerosas ruinas en el curso del paisaje. Una vez en el pueblo mencionado, el 8 de mayo, nos abastecemos de alimentos y una gran reserva de agua, gracias a la llave que se encuentra en la plaza de armas.

Un par de paredes de adobe ofrecen una gran guarida de la ruta 1 boliviana.

La ruta 603 entrega una panorámica previa al Salar de Uyuni.

El camino desde Salinas de Garci-Mendoza hasta las faldas del Volcán Tunupa es de tierra.

Desde Salinas hasta la entrada del Salar el camino es de ripio y básicamente bordea el lado sur del volcán Tunupa (5300 m). Hasta cierto punto, al este del Volcán, es posible direccionarse para entrar directo al Salar, en vez de pedalear por un ripio mediocre a través de Jirira, Ayque y Coqueza. Elegimos esta opción considerando que ya estábamos en mayo, o sea, ya había pasado un mes desde la entrada del otoño (comienzo de la temporada seca y fría), es decir, los bordes del salar ya deberían estar secos. Pero no tuvimos mucha suerte. Los primeros kilómetros pedaleamos sobre una superficie mojada además de la sal que maculo gran parte de la bicicleta, un souvenir que se mantuvo por algunos días, hasta que pudimos lavar las bicicletas totalmente en Calama. Afortunadamente, llegamos a la zona más seca y compacta del salar, siguiendo mayormente las huellas de alquitrán dejadas por los vehículos 4×4, que acarrean miles de turistas a diario. La experiencia de pedalear, por este gran manto blanco, finalmente se volvió placentera.

A unos kilómetros de entrar al salar de Uyuni ya empezamos a ser engañados por el espejismo del mismo.

Acampada con el vecino salado.

Esto pasa cuando pedaleas por un salar que no está totalmente seco.

El Salar no tiene caminos, pero no hay duda por donde pasan los vehículos motorizados.

Desde el acceso norte a la salida sur hay unos 100 kilómetros. A medio camino se encuentra la isla Incahuasi, uno de los principales focos turísticos del Salar. Disfrutamos un poco menos la segunda mitad porque el viento austral nos empujaba, además la preocupación por la acumulación de densas nubes negras que sugerían que una tormenta se aproximaba. Por supuesto, el Salar de Uyuni no es el lugar para experimentar lluvias densas: terreno muy plano equivale a una alta probabilidad de impacto de rayos, asimismo de ser una zona de acumulación de agua. Así que pedaleamos con mucha prisa para salir de allí por el lado de Chuvica y acampar antes de que oscureciera. Finalmente, no llovió, pero no importa 🙂

Vista del volcán Tunupa desde el sudeste.

Parte de la Isla Incahuasi, en el salar de Uyuni, hogar de numerosos cardones de la puna (Echinopsis atacamensis).

Si disfrutas del silencio, pedalea por el salar más grande del mundo.

Desde este punto hasta la frontera con Chile (Avaroa/Ollagüe) son unos 130 kilómetros de ripio, y no exactamente un camino sencillo: la superficie alterna bruscamente entre zonas de arena y profundas calaminas, aunque en general no hay desniveles significativos. El viento no nos dio tregua por gran parte del Altiplano y este tramo no fue la excepción.

Cuando nos acercábamos al pueblo de San Juan, Bolivia, sobrellevando todas estas condiciones, tuvimos un extraño encuentro con una patrulla de militares en un auto 4×4: querían absolutamente controlar nuestro equipaje, a pesar de que el viento ni siquiera nos dejaba escucharlos y que estábamos en el medio de la nada. La lógica indicaba que no había ninguna forma de hacer una inspección allí por las siguiente razones (que les di a entender): (1) íbamos saliendo del país, si llevábamos algo que fuera un problema sería mejor controlarnos al entrar al país, (2) somos cicloviajeros, no llevamos muchas cosas con nosotros, ¿por qué meternos en problemas de llevar drogas, si necesitamos solo lo necesario?, y (3) el viento podría hacernos perder un montón de cosas si accedemos al control allí, sobre todo si no tenemos ni un lugar para protegernos o para apoyar nuestras bicicletas. Después de un par de minutos argumentando todo esto, solo manosearon nuestro equipaje y se rindieron de abrirlo, lo que nos hizo pensar en sus reales motivaciones. Unos metros después, y cuando ya vimos que la patrulla desapareció, revisamos si no habían dejado alguna “sorpresita” en nuestras alforjas. La paranoia es algo que nos acompañó gran parte de nuestro viaje, y que quizás nos ayudó a no sufrir ningún robo o pérdida importante.

Al llegar a San Juan, el 11 de mayo, pretendíamos pagar por alojamiento y una ducha. No conseguimos un lugar, estaba todo lleno, así que planeamos seguir, pero el viento no nos dejaba avanzar y cuando comenzó a formarse una tormenta de arena decidimos volver al pueblo. Por emergencia nos cobijamos al lado de un muro de la iglesia local, aunque el viento era tan fuerte que paso casi toda la noche levantando el piso de la carpa y azotando sus costados, lo que hizo muy difícil descansar apropiadamente.

Los caminos que nos encontramos después de cruzar el salar no eran con grandes desniveles, pero si con muchas «calaminas».

Ese cordón montañoso parece familiar…¡estamos cerca de la frontera con Chile!

El día siguiente, 12 de mayo, logramos llegar a la frontera después de un largo día sorteando calaminas pero al menos esta vez pudimos descansar protegidos del viento, ya que los trabajadores del SAG y Aduana chilena nos dieron permiso para acampar en un rinconcito de la zona donde ellos revisan equipaje, que posee paredes y techo, además de un baño muy cerca. La amabilidad de mis compatriotas fue un regalo anticipado de cumpleaños para Sylvain, aunque yo también me contente 😀

Vicuñas galopando por el salar Ascotán con el callejón Cañapa (?) de fondo.

Los últimos 200 kilómetros a Calama no fueron sorpresa ya que esta parte la habíamos hecho en el 2015. Pero una cosa es cierta, después de casi dos años afuera del suelo natal, sentí mucha nostalgia de reencontrarme con Chile.


De Colchane a Chungará, Chile: Circuito de áreas protegidas CONAF.

Primero que todo: en esta parte del viaje prefiero no llenar la pagina con texto sino con fotos, ya que creo que la belleza de la ruta no se puede dar a conocer de otra forma. Espero les guste.

Como dato extra recomiendo hacer todas las compras de comida en Colchane o Putre, porque aunque los mapas muestren pueblos, no siempre hay gente.

altiplano Chile en bici

Nuestro recorrido resalta en la linea azul. La entrada a todas las areas protegidas CONAF, dentro del recorrido y a la fecha, es liberada.

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Al frente de la iglesia de Isluga, que data del siglo XVII. El pueblo se encuentra despoblado, por lo que encontrar agua o alimentos allí no es posible.

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Vista del volcán Isluga en el parque nacional con el mismo nombre.

Luego de pasar por Isluga, a unos 10 kilómetros aparece el pueblo de Enquelga, allí se encuentra la oficina de administración del Parque Nacional volcán Isluga, donde nos atendió una amable agronoma iquiqueña llama Maria José, quien se dio el trabajo de responder a todas nuestras dudas, incluso llamando por teléfono a su jefe que no se encontraba allí. Gracias a ella, algunas de nuestras preocupaciones se eliminaron en los próximos días. También me dio un libro y algunos folletos de donde he sacado algo de información para completar este texto.

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Recorriendo por el costado del Bofedal de Arabilla. Los bodefales son sectores de suelos permanentemente sobresaturados de agua y vegetación con cojinetes compactos.

No aparecen muchos vehiculos en el camino, pero si llamas que no pierden oportunidad de salir en la foto.

Durante este día no aparecen muchos vehículos en el camino, pero si llamas que no pierden oportunidad de salir en la foto.

Sylvain en el mirador de Suricayo.

Sylvain en el mirador de Suricayo.

Llaretas milenarias al pasar.

Llaretas milenarias al pasar.

Más adelante encontrariamos el que seria nuestro refugio esa noche. Debo destacar que este tipo de vivienda deshabitada no es rara en la zona, pero antes de usarla hay que limpiar bien y por supuesto usar siempre la carpa adentro.

Más adelante encontraríamos el que seria nuestro refugio del frío esa noche. Debo destacar que este tipo de vivienda deshabitada no es rara en la zona, pero antes de usarla hay que limpiar bien y por supuesto usar siempre la carpa adentro.

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Otro pueblo (Virgen del Carmen) sin habitantes.

Panoramica del camino. MUY IMPORTANTE: para hacer esta ruta se debe llevar mapa especifico de la zona y una brujula, porque por los costados hay caminos paralelos sin señalizacion.

Panorámica del camino. MUY IMPORTANTE: para hacer esta ruta se debe llevar mapa especifico de la zona y una brújula, porque por los costados hay caminos paralelos sin señalizacion.

Rompiendo el hielo, literalmente, al cruzar un arroyo en la ruta A-395.

Rompiendo el hielo, literalmente, al cruzar un arroyo en la ruta A-395.

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Cuando pensábamos que no íbamos a ver nada más salvo llamas y montaña aparecen corriendo velozmente suris (Rhea pennata garleppi), aves no voladoras que alcanzan una altura de 1,40 metros. Por suerte alcanzamos a fotografiar algunos a la distancia, como queriendo camuflarse entre los camelidos.

En unos instantes despues vemos correr hacia las rocas otro animal. Resulta ser no solo una, sino que varias vizcachas que suelen divisarse tomando sol en los roquerios altiplanicos. A diferencia de los suris, estos roederos se dejan fotografiar.

Unos instantes después vemos correr hacia las rocas otro animal. Resulta ser no solo una, sino que varias vizcachas que suelen divisarse tomando sol en los roquerios altiplanicos. A diferencia de los suris, estos roedores se dejan fotografiar.

Luego de almorzar con las vizcachas haciendonos compañia, seguimos el camino para divisar este letrero, que indica la bifurcacion del camino: a mano izquierda sube una cuesta mucho más dificil que lleva al Salar de Surire, en cambio a la izquierda, el camino lleva al mismo lugar, con una cuesta más suave pero pasando por parte del territorio Boliviano. Siguiendo la informacion que nos dieron en Enquelga, tomamos la ruta de la mano izquierda, esperando que la mayoria de las minas antipersonales hayan sido retiradas.

Luego de almorzar con las vizcachas haciéndonos compañía, seguimos el camino para divisar este letrero, que indica la bifurcación del camino: a mano izquierda sube una cuesta mucho más difícil que lleva al Salar de Surire, en cambio a la derecha, el camino lleva al mismo lugar, con una cuesta más suave pero pasando por parte de territorio Boliviano. Siguiendo la información que nos dieron en Enquelga, tomamos la ruta de la mano derecha, esperando que la mayoría de las minas antipersonales hayan sido retiradas.

La cerca con alambres de puas y el Hito que dice "Bolivia" indican que por un par de kilometros nos hemos salido de Chile. Pero contrario a lo que muchos pensarian, acá no hay militares resguardando la frontera.

La cerca con alambres de púas y el Hito que dice «Bolivia» indican que por un par de kilómetros nos hemos salido de Chile. Pero contrario a lo que muchos pensarían, acá no hay militares resguardando la frontera.

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Y la cuesta «suave» hacia Surire comienza.

A veces no todo se puede hacer en bici. Terminamos la cuesta sanos y salvos, pero empujando. Hasta luego Bolivia!

A veces no todo se puede hacer en bici. Terminamos la cuesta sanos y salvos, pero empujando. ¡Hasta luego Bolivia!

Todo esfuerzo vale la pena. El Salar de Surire nos da la bienvenida...

Todo esfuerzo vale la pena. El Salar de Surire nos da la bienvenida…

... y tambien las Termas de Polloquere, son sus aguas termales a orillas del Salar. ¿Quien necesita traje de baño cuando se tiene las termas solo para nosotros?

… y también las Termas de Polloquere, con sus aguas termales a orillas del Salar. ¿Quien necesita traje de baño cuando se tiene las termas solo para nosotros?

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A unos pocos metros: un joven flamenco buscando alimento (muy probablemente) en las aguas termales.

El camino que va por el lado sur del Salar de Surire (A-319) se bifurca hasta el oeste y norte; hacia el norte seguimos por la A-235 que llega hasta la guardería de CONAF (donde no había nadie) y más adelante a la mina de borax, donde ademas de darnos agua potable, nos ofrecen un contundente almuerzo que por supuesto no dejamos pasar.

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Rumbo a Guallatire. El camino se torna a veces más arenoso, muy probablemente por el alto trafico de camiones entre la mina de bórax (aledaña al salar) y el camino que va a Putre.

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Flamencos en Laguna Paquisa, en Reserva Nacional Las Vicuñas.

Camiones a la vista.

Los camiones son presencia constante en el tramo, pero al vernos bajan la velocidad, incluso algunos paran y saludan desde la ventana. Creemos que es política de la empresa, por tener faena en una area protegida.

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Rio Lauca, a unos 10 km al sur del Guallatire, nuestra próxima parada.

Volcán Guallatire al fondo.

Volcán Guallatire al fondo.

Después de pasar la noche en una caballeriza de los carabineros de Guallatire (a pesar de que el generador de electricidad funciono hasta las 3 am con nosotros tratando de dormir), partimos a la termas de Churiguaya (gratis pero extremadamente calientes para ser confortables). Este camino, que sale desde la ruta A-235 hacia el este, también llega a Chungará y tiene la ventaja de ser más corto y sin trafico de camiones. Luego de las termas hay una cuesta que lleva al limite sur del Parque Nacional Lauca, para finalmente tener una gran vista del volcán Sajama. Bolivia esta solo a un paso.

Terminamos la cuesta que nos lleva al Parque Nacional Lauca. Desde aqui, ya todo es bajada hacia Chungará.

Terminamos la cuesta que nos lleva al Parque Nacional Lauca. Desde aquí, ya todo es bajada hacia Chungará.

Como un cono perfecto se erige el Volcán Sajama.

Como un cono perfecto se erige el Volcán Sajama.

Y en esta parte, encontramos una apacheta, que es una expresion religiosa de los aymaras, donde los viajeros colocan una roca como muestra de agradecimiento a la Pachamama.

Y en esta parte, encontramos una apacheta, que es una expresión religiosa de los aymaras, donde los viajeros colocan una roca como muestra de agradecimiento a la Pachamama.

Este circuito es muy lindo y no tan difícil como parece, solo basta ir bien preparado para el frío y con las raciones de comida y agua necesarias. Si quieren hacerlo se puede en menos de una semana, ya que nosotros salimos un domingo (30 /08/ 2015) de Colchane y llegamos el viernes (4/ 09/2015 ) siguiente a Chungará, a una velocidad que nos permitió apreciar todo.


Desde Iquique a Colchane.

Volvemos al pedaleo en la ruta 16, que une Iquique con la ruta 5. El camino presenta la típica estructura de autopista chilena: dos carriles por ambos lados con una berma amplia.

Pasando Huara encontramos un lugar donde acampar con vista a los geoglifos de Ex Aura. Creyendo que estábamos listos para comenzar a ascender el día siguiente a Colchane, se presenta un problema: al instalar la carpa una de las varillas (el esqueleto de la estructura) se parte en dos y, a pesar de que Sylvain logra arreglarla, entramos en un dilema de volver a Iquique y comprar una nueva, ya que hace meses presentabamos problemas con los cierres. Nuestro querido refugio portátil tiene sus días contados.

Humberstone desde la ruta 5 (no teniamos intenciones de pagar por entrar).

Humberstone desde la ruta 5 (no teniamos intenciones de pagar por entrar).

Geoglifos Ex-Aura, a unos 15 km al norte de Huara en la ruta 5.

Geoglifos Ex-Aura, a unos 15 km al norte de Huara en la ruta 5.

Nuestra carpa antes del dia D.

Nuestra carpa antes del dia D.

Con la decisión lista, me comunico con mi hermana para que compre el mismo modelo de carpa por internet y que lo haga llegar a Iquique, pero ¿donde nos quedamos esta vez? ya abusamos bastante de la confianza de nuestros amigos. Le menciono a Sylvain que revisemos Warmshowers de nuevo -quizas hay miembros nuevos- y en efecto hay uno, asi que le enviamos una solicitud de urgencia desde Huara avisando que llegaremos a la ciudad al dia siguiente. Partimos de vuelta a Iquique con la esperanza de que nos responda antes de llegar.

Evidencia de que Huara es un pueblo chico: ninguna bici con candado. Foto tomada afuera de la escuela del pueblo.

Evidencia de que Huara es un pueblo chico: ninguna bici con candado. Foto tomada afuera de la escuela del pueblo.

En Humberstone prendo mi teléfono y mando un mensaje de texto a nuestro posible anfitrión. Ya en Alto Hospicio reviso nuevamente los mensajes: Joseph me dice que somos bienvenidos en su casa! Llegamos a su morada esa misma tarde y nos quedamos 3 noches con el y su familia. La carpa llega con éxito a nuestras manos y pasamos dias muy agradables compartiendo anécdotas ciclísticas. Miles de agradecimientos a Joseph por responder a nuestra urgencia y por darnos el lujo de ser sus primeros huéspedes de esta red social.

De izquierda a derecha: Luz, Sylvain, Luis (suegro de Joseph) y Joseph. Abajo: Pepito, hijo menor de Joseph. Faltan Anita e Ignacia.

De izquierda a derecha: Luz, Sylvain, Luis (suegro de Joseph) y Joseph. Abajo: Pepito, hijo menor de Joseph. Faltan Anita e Ignacia.

Me tome la molestia de ponerme la chaqueta reflactante. Es que aunque salimos de Iquique un dia domingo, el trafico era consistente en la subida a Alto Hospicio.

Me tome la molestia de ponerme la chaqueta reflactante. Es que aunque salimos de Iquique un dia domingo, el trafico era consistente en la subida a Alto Hospicio.

A diferencia de la ultima vez que salimos de Iquique, ahora nos tomamos el tiempo de sacar fotos desde la zona de salida de los parapentistas en Alto Hospicio.

A diferencia de la ultima vez que salimos de Iquique, ahora nos tomamos el tiempo de sacar fotos desde la zona de salida de los parapentistas en Alto Hospicio.

Salidos de Iquique, esperando no tener que volver en un largo tiempo, llegando al día siguiente a la ruta A-55, que va paralelo a la Quebrada de Tarapacá. Este camino se encuentra completamente asfaltado hasta Colchane y con berma que ayuda a sopesar el alto trafico de camiones y buses que se dirigen a Bolivia. El ascenso es progresivo, salvo algunas partes en las que tuve que empujar la bici. Se puede encontrar agua en una posada en el cruce que va a Tarapaca y en Chusmiza. En este ultimo poblado se pueden comprar algunos abarrotes y también pan.

Nuestra nueva carpa.

Nuestra nueva carpa.

Atardecer en Atacama, rumbo a la Quebrada de Tarapacá.

Atardecer en Atacama, rumbo a la Quebrada de Tarapacá.

En la ruta hacia Colchane: la subida pareja, sigue siendo subida.

En la ruta hacia Colchane: la subida pareja, sigue siendo subida.

Primeras vistas de la Quebrada de Tarapacá.

Primeras vistas de la Quebrada de Tarapacá.

Al fondo el pueblito de Chusmiza.

Al fondo el pueblito de Chusmiza.

Más adelante unos militares nos dieron comida. Aunque muy agradecidos nos sentimos, lo extraño fue que andaban en una ambulancia y el agua que nos dieron estaba mala, ocasionando un poco de diarrea a Sylvain – yo me salvé porque no tenia tanta sed.

"¿Qué sabes de cordillera?"

«¿Qué sabes de cordillera?»

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Los nevados de la foto anterior, pero esta vez vistos desde el este.

Paja brava everywhere.

Paja brava everywhere.

En el pueblo de Quebe no encontramos a ningún poblador, por lo tanto, nada de comida. Pero pudimos sacar agua del contenedor publico, que aunque tenia microalgas estaba buena. 

Vicuñas, paja brava y llaretas. Una combinación se repite por estos lados.

Vicuñas, paja brava y llaretas. Una combinación que indica algo: hemos llegado al altiplano.

Piuquenes in love.

Piuquenes in love.

En Colchane buscamos un lugar para cobijarnos un poco del viento de ese dia, para el siguiente comprar todo la comida necesaria para recorrer el circuito altiplanico que nos llevara de vuelta a Bolivia. Nos dirigimos hacia la posta y así pedir permiso para usar su patio, pero las circunstancias se dan de otra forma y captamos la atención de dos hombres:

– ¡Hola! ¿De donde son?

– ¡Hola! Somos de Chillán. Estamos buscando un lugar donde poner la carpa.

– ¡Pero, quédense en la parroquia!

– ¿Y ustedes no nos pueden ofrecer patio? Si es que viven acá.

– ¡Vivimos en la parroquia!

– ¡Ahhhhh!

Luego de un segundo me cayo la teja que estos dos hombres eran curas. El padre Pablo, un cura belga que vive en el norte de Chile desde hace décadas, quien se las arreglo para aprender aymara y así poder acercarse a las comunidades del altiplano, sin que estas perdieran parte de sus tradiciones. Por otra aparte, el padre Rodrigo es un joven religioso muy simpático que se radico en Punta Arenas, quien comparte nuestra misma pasión por la bicicleta, incluso entregándonos bendiciones para nuestro viaje en plena misa.

El letrero que el Padre Rodrigo fabrico a la mañana siguiente de nuestra llegada.

El letrero que el Padre Rodrigo fabrico a la mañana siguiente de nuestra llegada.

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Por una vez al mes, la policía chilena se hace la que no ve con la gente que cruza desde Colchane a Pisiga Bolivar (y viceversa) por el costado de la frontera, así tal cual lo estoy haciendo yo en la foto. Con el respaldo del Padre Rodrigo, aprovechamos el momento para comprar abarrotes en Bolivia.

Ambos padres nos ayudaron bastante: nos dieron techo, comida, y consejos para nuestro viaje. A pesar de que no compartimos su religión, debo destacar que nos trataron con mucho respeto y empatia. Nuestra estadía en estas alturas no hubiera sido lo mismo sin haberlos conocido.

De izquierda a derecha: Padre Rodrigo, Padre Pablo y la hija del cuidador de la parroquia de Colchane (lamento no acordarme de su nombre, pero la edad parece que ya me afectó).

De izquierda a derecha: Padre Rodrigo, Padre Pablo y la hija del cuidador de la parroquia de Colchane (lamento no acordarme de su nombre, pero la edad parece que ya me afectó).

Estos chilenos, siempre usurpando los terrenos.

«Estos chilenos, siempre usurpando los terrenos.» Mapa de Bolivia del Padre Pablo.