Desconfinamiento en Cévennes, Francia

DESCONFINAMIENTO EN CÉVENNES

Con el plan desconfinamiento francés a partir de mayo 2020, nos tomamos unos días lejos de nuestra vida sedentaria para recorrer parte de la región de Cévennes (Macizo central) entre el 24 de junio y el 3 de julio. Este viaje fue el primero desde nuestra vida juntos en Francia que duro más de 3 días, periodo en el cual creemos el cuerpo comienza a sentirse más cómodo y cuando este proceso de ajuste permite disfrutar más del recorrido (claramente, eso puede variar mucho en cada persona).

En rojo la ruta recorrida en la parte sudoeste del Macizo Central francés (mapa detallado disponible en Ruta Recorrida )

En general el recorrido fue tranquilo, tuvimos pocas alertas de lluvia o de canícula para preocuparnos. Las zonas que recorrimos son bastante turísticas pero las rutas resultaron tener poco trafico, quizás debido a la prudencia que muchos se tomaron con el confinamiento, así como el aumento de la cesantía y con ello de los ingresos que permitiesen vacacionar por estos lugares.

Ascendiendo hacia el macizo central por la D142, Hérault.

Banderas de plegarias budistas en el cerro aledaño al templo budista Lerab Ling, Roqueredonde, departamento de Hérault.

En la cuesta norte de Vissec (D113), desde la cual pudimos apreciar el resultados del tiempo y la erosión (siguiente foto).

Gorges de la Vis, departamento de Gard, a solo unos kilómetros de Cirque de Navacelles.

Château de Montdardier, departamento de Gard.

Vista de Pays Viganais desde el paso (col) de la Cravate (979 m.s.n.m.), Parque National des Cévennes.

Atención: viento fuerte en la cima. Monte Aigoual.

Observatorio Meteorológico del Monte Aigoual (1567m.s.n.m), departamento de Gard.

La trashumancia es parte esencial de Cévennes. Durante el viaje nos fue habitual escuchar los cencerros que marcan los movimientos de ovejas o vacas en las colinas. En la foto, un pastor y su rebaño y la vista norte desde el Monte Aigoual.

Sylvain aprovechando el acceso a internet desde la cima. Vista sur del Monte Aigoual.

Otra mas desde la cima, pero esta vez juntos.

Camino a Florac con una vista general de los causses (o mesetas calcáreas).

Valle del Tarnon, departamento de Lozère.

El descenso hacia Florac.

A continuación algunas fotos del trayecto realizado por Gorges de Tarn, un cañon formado por el rio Tarn entre el causse* Méjean y el de Sauveterre. El recorrido de 64 kilómetros nos tomo un par de horas  (29 de junio 2020) ya que tomamos la ruta con el sentido descendiente del rio.

*Para los curiosos* No encontré el equivalente de la palabra causse en español, así que les comparto la definición: Un causse ​​es un tipo de meseta caliza sita en el Macizo Central francés, muy erosionada y atravesada por grandes gargantas fluviales talladas por ríos.

Uno de los varios túneles esculpidos de Gorges de Tarn.

Partimos de Florac con llovizna pero el día mejoro y nos dejo disfrutar de la geología de Gorges de Tarn, así como el bajo trafico turístico del lugar gracias a la situación sanitaria del momento.

Las paredes rocosas enmarcan gloriosamente al rio Tarn.

Una ruta no apta para vehículos altos.

Vista de Le Rozier, nuestra «salida» de Gorges de Tarn.

Pero antes, un descanso con una bella vista para despedirnos de Gorges de Tarn.

Al partir de Gorges de Tarn y hasta llegar a casa (el 3 de julio), no tomamos muchas fotos porque el paisaje no fue tan impresionante como en el Macizo Central, pero disfrutamos bastante las rutas tranquilas dentro de los parques naturales regionales Grands Causses y de Haut-Languedoc .

Abadía de Sylvanès, construida en 1151. Departamento de Aveyron.

Lac du Laouzas, Monts de Lacaune, departamento de Tarn

A unos kilómetros divisamos Lautrec, pintoresco pueblo de Tarn que nos indica que estamos cerca de casa.


Wallmapu: entre araucarias, lagos y montañas.

El 4 de enero, salimos de Chillán con dirección a Los Ángeles, a unos 110 kilómetros de distancia. A pesar de tener lluvia en los primeros kilómetros continuamos el recorrido por la Panamericana o ruta 5 (en Chile), que como otras veces fue tedioso pero efectivo, los que han pedaleado a lo largo de la ruta 5 saben a lo que me refiero.

Planificamos acampar a mitad de camino, donde hay varias plantaciones forestales. Escogimos la de aquella noche porque contaba con acceso peatonal sin cerrar, que para nosotros quiere decir que cualquier puede entrar. Al día siguiente aprovechamos de llegar temprano a Los Ángeles a casa de Margarita y Luis, padres de una mis mejores amigas. Usamos también la oportunidad de visitar a una amiga, Fernanda, y ponerme al día con su vida.

Después de 2 noches en la ciudad, seguimos con el plan de viaje, que consistía en cruzar a la región de la Araucanía por medio de la cordillera, trazando una ruta inhabitual, incluyendo unos kilómetros sin camino para vehículos motorizados pero si con un sendero comúnmente usado por arrieros, entre Lepoy y cerca de Troyo. Esta desunión vial entre dos regiones es muy común en nuestro país y muchos cicloviajeros decirse quedarse con el status quo de la Ruta 5.

Al segundo día de nuestra partida comienzo a sentir un ruido extraño al frenar. A simple vista parecía no existir un problema, por lo que continuamos hacia el Este, bordeando el rio Biobio.

Vista del rio Biobío, parcialmente estancado por el embalse Angostura.

El 8 de enero pasamos por el pueblo de Ralco, luego la central Pangue hasta dejar el asfalto; el ripio nos acompañara por un par de días. Esa tarde hicimos unos 20 kilómetros entre polvo, calaminas, calor y mucho tráfico (incluido buses), que nos sorprendió dado el precario estado de la ruta. Al atardecer buscamos un lugar para acampar tranquilo, que nos tomó más de una hora encontrar. Instalados, Sylvain revisa mi bicicleta y encuentra una falla que cambia completamente nuestro plan de continuar: la llanta se trizo, haciendo muy peligroso frenar (mi bicicleta cuenta con sistema V-brake) ya que los kilómetros venideros poseen pendientes muy pronunciadas, también en ripio.

Central Hidroeléctrica Pangue

Rio Biobío.

Yendo a Ralco hay varias vistas que resaltan.

Asi como otras del camino que se nos viene.

De regreso a Los Angeles.

No todo el camino al oeste es en bajada, pero al menos la vista se maravilla.

Con la decisión tomada, volvemos a Los Ángeles, con la mente fija en encontrar una llanta para mi tipo de maza. Afortunadamente, nuestros amigos nos reciben nuevamente sin problemas y volvemos a pedalear el 11 de enero, esta vez con otro plan, un poco más convencional, pero aun con la meta de cruzar hacia Argentina.

El comienzo del fin…

Avanzamos desde Los Ángeles a Victoria por la Panamericana (Ruta 5) con dirección al este por la ruta 181Ch, pedaleando por Curacautín, Manzanar y Malalcahuello. Destaco que entre estas últimas dos localidades hay una ciclovía, que reemplaza lo que fue la vía férrea.

Parte de la ciclovia Manzanar-Malalcahuello.

Desde la ciclovia se puede observar la punta del volcán Lonquimay.

El camino desde Victoria hasta Manzanar presenta varias curvas, pero el real problema surge al llegar al Túnel Las raíces, de 4 kilómetros y medio de largo y con tráfico controlado por un semáforo, ya que cuenta con sólo una calzada. Como muchos túneles, la tracción humana está prohibida, entonces debemos recurrir a que un alma caritativa cuente con suficiente espacio en su vehículo para transportarnos. Hacemos “dedo” por uno par de minutos y un hombre con un pequeño camión se detiene, con suficiente espacio para no tener que sacar toda la carga de nuestra bici ¡nuestras plegarias son respondidas! Recorrer un túnel con el pelo al viento a más de 60 km/h fue algo que no vivíamos hace casi 3 años, desde que nos transportaron (también en un camión) por el túnel del Cristo Redentor en la V Región camino a Argentina.

Nos despedimos muy agradecidos de nuestro transportador para seguir 10 kilómetros pedaleando hasta la intersección con la ruta 955, donde empieza el ripio que nos lleva a la comunidad Quinquen, laguna Galletué e Icalma. Dos días de circular entre bellas araucarias y llanuras bordeando ríos y lagos hasta el Paso Icalma (1298 m.s.n.m.), donde entramos a la ruta 13 de Argentina el 15 de enero, para doblar hacia Moquehue siguiendo la Ruta 11, inmersa en el circuito Pehuenia. Todo este trayecto, hasta la ruta 23, es de ripio con diferentes grados de ondulación, así como de tráfico, que es de esperar dada la temporada en que nos encontramos.

En la ruta 181, al este del túnel Las Raíces. Sierra Nevada al fondo.

A unos kilómetros camino a la comunidad Quinquen las araucarias hacen su aparición.

¿Cuantos años tendrá este alto ejemplar?

Al entrar a zonas aledañas de los lagos Icalma y Galletué el cerco está bien presente.

Lago Galletué, uno de los cuerpos de agua que engendra el rio Biobío.

El 15 de enero cruzamos la frontera a Argentina. Este letrero no es mi primera vez que lo vemos.

Las araucarias al otro lado de la cordillera.

Gracias a la cercanía de diferentes cuerpos de agua, hay varios puntos para refrescarse. En el rio Pulmari nos bañamos y lavamos nuestras ropas antes de encontrar el lugar perfecto para pernoctar.  

La ruta 11, que bordea los lagos Moquehue y Ñorquinco (por mencionar los más grandes) es de ripio. Sin embargo en algunos tramos se encuentra en muy buen estado.

El 17 de enero llegamos a la ruta 23 (asfaltada) que, en dirección hacia el Sur, nos destina a Aluminé, pueblo con casi 5000 habitantes, donde nos detenemos por un par de horas con la misión de cambiar plata. Lamentablemente nuestra búsqueda es infructuosa y recurrimos a la única opción, adquirir pesos argentinos con el dueño de una tienda. Lección aprendida: próxima vez hay que conseguir plata con antelación.

Las cosas han cambiado mucho en Argentina, y la visita al supermercado nos impresiona al ver los precios de ciertos productos, que en el 2015 nos parecían más baratos comparados a Chile. Quizás esto puede ser por la ubicación (zona turística) o la temporada en que nos encontramos, o por la inflación que ha vivido Argentina últimamente, pero definitivamente nos parece casi todo más caro.

A unos 18 kilómetros al sur de Aluminé el asfalto se termina, exactamente cuando el camino cruza al lado este del rio con el mismo nombre. El trayecto se nos hace un poco más liviano por el hecho de que vamos en descenso, pero la ruta tiene tráfico de camiones y varias veces tuvimos que detenernos para no desaparecer entre todo el polvo.

A lo largo del camino que va bordeando el rio, el cerco es sistemático, excepto en los accesos para pescar (donde no se permite acampar) indicados con un letrero y numero. Esto es muy agotador, porque incluso no se puede adentrar a los arbolitos para hacer pipí. Felizmente, al final de la jornada y muy cansados, encontramos un lugar donde no hay cerco, pero con suficiente vegetación para camuflarnos del camino.

Camino (ruta 23) que bordea el rio Aluminé.

Las calaminas de la ruta 23, que bordea el rio Aluminé, son más fáciles de llevar cuando no hay vehículos pasando. Pero el polvo que se levanta más adelante nos muestra que pronto tendremos compañía.

La constante presencia del cerco no solo termina cuando dejamos de lado el rio Aluminé, muy cerca de un pueblito llamado Pilolil, es casi permanente hasta el Suroeste de San Martin de Los Andes. Estas estructuras divisorias son inútiles muchas veces, porque a lo largo del camino vemos caballos galopando, vacas pastando y algunas cabras.

El volcán Lanin nevado.

El 18 de enero llegamos a Junín de los Andes, con el anhelo de encontrar un camping con electricidad y Wi-fi, solo porque estos dos lujos no podemos encontrarlos en la naturaleza. Las opciones en esta ciudad se reducen a dos: el camping municipal, que no cuenta con internet, y otro lugar que si tiene, pero con un costo un poco mayor. Al final nos decidimos por el segundo, aunque el Wi-fi no funciona como esperábamos.

El 19 de enero continuamos camino por la ruta 40 hasta San Martin de los Andes. En este trecho comienza un cambio de paisaje, dejamos atrás la estepa e iniciamos el viaje por el bosque patagónico y con tantos lagos que se me hace difícil poder identificar uno del otro. La fertilidad del bosque se ve acompañada en cientos de vertientes por el camino hasta empalme a Villa La Angostura. Muchas de estas tiene agua potable (tomamos agua de varias).

Por estos lados es fácil tener un acceso a agua y, en muchos casos, esta es potable (lo comprobamos así porque no tuvimos que correr al baño)

En la cima de la cuesta aledaña al lago Lácar, Argentina.

Nos cruzamos varias veces con cicloviajeros que, en su mayoría, viajaban en grupos, con poca carga y de nacionalidad argentina. Al pasar por estos lados, entendimos el atractivo de la zona, a pesar de que la berma no acompaña siempre.

Al terminar la cuesta que asciende al sur del Lago Lacar y después de pasar el arroyo partido encontramos un lugar para acampar de esos que invitan a quedarse más de lo esperado, y con mayor razón, ya que al día siguiente pronosticaron una tormenta eléctrica. El lugar está al interior de un bosque donde corre uno de los brazos del arroyo ya mencionado, perfecto para un baño refrescante. Descansamos dos noches allí.

El 21 de enero continuamos por la ruta 40 bordeando lagos y bosques hasta el empalme que divide el camino. Elegimos el camino hacia el Chile, ruta 231, por al paso Cardenal Samoré. Esa tarde decidimos acampar muy cerca de la aduana (a 1,5 km), ya que la app iOverlander indica que hay espacio para pernoctar en la Laguna Pire. Como no estábamos seguros si se podía acampar, ya que está dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, nos mantuvimos fuera de vista del camino, en caso que apareciera un guardaparques. De todas formas, al atardecer, aprovechamos de darnos un baño en las aguas poco profundas y tibias de esta laguna.

Algunas partes de la ruta 40 tienen berma.

Al día siguiente hicimos el protocolo para salir de Argentina. Nada de revisión de carga, solo control de inmigración. Comenzamos a subir al Paso Cardenal Samoré (1300 m.s.n.m.), la distancia del ascenso son 16 kilómetros, con unas partes más inclinadas, pero donde la sensatez de vialidad domina la distancia. Llegamos a territorio chileno el 22 de enero (a una semana de la salida) . 

Subiendo al Paso Cardenal Samoré. Luego de una semana en Argentina decidimos volver: el motivo fue principalmente el mayor costo, comparado a Chile, con los alimentos. Al fondo, Cerro Pantojo.


Rendez-vous au Chili: de Calama a Chillán.

Esta parte del trayecto fue un tanto novedosa, pero predecible en otras partes. Desde Calama hasta Coquimbo pedaleamos por paisajes nuevos, al menos para mi, ya que Sylvain había pasado por algunas rutas por el 2012.  Pero de Coquimbo a la capital nacional tomamos un bus, es decir, no mucho que contar. Tomamos esta decisión luego de contraponer el dinero invertido en el mismo viaje versus al precio de los pasajes y la alta posibilidad de que, al pedalear por una zona muy poblada como esta, no encontraríamos fácilmente lugares para acampar. Ademas de encontrarnos en una fecha muy próxima al invierno del Cono Sur, que significaría pasar varios días circulando bajo lluvia, suceso que si nos ocurrió al sur de Santiago. Por esto mismo, no me explayare demasiado con el escrito, sino que describiré algunas partes por medio de las siguientes fotos:

Tramo destacado en naranjo (con bicicleta) y verde (con vehículo motorizado) desde Ollagüe hasta Chillán. Para más detalle del mapa, haz clic aquí.

Por la ruta 25, desde Calama hasta cerca de Antofagasta, hay varias ruinas de oficinas salitreras, las que funcionan muy bien como refugio nocturno.

En general las rutas asfaltadas del norte, como la ruta B-710 (acceso al Observatorio Paranal) en la foto, poseen berma. Nosotros tratamos de pedalear lo menos posible por la ruta 5 para evitar el tráfico y tener más acceso al clima menos extremo de la costa.

Entre Paposo y Antofagasta se nos presento un grave problema: una llanta trizada (en la foto se nota clarito arriba de la «NE»). La solución para esto es un reemplazo de esta parte por una en buen estado. A pesar de enfrentarnos a una cuesta muy inclinada que desciende a Paposo, nos decidimos a seguir hasta Taltal para comprar lo que pudiésemos encontrar, contrapesando el riesgo de que Sylvain no pueda frenar en la bajada. Afortunadamente antes de la cuesta, un hombre que transporta trabajadores mineros nos ofrece llevarnos al pueblo, ya que tenia espacio suficiente en su van.

A unos kilómetros al sur de Taltal, y luego de comprar una llanta de segunda mano, encontramos un lugar perfecto para que Sylvain trabajase armando su nueva rueda delantera.

Protegido del Sol, al costado de nuestra carpa, Sylvain logra terminal la rueda con éxito esa misma tarde, como el prolijo mecánico que es.

Pedalear por la costa del Norte Chico y Grande consta de subidas y bajadas constantes pero no extensas como en otras partes del mundo.

Al sur de Taltal se encuentra el Parque Nacional Pan de Azúcar que posee unos bosques de cactáceas, constituidas por especies del género Copiapoa

Detalle de una de las Copiapoa.

En Caldera, Región de Atacama, nos dirigimos al sur por la ruta C-302. Las nubes nos acompañan por varios días pero no las precipitaciones.

Los caminos que trazamos desde Caldera hasta Huasco están compuestos de tierra compactada, muy confortable de circular en ellos, a diferencia del ripio.

La humedad del ambiente ayuda a que las plantas comiencen a desarrollarse hasta llegar al esplendor del desierto florido del 2017.

Entre el verdor podemos divisar algunas bandurrias que aprovechan de comer del suelo húmedo en el Parque Nacional Llanos de Challe. 

La vista del rio Huasco nos indica la entrada a áreas más agrícolas, como de donde viene el producto estrella de esta zona: la aceituna.

El norte de Chile posee cualidades excepcionales para la observación astronómico. Una de las instalaciones dedicadas a ello se encuentra muy cerca de La Serena: en la foto observatorio La Silla.

La ventaja de usar la ruta 5 norte, entre Vallenar y el limite con la IV región, es la posibilidad de observar la cordillera de los Andes.

Parte de la cuesta Buenos Aires, la cual se extiende desde el km. 513 al 523 de la Ruta 5 norte.

El día anterior de llegar a Coquimbo acampamos a unos kilómetros al sur de Los Hornos, en un tramo donde hay algo de arbustos.

Un -spoiler del desierto florido 2017.

En Coquimbo, tuvimos la fortuna de ser hospedados por Bárbara, una antigua amiga de Concepción.

Después de varias aburridas horas de viaje en bus, llegamos a Santiago, específicamente a la casa de mi hermana, Sofía, quien nos recibió cariñosamente con un clásica once chilena.

Lamentablemente, no tomamos muchas fotos desde Santiago a Chillán, porque tomamos la ruta 5 Sur, que es bastante aburrida. Pero si destaco la hospitalidad de Warmshowers en Rancagua (Miguel, Javiera y su familia) y Curicó (Maria Paz y Miguel). En tanto, en Talca, fuimos recibidos por mi buen amigo de la universidad, Matías. 

 


Altiplano: De La Paz a Calama.

Después de 9 días en La Paz nos retiramos rumbo a Oruro el 3 de mayo. Para evitar postergar nuestra salida, en vez de tomar la autopista que une El Alto con La Paz, escogimos la forma más floja: la línea amarilla del teleférico paceño. Además de ahorrarnos tiempo (el recorrido duro unos 5 minutos hasta la cumbre), no tuvimos que sacar la carga de la bicicleta y el precio es conveniente: el pasaje es de 3 bolivianos por persona -unos 300 pesos chilenos- más el mismo valor por la bicicleta. Destaco que hay algunos inconvenientes, como la falta de rampas en las estaciones (no pudimos entrar en los ascensores para gente en silla de ruedas, pero algunos empleados nos ayudaron mucho con el peso en las escaleras) y que el movimiento de entrada y salida de la cabina debe ser expedito para que no te arrastre con bici y todo hacia otra dirección. Sin embargo, el ahorro de tiempo es significativo y tuvimos una espectacular vista de la ciudad y la cordillera real.

Con otros cicloviajeros en Casa de Ciclista de La Paz, Bolivia. La foto es cortesía de Marie, ciclista francesa que aparece al extremo derecho.

Brigada Ramona Parra presente en La Paz, Bolivia.

Usando nuestro paso por La Paz, visitamos a Marc, amigo belga de Sylvain. Ambos se conocieron en la Casa de ciclistas paceña en el 2012, pero Marc se radico en la ciudad ya que conoció ese mismo año a la que se convertiría en su esposa.

La bicicleta de Sylvain dentro de la cabina del teleférico paceño.

Ya en El Alto, la distancia a Oruro, capital del departamento homónimo, es de un poco más de 200 –ininteresantes- kilómetros por la ruta 1. El tedio del camino se compensa con la seguridad de la berma de esta autopista. El 4 de mayo entramos a Oruro, aunque no pedaleamos por el centro, sino por la circunvalación de la misma ruta 1 por la periferia de la ciudad.

Desde Oruro hasta el empalme con la ruta 30 hay 120 kilómetros, nuevamente, sin mayores dificultades. Luego pedaleamos por la ruta 603, con dirección sudoeste pueblo de Salinas de Garci-Mendoza. La dificultad en todo este tramo se nos presentó como un fuerte viento de frente, pero con la ventaja de un camino totalmente asfaltado, mucho menos tráfico que en la ruta 1 con más espacios para acampar, gracias a numerosas ruinas en el curso del paisaje. Una vez en el pueblo mencionado, el 8 de mayo, nos abastecemos de alimentos y una gran reserva de agua, gracias a la llave que se encuentra en la plaza de armas.

Un par de paredes de adobe ofrecen una gran guarida de la ruta 1 boliviana.

La ruta 603 entrega una panorámica previa al Salar de Uyuni.

El camino desde Salinas de Garci-Mendoza hasta las faldas del Volcán Tunupa es de tierra.

Desde Salinas hasta la entrada del Salar el camino es de ripio y básicamente bordea el lado sur del volcán Tunupa (5300 m). Hasta cierto punto, al este del Volcán, es posible direccionarse para entrar directo al Salar, en vez de pedalear por un ripio mediocre a través de Jirira, Ayque y Coqueza. Elegimos esta opción considerando que ya estábamos en mayo, o sea, ya había pasado un mes desde la entrada del otoño (comienzo de la temporada seca y fría), es decir, los bordes del salar ya deberían estar secos. Pero no tuvimos mucha suerte. Los primeros kilómetros pedaleamos sobre una superficie mojada además de la sal que maculo gran parte de la bicicleta, un souvenir que se mantuvo por algunos días, hasta que pudimos lavar las bicicletas totalmente en Calama. Afortunadamente, llegamos a la zona más seca y compacta del salar, siguiendo mayormente las huellas de alquitrán dejadas por los vehículos 4×4, que acarrean miles de turistas a diario. La experiencia de pedalear, por este gran manto blanco, finalmente se volvió placentera.

A unos kilómetros de entrar al salar de Uyuni ya empezamos a ser engañados por el espejismo del mismo.

Acampada con el vecino salado.

Esto pasa cuando pedaleas por un salar que no está totalmente seco.

El Salar no tiene caminos, pero no hay duda por donde pasan los vehículos motorizados.

Desde el acceso norte a la salida sur hay unos 100 kilómetros. A medio camino se encuentra la isla Incahuasi, uno de los principales focos turísticos del Salar. Disfrutamos un poco menos la segunda mitad porque el viento austral nos empujaba, además la preocupación por la acumulación de densas nubes negras que sugerían que una tormenta se aproximaba. Por supuesto, el Salar de Uyuni no es el lugar para experimentar lluvias densas: terreno muy plano equivale a una alta probabilidad de impacto de rayos, asimismo de ser una zona de acumulación de agua. Así que pedaleamos con mucha prisa para salir de allí por el lado de Chuvica y acampar antes de que oscureciera. Finalmente, no llovió, pero no importa 🙂

Vista del volcán Tunupa desde el sudeste.

Parte de la Isla Incahuasi, en el salar de Uyuni, hogar de numerosos cardones de la puna (Echinopsis atacamensis).

Si disfrutas del silencio, pedalea por el salar más grande del mundo.

Desde este punto hasta la frontera con Chile (Avaroa/Ollagüe) son unos 130 kilómetros de ripio, y no exactamente un camino sencillo: la superficie alterna bruscamente entre zonas de arena y profundas calaminas, aunque en general no hay desniveles significativos. El viento no nos dio tregua por gran parte del Altiplano y este tramo no fue la excepción.

Cuando nos acercábamos al pueblo de San Juan, Bolivia, sobrellevando todas estas condiciones, tuvimos un extraño encuentro con una patrulla de militares en un auto 4×4: querían absolutamente controlar nuestro equipaje, a pesar de que el viento ni siquiera nos dejaba escucharlos y que estábamos en el medio de la nada. La lógica indicaba que no había ninguna forma de hacer una inspección allí por las siguiente razones (que les di a entender): (1) íbamos saliendo del país, si llevábamos algo que fuera un problema sería mejor controlarnos al entrar al país, (2) somos cicloviajeros, no llevamos muchas cosas con nosotros, ¿por qué meternos en problemas de llevar drogas, si necesitamos solo lo necesario?, y (3) el viento podría hacernos perder un montón de cosas si accedemos al control allí, sobre todo si no tenemos ni un lugar para protegernos o para apoyar nuestras bicicletas. Después de un par de minutos argumentando todo esto, solo manosearon nuestro equipaje y se rindieron de abrirlo, lo que nos hizo pensar en sus reales motivaciones. Unos metros después, y cuando ya vimos que la patrulla desapareció, revisamos si no habían dejado alguna “sorpresita” en nuestras alforjas. La paranoia es algo que nos acompañó gran parte de nuestro viaje, y que quizás nos ayudó a no sufrir ningún robo o pérdida importante.

Al llegar a San Juan, el 11 de mayo, pretendíamos pagar por alojamiento y una ducha. No conseguimos un lugar, estaba todo lleno, así que planeamos seguir, pero el viento no nos dejaba avanzar y cuando comenzó a formarse una tormenta de arena decidimos volver al pueblo. Por emergencia nos cobijamos al lado de un muro de la iglesia local, aunque el viento era tan fuerte que paso casi toda la noche levantando el piso de la carpa y azotando sus costados, lo que hizo muy difícil descansar apropiadamente.

Los caminos que nos encontramos después de cruzar el salar no eran con grandes desniveles, pero si con muchas «calaminas».

Ese cordón montañoso parece familiar…¡estamos cerca de la frontera con Chile!

El día siguiente, 12 de mayo, logramos llegar a la frontera después de un largo día sorteando calaminas pero al menos esta vez pudimos descansar protegidos del viento, ya que los trabajadores del SAG y Aduana chilena nos dieron permiso para acampar en un rinconcito de la zona donde ellos revisan equipaje, que posee paredes y techo, además de un baño muy cerca. La amabilidad de mis compatriotas fue un regalo anticipado de cumpleaños para Sylvain, aunque yo también me contente 😀

Vicuñas galopando por el salar Ascotán con el callejón Cañapa (?) de fondo.

Los últimos 200 kilómetros a Calama no fueron sorpresa ya que esta parte la habíamos hecho en el 2015. Pero una cosa es cierta, después de casi dos años afuera del suelo natal, sentí mucha nostalgia de reencontrarme con Chile.


Al Sur del Mundo: de Lima a La Paz.

Sin novedad alguna en el vuelo desde Ciudad de México, llegamos a Lima el 9 de marzo del 2017. El cambio de hemisferio trae un amigo conocido, que esta vez no llega con mucho cariño: el verano, y no como al nivel que tenemos en el Chile central, sino un calor pegajoso desde el momento que salimos del avión. Tomará varios días de habituación después de pasar los últimos meses viajando en otoño e invierno de México y Estados Unidos. Luego de ensamblar las bicicletas, salimos pedaleando del aeropuerto a casa nuestra anfitriona, Rita, cerca de las 10 p.m., quien vive cerca del centro limeño. Afortunadamente, planeamos la ruta con ciclovías y la llegada a casa de nuestra anfitriona estuvo libre de sucesos lamentables. 

Como muchas capitales, Lima cuenta con un circuito de buenas ciclovias. Algunas, como la de la foto, en mejor estado que otras.

Con la escolta limeña, armada gracias a Rita (de amarillo), logramos salir rápidamente de la capital.

Ya en la Panamericana (1S) rumbo a Mala.

Con un par de días en la capital peruana, decidimos partir al sur hasta Nazca para subir a la Sierra Peruana. Y al parecer nos fuimos en el momento correcto, ya que alrededor del 15 de marzo: el fenómeno de El Niño costero  se empieza a extender a las zonas más cercanas de Lima, y a esta misma, manifestándose especialmente con huaicos y ocasionando masivos cortes de agua, especialmente en zonas densamente pobladas.

La intensidad de precipitaciones en la Sierra nos lleva a la decisión de subir a la Cordillera por Nazca (450 kilómetros más al sur de Lima) y no Pisco>Ayacucho o Lima>Huancayo, postergando por al menos una decena de días las lluvias serranas, ya que estas deberían terminar a finales del verano en esa región. A pesar de tener que pasar unos días extras pedaleando por la Panamericana y bajo el calor costero, ya sabíamos a lo que nos enfrentábamos: un camino monótono y ventoso, conocimiento basado de la experiencia por el mismo camino en el 2015. Pero con la ayuda de nuevos y antiguos anfitriones de Warmshowers el recorrido se hizo más pasable.

En chincha nos hospedo Johana (de polera gris) y su familia, por medio de Warmshowers.

El Niño se deja ver: cerca de Pisco, podemos ver que las quebradas y rios corren con más agua.

A unos kilómetros al sur de Ica, esta quebrada se salio del cauce y tuvimos que mojarnos los pies para pasar.

Desde Lima a Nazca pasamos 5 días pedaleando (sin contar las detenciones) pero solo una noche acampamos, en los cerros cerca de Palpa. Con el tiempo en total llegamos a Nazca el 24 de marzo, pero el cambio de estación no hace que El Niño se aleje, así que nos detenemos en esa ciudad por tres días a la espera que las lluvias pasen y partir hacia las añoradas tierras altas. Salimos el 29 de marzo con destino Abancay, capital del departamento de Apurímac, siguiendo la ruta 26A. Los primeros 100 kilómetros son los más difíciles, ya que en esa distancia se asciende de 520 hasta 4000 metros de altura, un ejercicio no practicado en mucho tiempo. La inclinación fue violenta, sobre todo con todo el tiempo que pasamos en el litoral y el peso extra de alforjas llenas de comida y agua para esta zona un tanto aislada. Tan sólo en Santiago de Vado (120 km. de Nazca, en el departamento de Ayacucho) hay comercio lo suficientemente grande para abaratar costos, pero recuerden: son 120 km en subida. Sorpresivamente, entrando a la Reserva Pampa Galeras-Bárbara D’Achille y pedaleando bajo lo que ya sería una tormenta, un hombre conduciendo una camioneta nos ofrece quedarnos en el refugio de la Reserva. Cuando buenos viajeros con presupuesto, la palabra mágica fue GRATIS para convencernos a usar su ofrecimiento. Nos quedamos dos noches ahí, aprovechando tener un techo para pasar la lluvia. Al parecer El Niño no quería volver del recreo.

A varios kilómetros al este de Nazca, por la Ruta 26A, y el camino comienza a serpentear hacia arriba.

Por el mismo camino, más arriba, el desierto parece quedar atrás y el verdor tiñe el paisaje.

Entrando a la Reserva se empiezan a ver decenas de vicuñas.

Sylvain revisando una de las bicicletas dentro de las instalaciones de la Reserva.

La Reserva Pampa Galeras es la principal zona de conservación de vicuñas en Perú, donde es símbolo patrio. En la foto, una cría rescatada que vivía en las instalaciones. Se esperaba que, después de su destete, podría ser integrada a vivir con sus pares de forma libre.

Las construcciones, un tanto abandonadas pero funcionales, de la Reserva nacional Pampa Galeras-Bárbara d’Achille, Perú.

Abra Condorcenca a 4390 m.s.n.m.

Después de pasar el Abra Condorcenca a 4390 m.s.n.m. en la ruta 26A para luego descender hasta Santiago de Vado para luego volver a subir más allá de Puquio y llegar a una zona alta que se mantiene por unos 100 kilómetros sobre 4000 metros de altura: no exactamente el mejor lugar para permanecer durante una tormenta. Favorablemente pasamos esta área sin problemas y cerca del límite con el Departamento de Apurímac encontrarnos con una nueva oportunidad de hospitalidad a 4234 m.s.n.m.: en el Tambo Huray Huma, una oficina del Ministerio Vivienda que entrega orientación a los pobladores rurales de la zona y, de vez en cuando, alojamiento a viajeros. En este recinto nos dejaron dormir bajo techo, usar la electricidad y agua de la llave: un alivio para el frío altitudinal y la tormenta serrana que nos acompañó. NOTA: Para saber el punto exacto de este lugar, revisen la aplicación llamada iOverlander.

Laguna de Yaurihuiri, Ayacucho, Ruta 26A.

Laguna Apiñacocha, Ayacucho, Ruta 26A.

Valle del Rio Huanca, al limite departamental entre Ayacucho y Apurímac.

Al frente del Tambo Huray Huma, con Jordan y Forest, viajeros estadounidenses y su medio de transporte.

Como cortina trasera del Tambo existe un abundante bofedal, hogar de llamas y flamencos.

Jornada siguiente continuamos hasta el Abra Huashuccasa (4300 m.s.n.m.) para bajar al extenso valle del rio de Pachachaca. El camino baja suavemente hasta los 1800 m.s.n.m. y con una perspectiva rodeada de verdor. Pero muchas veces lo bueno tiene su lado malo: llegamos a una altura favorable para los insectos, específicamente de hematófagos (tal vez del género Lutzomyia) que cómodamente vivían ahí, como también se alimentaban de nosotros.

Abra Huashuccasa deja al descubierto el valle del rio Pachachaca.

Rio Apurímac.

Próxima parada: Abancay. Para llegar ahí, tuvimos que subir unos 15 kilómetros entre un tráfico denso con el comportamiento vial urbano del Perú, es decir, ciclistas y peatones pierden preferencia: si el motor suena tienes el camino abierto a pasar y con el bonus track de deleitar el resto con una sinfonía de bocinas *Sarcasmo*. La ciudad en sí no es de las más bellas que hemos visitado y francamente muy decepcionante para una capital de departamento, pero estar en medio de tantos cerros entrega cierto encanto, además de un clima más agradable. Aprovechando esto hicimos una inversión y pagamos un hostal por dos noches allí, lavamos ropas y nos zarpamos un patache: pollo spiedo con papas fritas. Otro punto bueno, es que el tiempo comenzó a tornarse más de acuerdo a la estación, esto es, con menos lluvias. 

Abancay desde arriba. Ruta 3S.

Cuyilandia.

Cusco no es lejano a Abancay, menos de 200 kilómetros de hecho con la ruta 3S, sin embargo hay dos subidas que cruzar: la primera es mayor (Abra Sorllaca a 4000 m.s.n.m.) y desciende hasta el Rio Apurímac, para volver a escalar hasta 3715 m.s.n.m. (Abra Huillque). Aun con esta dificultad, logramos hacer este trayecto en tres días, pero, siendo justos, el camino está en buen estado y con bermas de tamaño regular para circular sin tener que competir por espacio. La entrada a Cusco fue otra cosa, calles en pésimo estado y atiborradas de buses parando en cada esquina, así como una cantidad de perros vagos altísima, en su mayoría muy agresivos. Además, entre ambas ciudades, es difícil de acampar, ya que la población rural es grande y encontrar un punto discreto para descansar es raro, pero no inadmisible. 

Llegamos a la turística ciudad de Cusco (3400 m.s.n.m.) sin ánimos de visitarla, salvo descansar, comer, lavar ropa y arreglar las bicis, lo usual. Nada de Machu Picchu ni ninguna ruina, de ninguna forma íbamos gastar tanta plata para visitar un lugar lleno de gente. La gran excepción fue Teotihuacán en México, pero el precio entre ambos lugares no se compara. Además no nos sentimos cómodos con nuestra anfitriona Couchsurfing en Cusco, así que no quisimos extender más nuestra estadía.

Primera vista desde Cusco.

El 16 de abril nos fuimos de la otrora capital Incaica con orientación a Bolivia por la ruta 3S hasta Pucará, departamento de Puno. Para entrar a este país teníamos tres opciones, todas aledañas al Lago: Tilalí en el norte, Copacabana en el medio y Desaguadero en el sur de la ribera. Estos dos últimos son los que tienen mayor tráfico, debido a que el camino está en un estado superior y por tener puntos turísticos marcados, como las ruinas de Tiwanaku (Bolivia) y las islas flotantes de los Uros (Perú). Por ello, elegimos el camino del norte. Este (de acuerdo a la experiencia de Sylvain) es menos concurrido y como ya lo habíamos hecho en el 2015 ¿por qué no repetirlo?, sobre todo ahora que instalaron una oficina de migración en Tilalí, operando desde febrero del 2017, haciendo el trámite de salida mucho más sencillo. Antes, había que ir hasta Puno a conseguir el sello de ingreso o salida de Perú.  

Saliendo de Cusco vemos esta Iglesia atiborrada de fieles. Habiamos olvidado que ese domingo era de Resurección.

El itinerario por la ruta 3S desde Cusco es un ascenso progresivo de 160 kilómetros hasta el límite departamental, en un paso llamado Abra La Raya (4312 m.s.n.m.). A lo largo del camino los paisajes son hermosos pero persiste como muchas veces el inconveniente a la hora de encontrar un lugar para acampar, sobre todo en el ascenso.

Por un rincón de un poblado cusqueño, identifico un grafitti que dice «titiribici». ¿Será el mismo  que hospedamos en Chile?

Ch’iyar Jaqhi nevado.

Ultimo paso en Perú, entre Cusco y Puno. (No comentaré ningún chiste por el nombre para no ser tan obvia con mis compatriotas).

Escaleras terrenales al cielo.

Luego del Paso, nos mantuvimos cerca de los 4000 m.s.n.m., lo usual para el altiplano. Para nosotros era obvio que había que encontrar un camino alternativo para llegar a Tilali que no signifique pasar por Juliaca y luego a Huancané. Juliaca no es exactamente encantadora y, puntualmente, la urbe carece de empatía para tránsito no motorizado. Además el camino a Huancané carece de berma y está llena de minibuses a alta velocidad. Con estos antecedentes recopilados del 2015, a unos 45 km al norte de Juliaca, por la ruta 34B tomamos un atajo con varios caminos de ripio, cruzamos un puente peatonal y navegando, gracias a la aplicación MAPS.ME, llegamos a la ruta 34 H y luego a la 34I, ambas bordeando el Lago Titicaca. Para ser un atajo improvisado nos fue bastante bien: al final de la jornada logramos llegar a una plantación de eucaliptos y descansar bien. La misión del día siguiente fue pasar el control de migración en Tilali y acampar en el mismo lugar de septiembre del 2015, a metros de la frontera con Bolivia, lo cual fue terminado con éxito.

Aunque no teníamos muy claro de este atajo por caminos de ripios logramos sortear el primer obstáculo…

…y ya con el Lago Titicaca a la vista, y probablemente varias horas ahorradas, damos por exitosa la misión.

La pedaleada desde Huancané a La Paz no hubo mayores sorpresas: el inclinado camino de ripio seguía en la frontera de ambos países, así como la oficina de migración en Puerto Acosta, Bolivia, a la que llegamos el 22 de abril. Luego de que nos alejamos del camino aledaño al lago el pedaleo se volvió más anecdótico: desde Achacachi hasta La Paz surgieron varios arreglos viales y el tráfico se puso muy denso por lo mismo, así como la autopista que une El Alto con La Paz estaba bajo construcción, dejándonos sin berma, sumándole la lluvia que nos acompañó hasta la Casa de Ciclista, donde arribamos el 24 de abril. Pero sabiendo que hay un lugar donde refugiarnos todo esto no pareció tan malo. Volver a tomar una ducha caliente y comer una comida sabrosa recompensa muchos aspectos, así como la espectacular vista de la Cordillera Real, la corona que adorna esta encantadora ciudad.

«Jamás mujeres al poder» 🙁

Bordeando el lago para ir a Bolivia.

Monolito que distingue la frontera peruana-boliviana al norte del Titicaca.

Al entrar a Bolivia comienza el camino de ripio que dura unos 7 kilómetros hasta Puerto Acosta, donde se encuentra la oficina de Migración.

Cerca de Puerto Acosta hay que cruzar un arroyo, muchas veces el camino parece que es imposible pero si se puede hacer.

Llegando a Puerto Acosta, primer poblado de Bolivia en esta trayectoria.

¡Hasta pronto, Titicaca!

Con harto trabajo, logramos acampar en un área aledaña al lago por el lado boliviano. Esta parte tiene varios parches de eucaliptos que sirven para camuflarse. En este tuvimos que empujar colina arriba para alcanzar el escondite.

Cerca de Achacachi, Bolivia, comenzamos a ver más clara la Cordillera Real.

También observamos muchas botellas de alcohol puro tiradas por el camino. Sospechamos que es bebido, ya que fuimos testigos de esta práctica.

La entrada a El Alto se encuentra bajo construcción, añadiendo más desorden a esta ciudad. Sin embargo, nada nos detiene: estamos muy cerca de La Paz.

 


Estados Unidos: de Phoenix a El Paso.

Planificamos nuestra estadía en Phoenix en etapas: la ciudad es gigante, con más de 70 kilómetros de extensión Oeste-Este y, a pesar de tener una extensa red de ciclovías, sería imposible salir desde el extremo noroeste al sudeste en un solo día. Por esto resolvemos encontrar varios anfitriones que nos  faciliten hacer este cruce en varios días de descanso. En general ponernos en contacto es fácil, ya los grandes supermercados tienen redes abiertas de Wi-Fi para los clientes, así como las bibliotecas públicas y muchos McDonald’s. Como planeamos viajar por tan poco tiempo no tenía sentido comprar una tarjeta que al menos iba a costar 30 dólares.

Llegando a Phoenix, nos percatamos que se viene un plebiscito y que ya hay varios en contra del uso recreativo de la Mariahuana

Llegando a Phoenix, nos percatamos que se viene un plebiscito, y que ya hay varios en contra del uso recreativo de la Marihuana

La amplia red de ciclovias de Phoenix es una maravilla, pero cuando no alcanzan pedaleamos por las veredas varias veces, sobre todo en los suburbios, donde ver gente caminando es rarísimo (solo algunas personas ejercitándose o niños).

El 10 de octubre llegamos a casa de Nicole (estadounidense) y Anis (tunecino), a quienes encontramos por Couchsurfing, gracias al filtro de los idiomas. Con el francés como lengua común, Anis y Sylvain hablaron largo y tendido sobre varios tópicos por los casi 6 días que estuvimos en su casa. Esto, más la interesante forma de ver el mundo de esta pareja y sus encantadores hijos (Donia de 5 años y Aziz de 7 meses), hizo de nuestra estadía muy relajada.

Con Anis y su hija Donia. Faltaron los otros dos integrantes de esta bella familia.

Con Anis y su hija Donia. Faltaron los otros dos integrantes de esta bella familia.

El 15 de octubre arribamos a casa de Suzanne, nuestra segunda casa anfitriona en Phoenix, quien nos brinda el espacio para descansar nada menos que en un tráiler (5th wheel trailer para ser especifica), que para nuestra impresión poseía todas las comodidades de una casa típica de por acá, con aire acondicionado y baño propio. También me ayudo, prestándome su computador, donde termine de editar el texto publicado aquí

Con Don y Suzanne.

Con Suzanne y su marido, Don.

Al tercer día partimos a nuestra última parada en Phoenix Metropolitano, en casa de Bruce y Susan en Chandler, a 60 kilómetros de nuestra anterior anfitriona. La interacción fue menor porque al dia siguiente de nuestra llegada  pasamos toda la jornada afuera, pedaleando ida y vuelta a la oficina de DHL a 30 kilómetros, para buscar la nueva tarjeta bancaria de Sylvain.

El dia del ultimo debate presidencial en casa de Bruce y Susan. Pareciera que nadie esta realmente interesado, y es que luego de un rato parecia ver una pelea de niños.

El día del ultimo debate presidencial en casa de Bruce y Susan. Pareciera que nadie esta realmente interesado, y es que luego de un rato el debate se convirtió en dos personas atacándose personalmente.

En algunos suburbios de Phoenix hay canchas de golf...

En algunos suburbios de Phoenix hay canchas de golf…

...y tambien algunos lagos artificiales donde se puede pescar y navegar (!)

…y tambien algunos lagos artificiales donde se puede pescar y navegar (!)

Al día siguiente, el 20 de octubre, salimos finalmente de Phoenix. La ruta que nos planteamos para los próximos días gira en torno a caminos alejados de áreas más pobladas (la capital de Arizona nos empezó a saturar), para permanecer principalmente en tierras boscosas del centro de Arizona (AZ) y Nuevo México (NM). El propósito es pedalear rodeados de paisajes verdes y encontrar más fácilmente sitios de acampadas. La ruta que elegimos desde Payson (AZ) hasta Old Horse Springs (NM) no está trazada por el Adventure Cycling Associaton, pero fue bastante agradable transitar por ella o al menos durante los días de semanas, cuando el tráfico es más ligero. En este recorrido usamos principalmente la ruta 260, luego la 180, ambas atraviesan el Apache Sitgreaves National Forest, en Arizona, para más tarde unirse con la ruta 12 rumbo a Nuevo Mexico, que entra al Gila National Forest. Ambas áreas protegidas nos dieron la oportunidad de apreciar bellos paisajes boscosos y llanuras, así como dormir en silencio en un lugar de fácil acceso. Creo que pedalear por acá fue la mejor decisión, considerando las otras dos opciones más clásicas: la ruta 66 o South Tier, ambas rutas pasan por áreas desérticas.

Solo un nombre!

Solo un nombre!

En Payson nos encontramos con dos belgas pedaleando hacia el Sur.

En Payson nos encontramos con dos belgas pedaleando en tandem hacia el Sur.

Orianne, dueña de la tandem, solidariza con nuestro viaje.

Orianne, dueña de la tandem, solidariza con nuestro viaje.

Pedalear por areas protegidas no garantiza que no hay cerco alrededor, Pero ya tenemos experiencia en el arte de acampar.

Pedalear por areas protegidas no garantiza la ausencia de cerco alrededor, pero ya tenemos experiencia en el arte de acampar.

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La berma, en general, presente.

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Ardilla!

Ardilla!

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Se viene Halloween!

Se viene Halloween!

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Algunos días después el trafico se vuelve muy ligero, casi extraño de ver vehículos pasar.

En Alpine, Arizona, conseguimos internet por ultima vez. Pasamos varios dias desconectados hasta Silver City, NM.

En Alpine, AZ, conseguimos internet en la biblioteca  publica. Luego de esta parada, pasamos varios dias desconectados hasta Silver City, NM.

El letrero dice todo.

El letrero lo dice todo.

Gansos.

Gansos salvajes.

En un paso de las montañas San Francisco, Nuevo Mexico, Ruta 180.

En un paso de las montañas San Francisco, Nuevo Mexico, Ruta 180.

Adentrándonos a sectores rurales esperábamos ver mucho apoyo a Trump, y no nos sorprendimos, sobre todo en Arizona. De  hecho nos divertimos mucho pensando en el furor de sus partidarios, sobre todo considerando que el candidato republicano no tenía carrera política previa y que cualquier mente en su sano juicio no se lo tomaría en serio, por esta y tantas otras razones. Incluso queríamos robar un letrero con el slogan «Trump: Make America Great Again» solo para tener un souvenir del fallido candidato, pero temimos que algún admirador nos disparara.

Habian

Habian partidarios más fervientes que otros: «toque la bocina por Trump».

Una iglesia bautista aprovecha la ocasion para burlarse de la actual situacion politica.

Una iglesia bautista aprovecha la ocasión para burlarse de la situación política del momento.

Otra observación: después de varias semanas en EE.UU, los letreros de «Adopt a Highway» (adopta una carretera) aparecen casi a diario. Este sistema permite a una asociación o una familia «adoptar» cierta cantidad de kilómetros, encargándose de la limpieza de estos. Es decir, no es que los gringos sean limpios en sí, sino que dejan que otros recojan su basura. Al analizar esto, deja de llamarnos la atención la inexistencia de basureros en cientos de kilómetros. La lógica parece ser «puedes dejar la basura en la carretera, alguien la recogerá más tarde».

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Cualquiera puede ayudar a limpiar las carreteras.

Otro conocimiento adquirido fue el de las tiendas de descuento, o tiendas de dólar: Only 99 Cent Store (la favorita y más variada), Dollar tree, Dollar general, Family dollar, etc.  En estas nos fuimos acostumbrando a comprar comida más barata para sobrevivir. Por otra parte, experimentamos a menudo la generosidad de muchos ciudadanos cuando uno de nosotros esperaba afuera de una tienda o simplemente cuando usábamos el Wi-Fi: gente ofreciendo monedas o incluso pagar por comidas. A esta acción se le llama Pay it Forward, que consiste en ayudar a algún desconocido monetariamente, aunque puede ser con otro tipo de asistencia. Dos vivencias claras: en Phoenix una mujer puso 5 dólares en el mostrador del cajero antes de que pudiéramos pagar con nuestro dinero o incluso agradecerle, y en Applevalley un hombre hizo lo mismo por una cámara de aire que Sylvain eligió. La ayuda no viene mal, sobre todo en un país tan caro como EE.UU., pero para Sylvain esto no siempre fue bienvenido. Su argumento se basa por el simple hecho que viajamos en bicicleta, lo que implica fundamentalmente no gastar excesivamente dinero en nuestras necesidades. Sin embargo esto no significa que estábamos necesitando esta ayuda, después de todo ¡no somos mendigos!

De esta forma varias personas se acercaron a ofrecer una comida.

De esta forma varias personas se acercaron a ofrecer una comida. Pero ellos no se daban cuenta que nosotros solo estábamos ahí por el Wi-Fi.

Si hay un puesto de guardabosques, esta Smokey el Oso presente.

Si hay un puesto de guardabosques, esta Smokey el Oso presente indicando el nivel de peligro de incendios.

Pero no siempre el agua esta libre para beber.

Pero no siempre el agua esta libre para beber. Los bomberos saben que cada gota que no se ocupa, sirve para combatir ncendios.

La noche antes de entrar al camino de ripio, nos topamos con este hombre, quien resulto ser bombero y tambien algunas vez Smokey El Oso (entiendase que se ponia el traje para eventos especiales). Muy amable nos dio un par de consejos y unas chelas Tecate. Su sangre mexicana fluia fuerte.

La noche antes de entrar al camino de ripio, nos topamos con este hombre, quien resulto ser bombero y tambien algunas veces personifico a Smokey El Oso (entiendase que se ponia el traje para eventos especiales). Muy amable nos dio un par de consejos y unas chelas Tecate. Su sangre mexicana fluía fuerte 🙂

Para el 29 de octubre entramos finalmente al tramo del Great Divide Mountain Bike Route, que cruza Estados Unidos latitudinalmente, y en paralelo al Continental Divide Trail (para los que prefieren viajar a pie). Al adentrarnos al Gila National Forest en Nuevo México, comenzamos un camino de ripio que nos toma varios días, con ascensos y descensos dentro de un bosque denso de coníferas con varios visitantes cerca, mayoritariamente cazadores que esperan todo el año para encontrarse frente a frente con un ciervo al cual darle muerte. La caza es un hobby super común por acá, pero esta regulada (o al menos eso esperamos): por ejemplo no se pueden cazar ciervos jóvenes o hembras, ya que esta últimas podrían estar preñadas. Vimos gente cargando rifles, otros más «deportistas» con arco y flecha. A pesar de todo esto, las noches fueron muy tranquilas y entrada el alba escuchamos coyotes aullando, que actúan como despertadores caninos 🙂

Entrada al

Entrada al Great Divide Mountain Bike route, desde el cruce con Old Horse Springs, Nuevo Mexico. La rejilla en el suelo es para restringir la salida del ganado, en vez de poner una barrera que bloquee el acceso a todo el mundo.

La llanura se extiende por un par de kilometros.

La llanura se extiende por un par de kilómetros.

Entrada la tarde empezamos a entrar al bosque.

Entrada la tarde empezamos a entrar al bosque.

El paisaje cambia en cada vuelta.

El paisaje cambia en cada vuelta.

Despues de pasar por Beaver Head y colectar mucha agua para seguir, vemos este letrero. Los antecedentes dicen que por estos lados vivio y murio Geronimo, iconico guerrero apache.

Después de pasar por Beaver Head, y colectar mucha agua para seguir, vemos este letrero. Los antecedentes dicen que por estos lados vivió y murió Geronimo, iconico guerrero apache.

Sylvain a la distancia bajando, para luego volver a subir.

Sylvain a la distancia bajando, para luego volver a subir.

Con tantos arboles apreciar el paisaje general es mucho mejor desde las partes más altas del camino.

Con tantos arboles apreciar el paisaje general es mucho mejor desde las partes más altas del camino.

Hubo algunos descensos que ni siquiera se pueden hacer con libertad. La inclinacion y superficie de este nos hizo "patinar" varias veces.

Hubo algunos descensos que ni siquiera se pueden hacer con libertad. La inclinación y superficie de este nos hizo «patinar» varias veces.

Esta parte se encuentra en una quebrada. Afortunadamente ya estabamos en Silver City cuando llego la lluvia que duro por dos dias.

Esta parte se encuentra en una quebrada. Afortunadamente ya estábamos en Silver City cuando llego la lluvia que duro por dos días.

Una gran mina de cobre, Santa Rita, NM.

Una gran mina de cobre, Santa Rita, NM.

En esta parte del viaje tuvimos muy buenas condiciones climáticas, sin lluvia y muy poco frio. Las ventajas de viajar por aquí a estas alturas del año, o quizás el cambio climático nos favorece. Pero no todo va bien. Nuestra carpa empieza a dar señales de debilidad en los cierres y al tratar de arreglar un lado, la hacemos peor. Logramos cerrar el cierre con cinta de ductos, solo hasta que encontremos alguien con una máquina de coser.

Después de 14 días bien pedaleados desde Phoenix llegamos a Silver City, NM, a casa de Trish, una neozelandesa que vive hace 40 años por estas tierras. A pesar de tener décadas de diferencia, podemos conversar de todo con Trish y nos sentimos muy cómodos en su compañía, además de sus tres perros. Hasta nos presta su máquina de coser y procedo a arreglar la carpa, instalándole nuevos cierres.

Previa costura, debo ajustar el cierre a mano.

Previa costura, debo ajustar el cierre a mano. Trabajo delicado pero necesario.

Adios Trish, gracias por todo!

Con Trish nos sentimos en casa. Gracias por todo!

Tres noches en casa de Trish y partimos rumbo a El Paso, Texas, donde Sylvain envió una encomienda con  partes de bicicletas. En la noche me percato de algo, la colchoneta inflable de mi marido presenta una burbuja ¡después de menos de 2 meses de uso! Para solucionar esto debemos encontrar una tienda REI (donde adquirimos el producto) y hacer uso de la garantía. Por el momento no nos queda más que seguir hasta la ciudad texana.

¿Qué onda?

¿Qué onda?

De Deming a Columbus tomamos la ruta 11. En el camino se detiene una camioneta: la conductora se llama Carol y nos invita a su rancho, que se encuentra a unos kilómetros más al sur. Allí nos convida Wi-Fi y teléfono, para comenzar a resolver el problema de la colchoneta.

Un letrero unico en el camino hacia Deming, NM.

Un letrero único en el camino hacia Deming, NM.

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Carol y su chihuahua.

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En las planicies, algo de relieve asoma. Montañas Florida, Nuevo Mexico.

A la mañana siguiente nos despedimos esperando llegar en dos jornadas a casa de David, al sur de El Paso. De Columbus a El Paso seguimos la ruta 9, a una decena de metros de la frontera con México. No es de extrañar la alta vigilancia por acá: camionetas del Border Patrol, helicópteros, un dirigible y quien sabe hasta drones.

El "muro" que divide Mexico y EE.UU. Nuevo Mexico.

El «muro» que divide Mexico y EE.UU. Ruta 9, Nuevo Mexico.

Luego de un largo día arribamos a casa de David, exactamente en San Elizario, sur de El Paso, Texas. Nuestra llegada coincide con los resultados de la elección presidencial, y a sorpresa de tantos: Trump gana, aunque no con el voto popular (aun no entiendo como los estadounidenses no protestan por el sistema electoral que tienen). A pesar de todo, la vida continua y al día siguiente Sylvain viaja en bus a Alburquerque, a hacer uso de la garantía de la colchoneta. Afortunadamente, y gracias a la logística de nuestro anfitrión texano, logra hacer todo el trámite en un día. El pasaje en bus costo 70US$ (ida y vuelta) algo sorprendentemente caro, considerando que solo la colchoneta costo 100 US$. Parece que el sistema está hecho para que la gente consuma más petróleo individualmente en vez de usar el transporte colectivo.

Con David, anfitrion texano, que nos ayudo mucho en la espera de la encomienda.

Con David, anfitrion texano, que nos ayudo mucho en la espera de la encomienda.

En San Elizario permanecimos hasta el 15 de noviembre, esperando la encomienda con partes de bicicleta. Luego de una semana nos empieza a asaltar la duda de la demora. Después de un par de llamadas nos enteramos que la encomienda había llegado ¡4 días atrás a la oficina central del vecindario!. Resuelto esto, empacamos y partimos a Ciudad Juárez.

México: volvemos por ti.


Estados Unidos: de San Diego a Phoenix.

Después de 4 meses en México el choque cultural fue inminente. Al pedalear las calles de San Diego, gracias a nuestro GPS humano, Sandra, nos vamos dando cuenta a grandes rasgos de las múltiples diferencias entre ambos países. Con la impresión inicial, pedaleamos desde la Frontera directo a la tienda REI (outdoor) en Chula Vista, para comprar dos colchonetas inflables nuevas. Ya era hora de hacer esto dado que las nuestras estaban sufriendo del «síndrome de la burbuja» por un tiempo ya y dormir en una colchoneta semi-inflada (para no hacer la burbuja aun más grande) es bastante incómodo. Satisfechos con la compra, nos dirigimos a la AAA (Asociación Americana de Automovilistas) donde Sandra, miembro de esta agrupación, nos consiguió gratis varios mapas de EEUU, específicamente de los Estados propuestos en nuestro plan de viaje. Finalmente nos despedimos de nuestra gentil amiga tijuanense en la puerta de la casa de nuestros anfitriones gringos. Allí nos quedamos 3 noches, lo suficiente para planificar nuestro viaje de las próximas semanas, comprar comida para sobrevivir un tiempo prudente sin ir a un supermercado y recibir una encomienda de neumáticos que compramos por Internet.

Con Sandra (de amarillo) haciendo Masa Critica por San Diego.

Los anfitriones nos ayudan lo suficiente, pero no nos sentimos cómodos y decidimos partir el 12 de septiembre, exactamente el día de mi cumpleaños número 31, porque como dice el dicho «mejor solo que mal acompañado», y especialmente en un día que podría ser de celebración. Desde que comenzamos a pedalear, estábamos acostumbrados a descubrir nuevos países y cambiar de a poco los hábitos dependiendo de la cultura de cada uno. Pero después de México, EE.UU. fue como entrar a otro mundo. Al principio, la diferencia de precios en abarrotes fue de hasta 4 veces más, incluso en tiendas de descuento. California tiene la reputación de ser muy cara y no es webeo: pareciera que todo el mundo quiere vivir ahí, a pesar de la sequía que afecta al Estado. Lo otro que nos llamo la atención fueron las reglas de lo «políticamente correcto»: tuvimos que acostumbrarnos a la forma de hablar de muchas personas con quienes es difícil entablar una conversación sincera, como la prohibición de ciertos chistes y palabras que podrían dañar la sensibilidad de algunos :/

Otro gran detalle, que cualquier otra persona del mundo enfrenta al llegar a Estados Unidos, es el uso del Sistema Imperial, donde las unidades de medidas no tienen ninguna relación entre si. Con las distancias usan millas, yardas, pies y pulgadas; para peso: onzas y libras; temperatura Fahrenheit y para volumen tantas unidades que no vale la pena aprender si estas de pasada. Se pasa mucho tiempo haciendo aritmética y es agotador.

Pero no todo es malo. El otro gran cambio fue la disminución, en general, del ruido ambiental (¡no más rancheras sonando a todo dar desde un auto!) y el respeto por el espacio personal en lugares públicos, que se agradece porque en un par de horas en el país del norte somos menos observados por miradas curiosas; situación que molesta por sobre todo a Sylvain, cansado de ser tildado como gringo en tierras latinas. Ya no más.

Siendo sinceros, pedalear dentro de las ciudades es sencillo y seguro comparado con países previos. El enfoque para ciclistas urbanos esta claro y las estructuras así lo permiten: ciclovias omnipresentes o al menos letreros que indican preferencia a aquellos que pedalean. Los conductores respetan las leyes del trafico y no hay necesidad de batallar con ellos, sea adentro o fuera de la ciudad. Ejemplo claro de esto es que existen varias rutas ciclísticas en todo EE.UU., como así lo indica el Adventure Cycling Association. Una de ellas es la Sierra Cascades Bicycle Route (ruta que va por la Sierra de California, Oregon y Washington), que planeamos realizar por un par de días después de salir de San Diego. Sobre esto me referiré en algunos de los siguientes párrafos.

Salir de San Diego fue un reto. La conurbación es gigante y la probabilidad de salir del área urbana el primer día es baja, incluso siguiendo la ciclovia que va por el río San Diego. Al medio día nos rendimos y tomamos en trolley (tren ligero) en la estación de Mission Valley Center hasta la estación El Cajón para tomar la ruta 18 y luego la 79, alcanzando la 80 hasta la 51, donde empezamos a circular en la Sierra Cascades Bicycle Route. En teoría esta ruta evita caminos principales y se adentra en zonas silvestres o rurales. Las mapas detallados de esta ruta se pueden comprar, pero son caros [US$15 cada uno] y de tramos cortos [cada mapa abarca alrededor de 800 km. y no la ruta completa]. Nosotros optamos por descargar gratis un archivo kmz de Google Earth y seguir la ruta desde el smartphone. Vimos los mapas y creemos que muchos pagan porque no tienen la experiencia de cicloviajes previos. No creo que es mala idea para los amateurs en esto, pero me parece un robo 15 dólares por un mapa que ni siquiera abarca la ruta completa.

En algún lugar de Cuyamaca Rancho State Park, California. Primer día en Sierra Cascades Bicycle Route.

Pedalear por parte de la Sierra Cascades fue agradable. Al sur de California la ruta pasa por algunas áreas llamadas National Forests, como Cleveland y San Bernardino. El camino no siempre es sencillo, pero el esfuerzo vale la pena para pasar varios días rodeados de bosque de coníferas y paisajes de chaparral. El camping furtivo (stealth camping) es prohibido en estas áreas, a menos que se indique lo contrario, pero no cambiamos nuestros hábitos tan fácilmente.

Por un lado del camino bosque…

… y al otro lado, a pocos kilómetros hacia el norte, vista hacia el desierto de Anza-Borrego.

En Warner Springs pasamos al Community Center a pedir agua, ya que en las gasolineras no hay agua gratis (tampoco aire para inflar) porque se tiene que comprar [para ser mas exactos US$1.50 por carga, que no tengo idea cuantos litros o galones serán]. Para nuestra sorpresa, es en este espacio comunitario donde cientos de viajeros cada año pasan a descansar o abastecerse dentro del famoso Pacific Crest Trail (yo me enteré de este circuito por la película “Wild”), por lo que conseguir agua, Wi-Fi y un espacio para acampar es común para los trabajadores de ahí. La amable mujer que nos atendió también nos regalo beef jerky, comida parecida al charqui.

Otro punto bueno para Estados Unidos es que el agua de la llave en general es potable. Aunque, como indique en el párrafo anterior, el acceso es lo complicado. Sin gasolineras, no hay muchos lugares donde conseguir agua gratis, especialmente en California donde llevan años con sequía. Claramente siempre es posible pedir agua algún buen samaritano que se encuentre regando su jardín, aunque el sabor del agua de la manguera no es igual. Afortunadamente, al pasar los días nos vamos dando cuenta que varias Oficinas Postales (los gringos son grandes usuarios de este sistema, ya que es eficaz y confiable) poseen un grifo al frente o detrás. Esto nos ahorra muchas peticiones innecesarias.

Seguimos nuestro viaje pedaleando por praderas y cerritos. Entre Aguanga y un poco mas allá de Anza, tomamos la ruta 371. Aquí empieza un denso trafico y, aunque no hay berma, se nota la paciencia de los conductores ya que ellos saben que tenemos preferencia por estar en Ruta Ciclística. Es un hecho, en EE.UU. la gasolina es barata [2,5 US$ por galón, o algo así como 430 pesos chilenos por litro] e incluso las autopistas (freeways) no hay peajes. Esto hace que durante los fines de semanas, por los caminos en áreas protegidas o de recreación, se llenen de vehículos con trailers e incluso RVs, equipados completamente para vivir en ellos y grandes como buses, realmente impresionantes de ver. Pero no solo todo el mundo conduce a todos lados, también quieren vivir en todos lados: muchos personas prefieren un ambiente más «natural» y construyen sus casas en plenas áreas silvestres como los National Forest. Después de todo si la bencina es barata, ir a la ciudad a trabajar o estudiar no debería ser gran diferencia.

 

Sylvain en la ruta 371. Aproveche de tomar la foto en una «ventana» sin tráfico.

Empezamos a ver por esta zona ademas muchos ranchos y una reserva indígena (Cahuilla), que por supuesto posee su Casino: como hay soberanía tribal se permite el juego adentro de las reservas, que en la mayoría del país es ilegal.

La noche llega y debemos descansar. Una oportunidad se presenta, observamos el colapso de un cerco al lado del Casino y se ve como la única opción a esa hora para encontrar un terreno para acampar, a pesar de que el acceso es inclinado. Debido a esto, más el apuro de no ser vistos por muchos conductores, Sylvain se apresura y ¡crack! se lastima la espalda. Este dolor persiste por varios días, pero nada que él dice no poder soportar.

A lo lejos el ascenso que nos llevará a Iddyl

El pedaleo continua por las rutas 74 y 243 para llegar a Idyllwild el 16 de septiembre, donde sufrimos un encuentro muy particular. Una mujer en su auto nos habla y insiste en saber donde pasaremos la noche, con incredulidad saludo y me alejo. Sylvain tiene un buen presentimiento y me insiste que nos tomemos un tiempo para conversar con ella. La mujer lleva el nombre de Nancy, y ha viajado durante años arriba de una embarcación con su marido, Ethan, y su hija, Zada, aunque por el momento están asentandos en este pueblo montañoso para trabajar y ahorrar. Esta singular familia viajera no solo nos dio alojamiento, también comida y grandes conversaciones en torno a la idiosincrasia americana que muchas veces le chocaba a nuestra anfitriona, sobre todo después de vivir muchos años afuera. Es extraño escribir esto, pero creo que por primera vez en EE.UU. nos sentimos a gusto y todo gracias a seguir el instinto de bondad que Sylvain percibió en esta familia.

Ethan me dejo usar su super maquina de coser, asi que aproveche.

Nancy, Ethan, Zada y Mancha (el perro mexicano). ¡Hasta pronto navegantes!

Partimos el 18 de septiembre y el dolor de espalda aun acompaña a Sylvain. Este día pasamos por la conurbación de Banning-Beaumont-Yucaipa, que consta principalmente de grandes extensiones de suburbios con banderitas y letreros de apoyo a los candidatos a Presidente. A final de este jornada maratónica (Más o menos de 100km) logramos salir de la zona urbana entrando a la ruta 38 y nuevamente entrar al San Bernardino National Forest.

Bosques de coníferas en el norte de Idyllwild, California.

Si no me equivoco, el nombre del Lago que se ve a lo lejos es Diamond Valley Lake.

Periferia de la Conurbacion Banning-Beumont-Yucaipa, California.

El viaje se vuelve agradable a la vista, con bosques y menos viviendas. Desde la ciudad de Big Bear Lake salimos del Sierra Cascades para adentrarnos a las áreas desérticas del Este de Los Angeles: en un par de horas pasamos de bosques de coníferas a serpenteantes dunas.

Ultimo camping en San Bernardino National Forest, CA.

Y con vista magnifica del Desierto de Mojave.

A pocos metros de nuestro lugar de descanso se encontraba un acceso al Pacific Crest Trail. Esta seria la ultima vez que veriamos parte de esta ruta, pero nunca vimos algun viajero pasar :/

¿Gansos en migración?

Descenso a Lucerne Valley, Ruta 18.

Exactamente el 21 de septiembre empezamos a adentrarnos al desierto de Mojave con destino a Apple Valley, donde conseguimos alojamiento por medio de Warmshowers. La mujer que nos hospeda resulta ser un dolor de cabeza, por dos cosas puntuales y que creo son fundamentales para ser un buen anfitrión: confianza y empatía. Primero, no nos deja quedarnos solos en casa: si ella sale, nosotros también debemos. Nunca nos dio la explicación para esto, y nos choco realmente porque, como anfitriones siempre prestamos un par de llaves a todas las personas que alojamos y más o menos algo parecido fue la dinámica en todas las casas que hemos estado. Esta bien que gente te hospede y sea desconfiada, pero es algo que se debe explicar al principio y no ser descubierto minutos antes de sentarse a almorzar: «tenemos que irnos» es algo que no quiero volver a escuchar segundos antes de engullir un delicioso Pollo al Curry, ¡no, señor!, ni menos cuando afuera hay una tormenta de arena para visitar un refugio de animales y ver gente rezar por las almas de perros y gatos. Con respecto a la empatia, en los días que estuvimos ahí nunca realmente conversamos, porque ella solo procedió a hacer monólogos interminables acerca de su perro (al cual trataba como un niño). Es muy extraño que alguien no te haga ninguna pregunta cuando vienes de tan lejos ¿en serio tan poco interés de conocernos?

Partimos aliviados de salir de esta casa grande pero tristemente habitada con destino a Arizona. Después de varios días de reflexión, concluimos que EE.UU. nos parece muy caro para usar los tres meses de Visa viajando hasta Utah y Colorado, así que sólo viajaremos por los Estados del extremo Suroeste. El plan fue salir de California para mas tarde viajar por los bosques altos de Arizona, pero antes debemos cruzar una amplia zona desértica por medio de la ruta 66. Afortunadamente nuestra entrada al desierto coincide con el fin del periodo de tormentas: que forman las temidas Flash Floods, que consisten en inundaciones rápidas y devastadoras en zonas planas y sin vegetación. Como algo parecido a lo que paso en la Región Atacama en 2015, pero más común.

Cuando llueve en el desierto, zonas como esta se tienen que evitar. Puede formar Flash Floods y no querrás estar ahi cuando eso pase.

Saliendo de Apple Valley entramos a la histórica ruta 66, carretera que con casi 100 años cruza de California a Illinois, y la hace el destino predilecto de motoqueros (estilo «Born to be Wild») y de cuanto viajero a base de petróleo se le antoje. Es famosa no solo por su extensión, sino porque es una ruta de bajo tráfico (perfecta para ciclistas) y, por lo menos lo que nosotros vimos, con pueblos que conservan el estilo del Lejano Oeste, así que olviden de encontrar grandes supermercados por estos lados. No solo encontrar comida a bajo costo fue difícil, también agua potable. El paisaje se vuelve tedioso a veces aunque viendo el lado amable, acampar es sencillo, ya que no hay cercos y muy pocas zonas habitadas en el desierto.

Crater Amboy, Ruta 66, CA.

Otra realidad: la ruta 66 en California esta super cerca de la linea del tren, casi paralela hasta Needles . Y ademas tiene un alto trafico, día y noche, con vagones pesados que forman una extensión de casi 1 kilómetro de largo. De cierta forma esto esta bien, podría significar ver menos camiones por los caminos, pero lo que molesta es que cuando el tren pasa cerca de una intersección o pueblo TIENE que tocar la bocina o claxon por varios minutos. Esta bien que haya seguridad, pero si existe una barrera con semáforo o un pueblo vacío ¿por que lo hacen? Cometimos el error de acampar muy cerca de la linea del tren la primera noche en esta famosa ruta. Pero aprendimos la lección rápido.

Pasando al lado de Mojave National Reserve, Ruta 66, CA.

El atardecer en el desierto siempre muestra sus mejores colores.

Además de la distancia con la via férrea, hay que poner ojo a no estar muy cerca de zonas habitadas por el hobby de disparar que tienen muchos. A pesar de que hay muchos Shooting Range (campo de tiro) varias personas prefieren ir al aire libre por ser gratis. Ethan en Idyllwild nos había mencionado esto sobre ciertas zonas de Arizona pero no lo compramos hasta que escuchamos los tiros a lo lejos durante el atardecer. ¡Olviden la cerveza para el relajo después de un largo día!, disparar un arma parece ser lo más eficiente en estas tierras. La parte divertida comienza cuando te empiezas a quedar corto de agua: ¿como mierda me acerco a una casa rodeada de cercos y letreros del estilo «No Traspasar, propiedad privada» o «Cualquier transgresor será disparado»? Es hilarante pensar que solo por pasar una propiedad de forma pacifica una persona tiene el derecho legal de disparar y matar. Sobre esto, vivimos una situación estresante con un hombre que nos amenazo con dispararnos por pasar su terreno, aunque no había ninguna advertencia explicita; le pedimos agua y nos negó porque se enfureció. Dijo que teníamos que comprar, porque estaba cansado que viajáramos sin plata (si, llego al punto de hacer absurdas conclusiones). Cuando ya nos íbamos, dijo que tenia un pozo y que podíamos beber esa agua. ¿Tanto costaba eso? Aceptamos, colectamos el preciado liquido y partimos. Cuesta creer que mucha gente se niega a esto, pero hay casos retardados en todos lados.

Traducción: NO TRASPASAR. VIOLADORES SERÁN DISPARADOS, SOBREVIVIENTES SERÁN DISPARADOS NUEVAMENTE.

Traducción al chileno: «Advertencia. Propiedad de un culiao loco con perros y armas automáticas. Cualquiera que se encuentre aquí de noche será encontrado aquí por la mañana»

A los pocos días llegamos a Needles, última ciudad que visitamos en California. Luego de abastecernos en la gloriosa tienda de 99 Centavos seguimos al valle de Mohave, formado por el rio Colorado, y que define nuestra entrada a Arizona. Este valle es amplio y eso se nota en la intensidad del viento, que nos hace batallar por la tarde hasta encontrar un lugar para acampar. El área dice ser parte del Bureau of Land Management (Oficina de Gestión territorial) que administra a nivel nacional las áreas publicas, en su mayoría usadas para recreación, por lo tanto, acampar no constituye quebrar ninguna ley sino un beneficio que entrega el Estado. Esta fue la ultima vez que pedaleamos por un área totalmente «abierta» (con la gran excepción de Gila National Forest en Nuevo México) y nuestro ultima acampada fácil.

..después de un par de horas el cielo se despejo por completo.

Lista para acampar…

…aunque el sitio tenga casquillos de balas (moneda para escala).

A la mañana siguiente volvemos a la Ruta 66 pasando por el pueblo de Oatman, pintoresco por sus burros vagos y su estética sacada de la Fiebre del Oro. Después de un par de kilómetros llegamos hasta el paso Sitgreaves (1080 m.s.n.m. ¡Meh!) y comenzamos a ver una gran planicie que nos indica nuestro próximo destino: Kingman, Arizona. Al acercarnos allí lo que más esperamos es tener mejor suerte esta vez con nuestra anfitriona. Elizabeth resulta ser amante de los animales, pero no loca por ellos y con la confianza para dejarnos solos en su casa, a pesar de que ella salio de la ciudad por un par de días.

Oatman.

Camino al Paso Sitgreaves, Ruta 66, Arizona.

Vista desde el Paso Sitgreaves, Ruta 66.

Luego de un gran descanso, el 3 de octubre seguimos nuestro camino por la ruta 66, nuevamente con la vía férrea paralela durante 3 días más. Después del pueblo de Ashfork, la 66 se fusiona con la ruta 40 que es autopista. A medida que nos fuimos acercando a Flagstaff y ganando altura, el panorama se vuelve mas boscoso, ayudandonos con el camuflaje al acampar, pero siempre con mucho cuidado por posibles personas trigger Happy que anden alrededor.

Nuevamente por la ruta 66, Arizona. Atrás Music Mountains.

En la ruta 40, al oeste de Flagstaff. La ruta 66 no existe aquí y no queda otra que tomar la autopista.

En las afueras de Flagstaff viramos de ruta a la numero 89, que nos lleva a un entorno de rocas rojas moldeadas por el tiempo, toda esta belleza dentro del Coconino National Forest.

Entrada al Valle de Oak Creek, AZ.

El descenso se extiende por varios kilómetros hacia Cottonwood.

Las rocas rojas comienzan a mostrarse.

Acercandonos al Slide Rock State Park, AZ.

Capta mi atención que la traducción de este letrero no este del todo bien, considerando la alta población hispanoparlante de Arizona.

Como consuelo de no haber ido al Gran Cañon, esto no esta nada de mal.

Al descenso hacia Sedona se le suma el calor. No obstante el sudor no durará demasiado pues cerca de Cornville nos espera ducha en casa de Geni y Pete, jovial pareja de septuagenarios ciclistas. Al llegar nos recibieron con una salida a su cervecería preferida y luego una deliciosa cena cocinada por Pete. Aunque Geni nos indica que tiene problemas para oír, no tuvimos inconvenientes en compartir pensamientos sobre la tensa situación política del momento con ellos, abiertos partidarios de Clinton. Rechazamos la estadía por mas de dos noches, no por antipatía, sino porque sentimos que nos estaban mimando mucho (Por ejemplo: Pete, el chef, no dejo cocinar a Sylvain) y continuamos a Phoenix por una atareada ruta 17. A estas alturas, el dolor de espalda de Sylvain comienza a disipar, pero en tanto terminó comenzó con un dolor de muela. Lo que sea que fuera, tendría que esperar hasta México a solucionarlo, ya que viajamos sin seguro y no pensamos en vender un riñon para costear tratamiento.

Con Geni y Pete, pareja hermosa de ciclistas. (Mis chalas y calcetines es por un caso de Pie de atleta que me afecto con el calor de acá).

Aquí un dato curioso: en poco mas de un día y medio juntamos decenas de monedas (principalmente de un centavo) tiradas en la berma, que se fueron sumando a otras. Creemos que muchas son desechadas a propósito, porque después de todo no valen tanto para los estadounidenses si es que todo vale más de un dólar en el mercado. Ya llegados a Phoenix colectamos casi 10 dolares en dos días de viaje ¿Quién dijo que el sueño americano no existía? ^^


Mexico: parte III (Peninsula de Baja California).

Alrededor de las 7am del 23 de julio, ya recién llegados al estado Baja California Sur, desembarcamos en muelle del ferry y pasamos al control del ejército (no estoy segura, pero concluyo esto por el uniforme camuflado que usaban), en el cual te pasan el equipaje por un detector de metales, muy parecido a los de los aeropuertos. Luego de la inspección procedimos a ubicarnos con el GPS del smartphone, después de todo no estábamos seguros de donde exactamente estaba ubicado este puerto. La sorpresa llegaría cuando nos damos cuenta que el muelle no estaba en La Paz, sino a 22 km. de esta. Bueno, viendo el lado positivo, al menos es temprano y no seria tan caluroso pedalear esa distancia. Al cabo de un rato llegamos a casa de Tuly, anfitriona de Warmshowers, con quien acordamos días antes en cuidar su casa y sus tres perros por un tiempo después de nuestra llegada. Tuly es muy amable y rápidamente establecimos una amistad. Pero dado que no queríamos quedarnos tantos días en su casa, nos fuimos a hacer un pequeño recorrido cerca (La Paz>Todos Santos>El Triunfo>Los Planes>La Paz).

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Caranchos sobre cactus (creo que a estas aves les dicen queleles por acá). Camino a El Triunfo, Ruta 1, BCS.

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Durante los tres días de nuestro viaje alrededor de La Paz, las nubes nos rodearon. En la foto parte del camino de El Triunfo a San Antonio.

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Ascenso progresivo desde Los Planes, Ruta 286. Lluvia que lejos de oscurecer nuestro día, lo refresco.

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Viendo el estado de este camino, nos alegramos haberlo hecho en ascenso y no lo contrario (miren esos baches a la derecha).

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La Paz al frente.

Después de este viajecillo, retornamos a La Paz el 28 de julio y nos quedamos hasta el 6 de Agosto. Principalmente use este tiempo para traducir un texto que Sylvain preparo meses atrás, y que actualmente se encuentra disponible como PDF aquí.

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Playa El Coromuel en La Paz – Unica vez que me metí al mar en todo el viaje. Mar con aguas tibias y ducha posterior me convencieron.

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Con Jesús (Marido de Tuly), Tuly y Angela (una de sus hijas).

Luego de esta larga estadía, partimos con la mezcla de alegría/pena, al despedirnos de este hogar tan afectuoso, con destino a Guerrero Negro, como nuestra próxima parada de descanso. El primer día en la ruta 1 (que une a toda la Península de Baja California) no se nos hacen excepcionalmente difícil, excepto en varios kilómetros bajo construcción, donde tuvimos que pedalear sobre tierra/arena y con tráfico acumulado. Después de casi 20 kilómetros volvemos al asfalto.

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Uno de los primeros días en la Ruta 1 de Baja.

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Y una de las primeras siestas también.

Todo marcha bien hasta el día 8 de agosto cuando nos percatamos por internet que se avecina una tormenta tropical llamada Javier. Anticipamos que no escaparemos de la lluvia por más que lo intentemos y al día siguiente madrugamos para así conseguir un techo el 9 de agosto, cuando la lluvia llegaría con todo a parte de Baja California Sur. Pronóstico correcto y conseguimos refugio en la “oficina” (simplemente un cuchitril) de la policía municipal de Villa Morelos. El policía a cargo resulto ser un clon del Jefe Gorgory (referencia de Los Simpsons): gordo, torpe y un poco tonto, pero con buenas intenciones.

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CONAGUA entregándonos la Crónica de una tormenta anunciada.

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Al menos la situación no fue tan mala como en el centro y sur de México con la tormenta Earl.

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Refugio para la sobriedad pero no lo suficiente para la tormenta. Villa Morelos, BCS.

Día siguiente avanzamos a lo que ya varios nos habían mencionado: la ruta estaba bajo construcción, y con toda la lluvia, el camino se transformo en un lodazal: una pesadilla de 4 kilómetros para cualquier ciclista con tapabarros. Historia corta, luego de una lucha por tratar de avanzar en el barro y sacarlo de nuestras bicicletas, decidimos extraer los tapabarros y desecharlos, esperando que no tendríamos lluvia en los próximos meses.

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Lucha en barro.

Por cierto: la ruta desde La Paz hasta Ciudad Constitución esta casi totalmente rodeada de cerco. Encontrar un sitio para acampar no fue sencillo, pero afortunadamente esta problemática se va aminorando en el resto de Baja, excepto en el tramo que va de Ensenada a Tijuana.

Luego de Ciudad Constitución los paisajes empiezan a mejorar y finalmente el lado bello de Baja aparece, del cual tantos cicloviajeros nos habían mencionado. De todas formas, el tráfico es alto la mayor parte del tiempo y que cerca del 95% de toda la ruta no tuviera berma puede llegar a bajar el entusiasmo a cualquiera.

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El 11 de agosto entramos al sector Este de Baja, al Golfo de California, el cual tiene un clima muy húmedo y caliente en estas alturas del año. Por dar un ejemplo: las temperaturas en Santa Rosalia alcanzan los 41° C, así que lo mejor es salir rápido de acá. También esta zona esta más expuesta a tormentas: casi cada noche que pasamos en este lado pudimos ver como el cielo se iluminaba al otro lado del Golfo, en el estado de Sinaloa.

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Los 5 días que pedaleamos por el Golfo no fueron muy cómodos para ser honestos, incluso con paisajes litorales de postal, por lo mismo, esta zona es bien turística y conseguir agua gratis no es sencillo con los dueños de restaurantes o almacenes, dado que están acostumbrados a vender todo a precio de turista. Afortunadamente, las veces que pedimos agua en Purificadora (lugar donde se purifica y vende agua, muy común en todo México) nunca obtuvimos un «no» como respuesta. Después de todo el agua es vida y a nadie debería negarsele.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turistica.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turística.

Para acampar nos enfrentamos a otro problema: suelo sobrecalentado por el sol, equivalente a tratar de dormir sobre un radiador, especialmente dado que el suelo no se enfriaba por poner la carpa sobre este toda la noche. Entonces comenzamos a limpiar dos zonas para instalar la carpa: la primera para descansar hasta la medianoche y la segunda para mover la carpa alrededor de esta hora, beneficiándonos de un suelo más frío, o al menos para dejar de transpirar tanto. Si, todo un webeo, pero créanme que fue la mejor idea que se nos ocurrió para descansar con tanto calor.

Para coronar nuestra salida de esta zona, debemos subir una cuesta, y no cualquiera, esta fue bautizada como Cuesta del Infierno. El nombre lo tiene bien merecido y con esto les digo todo: el excesivo calor hizo que Sylvain pedaleara por primera vez sin camisa, aunque ya el Sol comenzaba a despedirse. Toda una anécdota, ya que mi marido es muy precavido en cuanto a la exposición solar.

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¿Será porque la creatividad no se apura? – Mural en Santa Rosalia, BCS.

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Iglesia de Santa Rosalia, diseñada por Eiffel.

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Atardecer en la Cuesta del Infierno.

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Sylvain derritiéndose.

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A la mañana siguiente, con los últimos metros de la infame subida.

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Volcán Las Tres Virgenes, BCS.

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Parte del Oasis de San Ignacio, Baja California Sur.

Mision de San Ignacio

Mision de San Ignacio de Kadakaamán.

Al entrar al desierto de Vizcaíno las noches comenzaron a hacerse más frescas, aunque con viento de frente fuerte (desde el Oeste). Esto duro poco y del 18 al 21 de agosto fuimos hospedados nuevamente por un miembro de WS en Guerrero Negro, justo a la mitad de la Península. Este poblado parece grande en el mapa, pero en la realidad no lo es: tiene muy pocas calles asfaltadas y el resto son de arenas, no muy grato darte cuenta de esto cuando la casa donde vas a descansar está en la periferia. En la calle principal hay mucho negocio cerrado a esta altura del año (temporada baja) y tampoco hay grandes supermercados como en La Paz, Ciudad Constitución o Santa Rosalia, por ello hicimos todas las compras de abarrotes en esta última ciudad. Llevamos decenas de kilos extras en la cuesta que anteriormente mencione (10 días de comida), pero ahorramos bastante plata.

Al parar en un lugar, y tener contacto con gente, siempre puede haber consecuencias: positivas y/o negativas. En Guerrero Negro tuve la parte negativa y me descompuse del estómago, pero mejore en un día por lo que decidimos seguir a la mañana siguiente.

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Arreboles: situación cotidiana por acá.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Entre Guerrero Negro y El Rosario existe el sector llamado Valle de los Cirios, donde el trafico es más escaso, con mucho menos autos de turistas pero con el flujo de camiones igual de constante. En esta zona la obtención de agua fue nuestro principal conflicto, cualquier oportunidad de pedir a algún local o sacar directamente de un grifo (siempre filtrando después, por supuesto) en un pueblo era buena. Pero un día nos vimos forzados a tomar agua con sabor a jabón, que nos dieron en un lugar llamado Chapala. Esta estaba filtrada por nosotros, sin embargo no dejo de ser asquerosa y mató nuestro buen animo por varias horas. Lo bueno es que al día siguiente nos pudimos deshacer del resto gracias a un granjero que nos dio agua limpia y luego por los militares que trabajan en el puesto de control al sur de Cataviña, quienes nos dieron agua purificada.

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¿Alguien necesita sal? pregúntele a mis párpados.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Y una que otro relieve a la distancia.

Y uno que otro relieve a la distancia.

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Tórtola aliblanca paseándose cerca de nuestro sitio de acampada.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros tambien.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros también.

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Al norte de Cataviña empieza un paisaje rocoso muy bonito, pero muchos visitantes eligen escribir sus nombres en las rocas con pintura. Mejor nos quedamos con las que aún salvan.

Florecita rockera.

Florecita rockera.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Dejando de lado el tema del agua pedalear todo el camino desde Guerrero Negro hasta El Rosario fue agradable: bellos paisajes desérticos, sin calor extremo como en el Golfo y sin cercos que preocuparse al momento de acampar, solo pedalear alrededor de 70 a 80 km. diarios y parar donde se nos antojara.

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Valle de El Rosario, Baja California.

Toda la calma llega a su fin en San Quintín: el tráfico se hace increíblemente denso hasta Camalú y la berma es ridículamente estrecha o inexistente. No podemos contar todas las veces que los vehículos nos pasaron a centímetros de un accidente. Sumado a esto tuvimos el viento de frente todo el día, no fue una jornada fácil, pero termino cuando encontramos un cerco abierto, donde nos adentramos casi un kilómetro encontrando un sitio oculto para acampar.

El día anterior tuvimos otro tipo de experiencia, cerca de la bahía de Santa Marta, donde nos detuvimos para acampar. Avanzamos por un camino aledaño a una quebrada para encontrar un sitio. Al momento de poner el piso de la carpa escucho un «tsss» desde un arbusto, me doy vuelta y veo una serpiente cascabel a dos metros de mi. Asustada tiro el nylon al suelo y le aviso a Sylvain, pero el no la escucha, aunque alcanza a ver su distintiva cola alejándose. Luego de este encuentro, nos preguntamos donde vamos a dormir si la serpiente anda rondando por ahí esperando volver, sobre todo porque muchos reptiles aprovechan la oportunidad de dormir cerca de fuentes de calor (¡benditos humanos!). Luego de casi una hora de reflexión abandonamos la preocupación e instalamos la carpa de todas formas, pero preparados para un posible ataque de nuestro nueva amiga. Bueno, quizás ya se habrán dado cuenta que al final no paso lo que pronosticamos.

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La cascabel en cuestión.

Volviendo al tema del camino en si, desde Camalú hasta Ensenada los paisajes vuelven a mejorar un poco, especialmente porque los poblados están más distanciados entre si. La cantidad de vehículos es densa aun, pero la calidad del camino va y viene a modo de autopista, es decir, con berma (¡yay!). Aunque el progreso trae consigo el precio de ciertos tramos bajo construcción, específicamente en la zona entre San Vicente y Santo Tomás. Después de varios días, volvemos a pedalear bajo polvo y bocinas agresivas.

Viendo el lado amable, mucho verdor de esta zona es brindado por las viñas, de la cuales tantos se sienten orgullosos. No llegamos a saber cual era el motivo de tanto orgullo: los precios de los vinos, para estándar mexicano, son altísimos (creemos que esto se debe a que las viñas no son tan antiguas y extensas como en Francia o Chile). Pareciera que, a diferencia de nuestros países natales, los vinos acá son un producto de lujo, incluso más caros que los que se producen en Estados Unidos.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Finalmente llegamos a Ensenada el 30 de Agosto a la casa de un anfitrión de WS, al cual prefiero no describir ya que no nos sentimos tan a gusto. Luego de un par de días y que no nos dejará quedarnos tantos días como le pedimos, marchamos a casa de Tony, Mara y sus hijos, un poco más al norte de Ensenada, y el cambio fue drásticamente mejor: nos recibieron y su calidez fue instantánea. Hasta celebramos mi cumpleaños por anticipado y compartimos un pastel de cumpleaños de «BubuLubu» (uno de mis dulces mexicanos predilectos) que ellos compraron. La despedida fue difícil, pero nos fuimos el 6 de septiembre con todas las compras realizadas a días previos de cruzar a EE.UU.

Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

¡Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

Torta de cumpleaños de Bubu Lubu: una bomba de culpa, azucar y felicidad.

Torta de cumpleaños de BubuLubu: una bomba de culpa, azúcar y felicidad.

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Con Mara y Tony: anfitriones inolvidables.

El tramo de Ensenada a Tijuana no es tan largo, pero no pudimos hacerlo en un día. Acampar aquí fue todo un reto, considerando que hay una autopista (ruta 1D), un camino en paralelo (ruta 1) y varios de complejos hoteleros en el litoral, que no dejan espacio para mucho más. Batallamos pero encontramos un sitio, un rinconcito escondido en un duna al sur de Rosarito.

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Stealth camping entre Ensenada y Tijuana.

Al mediodía siguiente (7 de septiembre 2016) llegamos a Tijuana. Ahí nos esperaba Sandra, quien insistió en darnos un aventon en auto hasta su casa; razón tuvo ya que estaba en la punta del cerro. Sandra fue otra anfitriona para recordar: nos hizo un recorrido por Tijuana y al día siguiente nos ayudo a cruzar la frontera para orientarnos en San Diego, California. Sobre esto me extenderé en la próxima entrega. ¡Hasta pronto!

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El muro como lienzo de la molestia sobre las políticas gringas de migración.

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Muro en la Frontera entre Estados Unidos y México, en Playas de Tijuana.

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En Estados Unidos …mexicanos.

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Detalle del muro. Ni un dedo pasa por ahí.

Con Sandra, rumbo a cruzar a EE.UU.

Con Sandra, en nuestro camino a San Diego, EE.UU.


Centroamérica (o cómo pasar de Colombia a México)

INTRODUCCIÓN

El cruce por Centroamérica no fue una experiencia 100% divertida, aunque si un trámite del cual salimos sanos y salvos. Ustedes quizás estarán pensando: ¿tanto así? Así es. Después de varias semanas de postergar el escrito de esta región, he aquí los motivos empíricos de nuestro desencanto con ésta:

1.- El calor húmedo hacía el pedaleo muy incómodo; a las horas de máximo Sol estiramos al límite el tiempo de almuerzo para descansar bajo la sombra de un generoso árbol.

2.- La comida y alojamiento en general, y contrario a lo que preconcebíamos de esta región americana, son bien caros, sobre todo en contraste a todo lo que se ofrece en Colombia, desde donde veníamos viajando.

3.- Los caminos que transitamos presentan una población hacinada a lo largo, con muy pocos rincones de acceso libre para hacer camping furtivo o stealth camping. A menudo el “pueblo sin fin” era la tónica de los lugares más pobres. Esta configuración se puede entender porque el acceso a servicios como agua (no siempre potable) y transporte se encuentra allí. Bueno, eso creemos…

4.- Cruzamos esta región escapando de la temporada lluviosa, así que tiempo para disfrutar no tuvimos mucho. De todas formas las tormentas nos alcanzaron en la mitad norte de Guatemala. Error de calculo, ¡Oops!

5.- Luego de visitar parte de Sudamérica, Centroamérica no pareció realmente atractiva por los caminos que transitamos, sobre todo para nosotros que somos amantes de los paisajes montañosos y clima templado y/o frío. Además la explotación humana es bastante obvia y se observa mucho su presencia, incluyendo numerosos lugares con quema de basura a lo largo del camino (exceptuando Costa Rica y Panamá).

6.- Cambiar la plata es un cacho para tan poco tiempo de uso. Con cada cambio, algo de dinero se pierde.

En general, no sentimos realmente la necesidad de pasar mucho tiempo en esta región, sobre todo con la temporada lluviosa en la vuelta de la esquina con todo lo lindo que trae ella, dígase Dengue, Chikungunya o Zika. Asimismo, por lo que se explica en el punto 3, encontrar lugares seguros y escondidos para acampar fue complejo, pero no imposible.

PANAMÁ

Fechas de transito: 4/3/2016-26/3/2016

Sello de entrada/salida en pasaporte: SI/ SI

Impuestos de turismo: NO EXISTENTES

Rutas pedaleadas: Ruta 1 (Panamericana)

Divisa: Dólar estadounidense (billetes) y balboa (monedas).

¿Agua del grifo potable?: Si.

Cuando salimos de Ciudad de Panamá conocimos a un cicloturista español, que nos dio luces de un vídeo transmitido por la TV panameña de una trifulca de un turista con un indígena en la Comarca Guna Yala. Ya que nunca vimos el vídeo (hasta el ultimo día en Panamá) asumimos que nosotros eramos los involucrados [para entender el contexto leer entrada anterior], y esto ayudo a que nuestra salida del país fuera más que urgente, ya que no sabíamos si había una investigación detrás del asunto. Sylvain llego a pensar que le iban a prohibir la salida del Panamá, pero yo me mantuve suspicaz porque nos encontramos con policías y nunca nos llamaron la atención. Por todo esto, cruzar hacia Costa Rica fue un gran alivio.

Tratamos de cruzar Panamá con una mínima interacción con los locales dada nuestra “notoriedad”. El relax vivido en Ciudad de Panamá, gracias principalmente a la solidaridad de nuestros anfitriones Mariela y Rogelio, se esfumaba cada día que nos acercábamos a la frontera con Costa Rica. Diez días de pedaleo hacia ese país por la Panamericana pasaron lentamente, en nuestras cabezas claro está.

Con Mariela y Rogelio en Ciudad de Panamá.

Con Mariela y Rogelio en Ciudad de Panamá.

Moderno y antiguo en Panamá.

Los rascaciones de Paitilla contrastan con el casco histórico de Ciudad de Panamá.

Colchón inflable averiado. Resultado de la exposicion a la alta humedad de Colombia. Al menos logramos comprar uno nuevo en Panamá.

Colchón inflable averiado. Resultado de la exposición a la alta humedad. Al menos logramos comprar uno nuevo en Panamá (en tienda militar de Albrook), ya que en Colombia no encontramos.

El país del Canal es bastante caro y, sumado a la existencia continua de cercos perimetrales, acampar se hace muy difícil a lo largo de la Panamericana. Recurrimos a la llegada de la noche para evitar problemas con el traspaso de propiedad o preguntar en alguna compañía de Bomberos, que no siempre son silenciosas o confortables pero si receptivas con el cicloturista.

Dado que solo hay un camino que cruza el país de Oeste a Este, conocimos a muchos ciclistas pedaleando en sentido contrario al nuestro. Gracias a estos encuentros obtuvimos varias actualizaciones sobre el estado de otros países.

Por la panamericana panameña.

Por la panamericana panameña. No se engañen, aunque hay turbinas eólicas, el viento por acá no fue obstáculo.

Uno de muchos ciclistas que conocimos. Este suizo nos dijo que lo llamaramos Manolo, aunque no era su verdadero nombre.

Uno de muchos ciclistas que conocimos. Este suizo nos dijo que lo llamáramos Manolo, aunque no era su verdadero nombre.

Y en un letrero, se asoma algo de conciencia.

Y en un letrero se asoma algo de conciencia.

COSTA RICA

Fechas de transito: 26/3/2016-4/4/2016

Timbre de entrada/salida: SI /SI

Impuestos de turismo: US$ 8, sólo para salir.

Rutas pedaleadas: Ruta 2 -Ruta 34 -Ruta 27

Divisa: Colon

¿Agua del grifo potable?: Si.

Luego de cruzar la frontera el cambio paisajistico fue mejorando, incluso con los costados de la carretera bien poblado. El lado sureño tico es más lindo, si te gusta la vegetación en abundancia y playas; el norteño más seco y con caminos más estrechos. En la primera parte acampar se hace más sencillo, las plantaciones de palmas y algunos parches boscosos dan el espacio perfecto para ello. Además pudimos acceder a ríos para refrescarnos a mediodía, así como algunas playas y sentir la brisa del Pacífico. ¡Ahhh!

Acampando en una plantación de palmas aceitera.

Acampando en una plantación de palmas aceiteras.

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¡Finalmente algo de aire fresco!

Asi como se ve en esta foto, muchos puentes fueron construidos en conjunto con el gobierno estadounidense.

Así como se ve en esta foto, muchos puentes fueron construidos en conjunto con el gobierno estadounidense.

Por otro lado, Costa Rica es super turístico: a lo largo de la costa Pacífica se encuentran muchos resorts, hoteles y áreas residenciales, principalmente habitadas por estadounidenses, lo que hace que muchos letreros de bienes raíces sean bilingües. Como consecuencia, y dado el estatus alto de vida que tiene este país, los costos de comida son mayores, incluso más que en Panamá.

Caminos amplios y en buen estado en el sur de Costa Rica.

Caminos amplios y en buen estado en el sur de Costa Rica, rodeados de extensas plantaciones de palmas aceiteras. 

Sin pensar en alojarnos en una hostal, pedimos espacio para descansar con los bomberos dos veces en el sur. Fue bastante silencioso y confortable (incluso con aire acondicionado al interior de la estación). Pasamos por una semana con muchos incendios, por encontrarnos en temporada seca, por lo tanto, mantuvimos poca comunicación con los bomberos, ya que salían por horas a cumplir con sus deberes. En el norte no tuvimos mucha suerte pidiendo ayuda, pero experimentamos nuestra primera estadía en un recinto de la Cruz Roja.

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Es bastante común ver aves a lo largo del camino.

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Es siempre temporada de canto en Costa Rica.

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Vista del océano Pacifico. No muy lejos ocurría un incendio.

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Costa Rica tiene la fama de ser un país muy a la vanguardia en conservación, si hasta sus letreros camineros lo prueban.

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¡Esta vez no hay forma de bañarse en este rio! (Rio Tárcoles)

Cruzamos Costa Rica solo en 6 días, así que no hay mucho más que decir…

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«Gracias por venir, pero antes de salir pase a la caja.»

NICARAGUA

Fechas de transito: 4/4/2016-15/4/2016

Timbre de entrada/salida: SI /NO (¡Atención! Aquí entramos a la alianza llamada C4, compuesto por: Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Quienes dan 3 meses para recorrer los 4 países).

Impuestos de turismo: Al entrar cobran US$ 1 (impuesto de la alcaldía municipal) + US$ 10 (tarjeta de turismo) + US$ 2 (impuesto gubernamental). Y al salir cobran US$ 2.

Rutas pedaleadas: Ruta 1 -Ruta 28 -Ruta 12- Ruta 24

Divisa: Córdoba.

¿Agua del grifo potable?: Si, aunque es bueno preguntar antes por los cortes en algunas zonas.

Nicaragua supuestamente es el país más barato de Centroamérica. Aun así es un poco más caro comer acá que en Colombia y los precios de los alojamientos son mayores que los ecuatorianos. Sin embargo, después de dos semanas de acampar, llegando a Granada, ciudad aledaña al lado Nicaragua, nos dimos el gusto de pagar por un alojamiento (US$15 por los dos). La primera noche pagamos por tener chinches en la cama y tuvimos que dormir en la carpa de todas formas. Ya en Managua tuvimos mejor descanso, al quedarnos en casa de Orlando y su familia, donde nos sentimos tan a gusto que permanecimos allí por 5 días. De nuevo Warmshowers (WS) se convierte en una herramienta para encontrar personas que nos entregan amistad y hospedaje en nuestro viaje.

¿Chinches en la cama? Suena como un trabajo para super Carpa.

¿Chinches en la cama? Suena como un trabajo para Super Carpa 😛

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Iglesia La Merced, Granada.

El señor Ortega entregando su omnipresencia caminera.

El señor Ortega entregando su omnipresencia caminera.

La parte entre el lago Nicaragua y el océano Pacifico es muy ventosa. La desventaja de pedalear con viento fue compensada con la frescura del mismo.

Cuando circulamos por Nicaragua, había un problema serio de sequía. A pesar de esto, el agua de la llave es potable en general, siempre y cuando no la hayan cortado. Preguntar siempre a los locales antes de beber.

Un rio seco en Nicaragua, a pocos kilometros de Granada.

Unp de los tantos ríos secos en Nicaragua.

Al pasar Managua, la temperatura oscilaba entre 35 y 40°C cada tarde, con un porcentaje altísimo de humedad. A falta de aire condicionado, bien sirve pedalear, porque incluso descansar debajo de una sombra no garantiza sentirse cómodo en este clima.

Nicaragua un país globalmente pobre y un tanto atestado de viviendas y cercos a lo largo del camino, no obstante fue posible encontrar lugares para acampar al final del día, principalmente cuando los campesinos volvían a sus hogares dejando los campos de cultivos. Podríamos haber pedido permiso con algunos habitantes, pero no fue necesario.

País barato o no, queda a criterio del viajero, pero hay varios impuestos de entrada y salida: US$ 15 para un territorio pequeño parece un chiste. No obstante creemos que Nicaragua pudo haber merecido más exploración en caminos alternativos o incluso de ripio alrededor de los lagos y volcanes, siempre y cuando la temporada seca nos hubiera acompañado.

Lago Managua.

Lago de Managua.

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Volcán Momotombo.

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Sylvain con Antoine, Karl y Holly, tres de los tantos cicloviajeros que conocimos en Centroamérica.

Después de 12 días en Nicaragua, ya nos encontrábamos listos para cruzar hacia Honduras y luego El Salvador, países con pésima reputación. Pero la gran mayoría de cicloviajeros que conocimos nos contaron que no tuvieron mayores problemas en ellos.

HONDURAS

Fechas de transito: 15/4/2016-17/4/2016

Timbre de entrada/salida: SI /SI

Impuestos de turismo: Al entrar cobran US$ 3

Rutas pedaleadas: Ruta 3-Ruta 1

Divisa: Lempira

¿Agua del grifo potable?: No

El plan de cruzar Honduras era simple: 140 kilómetros aproximados de camino, con la mitad plana y el resto con colinas, siguiendo la ruta más corta hacia El Salvador. Hay una opción de evitar Honduras cruzando en lancha por el Golfo de Fonseca, desde Nicaragua a El Salvador, pero luego de nuestra desventura cruzando el archipiélago de San Blas preferimos probar nuestra suerte por tierra.

Nuevamente encontramos alojamiento gracias a WS y pasamos dos noches en la casa de Jaime y sus padres en Choluteca, pero estuvimos solo dos días pedaleando en tierras hondureñas. Por lo mismo, no tenemos mucho que decir sobre el país, salvo que pasamos por un área muy seca, con la clásica configuración de muchas viviendas a lo largo del camino.

No tuvimos dificultades pero escuchamos mucha mierda de todas formas. Parece que es un hobby gritarles a los cicloturistas cuando pasan, muy probablemente porque somos los únicos turistas que ven. Los gritos van del clásico “¡gringoo!” hasta “¡dame un dólar!”, y no hay limite de edad para hacerlo: desde mocosos hasta seniors, y si uno de ellos empieza el resto les sigue. Solución: hacer un buen playlist y dejar que la música ensordezca la estupidez, porque tratar de convencer a la gente que sus gritos son molestos no sirve.

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La única foto de Honduras: vista de bahía de San Lorenzo, en el Golfo de Fonseca.

En comparación, entrar a El Salvador fue un alivio, casi como entrar a un país más civilizado solo porque la gente no te “ladra” para llamar tu atención.

EL SALVADOR

Fechas de tránsito: 17/4/2016-24/4/2016

Sello de entrada/salida en pasaporte: NO /NO.

Impuestos de turismo: NO EXISTENTES

Rutas pedaleadas: Ruta 1E- Ruta 2

Divisa: Dólar estadounidense.

¿Agua del grifo potable?: No.

El Salvador es el otro país “malo” de Centroamérica, con la criminalidad de este, cualquier población de Santiago parecería una Sala Cuna. Por esto ver guardias privados con escopetas es el pan de cada día. No hay ni una sola estación de servicios, supermercado o banco donde no vimos la presencia de estos personajes con chaleco antibalas.

Por lo que respecta tampoco tuvimos problemas, excepto con los múltiples pinchazos ya que las bermas están llenas de residuos de llantas camioneras.

Entrando a El Salvador con un camino en muy buen estado.

Entrando a El Salvador con un camino en muy buen estado.

Escogimos seguir los caminos de la costa lo que más se pudiera, con el fin de evitar al máximo ciudades muy grandes. El paisaje empieza a mejorar, en parte por tener menos densidad poblacional, sobre todo al este del país, donde encontramos a un gran anfitrión de WS llamado José, muy cerca de la playa El Cuco, quien tiene grandes historias sobre su país natal y el exilio que vivió en Quebec debido a la guerra civil.

Sylvain conversando libremente en francés con José.

Sylvain conversando libremente en francés con José.

En El Salvador tuvimos que pedir permiso casi todas las noches para acampar en un patio o campo por lo mismo de siempre: terrenos eternamente cercados y alta presencia poblacional a lo largo del camino. Con ello la basura quemada en el camino, porque no hay servicio de retiro de la misma, excepto en las ciudades. También los ríos se ven muy contaminados porque se usan para lavar ropa y autos. No nos atrevimos ni siquiera a filtrar el agua de estos, pero si la de la llave, que tampoco se puede tomar directamente.

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En la Cordillera Jucurán, ruta 2 de El Salvador.

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Plantación de caña.

Mujeres lavanderas y niños bañandose.

Mujeres lavanderas y niños bañándose. Con tanto detergente el rio no podría quedar más limpio :/

El país es sorprendentemente caro, considerando el nivel de pobreza que se observa. El uso del dólar como divisa oficial tampoco ayuda. Afortunadamente, es chico así que se puede cruzar en menos de una semana a buen ritmo y poniendo buena cara al calor tropical.

GUATEMALA

Fechas de tránsito: 24/4/2016-30/4/2016

Sello de entrada/salida en pasaporte: SI/ SI

Impuestos de turismo: NO EXISTENTES

Rutas pedaleadas: Ruta 1- Ruta 2

Divisa: Quetzal.

¿Agua del grifo potable?: No

Al entrar a Guatemala se respira otro aire. Se ve más limpio (no al 100% pero mejor), un poco más barato y más turístico, lo que da una sensación de seguridad.

Por primera vez en Centroamérica pensamos en subir hacia zona montañosa, para por fin tener un poco de aire fresco y admirar uno de los lugares más lindos en Guatemala:el lago Atitlán. Pero exactamente en nuestro segundo día en este país, comienzan las lluvias tormentosas vespertinas que empeoran cuando llega el momento de decidirse a ascender o no. Por ultimo resolvimos mantenernos en la calurosa costa, pero esquivando lluvias frías y con un cielo nublado que no nos dejaría ver la montaña.

Plantación de caucho chapin.

Plantación de caucho chapin.

El cruce por Guatemala fue igualmente corto … y nuevamente no podemos dar una opinión justa sobre el país. Seguir el camino de la Panamericana a nivel del mar es un tanto somnífero salvo por la presencia de camiones y intermitencia de la berma. Acá el espejo retrovisor es esencial.

La berma de Guatemala es muy buena...cuando la hay.

La berma de Guatemala es muy buena…cuando la hay.

CONCLUSIÓN

Muchos cicloturistas nos comentaban maravillas de México y eso nos daba un impulso diario para seguir hasta dicho país, usando Centroamérica como un puente simplemente. El final de la parte aburrida de nuestro viaje llegaba a su fin, ¡la recompensa está cerca!

Como corolario de esta travesía llegamos a la reflexión de que fue algo que teníamos que hacer pero que no repetiríamos.

Y finalmente la recompensa es poder ver la bandera mexicana flameando.

Y finalmente la recompensa es poder ver la bandera mexicana flameando a poco metros.

2200 kilometros de pedaleo en poco menos de dos meses.

2200 kilómetros (aprox.) de pedaleo en un poco menos de dos meses.


Colombia, episodio II: de Ibagué a Turbo.

Nuestra salida de Ibagué coincidió con el día sin auto en esta ciudad, el 9 de febrero, reduciendo bastante el trafico y haciendo más expedita nuestra salida rumbo a la ruta 43. El día sin auto es una fecha mensual que se celebra en varias ciudades de Colombia, una iniciativa con una buena intención pero que no resuelve el problema central durante el resto del mes: la contaminación acústica y del aire.

La ruta 43 une la capital de Tolima con Mariquita. El camino es asfaltado, sin mayores dificultades y con paisajes repetitivos bajo el intenso calor de la zona: plantaciones de arroz, ganado tipo Brahman y, como ha sido la tónica en gran parte de nuestro viaje por Colombia, la cerca que limita nuestro acceso a terrenos acampables.

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Plantaciones de arroz en ruta 43.

La primera noche encontramos un espacio entre los alambres de púas en un sitio aledaño a un río. Por supuesto, lleno de chitras y mosquitos. La mezcla de insectos vampiros, alambres de púas y calor nos hacen tomar la decisión de buscar alojamiento pagado en La Dorada por dos noches. Este municipio cuenta “con una temperatura promedio de 34° C” (Fuente: Wikipedia) y se encuentra en medio de la ruta 45, la cual va paralela con Rio Magdalena y dirige hacia el norte a la ruta 60, que mayormente sube hasta Medellín.

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Formaciones rocosas, un deleite visual camino a La Dorada.

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Ruinas de Armero, pueblo que quedo sepultado en 1985 tras la erupción del Nevado del Ruiz.

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«A la grande le puse Cuca». Autopista en la ruta 60.

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Hay varios letreros de cruce de animales, pero al parecer no funcionan todo el tiempo.

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Acampar libremente es una buena sensación, lastima que en Colombia no es tan sencillo.

A pesar de que el ascenso por la ruta 60 fue duro por el calor, hay un lado positivo en todo esto y es que al entrar a la región montañosa perteneciente al departamento de Antioquia, comenzamos a tomar el agua de las quebradas sin consecuencias nefastas. ¡Comprobado empíricamente!

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7 a.m.

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¿Peligro? ¿De qué?

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Cruzando el Rio Samaná.

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Valle de Granada, Antioquía.

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Todo el trayecto hasta Medellín acampar se hace muy difícil sin tener que pedir permiso, pero siempre se puede encontrar algo. Tengan fe.

En Guarne, a 25 km de Medellín, pasamos por la estación de bomberos a pedir alojamiento. La estación esta insertada en un reciento polideportivo, donde tocamos el timbre y nadie salio, pero tenemos patria porque minutos después sale el guardia del reciento y nos da permiso para dormir adentro de una sala. Viene como anillo al dedo, ya que a la mañana siguiente se pone a llover con furia hasta las 9am.

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El primo paisa de nuestros queltehues.

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¡Medellín al fin!

A pesar de que la entrada a Medellín es un poco caótica con los arreglos en las calles, luego vemos el lado amable de la ciudad: los ciclistas urbanos se mueven en masa a través de ciclovias extensas de norte a sur, que nos dirigen claramente a la casa de nuestros anfitriones de Couchsurfing: Brunella y Laurent, una pareja italofrancés quienes comparten su tiempo y techo con nosotros durante una semana, incluido un par de días de recuperación digestiva. Con respecto a esto ultimo, no pudimos encontrar la fuente de este problema, ya que comimos lo mismo que nuestros anfitriones y el agua de Medellín es potable, a diferencias de muchos otros sitios de Colombia. Si viajan a este país, por favor consulten el estado del agua del grifo con la gente. En Medellín fue el único lugar donde tomamos agua directamente de la llave, así que no les aseguro la potabilidad en otros sitios.

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Parque de esculturas de Botero en Medellín.

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Este perro deja en la ruina a cualquiera!

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¿Estarán pensando lo mismo?

Bandeja paisa: un motivo más para volver a Medellín.

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Con Laurent y Brunella, nuestros anfitriones en Medellín, regaloneandonos con un rico desayuno inspirado en Francia.

El 25 de febrero salimos de Medellín camino a Turbo por la ruta 62, tomando el camino que va hacia el sector de San Cristóbal, en las afuera de la capital paisa. Aunque lo queríamos intentar, no se puede pasar el túnel de Occidente con la bicicleta, esta super vigilado y al inicio se señala que no se puede entrar con vehículos no motorizados. En vez de debatir, mejor nos ahorramos tiempo de discusión y tomamos el camino alternativo por el cerro.

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En las afueras de Medellín, cerca de San Cristóbal.

Mas allá de San Cristóbal entramos a un sector bien pituco y tenemos nuestro primer encuentro con la policía y el control de identidad pertinente, solo porque una vecina les aviso que vio a dos personas “nuevas” en el camino. Cumplimos con la diplomacia que amerita el momento y entregamos pasaportes, sin dejar de sentir una sensación de sorpresa e impotencia al ser apuntados como sujetos de sospecha.

Pasaportes devueltos y seguimos con el ascenso hasta un par de kilómetros para luego bajar y bajar un poco antes de San Jerónimo, donde pedimos patio a un campesino, quien acepta sin ningún problema y nos ofrece usar el baño y ducha, si así queremos. Al día siguiente no tenemos la misma suerte. Bajamos hasta Santa Fé de Antioquia y comenzamos a ascender nuevamente hasta que podamos encontrar un lugar para acampar, pero es prácticamente imposible: no hay ni casas ni terrenos escondidos del camino. Nos esforzamos a seguir empujando el descanso hasta encontrar algo, hasta que casi en penumbra pillamos un terreno cercado (obviamente), pero con la llave en el candado. Parece ser un sitio donde se almacenan maquinarias de construcción y nada parece indicar que hay gente allí. Entramos y ponemos la carpa ya casi a oscuras. Sylvain toma la precaución de volver a la reja, sacar la llave del candado y dejarla cerca pero no escondida, por si a alguien se le ocurre encerrarnos. Esta medida estuvo precisa, porque a la mañana siguiente efectivamente el candado estaba cerrado. Al día siguiente también nos dejaron encerrados, pero en una finca: pedimos permiso a una señora que nos dejo acampar en su sitio, el problema surgió cuando no nos percatamos que todos se fueron y dejaron con candado el portón (¿como nadie nos aviso?), sin embargo había una alternativa para salir por el cerco del ganado.

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Parece que solo los automovilistas tienen derecho a un angelito que los acompañe.

El 28 de febrero hacemos el ultimo de los ascensos hasta un par de kilómetro al sur de Dabeiba. En la subida conocemos a una pareja cicloturista francesa, Patricia y Christian, quienes nos dan importante información sobre el cruce en Lancha desde Carti hasta Turbo. Luego de una extensa conversación, seguimos los últimos kilómetros para terminar pidiendo espacio y seguridad en una casa. La mujer cuidadora del lugar se llama Cirilia, nos da permiso y no solo eso: nos deja dormir en una habitación y nos da cena. Su amabilidad quedará por siempre en mi memoria.

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Sylvain con Patricia y Christian. Muy útiles consejos en la ruta sobre las rutas. Gracias biciamigos!

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Se ve más brutal en la foto de lo que es.

Al día siguiente nos espera una jornada de calor, ya que nos aproximamos a zonas más bajas y con influencia del Mar Caribe. En Chigorodó acampamos vecinos a la estación de bomberos, pero el calor y el ruido intenso de la gente que se ejercita cerca (hay canchas y maquinas para hacer ejercicio alrededor) hasta cerca de la medianoche no ayudan a tener un sueño reparador.

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Camino a Chigorodó. Sensacion térmica: «matenme!»

El camino a Turbo, nuestro ultimo usando la bici en Colombia, se encuentra a unos 50 km de Chigorodó. Hay mucho trafico y no hay berma, así que poner atención alrededor.

Y con respecto a lo que paso en el cruce a Panamá, lo dejo para la próxima crónica. Es que depender de otras personas para transportarse es un gran dolor de cabeza muchas veces, y este no fue la excepción