Carretera Austral [Pt. 2-2015] Por el Lago General Carrera y Chiloé.

Carretera Austral [Parte 2] Por el Lago General Carrera y Chiloé.

[Parte 1]

La siguiente selección de fotos corresponden a la sección de nuestro viaje de Cerro Castillo hasta Tortel, más el regreso que incluye la ruta contigua al Lago General Carrera y la transición al norte por la isla grande de Chiloé (mapa).

03/02/15: Rio Ibañez.

03/02/15: Rio Ibañez.

04/02/15: Chucao (Scelorchilus rubecula), el ave simbolo del sotobosque de los bosques templados.

04/02/15

04/02/15: Rio Murta.

06/02/15

06/02/15: La selfie con el Lago.

06/02/15: Gran parte de la Carretera Austral al sur de Coyhaique no está asfaltada. En las partes más rectas o inclinadas se ve el resultado de la presión que ejercen los vehiculos motorizados  (calaminas o ondulaciones del camino).

07/02/15: En cada vuelta que da el camino el paisaje cambia. Aqui parte de los campos de Hielo Norte se deja ver.

07/02/15: Lago Bertrand.

08/02/15: Rio Baker, el más caudaloso de Chile.

09/02/15: Por un par de dias el rio Baker nos acompaña.

12/02/15: En algún lugar entre Cochrane y Caleta Tortel, Carretera Austral.

12/02/15: A pesar de la baja temperatura del agua Sylvain aprovechó de lavarse el cabello. Yo no me animé a copiarle.

12/02/15

12/02/15: La anchura del Baker nos da una indicación, estamos cerca de su desembocadura: Caleta Tortel.

13/02/15: Caleta Tortel, joven pueblo ubicado entre los dos campos de Hielo. Además de está estratégica ubicacion, otra de sus peculiaridades es que en lugar de caminos asfaltados tiene pasarelas de madera que permiten la circulación a pie a través del pueblo.

14/02/15: Confluencias de los rios Nef (izquierda) y Baker (derecha).

15/02/15: Primera vista del Lago General Carrera (ruta 265, ripio). Al fondo los campos de Hielo Norte.

15/02/15: Zoom de los campos de Hielo Norte. Al centro Monte San Valentin.

16/02/15: La ruta 265 da la impresión de ser relativamente plana pero esta cuesta fue notable, en particular porque el estado del camino hacia derrapar las ruedas de nuestras bicis. Otro dato importante: el viento, que fluye de oeste-este en esta zona.

16/02/15: La vista desde una parte de la cuesta.

16/02/15

16/02/15: Aún queda por seguir subiendo pero el azul del lago calma el alma.

16/02/15: La vista desde el fin de la subida.

16/02/15

17/02/15: Con tiempo, el agua puede erosionar lo que sea. Quebrada El Diablo, Estero Santa Clara.

17/02/15: Por primera vez en mi vida que observo cóndores tan de cerca. No muy lejos de Chile Chico (no recuerdo la posición exacta).

17/02/15: Sylvain probando la intensidad del viento occidental.

17/02/15: Animita Difunta Correa.

19/02/15: Este dia nos levantamos al alba para tomar el ferry a Puerto Ibañez, que zarpaba a las 8 AM. Hay que poner atención porque parece que en verano este medio de transporte es muy popular y los pasajes se venden rápido (ejemplo de esto fue que tuvimos que esperar un dia en Chile Chico para abordar) Más info: http://www.barcazas.cl/barcazas/web/lago-general-carrera/#descripcion-ruta

19/02/15: Desde el ferry, vemos el cerro Pirámide con un cono casi perfecto.

19/02/15: Desde la ruta X-65 (que une Puerto Ibáñez con la carretera Austral), otra vista del Cerro Castillo.

03/03/15: Para llegar a Chiloé lo más rápido posible nos decidimos por la via maritima. Tomamos la barcaza en Puerto Chacabuco. En el trayecto nos detuvimos en varios puertos como el de Puerto Gala (en la foto)  https://www.navieraustral.cl/cordillera/

03/03/15

04/03/15

05/03/15: Iglesia de Chonchi (Isla Grande de Chiloé) perteneciente al grupo de dieciséis iglesias del archipiélago declaradas Monumento Histórico Nacional de Chile y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

06/03/15: Palafitos de Castro, Isla grande de Chiloé, aledaños al Rio Gamboa.

07/03/15: Pudú (Pudu puda) caminando cerca de la ruta 5 chilota.

08/03/15: Adios Sur!


Carretera Austral [Pt. 1-2015] De Reloncaví a Cerro Castillo.

Carretera Austral [Parte 1] De Reloncaví a Cerro Castillo.

Partimos este viaje austral el 5 de enero del 2015, que comenzó como una prueba para mi. Varios kilómetros despues se transformó en este proyecto llamado Veni Vidi Bici.

Como ya ha pasado casi 5 años desde el inicio creo que llegó el momento de compartir con ustedes las fotos de esta experiencia.

Seleccioné unas 75 fotos que dividí en dos entradas: la presente y la segunda. Espero que den algunas luces de cómo fue nuestro viaje.

¡Que las disfruten!

17/01/15: Ciclovia Puerto Varas-Ensenada, X Región de los Lagos. Volcán Osorno.

18/01/15: Reserva Nacional Llanquihue

18/01/15: Entrando al Estero de Reloncavi.

18/01/15: Cochamó.

18/01/15: Primer dia de campamento con vista al Estuario de Reloncavi. Encontrar un lugar para dormir no fue fácil, ya que la ruta es estrecha y los sectores que son más o menos planos estan construidos.

19/01/15: El estuario de Reloncavi es usado para acuicultura, como muchas otras zonas de la región.

20/01/15 : En varios tramos de la carretera austral, nos encontramos con sectores ruteros bajo renovación.

20/01/15: En el ferry que une Hornopirén con Leptepú, X Región http://www.barcazas.cl/barcazas/web/hornopiren-caleta-gonzalo/

21/01/15: Sylvain pedaleando entre Leptepú y Fiordo Largo (distancia=10 km)

21/01/15: Un poco más tarde en el segundo ferry de esta ruta, que nos lleva de Fiordo Largo a Caleta Gonzalo, ubicada en el (entonces llamado) Parque Pumalín.

21/01/15: Alerces Milenarios del Parque Pumalín.

22/01/15: Lago Negro, Parque Pumalín.

23/01/15: Martin gigante neotropical (Megaceryle torquata)

23/01/15

23/01/15

24/01/15

24/01/15: Rio Palena

25/01/15: Como escribi antes, más y más tramos bajo renovación.

26/01/15: Nalca (Gunnera tinctoria) o como prefierlo decirle «paragua del pobre»

26/01/15: Canal de Puyuhuapi, XI Región de Aysén.

26/01/15: Ventisquero Colgante, Parque Nacional Queulat.

27/01/15: Camino a Mañihuales.

28/01/15: Coyhaique, capital de la XI Region de Aysén

30/01/15: La casa de nuestros amigos, anfitriones en Coyhaique, y la grandiosa vista al cerro Mackay https://www.andeshandbook.org/montanismo/cerro/669/Mackay

01/02/15: Al sur de Coyhaique se ve una cierta influencia de la Pampa.

02/02/15: Entrando a la Reserva Nacional Cerro Castillo se comienza a ver nuevamente más el bosque templado, y algunos letreros  para educar sobre el exceso de velocidad dentro de un territorio protegido.

02/02/15: Reserva Nacional Cerro Castillo.

02/02/15: Reserva Nacional Cerro Castillo.

03/02/15: Cuesta del Diablo, Villa Cerro Castillo.

CONTINUARÁ . . .[Parte 2]


Wallmapu: entre araucarias, lagos y montañas.

El 4 de enero, salimos de Chillán con dirección a Los Ángeles, a unos 110 kilómetros de distancia. A pesar de tener lluvia en los primeros kilómetros continuamos el recorrido por la Panamericana o ruta 5 (en Chile), que como otras veces fue tedioso pero efectivo, los que han pedaleado a lo largo de la ruta 5 saben a lo que me refiero.

Planificamos acampar a mitad de camino, donde hay varias plantaciones forestales. Escogimos la de aquella noche porque contaba con acceso peatonal sin cerrar, que para nosotros quiere decir que cualquier puede entrar. Al día siguiente aprovechamos de llegar temprano a Los Ángeles a casa de Margarita y Luis, padres de una mis mejores amigas. Usamos también la oportunidad de visitar a una amiga, Fernanda, y ponerme al día con su vida.

Después de 2 noches en la ciudad, seguimos con el plan de viaje, que consistía en cruzar a la región de la Araucanía por medio de la cordillera, trazando una ruta inhabitual, incluyendo unos kilómetros sin camino para vehículos motorizados pero si con un sendero comúnmente usado por arrieros, entre Lepoy y cerca de Troyo. Esta desunión vial entre dos regiones es muy común en nuestro país y muchos cicloviajeros decirse quedarse con el status quo de la Ruta 5.

Al segundo día de nuestra partida comienzo a sentir un ruido extraño al frenar. A simple vista parecía no existir un problema, por lo que continuamos hacia el Este, bordeando el rio Biobio.

Vista del rio Biobío, parcialmente estancado por el embalse Angostura.

El 8 de enero pasamos por el pueblo de Ralco, luego la central Pangue hasta dejar el asfalto; el ripio nos acompañara por un par de días. Esa tarde hicimos unos 20 kilómetros entre polvo, calaminas, calor y mucho tráfico (incluido buses), que nos sorprendió dado el precario estado de la ruta. Al atardecer buscamos un lugar para acampar tranquilo, que nos tomó más de una hora encontrar. Instalados, Sylvain revisa mi bicicleta y encuentra una falla que cambia completamente nuestro plan de continuar: la llanta se trizo, haciendo muy peligroso frenar (mi bicicleta cuenta con sistema V-brake) ya que los kilómetros venideros poseen pendientes muy pronunciadas, también en ripio.

Central Hidroeléctrica Pangue

Rio Biobío.

Yendo a Ralco hay varias vistas que resaltan.

Asi como otras del camino que se nos viene.

De regreso a Los Angeles.

No todo el camino al oeste es en bajada, pero al menos la vista se maravilla.

Con la decisión tomada, volvemos a Los Ángeles, con la mente fija en encontrar una llanta para mi tipo de maza. Afortunadamente, nuestros amigos nos reciben nuevamente sin problemas y volvemos a pedalear el 11 de enero, esta vez con otro plan, un poco más convencional, pero aun con la meta de cruzar hacia Argentina.

El comienzo del fin…

Avanzamos desde Los Ángeles a Victoria por la Panamericana (Ruta 5) con dirección al este por la ruta 181Ch, pedaleando por Curacautín, Manzanar y Malalcahuello. Destaco que entre estas últimas dos localidades hay una ciclovía, que reemplaza lo que fue la vía férrea.

Parte de la ciclovia Manzanar-Malalcahuello.

Desde la ciclovia se puede observar la punta del volcán Lonquimay.

El camino desde Victoria hasta Manzanar presenta varias curvas, pero el real problema surge al llegar al Túnel Las raíces, de 4 kilómetros y medio de largo y con tráfico controlado por un semáforo, ya que cuenta con sólo una calzada. Como muchos túneles, la tracción humana está prohibida, entonces debemos recurrir a que un alma caritativa cuente con suficiente espacio en su vehículo para transportarnos. Hacemos “dedo” por uno par de minutos y un hombre con un pequeño camión se detiene, con suficiente espacio para no tener que sacar toda la carga de nuestra bici ¡nuestras plegarias son respondidas! Recorrer un túnel con el pelo al viento a más de 60 km/h fue algo que no vivíamos hace casi 3 años, desde que nos transportaron (también en un camión) por el túnel del Cristo Redentor en la V Región camino a Argentina.

Nos despedimos muy agradecidos de nuestro transportador para seguir 10 kilómetros pedaleando hasta la intersección con la ruta 955, donde empieza el ripio que nos lleva a la comunidad Quinquen, laguna Galletué e Icalma. Dos días de circular entre bellas araucarias y llanuras bordeando ríos y lagos hasta el Paso Icalma (1298 m.s.n.m.), donde entramos a la ruta 13 de Argentina el 15 de enero, para doblar hacia Moquehue siguiendo la Ruta 11, inmersa en el circuito Pehuenia. Todo este trayecto, hasta la ruta 23, es de ripio con diferentes grados de ondulación, así como de tráfico, que es de esperar dada la temporada en que nos encontramos.

En la ruta 181, al este del túnel Las Raíces. Sierra Nevada al fondo.

A unos kilómetros camino a la comunidad Quinquen las araucarias hacen su aparición.

¿Cuantos años tendrá este alto ejemplar?

Al entrar a zonas aledañas de los lagos Icalma y Galletué el cerco está bien presente.

Lago Galletué, uno de los cuerpos de agua que engendra el rio Biobío.

El 15 de enero cruzamos la frontera a Argentina. Este letrero no es mi primera vez que lo vemos.

Las araucarias al otro lado de la cordillera.

Gracias a la cercanía de diferentes cuerpos de agua, hay varios puntos para refrescarse. En el rio Pulmari nos bañamos y lavamos nuestras ropas antes de encontrar el lugar perfecto para pernoctar.  

La ruta 11, que bordea los lagos Moquehue y Ñorquinco (por mencionar los más grandes) es de ripio. Sin embargo en algunos tramos se encuentra en muy buen estado.

El 17 de enero llegamos a la ruta 23 (asfaltada) que, en dirección hacia el Sur, nos destina a Aluminé, pueblo con casi 5000 habitantes, donde nos detenemos por un par de horas con la misión de cambiar plata. Lamentablemente nuestra búsqueda es infructuosa y recurrimos a la única opción, adquirir pesos argentinos con el dueño de una tienda. Lección aprendida: próxima vez hay que conseguir plata con antelación.

Las cosas han cambiado mucho en Argentina, y la visita al supermercado nos impresiona al ver los precios de ciertos productos, que en el 2015 nos parecían más baratos comparados a Chile. Quizás esto puede ser por la ubicación (zona turística) o la temporada en que nos encontramos, o por la inflación que ha vivido Argentina últimamente, pero definitivamente nos parece casi todo más caro.

A unos 18 kilómetros al sur de Aluminé el asfalto se termina, exactamente cuando el camino cruza al lado este del rio con el mismo nombre. El trayecto se nos hace un poco más liviano por el hecho de que vamos en descenso, pero la ruta tiene tráfico de camiones y varias veces tuvimos que detenernos para no desaparecer entre todo el polvo.

A lo largo del camino que va bordeando el rio, el cerco es sistemático, excepto en los accesos para pescar (donde no se permite acampar) indicados con un letrero y numero. Esto es muy agotador, porque incluso no se puede adentrar a los arbolitos para hacer pipí. Felizmente, al final de la jornada y muy cansados, encontramos un lugar donde no hay cerco, pero con suficiente vegetación para camuflarnos del camino.

Camino (ruta 23) que bordea el rio Aluminé.

Las calaminas de la ruta 23, que bordea el rio Aluminé, son más fáciles de llevar cuando no hay vehículos pasando. Pero el polvo que se levanta más adelante nos muestra que pronto tendremos compañía.

La constante presencia del cerco no solo termina cuando dejamos de lado el rio Aluminé, muy cerca de un pueblito llamado Pilolil, es casi permanente hasta el Suroeste de San Martin de Los Andes. Estas estructuras divisorias son inútiles muchas veces, porque a lo largo del camino vemos caballos galopando, vacas pastando y algunas cabras.

El volcán Lanin nevado.

El 18 de enero llegamos a Junín de los Andes, con el anhelo de encontrar un camping con electricidad y Wi-fi, solo porque estos dos lujos no podemos encontrarlos en la naturaleza. Las opciones en esta ciudad se reducen a dos: el camping municipal, que no cuenta con internet, y otro lugar que si tiene, pero con un costo un poco mayor. Al final nos decidimos por el segundo, aunque el Wi-fi no funciona como esperábamos.

El 19 de enero continuamos camino por la ruta 40 hasta San Martin de los Andes. En este trecho comienza un cambio de paisaje, dejamos atrás la estepa e iniciamos el viaje por el bosque patagónico y con tantos lagos que se me hace difícil poder identificar uno del otro. La fertilidad del bosque se ve acompañada en cientos de vertientes por el camino hasta empalme a Villa La Angostura. Muchas de estas tiene agua potable (tomamos agua de varias).

Por estos lados es fácil tener un acceso a agua y, en muchos casos, esta es potable (lo comprobamos así porque no tuvimos que correr al baño)

En la cima de la cuesta aledaña al lago Lácar, Argentina.

Nos cruzamos varias veces con cicloviajeros que, en su mayoría, viajaban en grupos, con poca carga y de nacionalidad argentina. Al pasar por estos lados, entendimos el atractivo de la zona, a pesar de que la berma no acompaña siempre.

Al terminar la cuesta que asciende al sur del Lago Lacar y después de pasar el arroyo partido encontramos un lugar para acampar de esos que invitan a quedarse más de lo esperado, y con mayor razón, ya que al día siguiente pronosticaron una tormenta eléctrica. El lugar está al interior de un bosque donde corre uno de los brazos del arroyo ya mencionado, perfecto para un baño refrescante. Descansamos dos noches allí.

El 21 de enero continuamos por la ruta 40 bordeando lagos y bosques hasta el empalme que divide el camino. Elegimos el camino hacia el Chile, ruta 231, por al paso Cardenal Samoré. Esa tarde decidimos acampar muy cerca de la aduana (a 1,5 km), ya que la app iOverlander indica que hay espacio para pernoctar en la Laguna Pire. Como no estábamos seguros si se podía acampar, ya que está dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, nos mantuvimos fuera de vista del camino, en caso que apareciera un guardaparques. De todas formas, al atardecer, aprovechamos de darnos un baño en las aguas poco profundas y tibias de esta laguna.

Algunas partes de la ruta 40 tienen berma.

Al día siguiente hicimos el protocolo para salir de Argentina. Nada de revisión de carga, solo control de inmigración. Comenzamos a subir al Paso Cardenal Samoré (1300 m.s.n.m.), la distancia del ascenso son 16 kilómetros, con unas partes más inclinadas, pero donde la sensatez de vialidad domina la distancia. Llegamos a territorio chileno el 22 de enero (a una semana de la salida) . 

Subiendo al Paso Cardenal Samoré. Luego de una semana en Argentina decidimos volver: el motivo fue principalmente el mayor costo, comparado a Chile, con los alimentos. Al fondo, Cerro Pantojo.


Rendez-vous au Chili: de Calama a Chillán.

Esta parte del trayecto fue un tanto novedosa, pero predecible en otras partes. Desde Calama hasta Coquimbo pedaleamos por paisajes nuevos, al menos para mi, ya que Sylvain había pasado por algunas rutas por el 2012.  Pero de Coquimbo a la capital nacional tomamos un bus, es decir, no mucho que contar. Tomamos esta decisión luego de contraponer el dinero invertido en el mismo viaje versus al precio de los pasajes y la alta posibilidad de que, al pedalear por una zona muy poblada como esta, no encontraríamos fácilmente lugares para acampar. Ademas de encontrarnos en una fecha muy próxima al invierno del Cono Sur, que significaría pasar varios días circulando bajo lluvia, suceso que si nos ocurrió al sur de Santiago. Por esto mismo, no me explayare demasiado con el escrito, sino que describiré algunas partes por medio de las siguientes fotos:

Tramo destacado en naranjo (con bicicleta) y verde (con vehículo motorizado) desde Ollagüe hasta Chillán. Para más detalle del mapa, haz clic aquí.

Por la ruta 25, desde Calama hasta cerca de Antofagasta, hay varias ruinas de oficinas salitreras, las que funcionan muy bien como refugio nocturno.

En general las rutas asfaltadas del norte, como la ruta B-710 (acceso al Observatorio Paranal) en la foto, poseen berma. Nosotros tratamos de pedalear lo menos posible por la ruta 5 para evitar el tráfico y tener más acceso al clima menos extremo de la costa.

Entre Paposo y Antofagasta se nos presento un grave problema: una llanta trizada (en la foto se nota clarito arriba de la «NE»). La solución para esto es un reemplazo de esta parte por una en buen estado. A pesar de enfrentarnos a una cuesta muy inclinada que desciende a Paposo, nos decidimos a seguir hasta Taltal para comprar lo que pudiésemos encontrar, contrapesando el riesgo de que Sylvain no pueda frenar en la bajada. Afortunadamente antes de la cuesta, un hombre que transporta trabajadores mineros nos ofrece llevarnos al pueblo, ya que tenia espacio suficiente en su van.

A unos kilómetros al sur de Taltal, y luego de comprar una llanta de segunda mano, encontramos un lugar perfecto para que Sylvain trabajase armando su nueva rueda delantera.

Protegido del Sol, al costado de nuestra carpa, Sylvain logra terminal la rueda con éxito esa misma tarde, como el prolijo mecánico que es.

Pedalear por la costa del Norte Chico y Grande consta de subidas y bajadas constantes pero no extensas como en otras partes del mundo.

Al sur de Taltal se encuentra el Parque Nacional Pan de Azúcar que posee unos bosques de cactáceas, constituidas por especies del género Copiapoa

Detalle de una de las Copiapoa.

En Caldera, Región de Atacama, nos dirigimos al sur por la ruta C-302. Las nubes nos acompañan por varios días pero no las precipitaciones.

Los caminos que trazamos desde Caldera hasta Huasco están compuestos de tierra compactada, muy confortable de circular en ellos, a diferencia del ripio.

La humedad del ambiente ayuda a que las plantas comiencen a desarrollarse hasta llegar al esplendor del desierto florido del 2017.

Entre el verdor podemos divisar algunas bandurrias que aprovechan de comer del suelo húmedo en el Parque Nacional Llanos de Challe. 

La vista del rio Huasco nos indica la entrada a áreas más agrícolas, como de donde viene el producto estrella de esta zona: la aceituna.

El norte de Chile posee cualidades excepcionales para la observación astronómico. Una de las instalaciones dedicadas a ello se encuentra muy cerca de La Serena: en la foto observatorio La Silla.

La ventaja de usar la ruta 5 norte, entre Vallenar y el limite con la IV región, es la posibilidad de observar la cordillera de los Andes.

Parte de la cuesta Buenos Aires, la cual se extiende desde el km. 513 al 523 de la Ruta 5 norte.

El día anterior de llegar a Coquimbo acampamos a unos kilómetros al sur de Los Hornos, en un tramo donde hay algo de arbustos.

Un -spoiler del desierto florido 2017.

En Coquimbo, tuvimos la fortuna de ser hospedados por Bárbara, una antigua amiga de Concepción.

Después de varias aburridas horas de viaje en bus, llegamos a Santiago, específicamente a la casa de mi hermana, Sofía, quien nos recibió cariñosamente con un clásica once chilena.

Lamentablemente, no tomamos muchas fotos desde Santiago a Chillán, porque tomamos la ruta 5 Sur, que es bastante aburrida. Pero si destaco la hospitalidad de Warmshowers en Rancagua (Miguel, Javiera y su familia) y Curicó (Maria Paz y Miguel). En tanto, en Talca, fuimos recibidos por mi buen amigo de la universidad, Matías. 

 


Altiplano: De La Paz a Calama.

Después de 9 días en La Paz nos retiramos rumbo a Oruro el 3 de mayo. Para evitar postergar nuestra salida, en vez de tomar la autopista que une El Alto con La Paz, escogimos la forma más floja: la línea amarilla del teleférico paceño. Además de ahorrarnos tiempo (el recorrido duro unos 5 minutos hasta la cumbre), no tuvimos que sacar la carga de la bicicleta y el precio es conveniente: el pasaje es de 3 bolivianos por persona -unos 300 pesos chilenos- más el mismo valor por la bicicleta. Destaco que hay algunos inconvenientes, como la falta de rampas en las estaciones (no pudimos entrar en los ascensores para gente en silla de ruedas, pero algunos empleados nos ayudaron mucho con el peso en las escaleras) y que el movimiento de entrada y salida de la cabina debe ser expedito para que no te arrastre con bici y todo hacia otra dirección. Sin embargo, el ahorro de tiempo es significativo y tuvimos una espectacular vista de la ciudad y la cordillera real.

Con otros cicloviajeros en Casa de Ciclista de La Paz, Bolivia. La foto es cortesía de Marie, ciclista francesa que aparece al extremo derecho.

Brigada Ramona Parra presente en La Paz, Bolivia.

Usando nuestro paso por La Paz, visitamos a Marc, amigo belga de Sylvain. Ambos se conocieron en la Casa de ciclistas paceña en el 2012, pero Marc se radico en la ciudad ya que conoció ese mismo año a la que se convertiría en su esposa.

La bicicleta de Sylvain dentro de la cabina del teleférico paceño.

Ya en El Alto, la distancia a Oruro, capital del departamento homónimo, es de un poco más de 200 –ininteresantes- kilómetros por la ruta 1. El tedio del camino se compensa con la seguridad de la berma de esta autopista. El 4 de mayo entramos a Oruro, aunque no pedaleamos por el centro, sino por la circunvalación de la misma ruta 1 por la periferia de la ciudad.

Desde Oruro hasta el empalme con la ruta 30 hay 120 kilómetros, nuevamente, sin mayores dificultades. Luego pedaleamos por la ruta 603, con dirección sudoeste pueblo de Salinas de Garci-Mendoza. La dificultad en todo este tramo se nos presentó como un fuerte viento de frente, pero con la ventaja de un camino totalmente asfaltado, mucho menos tráfico que en la ruta 1 con más espacios para acampar, gracias a numerosas ruinas en el curso del paisaje. Una vez en el pueblo mencionado, el 8 de mayo, nos abastecemos de alimentos y una gran reserva de agua, gracias a la llave que se encuentra en la plaza de armas.

Un par de paredes de adobe ofrecen una gran guarida de la ruta 1 boliviana.

La ruta 603 entrega una panorámica previa al Salar de Uyuni.

El camino desde Salinas de Garci-Mendoza hasta las faldas del Volcán Tunupa es de tierra.

Desde Salinas hasta la entrada del Salar el camino es de ripio y básicamente bordea el lado sur del volcán Tunupa (5300 m). Hasta cierto punto, al este del Volcán, es posible direccionarse para entrar directo al Salar, en vez de pedalear por un ripio mediocre a través de Jirira, Ayque y Coqueza. Elegimos esta opción considerando que ya estábamos en mayo, o sea, ya había pasado un mes desde la entrada del otoño (comienzo de la temporada seca y fría), es decir, los bordes del salar ya deberían estar secos. Pero no tuvimos mucha suerte. Los primeros kilómetros pedaleamos sobre una superficie mojada además de la sal que maculo gran parte de la bicicleta, un souvenir que se mantuvo por algunos días, hasta que pudimos lavar las bicicletas totalmente en Calama. Afortunadamente, llegamos a la zona más seca y compacta del salar, siguiendo mayormente las huellas de alquitrán dejadas por los vehículos 4×4, que acarrean miles de turistas a diario. La experiencia de pedalear, por este gran manto blanco, finalmente se volvió placentera.

A unos kilómetros de entrar al salar de Uyuni ya empezamos a ser engañados por el espejismo del mismo.

Acampada con el vecino salado.

Esto pasa cuando pedaleas por un salar que no está totalmente seco.

El Salar no tiene caminos, pero no hay duda por donde pasan los vehículos motorizados.

Desde el acceso norte a la salida sur hay unos 100 kilómetros. A medio camino se encuentra la isla Incahuasi, uno de los principales focos turísticos del Salar. Disfrutamos un poco menos la segunda mitad porque el viento austral nos empujaba, además la preocupación por la acumulación de densas nubes negras que sugerían que una tormenta se aproximaba. Por supuesto, el Salar de Uyuni no es el lugar para experimentar lluvias densas: terreno muy plano equivale a una alta probabilidad de impacto de rayos, asimismo de ser una zona de acumulación de agua. Así que pedaleamos con mucha prisa para salir de allí por el lado de Chuvica y acampar antes de que oscureciera. Finalmente, no llovió, pero no importa 🙂

Vista del volcán Tunupa desde el sudeste.

Parte de la Isla Incahuasi, en el salar de Uyuni, hogar de numerosos cardones de la puna (Echinopsis atacamensis).

Si disfrutas del silencio, pedalea por el salar más grande del mundo.

Desde este punto hasta la frontera con Chile (Avaroa/Ollagüe) son unos 130 kilómetros de ripio, y no exactamente un camino sencillo: la superficie alterna bruscamente entre zonas de arena y profundas calaminas, aunque en general no hay desniveles significativos. El viento no nos dio tregua por gran parte del Altiplano y este tramo no fue la excepción.

Cuando nos acercábamos al pueblo de San Juan, Bolivia, sobrellevando todas estas condiciones, tuvimos un extraño encuentro con una patrulla de militares en un auto 4×4: querían absolutamente controlar nuestro equipaje, a pesar de que el viento ni siquiera nos dejaba escucharlos y que estábamos en el medio de la nada. La lógica indicaba que no había ninguna forma de hacer una inspección allí por las siguiente razones (que les di a entender): (1) íbamos saliendo del país, si llevábamos algo que fuera un problema sería mejor controlarnos al entrar al país, (2) somos cicloviajeros, no llevamos muchas cosas con nosotros, ¿por qué meternos en problemas de llevar drogas, si necesitamos solo lo necesario?, y (3) el viento podría hacernos perder un montón de cosas si accedemos al control allí, sobre todo si no tenemos ni un lugar para protegernos o para apoyar nuestras bicicletas. Después de un par de minutos argumentando todo esto, solo manosearon nuestro equipaje y se rindieron de abrirlo, lo que nos hizo pensar en sus reales motivaciones. Unos metros después, y cuando ya vimos que la patrulla desapareció, revisamos si no habían dejado alguna “sorpresita” en nuestras alforjas. La paranoia es algo que nos acompañó gran parte de nuestro viaje, y que quizás nos ayudó a no sufrir ningún robo o pérdida importante.

Al llegar a San Juan, el 11 de mayo, pretendíamos pagar por alojamiento y una ducha. No conseguimos un lugar, estaba todo lleno, así que planeamos seguir, pero el viento no nos dejaba avanzar y cuando comenzó a formarse una tormenta de arena decidimos volver al pueblo. Por emergencia nos cobijamos al lado de un muro de la iglesia local, aunque el viento era tan fuerte que paso casi toda la noche levantando el piso de la carpa y azotando sus costados, lo que hizo muy difícil descansar apropiadamente.

Los caminos que nos encontramos después de cruzar el salar no eran con grandes desniveles, pero si con muchas «calaminas».

Ese cordón montañoso parece familiar…¡estamos cerca de la frontera con Chile!

El día siguiente, 12 de mayo, logramos llegar a la frontera después de un largo día sorteando calaminas pero al menos esta vez pudimos descansar protegidos del viento, ya que los trabajadores del SAG y Aduana chilena nos dieron permiso para acampar en un rinconcito de la zona donde ellos revisan equipaje, que posee paredes y techo, además de un baño muy cerca. La amabilidad de mis compatriotas fue un regalo anticipado de cumpleaños para Sylvain, aunque yo también me contente 😀

Vicuñas galopando por el salar Ascotán con el callejón Cañapa (?) de fondo.

Los últimos 200 kilómetros a Calama no fueron sorpresa ya que esta parte la habíamos hecho en el 2015. Pero una cosa es cierta, después de casi dos años afuera del suelo natal, sentí mucha nostalgia de reencontrarme con Chile.


Desde Chungará hasta La Paz – De vuelta a Bolivia.

Después de haber pasado varios días con la incertidumbre de que podría llover en nuestro recorrido altiplanico chileno, llegamos al complejo fronterizo de Chungará en Chile totalmente secos. Allí buscamos el timbre de salida para el pasaporte, y también agua para poder cruzar a Bolivia esa misma tarde (nuevamente les recuerdo: el agua no siempre es potable en este país).

El agua la conseguimos en el reten de Chungará. Ahí conocimos al teniente Sepúlveda, un joven carabinero que nos dio un montón de comida (¡muchísima!), en forma de raciones de marcha y con quien conversamos un rato sobre la vida en general.

Después de esta charla partimos al control de aduana, donde debimos completar un formulario de descripción de nuestras pertenencias, concentrándonos principalmente en las bicis. Le pregunte al oficinista porque hacían esto, y me respondió que era reciente, para evitar el contrabando; entonces, con este formulario se debe volver a Chile, y lo mismo cuando uno entra y sale del país En resumen: complete el papel y cuídelo para entregarlo en la próxima aduana, o puede ser acusado de contrabando. De las consecuencias no sé más.

Yo explique nuestra situación al oficinista, de que no sabemos cuando volveríamos, y me dijo que tenemos que mandar una prorroga unos 10 días antes del vencimiento del documento, que son 6 meses (si mal no entendí).

-La información oficial se encuentra en este link.-

Volcan Sajama, en el parque nacional con el mismo nombre.

Volcán Sajama en Bolivia, en el parque nacional con el mismo nombre.

Por supuesto, en la aduana de Bolivia todo es mas sencillo, pero nuevamente nos dan solo 30 días de estadía, los cuales se pueden ampliar en las oficinas de migración que hay en cada capital departamental, si es que así lo quieren.

De vuelta a la ruta, en el tramo de Tambo Quemado hasta La Paz acampar puede ser un reto, debido a la continua presencia de pastores de llamas, alpacas y ovejas. El camino tiene berma pero prepárense para un trafico pesado, sobre todo de camiones. Y esos bocinazos continuos vienen de yapa también.

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La berma se hace a veces muy ancha…

... y a veces más angosta. Pero siempre está.

… y a veces más angosta. Pero siempre está.

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Primera vista del Rio Desaguadero.

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Cerca del río Desaguadero, se pueden ver los Chullpares, conjuntos arquitectónicos funerarios construidos por los señoríos Carangas entre 1200 d.C. y 1550 d.C. Representaban el culto a los muertos y ancestros. Los que nosotros vimos, estaban hechos de barro, pero también se construyeron en piedra.

Llegando a el cruce con Patacamaya, finaliza la ruta 4 y comenzamos el camino hacia La Paz por la ruta N° 1. Acá empieza lo que nosotros llamamos “el pueblo sin fin”, es decir, la presencia continua o permanente a lo largo de la ruta de casas y poblados, pero aunque nos toca el viento de frente o costado, afortunadamente no tenemos que permanecer mucho tiempo en esta ruta y al día siguiente nos acercamos a La Paz.

El pueblo sin fin...

«El pueblo sin fin»- típica vista desde la Ruta 1, entre Patacamaya y La Paz.

En la tarde del 9 de septiembre entramos a El Alto, municipio vecino de La Paz.

Welcome to the Jungle (El Alto).

Welcome to the Jungle (El Alto).

Como Sylvain ya había venido a El Alto, me advirtió que el trafico de esta ciudad era muy malo, y que los conductores no respetan las reglas, así que tuviera cuidado. Y con advertencias y todo no me salvé de tener un encontrón con un chófer de un trufi (van de pasajeros que domina el trafico en El Alto y La Paz) en una de las arterias principales: el trufi paro en la esquina dejando dos pasajeros, luego siguió y yo me metí por su derecha, donde paro nuevamente (a 5 metros de su anterior paradero) y me puso el vehículo encima, tocando el manubrio de mi bici. Pare, deje la cleta en el piso y con la adrenalina a full luego del susto procedí a dejarle una buena chuchá al frente de sus pasajeros. Si, puede que yo no haya estado conduciendo en el lugar más idóneo para un ciclista, pero créanme que para llegar a La Paz hay pocas vías y ya es hora de que exijamos respeto por medio de nuestra presencia, ya que yendo por la vereda perdemos la batalla contra los motorizados.

Luego de esta rabia que pase, entramos a la autopista que nos lleva directo a La Paz. Y esto fue super bueno para descargar un poco el enojo, porque el camino va 100% en bajada y se tiene una vista espectacular de la ciudad.

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Vista panorámica de La Paz. A la Izquierda se aprecia el teleférico, orgullo de la ciudad. Al centro: la cordillera Real.

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Bajando por la autopista hacia La Paz, con el nevado Illimani atrás.

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Yendo por la autopista, la alta presencia de Eucaliptus nos recuerda a la region del Bio Bio.

Llegar a casa de ciclistas en La Paz fue un alivio por dos razones: primero porque tendríamos un lugar donde descansar y tomar una ducha caliente, y segundo porque al fin conocería la famosa casa, de la cual Sylvain me había estado hablando desde que nos conocimos allá en Concepción.

La casa de ciclistas de La Paz es una vivienda administrada por un paceño, donde ciclistas que vienen de todo el mundo se pueden alojar por un módico precio (no puedo revelar la dirección, así que use google y mandé un e-mail a Cristian Conitzer). Eso si, tienes que viajar en bici, no cuenta que seas ciclista en tu ciudad. Y es esta la condición que hace que esta casa se transforme en un lugar especial: donde conocí gente muy amable así como interesante.

Una de esas personas que en particular marco nuestra estadía en la casa fue Justin Moreno, un pintor inglés (además que habla a la perfección francés y español) cuyo talento solo se equipara con su carisma. Si necesitan un retrato, Justin es el hombre que deben buscar. ¿No me creen? miren:

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Que su cara chistosa no los engañe. Justin pinto este retrato (aun no acabado) a pedido de un músico gringo, cuando estuvimos en la casa; de esta forma se costea el viaje y su vida en general, porque es su trabajo. Yo espero poder volverlo a ver para que nos haga un cuadro.

Y como un especial regalo de cumpleaños pude pasarlo, ademas de mi compañero de camino, con personas muy lindas en una ciudad tan llena de contrastes.

Comida china cumpleañera, junto a Laetita y Justin.

Comida china cumpleañera, junto a Laetitia y Justin.

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Laetitia y David cortando la torta que Sylvain compró. La que ellos fabricaron es la de frutillas. Ñam ñam.

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Después de la cena de cumpleaños, los cicloturistas felices comiendo pastel. De Izquierda a derecha: Clint, Gregoire L., Kathy, Gregoire C., Laetitia, David, Luz, Justin, Sunny y Sylvain. ¡Muchas gracias a los cocineros de la France!

¡Ah! muy importante : el día en que cumplí 30 años, Sylvain le dijo adiós a 7 años de pelo.

Antes

Antes

Durante

Durante

Despues.

Después.

Cambio Radical pero maravilloso para un hombre fuera de este mundo. ¿Que opinan?

Y como no?! Teniamos que usar al menos una vez el teleferico antes de irnos.

¿Y como no?! Teníamos que usar al menos una vez el teleférico antes de irnos.

 


Desde Iquique a Colchane.

Volvemos al pedaleo en la ruta 16, que une Iquique con la ruta 5. El camino presenta la típica estructura de autopista chilena: dos carriles por ambos lados con una berma amplia.

Pasando Huara encontramos un lugar donde acampar con vista a los geoglifos de Ex Aura. Creyendo que estábamos listos para comenzar a ascender el día siguiente a Colchane, se presenta un problema: al instalar la carpa una de las varillas (el esqueleto de la estructura) se parte en dos y, a pesar de que Sylvain logra arreglarla, entramos en un dilema de volver a Iquique y comprar una nueva, ya que hace meses presentabamos problemas con los cierres. Nuestro querido refugio portátil tiene sus días contados.

Humberstone desde la ruta 5 (no teniamos intenciones de pagar por entrar).

Humberstone desde la ruta 5 (no teniamos intenciones de pagar por entrar).

Geoglifos Ex-Aura, a unos 15 km al norte de Huara en la ruta 5.

Geoglifos Ex-Aura, a unos 15 km al norte de Huara en la ruta 5.

Nuestra carpa antes del dia D.

Nuestra carpa antes del dia D.

Con la decisión lista, me comunico con mi hermana para que compre el mismo modelo de carpa por internet y que lo haga llegar a Iquique, pero ¿donde nos quedamos esta vez? ya abusamos bastante de la confianza de nuestros amigos. Le menciono a Sylvain que revisemos Warmshowers de nuevo -quizas hay miembros nuevos- y en efecto hay uno, asi que le enviamos una solicitud de urgencia desde Huara avisando que llegaremos a la ciudad al dia siguiente. Partimos de vuelta a Iquique con la esperanza de que nos responda antes de llegar.

Evidencia de que Huara es un pueblo chico: ninguna bici con candado. Foto tomada afuera de la escuela del pueblo.

Evidencia de que Huara es un pueblo chico: ninguna bici con candado. Foto tomada afuera de la escuela del pueblo.

En Humberstone prendo mi teléfono y mando un mensaje de texto a nuestro posible anfitrión. Ya en Alto Hospicio reviso nuevamente los mensajes: Joseph me dice que somos bienvenidos en su casa! Llegamos a su morada esa misma tarde y nos quedamos 3 noches con el y su familia. La carpa llega con éxito a nuestras manos y pasamos dias muy agradables compartiendo anécdotas ciclísticas. Miles de agradecimientos a Joseph por responder a nuestra urgencia y por darnos el lujo de ser sus primeros huéspedes de esta red social.

De izquierda a derecha: Luz, Sylvain, Luis (suegro de Joseph) y Joseph. Abajo: Pepito, hijo menor de Joseph. Faltan Anita e Ignacia.

De izquierda a derecha: Luz, Sylvain, Luis (suegro de Joseph) y Joseph. Abajo: Pepito, hijo menor de Joseph. Faltan Anita e Ignacia.

Me tome la molestia de ponerme la chaqueta reflactante. Es que aunque salimos de Iquique un dia domingo, el trafico era consistente en la subida a Alto Hospicio.

Me tome la molestia de ponerme la chaqueta reflactante. Es que aunque salimos de Iquique un dia domingo, el trafico era consistente en la subida a Alto Hospicio.

A diferencia de la ultima vez que salimos de Iquique, ahora nos tomamos el tiempo de sacar fotos desde la zona de salida de los parapentistas en Alto Hospicio.

A diferencia de la ultima vez que salimos de Iquique, ahora nos tomamos el tiempo de sacar fotos desde la zona de salida de los parapentistas en Alto Hospicio.

Salidos de Iquique, esperando no tener que volver en un largo tiempo, llegando al día siguiente a la ruta A-55, que va paralelo a la Quebrada de Tarapacá. Este camino se encuentra completamente asfaltado hasta Colchane y con berma que ayuda a sopesar el alto trafico de camiones y buses que se dirigen a Bolivia. El ascenso es progresivo, salvo algunas partes en las que tuve que empujar la bici. Se puede encontrar agua en una posada en el cruce que va a Tarapaca y en Chusmiza. En este ultimo poblado se pueden comprar algunos abarrotes y también pan.

Nuestra nueva carpa.

Nuestra nueva carpa.

Atardecer en Atacama, rumbo a la Quebrada de Tarapacá.

Atardecer en Atacama, rumbo a la Quebrada de Tarapacá.

En la ruta hacia Colchane: la subida pareja, sigue siendo subida.

En la ruta hacia Colchane: la subida pareja, sigue siendo subida.

Primeras vistas de la Quebrada de Tarapacá.

Primeras vistas de la Quebrada de Tarapacá.

Al fondo el pueblito de Chusmiza.

Al fondo el pueblito de Chusmiza.

Más adelante unos militares nos dieron comida. Aunque muy agradecidos nos sentimos, lo extraño fue que andaban en una ambulancia y el agua que nos dieron estaba mala, ocasionando un poco de diarrea a Sylvain – yo me salvé porque no tenia tanta sed.

"¿Qué sabes de cordillera?"

«¿Qué sabes de cordillera?»

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Los nevados de la foto anterior, pero esta vez vistos desde el este.

Paja brava everywhere.

Paja brava everywhere.

En el pueblo de Quebe no encontramos a ningún poblador, por lo tanto, nada de comida. Pero pudimos sacar agua del contenedor publico, que aunque tenia microalgas estaba buena. 

Vicuñas, paja brava y llaretas. Una combinación se repite por estos lados.

Vicuñas, paja brava y llaretas. Una combinación que indica algo: hemos llegado al altiplano.

Piuquenes in love.

Piuquenes in love.

En Colchane buscamos un lugar para cobijarnos un poco del viento de ese dia, para el siguiente comprar todo la comida necesaria para recorrer el circuito altiplanico que nos llevara de vuelta a Bolivia. Nos dirigimos hacia la posta y así pedir permiso para usar su patio, pero las circunstancias se dan de otra forma y captamos la atención de dos hombres:

– ¡Hola! ¿De donde son?

– ¡Hola! Somos de Chillán. Estamos buscando un lugar donde poner la carpa.

– ¡Pero, quédense en la parroquia!

– ¿Y ustedes no nos pueden ofrecer patio? Si es que viven acá.

– ¡Vivimos en la parroquia!

– ¡Ahhhhh!

Luego de un segundo me cayo la teja que estos dos hombres eran curas. El padre Pablo, un cura belga que vive en el norte de Chile desde hace décadas, quien se las arreglo para aprender aymara y así poder acercarse a las comunidades del altiplano, sin que estas perdieran parte de sus tradiciones. Por otra aparte, el padre Rodrigo es un joven religioso muy simpático que se radico en Punta Arenas, quien comparte nuestra misma pasión por la bicicleta, incluso entregándonos bendiciones para nuestro viaje en plena misa.

El letrero que el Padre Rodrigo fabrico a la mañana siguiente de nuestra llegada.

El letrero que el Padre Rodrigo fabrico a la mañana siguiente de nuestra llegada.

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Por una vez al mes, la policía chilena se hace la que no ve con la gente que cruza desde Colchane a Pisiga Bolivar (y viceversa) por el costado de la frontera, así tal cual lo estoy haciendo yo en la foto. Con el respaldo del Padre Rodrigo, aprovechamos el momento para comprar abarrotes en Bolivia.

Ambos padres nos ayudaron bastante: nos dieron techo, comida, y consejos para nuestro viaje. A pesar de que no compartimos su religión, debo destacar que nos trataron con mucho respeto y empatia. Nuestra estadía en estas alturas no hubiera sido lo mismo sin haberlos conocido.

De izquierda a derecha: Padre Rodrigo, Padre Pablo y la hija del cuidador de la parroquia de Colchane (lamento no acordarme de su nombre, pero la edad parece que ya me afectó).

De izquierda a derecha: Padre Rodrigo, Padre Pablo y la hija del cuidador de la parroquia de Colchane (lamento no acordarme de su nombre, pero la edad parece que ya me afectó).

Estos chilenos, siempre usurpando los terrenos.

«Estos chilenos, siempre usurpando los terrenos.» Mapa de Bolivia del Padre Pablo.

 


Ollagüe hasta Iquique, Chile.

Pasando la aduana llegamos al pueblo de Ollagüe, donde lamentablemente no encontramos pan ni avena, nuestros carbohidratos base. Al parecer vamos a tener que apresurar nuestro viaje a Calama un poco más.

A pesar de estar a varios miles de metros sobre el nivel del mar, cuando salimos del pueblo comienza un ascenso que termina en una vista hacia el salar de Carcote.

Acampar con el salar de Carcote de vecino.

Acampar con el salar de Carcote de vecino.

De fondo el Salar de Ascotán.

De fondo el Salar de Carcote, terminando la cuesta de San Martin.

El camino de la ruta 21 es ripio compactado desde Ollagüe hasta aproximadamente el inicio norte de la cuesta de San Martin, donde comienza el asfalto con una berma en muy buen estado. El viento nos muestra su presencia casi durante todo el dia, por lo que tener asfalto nuevamente ayuda a hacer este trayecto un poco más fácil.

Vicuñas en Ascotán.

Vicuñas en Ascotán.

Ya en el tope de la cuesta presenciamos el Salar de Ascotán, que se diferencia del anterior por su mayor tamaño y presencia a simple vista de fauna, como vicuñas y flamencos. La ruta bordea el salar durante 34 kilómetros aproximadamente, y se puede pedir agua en los campamentos de El cebollar y  Ascotan. Ambos recintos  son de faenas mineras, con trabajadores muy amables que no dudan en brindar ayuda al viajero sediento.

El tren minero que recorre parte del Salar de Ascotán.

El tren minero que recorre parte del Salar de Ascotán.

En Ascotán pedimos permiso para dormir adentro de la iglesia para así poder salir temprano al día siguiente. Luego de una noche de descanso más abrigada, logramos volver al camino a las 8am, para comenzar la cuesta final hasta los 3900 m.s.n.m. aprox. Después comienza el suave descenso hacia Calama. El camino varía en calidad, pero no volvemos a ver el ripio hasta San Pedro por un tramo de menos de 2 kilómetros.

A pesar del tráfico de camiones, nos percatamos que en general los conductores nos toman distancia.

Ya cerca de las 4pm el viento comienza a soplar más fuerte desde el sur u oeste, a pesar de haber hecho un poco más de 80 kms nos parece improbable llegar en ese mismo dia a Calama, así que acampamos cerca de un campamento de Codelco, protegidos del viento por tubos gigantes.

Con todo el glamour de nuestro campamento.

Con todo el glamour de nuestro campamento.

Pasando por Chiu Chiu veo por primera vez el Rio Loa. La cantidad de agua que lleva me impresiona para la ubicación que tiene.

Jueeeee! Mira que lindo el Loa :)

¡Jueeeee! Mira que lindo el Loa en Chiu Chiu.

Llegamos a Calama cerca del mediodía, el calor se siente y avanzamos hasta llegar a la casa de mi querida amiga de la universidad: Paola, quien lleva esperando nuestra visita semanas. El reencuentro, después de 8 meses sin vernos, hace que el viaje de vuelta a Chile aún más ameno. Unos días después se suma a nuestra visita, Pablo, también amigo de la universidad y pololo de Paola. Los días pasan entre risas y comidas deliciosas, pero los regaloneos calameños terminan dando vuelta a una nueva página de nuestra bitácora: esta vez hacia la costa de Chile con la finalidad de dirigirnos a Iquique.

En la via y en la vida siempre sonriendo con Paola.

En la via y en la vida siempre sonriendo con Paola.

Salimos de Calama con la incertidumbre de un posible corte del camino hacia Chuquicamata, debido al paro parcial en el sector minero. El camino presenta neumáticos quemados, piedras y cuanto artefacto impida el paso de vehículos, lo cual no significa que nos detendrán con ello. Pasamos sin mayores problemas y llegamos en un rato a Chuquicamata, pueblo que cerró en el año 2007 y que hoy se conserva como entrada a la mina de cobre más grande del mundo.

Adios Calama!

Adios Calama!

Chuquicamata: ¿que chu... con el acceso al agua potable?

Chuquicamata: ¿que chu… con el acceso al agua potable?

Entrando a Chuquicamata. Ese dia cerrado por el paro :(

Entrando a Chuquicamata. Ese día cerrado por el paro 🙁

Ni siquiera el cementerio de Chuqui estaba abierto, asi que la foto fue tomada desde la reja.

Ni siquiera el cementerio de Chuqui estaba abierto, así que la foto fue tomada desde la reja.

Al día siguiente nos adentramos al desierto más árido del mundo: el Atacama, y eso se nota a medida que avanza el día. El Sol quema y la boca se siente seca en cada minuto. Conseguimos agua en una central fotovoltaica, cerca del pueblo de María Elena. Primera vez luego de muchas semanas, la noche es tibia y no hay necesidad de dormir envueltos como momias.

El camino hacia Tocopilla. No muy lindo, pero funciona.

El camino hacia Tocopilla. No muy lindo, pero funciona.

¿Alguien dijo comida? Jotes fueron los unicos animales que vimos en esta parte de la ruta.

¿Alguien dijo comida? Los jotes fueron los únicos animales que vimos en esta parte de la ruta en el desierto de Atacama.

El camino se empieza a inclinar hacia abajo, la presencia del mar se hace obvia y la ciudad de Tocopilla nos recibe nublada. Armamos algo para almorzar en una placita de una población, cuando un señor nos pregunta si queremos pan. Con Sylvain nos quedamos mirando porque sabemos que pocas veces hay oportunidades de comida gratis. Esta vez nos equivocamos, el hombre nos trae pan (¡y fresco!) y otros alimentos. La amabilidad de este personaje quedara para siempre en nuestras memorias, sobre todo considerando la nefasta situación que se vivió días después en esta ciudad luego de las lluvias del 9 de agosto: ¿Qué habrá sido de este considerado tocopillano?

Llegando a las tierras del niño maravilla.

Llegando a las tierras del niño maravilla.

Ya a 20 kilómetros al norte de Tocopilla, surge un problema mecánico, se rompe el cable de mi manilla de cambios. Decidimos no retroceder, sacar el cable y proceder a dejar fija la bici en el plato número 2, ya en las cuestas cambiaremos los platos de manera manual. Ojo: Recomiendo hacer esta configuración cuando antes se ha estudiado el perfil de inclinación del camino, en caso contrario mejor volver a la ciudad más cercana.

La ruta 1 atraviesa decenas de caletas de pescadores, algunas de las cuales cuentan con cisternas de agua potable, pero ninguna con almacenes. El tráfico de camiones y buses es considerable, pero la berma es constante, a pesar de que el grosor de ésta varía en su transcurso hasta Iquique.

¿Nubes amenazantes o camanchaca?

¿Nubes amenazantes o camanchaca?

Mira que berma macanuda tienen rumbo a Punta Arenas... !

¡Mira que berma macanuda tienen rumbo a Punta Arenas… !

A unos kilometros al sur del rio Loa.

A unos kilometros al sur del rio Loa.

A dos kilómetros al norte de Rio Seco acampamos, y en la madrugada nos sorprende una lluvia, que aunque comenzó suave, luego el suelo arenoso no dio más y la absorción se acabó, haciendo que el agua comenzara a colarse a la carpa. Esperamos hasta que la lluvia se volviera un poco más suave para empacar y buscar un techo en Rio Seco. Partimos a la caleta y el agua cae en cantidades que sorprendería en cualquier estadística de la zona.  Los lugareños se enteran de que la ruta presenta cortes hacia ambas direcciones por los deslizamientos de tierra y deciden abrir la sede vecinal para la gente que se encuentra atrapada en el tramo. Nos acomodamos allí a esperar que la lluvia cese, lo cual ocurre a las 4pm, un poco tarde para seguir pedaleando, por lo que pedimos permiso para dormir ahí y partir temprano al día siguiente a Iquique, donde Natalia -miembro de Warmshowers– nos espera.

El punto de camping, horas antes de que el suelo colapsara por la lluvia.

El punto de camping, horas antes de que el suelo colapsara por la lluvia.

Nos trataron como reyes en Rio Seco.

Nos trataron como reyes en Rio Seco.

A empujar señores! Y pensar que pusimos la carpa ahi la noche anterior!

A empujar señores! Y pensar que pusimos la carpa ahi la noche anterior!

Pasando por uno de los deslizamientos en Punta Patache.

Pasando por uno de los deslizamientos en Punta Patache.

Con la lluvia terminada, seguimos el 10 de agosto hacia el norte, y como Natalia nos pide que tratemos de llegar temprano a Iquique, me contacto con mi amigo Pablo, quien trabaja en Punta Patache (a 60 km al sur de Iquique), para que nos lleve en su camioneta una vez que nos vea en el camino. Nos divisa en el kilómetro 40 km de nuestro andar en  ese día, y gracias a mi amigo llegamos más temprano a la casa de Natalia y su familia, con quienes nos quedamos 5 días, para luego quedarnos 2 noches con Pablo y sus colegas: Felipe y Hugo, también biólogos como yo.

Con Natalia, nuestra anfitriona iquiqueña. De fondo el mural pintado por Bicivilizate Iquique en playa Cavancha.

Con Natalia, nuestra anfitriona iquiqueña. De fondo el mural pintado por Bicivilizate Iquique en playa Cavancha.

No, no es Miami Beach, es playa Cavancha de Iquique en pleno Invierno.

No, no es Miami Beach, es playa Cavancha de Iquique en pleno Invierno.

Con Mane, la madre de Natalia, quien nos trato miembros de la familia.

Con Mane, la madre de Natalia, quien nos trato como dos miembros más de la familia.

De izquierda a derecha: Felipe, Pablo, Hugo, Luz y Sylvain. Aprovechamos la camioneta para saltarnos el ascenso a Alto Hospicio.

De izquierda a derecha: Felipe, Pablo, Hugo, Luz y Sylvain. Aprovechamos la camioneta para saltarnos el ascenso a Alto Hospicio. ¡Gracias colegas!

Nos vamos de Iquique muy agradecidos de todos aquellos que hicieron de nuestra estadía tanto divertida como útil. Más tarde nos daríamos cuenta que nuestra despedida de esta ciudad no fue tal.

 

 


Desde Villazón a paso fronterizo Ollagüe, Chile.

Villazón, como buena ciudad fronteriza boliviana, ofrece módicos precios a sus vecinos argentinos y visitantes varios como nosotros. Aprovechando esto, compramos al fin un jarabe para la tos, que nos aquejaba ya hace varios días, y comida para seguir el viaje.

Con destino a Tupiza nos sorprende un camino que, a diferencia de la gran mayoría que transitamos en Argentina, tiene berma. Esta ayuda bastante en el constante ascenso y descenso de la ruta 14, la cual tiene decorando en sus costados pastores con ovejas y/o cabras, niños curiosos que nos saludan, y por sobre: vehículos utilitarios, camionetas, buses y cuanto otro pueda llevar pasajeros del punto A a B por dinero extra para el chofer. En Bolivia, pareciera que cualquier vehículo puede convertirse en transporte publico.

En la ruta que une Villazón con Tupiza

En la ruta que une Villazón con Tupiza. La berma está, pero en bajada mejor usar el camino sin basuritas.

Sector de la angostura

Sector de la angostura, ruta 14.

Tunel peatonal y ciclista en el sector de la Angostura, en unos 10 kilometros al sur de Tupiza.

Tunel peatonal (y ciclista) en el sector de la Angostura, a unos 10 kilometros al sur de Tupiza.

A pesar que la berma no nos acompañan en todo el camino, llegamos sanos y salvo a Tupiza, una ciudad de unos 50 mil habitantes donde nos damos el lujo por primera vez en nuestro viaje de pagar por dormir en un hotel y comer almuerzo o cena en el mercado, más barato que cocinar por uno mismo. Como dato freak: se dice que en esta ciudad hicieron sus últimos “trabajos” antes de morir Butch Cassidy  y Sundance Kid. Es más entretenido pensar que fue así.

Sylvain enfrentado con la arquitectura boliviana de la hostal.

Sylvain enfrentado con la arquitectura boliviana de la hostal.

Luego de 3 días de reposo seguimos, esperando llegar a Uyuni en 4 días más, tomando la ruta 21 donde volvemos al ripio. Nos adentramos al estrecho valle del Rio Tupiza, en la Quebrada de Palala, con pequeñas plantaciones a lo largo de este.

Rio Tupiza, Quebrada de Palala.

Rio Tupiza, Quebrada de Palala.

El estado del camino varia, con calaminas y arena a extensiones más aplanadas, y se puede contar siempre con la presencia de transporte publico. Recordemos que este es la vía más corta para llegar a Uyuni desde Tupiza por eso la intensidad del trafico.

Formacion rocosa El sillar, camino a Salo, ruta 21, Bolivia.

Formación rocosa El sillar, camino a Salo, ruta 21, Bolivia.

Ya en el pequeño pueblo de Salo vemos por primera vez el inclinado ascenso que nos espera al día siguiente: algo así como 700 metros en menos de 10 kilo metros.

Al fondo la cuesta de la concordia. Evo: ¿por qué nos defraudaste?

Al fondo la cuesta de la concordia (no tiene nombre en realidad). Evo: ¿por qué nos defraudaste? Bien para el rally Dakar, pero pésimo para ciclistas.

Pensamos que en algunas partes de este trayecto probablemente terminaremos empujando la bici, efectivamente hacemos esto, pero ¡durante todo el trayecto! Lamento decepcionarlos, pero mi estado físico no es tan bueno, sobre todo considerando que a medida que seguimos subiendo el viento se pone tan intenso que incluso en las partes planas no se puede andar en la bici. Ya cerca de las 17 hrs, no tenemos idea cuánto hemos avanzado –no hay señaletica en el camino- y sabemos que al día siguiente el viento será peor. Nuevamente nos vemos en una encrucijada: ¿seguimos avanzando con el riesgo de quedarnos sin agua y sin saber cuanto nos queda para el próximo pueblo o volvemos a Tupiza a pesar de todo el esfuerzo realizado en esta maldita cuesta y tomamos otro medio de transporte? No nos arriesgamos, peor que no tener suficiente agua es perder la cordura en un viaje como este.

Vista desde la cuesta en cuestion.

Vista desde la cuesta en cuestion.

A la vuelta hacia Tupiza, el viento levanta el polvo, dejando la visibilidad como en la foto.

A la vuelta hacia Tupiza, el viento levanta el polvo, dejando la visibilidad como en la foto.

Y al dia siguiente, el viento continuo y el polvo seguia en el aire. Vista desde el hotel en Tupiza.

Y al dia siguiente, el polvo seguia en el aire. Vista desde el hotel en Tupiza.

De vuelta a Tupiza planificamos viajar en tren a Uyuni, aunque a un precio un poco mayor que el bus: alrededor de 12 mil pesos chilenos el total. La garantía de este medio es que las bicis no sufrirán mayores impactos y que nosotros viajaremos con un poco más de comodidad.

Después de casi 7 horas en los rieles, llegamos cerca de la 1am a Uyuni: la Meca o Disneyland (como diría Sylvain) de los mochileros en Bolivia. Las bicis llegan intactas y nosotros quedamos felices como clientes.

A la mañana siguiente flojeamos en la hostal y planeamos un viaje por el día al Salar de Uyuni, esta vez con la bici. Aprovechamos también de recorrer la ciudad.

Mercado en Uyuni.

Mercado en Uyuni en la avenida Potosí.

Casi me caigo de poto cuando vi esto, nada menos que un mural de la Brigada Ramona Parra en el muro del mercado central de Uyuni. Bolivia, estas lleno de sorpresas :)

Casi me caigo de poto cuando vi esto, nada menos que un mural de la Brigada Ramona Parra en el mercado central de Uyuni. Bolivia, estas lleno de sorpresas 😀

Y un poco más allá nos damos cuenta que no somos los unicos por acá que disfrutan de las ventajas de un sillín de cuero.

Y un poco más allá nos damos cuenta que no somos los únicos por acá que disfrutan de las ventajas de un sillín de cuero.

El camino a Colchani, esta completamente pavimentado, los 20 km son 99% planos y nos toca un dia con casi nada de viento. El Salar es sorprendente en su sencillez, aunque cientos (¿o quizás miles?) de personas lo visitan a diario, se puede apreciar sin mayores tumultos. Al llegar vemos a los mochileros posando cual Kama Sutra fotográfico. Más divertido verlo que contarlo :v

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No podia faltar la foto en el Salar de Uyuni.

Nos alejamos un poco para apreciar sobre las dos ruedas este ex mar (Perdón Bolivia jeje). Hay espacio para todos, tanto así que volvimos a Uyuni en parte conduciendo por el Salar.

En el camino nos encontramos con una extraccion de ladrillos de sal. Sylvain aprovecha de ejercitar los biceps.

En el camino nos encontramos con una extracción de ladrillos de sal. Sylvain aprovecha de ejercitar los biceps.

Alerta! Cruce de vicuñas!

¡Alerta, Cruce de vicuñas!

Ah! podemos entender su urgencia de cruzar el camino, el agua estaba al otro lado.

Ajá!! podemos entender su urgencia de cruzar el camino: el agua.

Ya teniendo suficiente sal por la jornada, al día siguiente partimos hacia Chile via Paso Ollagüe por la ruta 5 de Bolivia, para luego tomar la 701. El camino es de ripio, pero en buen estado a pesar del constante trafico de camiones mineros, con containers y buses turísticos. Al igual que otros caminos en Altiplano, después de cierta hora del día, generalmente como a las 1 o 2 pm, el viento comienza a soplar más fuerte, así que lo ideal es tratar de vencer el frío de la mañana invernal, levantarse temprano y hacer lo máximo que se pueda de distancia para no hacer tanto esfuerzo sobre todo si se tiene tendencia al dolor de rodilla o espalda. El viaje no tiene porque ser una tortura.

Adios Uyuni! Sylvain preparando la presion de las rueda trasera para el ripio.

¡Adiós Uyuni! Sylvain preparando la presión de las rueda trasera para el ripio.

Llamas en Rio Colorado.

Llamas en Rio Colorado, que además está congelado.

Más llamas en el camino, esta vez con las orejitas adornadas.

Más llamas en el camino, esta vez con las orejitas adornadas.

El agua no es difícil de conseguir en el trayecto, se puede pedir en San Cristóbal, Culpina y/o Alota. En este ultimo pueblo tuvimos problemas consiguiendo pan, nuestro alimento base para almorzar. Las dos casas que lo vendían -los almacenes no tienen- estaban vacías, así que tuvimos que improvisar una mezcla que aunque parezca rara no estaba tan mala: fideos instantáneos(marca Maruchan), mayonesa, arvejitas y jurel. Muy gourmet.

Master chef: edicion altiplano.

Master chef: edición altiplano.

El frio del altiplano llega hasta los pies.

El frio llega hasta los pies, pero aprendemos a apreciar el Sol más que nunca.

Saliendo de Alota comienza un ascenso suave que llega al Valle de las Rocas para luego cruzar con el camino que va a Sud Lipez, ruta favorita por cicloturistas mas aguerridos.

No somos nada. Valle de las rocas, ruta 701.

No somos nada. Valle de las rocas, ruta 701.

Sigue el Valle de las Rocas

Sigue el Valle de las Rocas. Esta vez el camino de ripio merece una mención honrosa.

La altitud pasa la cuenta. La camara de aire se revienta por el cambio de presión.

La altitud pasa la cuenta. La cámara de aire se revienta por el cambio de presión.

El ascenso termina cuando se comienza a ver mas de cerca el volcán Ollagüe. A partir de este punto los frenos tienen que estar bien ajustados para llegar a Avaroa, donde se encuentra la oficina de inmigración de Bolivia.

Con el Volcán Ollagüe como testigo descendemos hacia Avaroa.

Con el Volcán Ollagüe como testigo descendemos hacia Avaroa.

Sigue la bajada, esta vez con vista al Salar de Chiguana.

Sigue la bajada, esta vez con vista al Salar de Chiguana.

Teníamos un antecedente de que a una pareja de canadienses les pidieron plata a cambio del timbre en el pasaporte, así que íbamos preparados con los argumentos necesarios para que de ninguna forma nos sacaran ni un centavo del bolsillo. Afortunadamente el hombre a cargo de esto parecía tan aburrido de su trabajo, que se tardo un par de minutos en abrir la puerta de la oficina para darnos el timbre.

A unos 2 kilómetros de allí, se encuentra Ollagüe, pueblo fronterizo chileno donde nos revisaron el contenido de nuestras bicicletas por completo. Recuerden: siempre es mejor declarar que se trae algo, aunque asi no sea, a no declarar y que encuentren algo que pueda ser merecedor de multa. 

Volver.

Volver.

Ya con el papeleo listo me queda decir: ¡Calama, allá vamos!


Desde Santiago, Chile hasta Uspallata, Argentina

La salida desde Santiago la programamos para un día domingo en la mañana, evitando así la congestión de los otros días. Con todas alforjas listas, logramos salir a las 8:30 am del día 17 de mayo del 2015 desde el departamento de mi hermana en Ñuñoa, con la mirada fija en el objetivo de viajar solo por viajar, pero con la sensación de que algo nos faltaba; días después corroboraríamos esto en Uspallata.

Para el mediodía ya habíamos salido del gran Santiago con dirección a Los Andes, por medio de la ruta 57, la cual se encuentra tapizada de letreros prohibiendo el acceso a peatones, carretas, y por sobre todo a ciclistas. A pesar de estas advertencias seguimos nuestro rumbo, ya que la ruta cuenta con una buena berma que asegura una distancia prudente para transitar. Lamentablemente la seguridad se pierde al llegar al limite con la región de Valparaiso por la existencia del túnel Chacabuco, del cual ya nos habíamos enterado por nuestro mapa. Sabiendo esto, hicimos dedo durante una hora bajo un Sol que pegaba fuerte, solo para conseguir sed y frustración ya que nadie nos llevaba al otro lado del túnel. Al ver a uno de los trabajadores de la autopista en una camioneta, me acerque a preguntarle si nos podía llevar, y para nuestra sorpresa nos dijo que si avanzábamos 4 km más nos encontraríamos con un camioncito que nos ayudaría. Sin tiempo que perder, dimos vuelta al pedal nuevamente, pedimos asistencia de ruta y cruzamos el túnel gracias a este servicio que dispone la concesionaria de la Autopista. Vale destacar que este servicio se encuentra para cruzar en ambos sentidos, ya que el túnel cuenta con cámaras de vigilancia y nada pasa por alto. Así que si te surge la duda, nosotros damos prueba de que el servicio funciona, y mejor aun: ¡totalmente gratis! 😀

Camino no biciamistoso hacia Los Andes

Camino no biciamistoso hacia Los Andes

Ya en la Quinta Región, comienza el suave descenso hacia Los Andes, y con ello el paisaje se convierte de matorral seco a valles con arboles frutales y viñedos. Llegando a la ciudad, buscamos la casa de nuestros anfitriones, que nos hospedaron por dos noches, teniendo tiempo suficiente para cambiar pesos, comprar comida y revisar mapas e inclinación del terreno por medio de la pagina web https://www.openrunner.com/.

Entrando a la 5ta region y sus riquezas.

Entrando a la 5ta región y sus riquezas.

Partimos el 20 de mayo hacia el paso Los Libertadores por la ruta CH-60 con un poco de intranquilidad, ya que nos habían dicho que esa ruta no tenia berma y que el alto trafico de camiones hacia que el tramite de llegar al control de aduana fuera un tanto estresante para ciclistas como nosotros. Al pasar los kilómetros de nuestra salida de Los Andes, nos dimos cuenta que las opiniones estaban lejos de ser ciertas, ya que el camino tiene berma y que, a pesar del trafico de camiones, la mayoría fue bien prudente en tomar distancia, o al menos en reducir la velocidad al vernos.

Con esta configuración, llegamos al día siguiente a la temida cuesta Caracoles, o cuesta Juncal, la que también tiene berma en todo su trayecto, excepto desde la vuelta numero 29 hasta donde esta el Hotel Portillo. Este tramo, de menos de 2 kms, cuenta con una pista extra para vehículos lentos, así que se transita con seguridad, y créanme, los chóferes no se creen Schumacher cuando andan por estos lados. Incluso yo, que soy una persona precavida en ámbito vial, y hasta un poco miedosa, me sentí segura pedaleando con vista a la Cordillera, y vaya que se agradece poder compartir el camino con tal belleza de paisaje.

¿Ya llegamos ya?

¿Ya llegamos ya?

Otro dato importante, los cobertizos presentes en la ruta CH-60 no tienen berma, pero tienen caminos al costado, de ripio claramente, donde la bicicleta es bienvenida, salvo los dos existentes en la cuesta Caracoles. Estos los cruzamos por dentro, eso si: previamente revisamos que no venían vehículos detrás y usamos nuestros chalecos refractantes en caso de que la oscuridad se volviera absoluta, cosa que no sucedió. Creo que no esta de más mencionar que no es aconsejable escuchar música cuando se hace esto. Atención ante todo.

Ya cerca de las 16hrs llegamos al complejo fronterizo Los libertadores, donde de nuevo tuvimos que hacer dedo para cruzar el túnel Cristo Redentor. Al no tener éxito, y observando que la noche avanzaba hasta el lugar, nos instalamos con carpa y todo en un hotel abandonado a unos pocos pasos de la aduana, el cual nos sirvió un montón para capear el frío nocturno que se puede sentir a 3200 msnm. Al día siguiente, dándonos cuenta que aun no nos habíamos convertido en pitufos, y con el fin de semana del feriado del 21 de mayo presente, nos levantamos con la misma tónica de conseguir un camión que nos ayudara a cruzar el túnel, dado que funcionarios de la PDI y Aduana nos dijeron que esta era la única forma. Sin éxito decidimos continuar el camino hasta la estructura misma, pensando que quizás los chóferes tendrían mas piedad al vernos con el problema en la cara. Nuevamente, las circunstancias nos sorprenden y llegamos hasta una edificación antes del túnel, perteneciente a vialidad de Chile, desde donde sale un señor muy amable quien nos ofrece un aventón, con bicicletas incluidas, para cruzar este túnel de 3 kilómetros que comunica Argentina con Chile. Ante tal jugosa oferta subimos rápidamente al camión, y nos afirmamos con todo para llegar por fin a Gendarmeria Argentina, quienes entregan un papel indicando el modo de transporte y la cantidad de personas. Luego de esto, descendimos rápidamente al complejo fronterizo Horcones, donde el feriado del 21 de mayo más feriado del 25 de mayo argentino más paro de Aduana Chilena formaron una caótica situación de largas filas de vehículos. Siguiendo el consejo de mi sabio marido, que ha lidiado con este tipo de situación previamente, y considerando que ninguno de estos vehículos nos dio ayuda cuando la necesitamos, nos colamos (en buena si!) en la fila para obtener al fin los tan preciados timbres en nuestros pasaportes.

Continuando el camino en descenso, buscamos refugio del fuerte viento, típico de la pampa seca. ¡Eureka! Dentro del paisaje agreste y de tonalidad rojizas y amarillas, Sylvain divisa un camino y un letrero alrededor del km. 1160-1163: “Ranchillos, tambo incaico”, al parecer son ruinas, y como anillo al dedo para nuestra idea de protección contra el viento, y mejor aun, sin restos de caca humana como suele pasar en lugares así: no falta el estúpido que tiene que dejar su huella café justo en el medio de una edificación, teniendo una área verde y ventilada afuera de esta donde hacerlo. Eso si, si vas a usar una estructura así para pasar la noche, siempre pone la carpa, yo al menos pienso constantemente en vinchucas, aunque me digan los lugareños que no son comunes. Bueno, no esta de más mantener a algunos visitantes alejados.

Tambo incaico argentino; ideal para protegerse del viento y frio.

Tambo incaico argentino; ideal para protegerse del viento y frío.

Ya a 22 de mayo, llegamos a Uspallata, para comprar alimentos y conseguir suficiente agua para dos días sin ningún pueblo en la Ruta Nacional 149 (RN 149). Calculamos 13 litros, aunque no los usamos todos. Durante nuestra corta estadía es esta localidad nos damos cuenta de algo: NO COMPRAMOS ADAPTADOR PARA LOS ENCHUFES ARGENTINOS, era esto lo que nos falto conseguir en Chile!!. Pero el show debe continuar, y solo nos queda avanzar.