Cruce del tapón de Darién: lo bueno, lo malo y lo feo.

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Cuando se piensa cruzar Latinoamérica llega el dilema para todos los viajeros que usan sus medios de transporte, el llamado Tapón de Darién, zona selvática comprendida entre Panamá y Colombia que corta en dos la Panamericana. Allí no hay caminos, cero. Los motivos del porqué no existe una continuidad en esta carretera en esta zona son varios: desde razones topográficas hasta las sociales, como mantener a raya el flujo de inmigrantes (cubanos, congoleses, etc.) que se dirigen al “sueño americano”. Aunque la inexistencia de un camino como tal entre estos dos países limita el tránsito no significa que lo eliminan. Sobre este último punto me extenderé más adelante.

Todo lo anterior nos lleva a buscar alternativas a nuestras queridas cletas. Existen tres opciones, con variados precios y comodidades: (1) el cruce en veleros mayoritariamente estadounidenses, que llega a costar hasta US$ 600 por persona, (2) el cruce en avión ruta Colombia-Panamá, que bordea los US$ 200 (solo por pasajero, no incluye la carga), y el más barato y elegido por nosotros: (3) el cruce con tres lanchas de motor, que puede llegar a costar alrededor de unos US$ 200, todo incluido.

Dado que todo lo anterior que describo pueden encontrarlo fácilmente en Google, les contaré nuestra experiencia (marzo del 2016), con todo lo bueno, lo malo y lo feo.

Una vez en Turbo, Colombia, nos costó encontrar alojamiento. Hay muchas opciones de hospedaje dada la situación de esta ciudad como “puente” lanchero hacia Panamá, pero el día de nuestra llegada estaba todo copado, excepto un lugar de COL$ 40.000 por habitación, el más caro que pagamos en tierras cafeteras. En todo caso, sigue siendo más barato que Chile.

Solucionado el tema del alojamiento viene lo más complejo y empezamos a buscar una forma segura y barata de llegar a Capurganá, pueblo fronterizo del caribe colombiano donde está la oficina de migración. Esto no es sencillo. Bueno, en realidad si lo es cuando se viaja con lo mínimo (una mochila, por ejemplo).

Después de ir al muelle “el waffe” y conversar con la gente de una empresa que no nos garantiza ni la forma en que deben ir nuestras cletas (quizás hay que desarmarlas) ni la cantidad de plata que costará, optamos por buscar alguna empresa más profesional en Internet. ¡Voilà! La empresa que da respuesta a todas nuestras inquietudes se llama Ecoviajes Darién, quienes poseen un catamarán que hace viajes turísticos hacia Capurganá tres días a la semana. Con todo más claro y puestos reservados, partimos al muelle a tomar el transporte el 3 de marzo. En relación al costo, el pasaje por persona cuesta 70 mil pesos colombianos. Al principio nos dijeron que iban a cobrar por equipaje (es decir por su peso) y bicicletas, pero con el apuro de la tripulación solo nos cobran los pasajes. Lo mejor es que nuestras bicis quedan amarradas a una de las estructuras del catamarán, una maravilla considerando los fuertes “coletazos” que hace la embarcación. DATO: Si tienen el estómago débil, siéntense lo más atrás posible. Yo lo tuve que hacer. Al menos pude retener el desayuno.

Esperando el catamarán en el muelle "el waffe". Turbo, Colombia.

Esperando el catamarán en el muelle «el waffe». Turbo, Colombia.

Camino a Capurganá arriba del catamarán.

Camino a Capurganá arriba del catamarán.

Luego de unas 2 horas de viaje desembarcamos en Capurganá cerca del mediodía. Allí se nos acerca el encargado de migración, quien dice que somos bienvenidos a sellar nuestros pasaporte en la oficina el día que deseemos, pero que tenemos que tener claro cuando nos vamos a Puerto Obaldía, Panamá. Sellamos el pasaporte durante la tarde para partir al día siguiente, al parecer las lanchas salen de lunes a domingo y se llenan rápido (las que vi tenían capacidad de hasta 10 pasajeros).

La playa en Capurganá.

La playa en Capurganá.

Vecino reptiliano de Capurganá.

Vecino reptiliano en Capurganá.

A la espera de cargar todo en la lancha hacia Puerto Obaldia. Notese los elementos extraidos en la bicicleta.

A la espera de cargar todo en la lancha hacia Puerto Obaldia, Panamá. Notese los elementos extraídos en las bicicletas.

La jornada del viernes 4 de marzo parte temprano, porque las lanchas salen cerca de las 8 am y hay que pesar la carga antes de salir. El costo por pasajero es 30 mil pesos colombianos, 20 mil pesos por bicicleta y la carga cuesta 800 pesos por kilo, con los primeros diez sin costo. El redondeo post- negociación nos ayuda y pagamos al final 40 mil pesos por la carga. Solo pude negociar con el precio del equipaje y esto se puede porque los lancheros no dan recibo por ningún servicio.

CONSEJO: Hay que poner atención con la forma en que cargan las bicicletas y remover todas las partes de acero porque el agua salada hará su trabajo destruyendo. Días antes conocimos a una pareja de cicloturistas franceses que hicieron este mismo recorrido y que lamentablemente una de sus bicis quedó con el desviador trasero totalmente inutilizable, ademas de una parrilla más algunos de los rayos destrozados por el forcejeo de ciertos pasajeros al remover parte del equipaje, sumado al azote de la lancha en el viaje (las bicicletas iban en la proa, donde más se agitan los botes). Las alforjas deben ir bien cerradas y viajen con sandalias (o cualquier tipo de calzado que sea sencillo de lavar) porque este tramo es corto pero agitado y mojado.

En la lancha hacia Puerto Obaldia. Las bicis van acostadas, no hubo opción.

En la lancha hacia Puerto Obaldia. Las bicis van acostadas, no hubo opción.

Después de más o menos una hora de viaje llegamos a Puerto Obaldía, Panamá. Ahí nos recibe el SENAFRONT, organismo que resguarda las fronteras del país y que revisa la carga de todas las embarcaciones. Lo que más me llamó la atención es que te revisan, pero no te dicen lo que buscan, a menos que les preguntes, aunque lo primero que se me podría pasar por la mente son drogas ilícitas ¿o no?. A los mochileros que viajaban con nosotros les hicieron abrir todo el equipaje (¿será que hay un prejuicio o solo antecedentes?) y para qué decir de los colombianos. Por nuestra parte, solo nos revisan con un perro antinarcóticos.

Luego de la revisión, vamos a la Oficina de migración de Panamá, donde nos entregan el sello de entrada, además nos toman las huellas dactilares y una fotografía. Para hacer este trámite también hay que llevar una fotocopia del pasaporte, específicamente las pagina con la información del viajero. Recomiendo sacar esta copia de antemano, para abaratar costos.

NOTA: la divisa panameña es oficialmente el balboa, pero se usa el dólar estadounidense. Los balboas son solo las monedas (si, yo tampoco entiendo este sistema, pero funciona).

Oficialmente en un nuevo país, vamos a un lugar tranquilo para secar nuestras ropas y relajarnos al haber pasado la segunda fase de este transito no bicicleteable. Las ofertas de lanchas que salen a Carti se dejan caer solas, pero preferimos pasar la noche ahí y esperar al día siguiente. No hay apuro…por ahora.

En la noche acampamos a un costado del pueblo, cerca del vertedero de basura, ya que esta pequeña localidad es llegada de cientos de cubanos que usan Centroamérica como acceso a Estados Unidos, donde tienen la facilidad de obtener permanencia definitiva gracias a la Ley de Ajuste Cubano, un mecanismo que desde 1966 permite la entrada de los isleños a tierras gringas. El tema de la población flotante en Puerto Obaldía es tan trascendente que esta presente en los medios continuamente. Acá tan solo un ejemplo que explica de mejor forma lo que observamos. 

El día siguiente llega, pero no sale ninguna lancha a Carti. Nos empieza a preocupar que el tema de la salida de este “limbo ” va a tomar más tiempo, pero el próximo vuelo en avioneta hasta ciudad de Panamá sale en 10 dias más, y sin cajero automático ni comida suficiente no nos queda otra que seguir con el plan de viaje marino, ahorrar comida y plata. Los vuelos en avioneta son diarios, pero la mayoría de los cubanos usa este medio para seguir su camino, por lo que los cupos se llenan rapidísimo.

Mujeres gunas en espera de transporte, como nosotros, en el muelle de Puerto Obaldía, Panamá.

Mujeres gunas en espera de transporte en el muelle de Puerto Obaldía, Panamá. Coloridos pañuelos adornan un cielo gris.

El sábado sigue su curso y nada pasa. Llega el domingo y se ve una lancha llamada “Idayana 2”, viene desde Carti con tres cicloturistas. Sylvain charla con ellos un poco, parecen satisfechos con el servicio y sus bicicletas llegan en buen estado, ya que la embarcación tiene un espacio en la proa suficientemente grande para ubicar las cletas derechas; el situar las bicicletas acostadas podría poner en riesgo la integridad de ciertas partes, como las parrillas.

Me acerco a conversar con el encargado de la lancha, me ofrece un precio de US$ 150 por cada uno para llevarnos hasta Carti. El precio incluye el traslado de la bicicleta y el equipaje. Le digo que si me puede hacer una rebaja, me dice que no hay problema siempre y cuando llenemos la lancha, es decir, encontrar al menos 5 personas más. Como no tengo poder de persuasión, espero que el tiempo pase; estando dos días mirando la playa con la gente ir y venir, sé que seguirán llegando más personas que van a Carti. La realidad es que al día siguiente la lancha esta lista para partir con 5 pasajeros más.

Con el precio “ganga”, de acuerdo al lanchero, de US$ 125 por el trayecto que se mueve por medio del archipiélago de San Blas, entregamos nuestros pasaportes para iniciar un tramite que nunca llegué a entender para qué, sin siquiera recibir un recibo por el pago. Es decir, la única garantía que tenemos es que el lanchero se acuerde de nosotros. Confianza le dicen algunos; para mi una falta de respeto con el cliente, sobre todo si al volver entona: “¿me pagó?. La Paty Cofré que fluye en mis venas se mantiene solo en mis pensamientos: “¡Weón, te pasé 250 dólares en efectivo, no me preguntí weas!”.

En la espera de salir, se acerca un hombre, que nos pregunta si vamos a Carti. Nos avisa que hay que pagar un peaje de US$20 para pasar por las islas, que la comarca Guna Yala, que el permiso, que vamos a pagar el doble si no lo hacemos en Puerto Obaldia, etc. Me enfurezco, porque luego de casi 4 días esperando allí es primera vez que oigo de esto y me parece una estafa, sin embargo le respondo con calma que no vamos a pagar, y que cualquier problema lo arreglaremos después, porque ya bastante plata estamos gastando por el viaje y apenas hemos comido en tres días con los precios que hay en el pueblo (5 dólares por un plato paupérrimo de arroz con atún que seria una vergüenza hasta para un estudiante universitario). Más tarde entendí que todo el tema del transporte de lanchas en esa zona es manejado casi exclusivamente por gunas, etnia de esa zona.

Esquivando el tema de la cuota y hecho el trámite del lanchero, salimos casi a las 11am, cuando debimos haber salido a las 8am. Pensé «¡Paciencia! quizás lo mejor esta por venir y aún podemos llegar a Carti durante la tarde, ¡vamos que se puede!». Mi optimismo inicial deja de lado el hambre que hemos sentido durante 3 días -solo el desayuno fue una comida apropiada- y se ve acentuado por la belleza del archipiélago y la tranquilidad del agua en la mayoría del tramo. Converso con Sylvain, tratamos de dejar atrás la espera e incertidumbre, disfrutamos del paisaje.

El lanchero hace dos paradas: una para obtener gasolina y otra para pasar a la isla de su papá. Si, leyeron bien. Su padre tiene una isla, de esas como de postal o afiche de agencia de viajes: palmerita, arena blanca, mar turquesa. Ahí nos bajamos y luego de casi media hora seguimos el viaje. Son cerca de las 4pm y quizás aun hay tiempo para llegar a Carti. A lo lejos vemos un poblado en la costa, ¡ahí está!, a unos 500 metros o menos quizás, pero la lancha empieza a doblar a la derecha y entra a una isla hacinada de palafitos. Le pregunto al lanchero qué cuando vamos a Carti, necesitamos llegar hoy. Me dice que no, mañana partimos. ¡¿Qué?! ¡Esto parece un mal sueño que no termina! El lugar donde nos lleva el lanchero es un bar/hospedaje de mala muerte donde convenientemente él es el dueño. Lamentablemente, como este lugar es una isla, está super hacinada y no se puede acampar afuera, así que optamos por esperar que el bar cierre a las 10pm y dormir en el piso, porque no vamos a pagar más plata por la deficiencia de nuestro transportista.

La proa de la lancha con el encargado.

La proa de la lancha con el encargado.

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Aldeas isleñas de San Blas.

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Más vistas del archipiélago.

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El interior de la lancha.

Pescadores artesanales gunas.

Pescadores artesanales gunas.

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El árbol símbolo de las islas fue sin dudas la palmera.

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Fue bastante común ver veleros, sobre todo con banderas estadounidenses, en el archipiélago.

En la isla del papá del lanchero, donde se entregan alojamiento a turistas.

Si cabe alguna duda con el nombre de la lancha que nos traslado.

Llega el martes en la mañana y no dirigimos más palabras con el lanchero, solo queremos llegar y pedalear, porque sabemos que alguien nos espera con alojamiento en ciudad de Panamá.

Al fin arribamos en el muelle de Carti. Desembarcamos y empacamos nuestra carga en las bicicletas. El esperado pedaleo se viene. No pasan ni 10 minutos y alguien nos pide que paguemos US$2 por el uso del muelle, a lo que respondo que no nos corresponde porque no decidimos llegar a este muelle, tampoco hay letrero que explique sobre esta cuota. Acá comienzan los problemas más serios. Empujamos nuestras bicicletas hacia el camino y un hombre se acerca insistiendo sobre el pago del impuesto. Le explico que no lo voy a pagar, que eso le corresponde al lanchero -¿desde cuando los pasajeros pagan peajes?-, que ya me voy y que si tiene cualquier problema con nosotros, que llame a la policía (¡así de chora!). Entonces comienza a empujar mi bicicleta hacia atrás por el manubrio, yo hacia adelante, se suma otro hombre a hacerme lo mismo. El forcejeo se hace más fuerte y conmigo tratando de explicarles que no voy a pagar. Vale destacar que a Sylvain nadie lo retiene, al parecer los hombres gunas (de más o menos mi estatura) tienen miedo de encararlo con el pago.      

Sigue el forcejeo, hasta que el mayor de ellos, y al parecer el que esta a cargo de los cobros, me empuja fuertemente por el hombro, lo que hace que casi me caiga con la bici. Sylvain reacciona a defenderme, deja su bici en el piso y corre a empujar al hombre gritándole “¡no toques a mi esposa!”. Inmediatamente unos cuatro hombres agarran a Sylvain y lo tiran al piso, el que me empujó le tira un certero golpe en la cara, con lo que le corta el labio a mi flaco. Pareciera que el hombre filtra su violencia por el hecho de que hay muchos testigos, podría ser malo para el negocio. El forcejeo dura unos 2 minutos y se mezcla con los comentarios de mochileros, algunos defienden el impuesto, otros solo quieren detener la trifulca, algunos graban con sus smartphones (un souvenir más).

-Un pequeño parentesis con una información importante: la mayoría de los mochileros que viajan a esta parte de Panamá, vienen desde la ciudad con agencias de viajes, es decir, saben los costos de casi todo. En su mayoría escuche voces insistiendo que pagáramos el impuesto, que es justo porque es territorio guna. Yo creo que solo les parece muy barato, por eso solo «se bajan los pantalones” con los costos usureros de esta zona. –

Al final, un hombre, que no parece guna y con acento panameño paga los 4 dólares porque le da vergüenza la escena. Bueno, a mi me da vergüenza que el gobierno panameño no controle los cobros de esta zona ni que los precios estén establecidos en letreros, como se da en muchas áreas protegidas alrededor del mundo. Luego me enteraría que la Comarca Guna Yala es un territorio autónomo, con sus propias reglas, es decir, ellos pueden cobrar lo que quieren porque ahí no hay control policial y la gran parte de la gente le parece bien porque es un lugar bien lindo, de eso no hay duda. La comarca es algo así como un Far West del Caribe, excepto que las armas (con exposicion explícita) son reemplazadas por la intimidación y usura.

A la salida del mencionado "muelle" encontramos este letrero. No hay indicación de pagos.

A la salida del mencionado «muelle» encontramos este letrero. No hay indicación de pagos.

Después de pasar el peor momento de todo nuestro viaje, empezamos a pedalear. Me detengo y comienzo a llorar por miedo. Nunca había sentido tanto temor en tierras ajenas, ni siquiera en Colombia, país que tiene una pésima fama de inseguridad pero (al menos bajo nuestro experiencia) mal argumentada. La intensa sensación de angustia me acompaña todo ese día, la atribuyo a la poca protección que sentí y a las reacciones violentas que tuvieron los comerciantes contra nosotros. Por mi fortuna cuento con el apoyo de Sylvain, quien a pesar de lo anterior me dice que se encuentra bien y que todo esto solo le hizo recordar sus días de Rugby 🙂

Ese jornada fue de pedalear poco, por el calor, la inclinación exagerada del camino, los ánimos post-altercado y el hambre que ya se extiende por 5 días. Acampamos y descansamos bien, a pesar de sentirnos blanco de posibles ataques, ya que aún no salimos de la Comarca.

Muestra de una de las inclinaciones el camino Carti-Panamericana. Imposible pedalear, ni siquiera en las bajadas.

Muestra de una de las inclinaciones el camino Carti-Panamericana. Imposible pedalear, ni siquiera en las bajadas.

Otro angulo, para que no crean que exagero.

Otro angulo, para que no crean que exagero.

Desde arriba de una loma. Caminos dificiles muchas veces equivalen a vistas buenas.

Desde arriba de una loma, Sylvain exhausto en el pavimento. Caminos difíciles muchas veces equivalen a vistas bonitas.

Al día siguiente, nuestros ánimos parecen mejorar, el camino es muy difícil y cada kilómetro avanzado es un logro, a pesar de que tenemos que empujar y no pedalear en muchas partes. Cerca del mediodía vamos avanzando cuando vemos que un hombre a lo lejos nos filma con su teléfono desde la mitad del camino. Resulta ser un inspector en su puesto de control, nos pregunta si nosotros fuimos los que le pegamos a su compañero, yo le respondo que ese ataque fue en defensa de mi persona. Deja de grabar. Le pregunto que es lo que quiere. Me dice que debemos pagar una cuota de transito, que todo el mundo que pasa por ahí la paga porque es una área protegida. ¿Se acuerdan de ese hombre en Puerto Obaldia que les mencione? Bueno, tenia razón, la cuota de transito es de 20 dólares y allí estábamos en el lugar donde se debe pagar. Esta vez tomamos la opción de dialogar y no avanzar en contra de la voluntad de los encargados. La verdad es que no se puede negociar, así que pagamos, nos dan un recibo y seguimos. Además en el lugar debe haber 10 hombres intimidando con su presencia para que el pago se efectúe y no queremos más golpes gratis.

A la izquierda: comprobante de pago (US$2) del muelle en Carti. A la derecha: comprobante de pago (US$20) para usar el camino. ¿Cual pagará impuestos?

A la izquierda: comprobante de pago (US$2) del muelle en Carti. A la derecha: comprobante de pago (US$20) para usar el camino. ¿Cual pagará impuestos?

Ya entrada la tarde llegamos a la Panamericana y comienza el trayecto hacia Ciudad de Panamá. Después de todo lo anterior, andar por esta ruta parece un paseo por el parque y lo acompaña con un gran respiro de alivio. Nunca más me repito esta experiencia.

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El letrero a la entrada del camino, desde Panamericana, indica algunas cosas, pero no menciona los costos para ingresar. Pa’ que no me digan que invento cosas.

El dilema en cuestión. Lo hecho esta hecho, pero repetir la experiencia, definitivamente NO.

Lo hecho está hecho, pero repetir la experiencia, definitivamente NO. En verde la vía marítima, en rojo con la bici.

EPILOGO

Luego de descansar el tema por al menos dos meses (entrada escrita en mayo 2016) hay varias conclusiones y observaciones que sacamos de esto:

La primera es que luego de leer varios blogs de viajeros haciendo el mismo trayecto nadie menciona el tema de los impuestos, y es por eso que me decidí a escribir tan extensamente sobre el recorrido. Esto debería quedar más claro, especialmente para los que viajamos desde Sudamérica. Este trayecto es caro y viniendo desde el sur, no estamos acostumbrados a llevar tanta plata con nosotros. Y, al contrario de la información que recopilamos de otros blogs, viajar en avión Medellín-Panamá (o viceversa) si es más barato.

Aconsejo ser paciente con el tema de los pagos, nosotros no lo fuimos y miren lo que pasó. Sin embargo recomiendo para NADA hacer este recorrido, pero si planean hacer esta experiencia como parte de un gran viaje en bici por América, lleven una gran cantidad de plata, a pesar de que los precios de los viajes en lancha se puede negociar. Recuerden, no esperen recibos o comprobantes. Quizás esto ultimo no es importante para muchos, pero como hija de contador el tema de los comprobantes e impuestos lo tengo incrustado en la crianza, y quizás hasta en el ADN.

Aunque cometimos varios errores al no informarnos de la situación particular de la Comarca Guna Yala, debo mencionar que me parece incorrecto que el gobierno panameño no meta mano en el tema de los cobros hacia turistas, sobre todo si no hay ninguna opción segura de realizar el recorrido por tierra en el Darién. La comarca debe ser quizás una de las regiones más pobres de Panamá, pero todos los días entran miles de dólares por turismo que quedan en manos de pocas personas y los impuestos son imaginarios, digo esto porque no hay facturas ni ningún comprobante, los cobros generan lucro y no retribuyen lo suficiente a la mayoría de los pobladores. Es cosa de ver la disponibilidad de servicios básicos como agua potable y salud en los poblados isleños. También el tema de la basura no deja de ser importante, observé muchos desperdicios (latas, botellas, bolsas, etc.) en el fondo marino, también a lo largo del camino. Eso de área protegida es un concepto flexible.

La etnia Guna ha vivido durante años en esta zona y se merece un lugar propio como lo garantiza el gobierno de Panamá, pero la comarca no es un país aparte y creo que la gente que maneja negocios turísticos allí (que son una minoría de la etnia) se aprovecha de su autonomía para cobrar en exceso, incluso a los mismos panameños, como luego converse con algunos.

Después de salir de ciudad de Panamá nos enteramos de lo siguiente: La trifulca que tuvimos catalizo en parte, sin que nosotros hiciéramos ningún reclamo oficial, un debate de los cobros turísticos en la Comarca. Parte del altercado fue grabado y expuesto en televisión panameña (TVN), sin nuestro consentimiento, y sumado a otros conflictos parecidos con turistas generó una ola de reclamos que hizo que el gobierno empezará a poner especial atención en este tema. Todo esto refleja un real problema que no solo nosotros vivimos. No es la primera vez que hay conflictos con los pagos y probablemente podría seguir pasando.


Colombia, episodio II: de Ibagué a Turbo.

Nuestra salida de Ibagué coincidió con el día sin auto en esta ciudad, el 9 de febrero, reduciendo bastante el trafico y haciendo más expedita nuestra salida rumbo a la ruta 43. El día sin auto es una fecha mensual que se celebra en varias ciudades de Colombia, una iniciativa con una buena intención pero que no resuelve el problema central durante el resto del mes: la contaminación acústica y del aire.

La ruta 43 une la capital de Tolima con Mariquita. El camino es asfaltado, sin mayores dificultades y con paisajes repetitivos bajo el intenso calor de la zona: plantaciones de arroz, ganado tipo Brahman y, como ha sido la tónica en gran parte de nuestro viaje por Colombia, la cerca que limita nuestro acceso a terrenos acampables.

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Plantaciones de arroz en ruta 43.

La primera noche encontramos un espacio entre los alambres de púas en un sitio aledaño a un río. Por supuesto, lleno de chitras y mosquitos. La mezcla de insectos vampiros, alambres de púas y calor nos hacen tomar la decisión de buscar alojamiento pagado en La Dorada por dos noches. Este municipio cuenta “con una temperatura promedio de 34° C” (Fuente: Wikipedia) y se encuentra en medio de la ruta 45, la cual va paralela con Rio Magdalena y dirige hacia el norte a la ruta 60, que mayormente sube hasta Medellín.

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Formaciones rocosas, un deleite visual camino a La Dorada.

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Ruinas de Armero, pueblo que quedo sepultado en 1985 tras la erupción del Nevado del Ruiz.

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«A la grande le puse Cuca». Autopista en la ruta 60.

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Hay varios letreros de cruce de animales, pero al parecer no funcionan todo el tiempo.

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Acampar libremente es una buena sensación, lastima que en Colombia no es tan sencillo.

A pesar de que el ascenso por la ruta 60 fue duro por el calor, hay un lado positivo en todo esto y es que al entrar a la región montañosa perteneciente al departamento de Antioquia, comenzamos a tomar el agua de las quebradas sin consecuencias nefastas. ¡Comprobado empíricamente!

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7 a.m.

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¿Peligro? ¿De qué?

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Cruzando el Rio Samaná.

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Valle de Granada, Antioquía.

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Todo el trayecto hasta Medellín acampar se hace muy difícil sin tener que pedir permiso, pero siempre se puede encontrar algo. Tengan fe.

En Guarne, a 25 km de Medellín, pasamos por la estación de bomberos a pedir alojamiento. La estación esta insertada en un reciento polideportivo, donde tocamos el timbre y nadie salio, pero tenemos patria porque minutos después sale el guardia del reciento y nos da permiso para dormir adentro de una sala. Viene como anillo al dedo, ya que a la mañana siguiente se pone a llover con furia hasta las 9am.

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El primo paisa de nuestros queltehues.

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¡Medellín al fin!

A pesar de que la entrada a Medellín es un poco caótica con los arreglos en las calles, luego vemos el lado amable de la ciudad: los ciclistas urbanos se mueven en masa a través de ciclovias extensas de norte a sur, que nos dirigen claramente a la casa de nuestros anfitriones de Couchsurfing: Brunella y Laurent, una pareja italofrancés quienes comparten su tiempo y techo con nosotros durante una semana, incluido un par de días de recuperación digestiva. Con respecto a esto ultimo, no pudimos encontrar la fuente de este problema, ya que comimos lo mismo que nuestros anfitriones y el agua de Medellín es potable, a diferencias de muchos otros sitios de Colombia. Si viajan a este país, por favor consulten el estado del agua del grifo con la gente. En Medellín fue el único lugar donde tomamos agua directamente de la llave, así que no les aseguro la potabilidad en otros sitios.

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Parque de esculturas de Botero en Medellín.

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Este perro deja en la ruina a cualquiera!

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¿Estarán pensando lo mismo?

Bandeja paisa: un motivo más para volver a Medellín.

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Con Laurent y Brunella, nuestros anfitriones en Medellín, regaloneandonos con un rico desayuno inspirado en Francia.

El 25 de febrero salimos de Medellín camino a Turbo por la ruta 62, tomando el camino que va hacia el sector de San Cristóbal, en las afuera de la capital paisa. Aunque lo queríamos intentar, no se puede pasar el túnel de Occidente con la bicicleta, esta super vigilado y al inicio se señala que no se puede entrar con vehículos no motorizados. En vez de debatir, mejor nos ahorramos tiempo de discusión y tomamos el camino alternativo por el cerro.

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En las afueras de Medellín, cerca de San Cristóbal.

Mas allá de San Cristóbal entramos a un sector bien pituco y tenemos nuestro primer encuentro con la policía y el control de identidad pertinente, solo porque una vecina les aviso que vio a dos personas “nuevas” en el camino. Cumplimos con la diplomacia que amerita el momento y entregamos pasaportes, sin dejar de sentir una sensación de sorpresa e impotencia al ser apuntados como sujetos de sospecha.

Pasaportes devueltos y seguimos con el ascenso hasta un par de kilómetros para luego bajar y bajar un poco antes de San Jerónimo, donde pedimos patio a un campesino, quien acepta sin ningún problema y nos ofrece usar el baño y ducha, si así queremos. Al día siguiente no tenemos la misma suerte. Bajamos hasta Santa Fé de Antioquia y comenzamos a ascender nuevamente hasta que podamos encontrar un lugar para acampar, pero es prácticamente imposible: no hay ni casas ni terrenos escondidos del camino. Nos esforzamos a seguir empujando el descanso hasta encontrar algo, hasta que casi en penumbra pillamos un terreno cercado (obviamente), pero con la llave en el candado. Parece ser un sitio donde se almacenan maquinarias de construcción y nada parece indicar que hay gente allí. Entramos y ponemos la carpa ya casi a oscuras. Sylvain toma la precaución de volver a la reja, sacar la llave del candado y dejarla cerca pero no escondida, por si a alguien se le ocurre encerrarnos. Esta medida estuvo precisa, porque a la mañana siguiente efectivamente el candado estaba cerrado. Al día siguiente también nos dejaron encerrados, pero en una finca: pedimos permiso a una señora que nos dejo acampar en su sitio, el problema surgió cuando no nos percatamos que todos se fueron y dejaron con candado el portón (¿como nadie nos aviso?), sin embargo había una alternativa para salir por el cerco del ganado.

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Parece que solo los automovilistas tienen derecho a un angelito que los acompañe.

El 28 de febrero hacemos el ultimo de los ascensos hasta un par de kilómetro al sur de Dabeiba. En la subida conocemos a una pareja cicloturista francesa, Patricia y Christian, quienes nos dan importante información sobre el cruce en Lancha desde Carti hasta Turbo. Luego de una extensa conversación, seguimos los últimos kilómetros para terminar pidiendo espacio y seguridad en una casa. La mujer cuidadora del lugar se llama Cirilia, nos da permiso y no solo eso: nos deja dormir en una habitación y nos da cena. Su amabilidad quedará por siempre en mi memoria.

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Sylvain con Patricia y Christian. Muy útiles consejos en la ruta sobre las rutas. Gracias biciamigos!

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Se ve más brutal en la foto de lo que es.

Al día siguiente nos espera una jornada de calor, ya que nos aproximamos a zonas más bajas y con influencia del Mar Caribe. En Chigorodó acampamos vecinos a la estación de bomberos, pero el calor y el ruido intenso de la gente que se ejercita cerca (hay canchas y maquinas para hacer ejercicio alrededor) hasta cerca de la medianoche no ayudan a tener un sueño reparador.

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Camino a Chigorodó. Sensacion térmica: «matenme!»

El camino a Turbo, nuestro ultimo usando la bici en Colombia, se encuentra a unos 50 km de Chigorodó. Hay mucho trafico y no hay berma, así que poner atención alrededor.

Y con respecto a lo que paso en el cruce a Panamá, lo dejo para la próxima crónica. Es que depender de otras personas para transportarse es un gran dolor de cabeza muchas veces, y este no fue la excepción


Colombia, episodio I: de Ipiales a Ibagué.

En la ciudad de Ipiales, fronteriza a Ecuador, la primera impresión de Colombia fue ver militares con rifles en la plaza de armas. Esta imagen se repite en varios puntos a lo largo de nuestro viaje en el país cafetero, aunque hay varios puestos de control en los caminos, pasamos sin que nos den ningún problema.

Panamericana al sur de Pasto, Colombia.

Panamericana al sur de Pasto, Colombia.

En Pasto (si, ese es el nombre de la ciudad) nos quedamos con Dorys de Warmshowers, durante una semana, donde finalmente probamos el famoso cuy. Para sintetizar mi experiencia solo puedo decir que hubiera preferido gastar la plata en otra cosa.

Dicho y hecho, comimos cuy finalmente. ¿El sabor?: Meh...

Dicho y hecho, comimos cuy finalmente. ¿El sabor?: Meh…

Dorys nos recomienda tomar el camino hacia Mocoa, aunque más difícil que la Panamericana, más seguro, dada la fama de robos violentos que se han dado hacia Popayán.

Tirando onda con la Laguna de la Cocha en la ruta 10 hacia el "Trampolin de la Muerte".

Atrás la Laguna de la Cocha en la ruta 10, hacia el «Trampolin de la Muerte».

En el Paramo Del Fraile, punto de descenso hacia Sibundoy.

En el Paramo Del Fraile, punto de descenso hacia Sibundoy.

Vista al valle de Sibundoy.

Vista al valle de Sibundoy.

El camino entre Pasto y Mocoa, Ruta 10, está marcado principalmente por la presencia del famoso «Trampolín de la Muerte», que comienza en el pueblo de San Francisco y termina aproximadamente en cruce con Mocoa, departamento de Putumayo. Este trayecto es un desafío para todo el que pasa por ahí, con una superficie de ripio en una extensión de casi 80 kilómetros de largo, con pendientes y angosturas que quitan el aliento. Muchos han tenido que transitar por aquí en medio de la lluvia y la neblina, nosotros no fuimos la excepción.

El inicio del ascenso del "Trampolin de la muerte", saliendo desde San Francisco.

El inicio del ascenso del «Trampolin de la muerte», saliendo desde San Francisco.

Primera cuesta: hecha.

Primera cuesta a 2800 msnm: hecha.

Encuentos en el tope de una cuesta con otros ciclistas no se dan todo el tiempo. Dos ciclistas estadounidenses, Scott y Susan provenientes desde Alaska, con quienes intercambiamos algunos datos del camino.

Encuentos en el tope de una cuesta con otros ciclistas no se dan todo el tiempo. Dos estadounidenses, Scott y Susan provenientes de Alaska.

El "trampolin" continua, esta vez con un par de kilometros en bajada.

El «trampolin» continua, esta vez con un par de kilometros en bajada.

En la cumbre final antes del largo descenso hacia Mocoa. Por fortuna, la llovizna se disipo con la bajada.

En la segunda y final cumbre antes del largo descenso hacia Mocoa. Por fortuna, la llovizna se disipo con la bajada.

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La subida desde Mocoa es mucho más larga que desde Pasto. No olvidar que todo este camino es de ripio.

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Aun sin podernos quitar el poncho (capa de agua para mis coterráneos). Mojados, pero bajando.

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Al menos hay 3 badenes que se tienen que cruzar. 

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El camino del «trampolin» dibujado por las colinas.

En el «Trampolín» no se puede acampar, la angostura del camino no da espacio para descansar. La única noche que pasamos allí dormimos al amparo de un restaurante.

Al conversar con otros ciclistas nos damos cuenta que el pedir permiso para acampar es una práctica común entre nuestros colegas que visitan este país. ¿Por qué? Porque al igual que en el valle central de Chile, el cerco delimita los terrenos, salvo que acá es una práctica mucho más extensa. Pero también nos recomiendan que es mejor no traspasar terrenos privados, esto se explica simplemente por la mentalidad que ha dejado el conflicto armado en las últimas décadas.

En el tramo Mocoa a San Agustín, por ruta 45, logramos no usar el comodín petición y acampamos en dos escuelas abandonadas a lo largo del camino.

Saliendo de Mocoa, hacia el norte por la ruta 45.

Saliendo de Mocoa, hacia el norte por la ruta 45.

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Back to School.

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Gran derrumbe en paralelo a la ruta 45.

Gran derrumbe en paralelo a la ruta 45.

Ya en San Agustín fuimos al reconocido Parque Arqueológico donde la entrada vale 20 mil pesos (unos 4 mil pesos chilenos). Después de meses de ignorar cualquier propuesta turística, esta vez nos decidimos dada la reputación del lugar. El sitio está muy bien mantenido, de eso no hay duda, pero es tan ordenado y pulcro que llega a quitar todo el contexto de lo que se espera de un sitio arqueológico. Bueno, estas no son ruinas después de todo, pero ¿es necesario construir un techo para cada una de las estatuas con un cerquito alrededor?

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Dos monitos.

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El colmo de protección arqueológica en la Fuente de Lavapatas. ¿No será mucho?

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Al menos la vista desde el Alto de lavapatas esta bien buena.

Nos vamos de San Agustín un poco decepcionados pero con la vista puesta en zonas más cálidas, para bien o para mal. Descendemos hacia Neiva con un camino asfaltado pero con una berma intermitente en la ruta 45.

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Embalse de Betania.

Para evitar el tráfico y la falta de lugares para acampar que supone transitar a lo largo de la ruta 45, tomamos una alternativa: un camino sin nombre que va en paralelo al rio Magdalena y que pasa por la entrada al Desierto de la Tatacoa. Efectivamente, por este lado es mucho más fácil encontrar terrenos acampables y el tráfico es mucho más suave, sin embargo el costo de esto es molesto: aparecen las chitras (o en inglés Sanflies) las cuales, para los que no saben, son unas mosquitas que chupan sangre y de quienes la picadura no se siente, solo al cabo de unas horas. El asunto es que toda esta zona esta afectada por sequía, favoreciendo el crecimiento de la población de estos bichos, asi como los zancudos.

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Milvago chimachima

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Camino hasta Villavieja: buen asfalto, poco trafico, pero poca sombra.

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Dos ciclistas, un camino.

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Carlos, refrescando nuestro camino.

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Sudor de espalda: esto no es un simulacro.

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En la periferia oeste del Desierto de la Tatacoa, camino de ripio sin numero.

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Túnel y puente saliendo a la ruta 45. El rio que cruzamos es el Madgalena.

Todo este tramo fue bastante difícil (y no por el ripio) sino porque fue una carrera contra el medio: entre 10 AM y 15 PM el calor es intenso y es muy duro pedalear, en tanto que durante el atardecer aparecen las chitras junto con los zancudos hasta el amanecer… y así se repitió la rutina por varios días hasta que al llegar a Ibagué, capital del departamento de Tolima, a 1285 msnm, baja un poquito la temperatura, como la presencia de chupasangres.

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Ni idea el nombre de este reptil, pero me impresionó su tamaño. 

Al encontrar un anfitrión por CS, aprovechamos el tiempo para buscar una nueva colchoneta inflable para mí, ya que hace la aparición de una burbuja de aire. Sylvain también tuvo la misma experiencia en Indonesia y me advierte que es el principio del fin. Recorrimos la ciudad sin suerte, así que postergamos la búsqueda de la colchoneta hasta la próxima gran ciudad: Medellín.


De Lima a Huánuco: de vuelta a la cordillera.

Planificamos la salida de Lima a través de la ciclovía de la avenida Universitaria. Su extensión en papel impresiona, pero en la practica ésta se encuentra en pésimo estado, aunque a la fuerza si se puede transitar (nunca tan dramático!).

De vuelta a la Panamericana, desde la salida norte de Lima a Barranca, la cantidad de trafico se mantiene hasta el cruce con la ruta 14, camino con dirección hacia Huaráz, “filtrando” la mayoría de los camiones y buses que vienen desde el sur.

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Ruinas de Paramonga, al norte de Barranca.

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Un poco de vida silvestre cerca de la Panamericana.

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El paraíso si existe en la Tierra, y está en Perú.

Además de haber menos vehículos en circulación, los paisajes costeros se repiten hasta Casma, nuestro último paraje aledaño al océano Pacífico. En particular, el tramo entre Huacho y Barranca se nos hace muy complicado para acampar, tanto así que acudimos al recurso de esperar hasta que se oscurezca y acampar en un terreno privado. Por supuesto, como es de esperar en este tipo de situaciones, al día siguiente antes del amanecer, aparece el guardia, quien necesita asegurarse que no somos peligrosos: una conversación sencilla nos da unos minutos más para empacar y largarnos de allí.

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Uno de los pocos lugares aledaños a la Panamericana donde no sentimos que estábamos invadiendo propiedades.

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Con una ruta de lujo, pero sin mucho para distraer la vista.

Desde Casma comienza el ascenso hacia la cordillera Negra por la ruta 14A. El clima y las condiciones topográficas hace de este tramo el llamado “pueblo sin fin”: plantaciones de mangos, plátanos, manzanas, etc, y con estas casa tras casa, mototaxis y perros. La palabra desafío encaja perfecto a la hora de encontrar un lugar para acampar entre todo esto.

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El inicio del «pueblo sin fin». Camino hacia Huaráz, ruta 14A.

En el tramo sufro un pequeño accidente en Rurarsharsh: un resbalón en un badén baboso, producido por la escasa agua que corría por allí. Del porrazo quedo muy adolorida, sobre todo porque recibí toda la caída en mi codo izquierdo. Pero más que el cuerpo es el espíritu que sufre por dos motivos: primero porque pude evitarlo y segundo porque, a pesar de que había mucha gente viéndonos transitar en ese minuto por el camino, nadie se acerco a ayudarme o a preguntar. NADIE. Con esto no trato de resaltar la importancia de mi persona, sino la falta de empatia de la gente que vive por estos lados, pero si la idiota insistencia de gritar cosas al vernos pasar, siempre a nuestras espaldas por supuesto. El peor grito de todos se reduce al simple “¡GRINGOOO!”, el cual podría parecer simpático hasta folclórico para muchos, ya que la mayoría de las persona que gritaba esto eran quechuas. Claro, una vez a la mil puede parecer tolerable, pero imagínense en esta situación durante 4 días seguidos, donde cada pueblo de no mas de 300 habitantes y que 2/3 de la comunidad te grita lo mismo y el resto se ríe, sin ofrecer nada amable a cambio, y por nuestra parte con el sudor en la frente, el ácido láctico en las piernas y la ira acumulada en la garganta, aguantando no decir nada inapropiado, ¿por qué?, porque ellos son campesinos indígenas y se merecen nuestro respeto… Da para pensar. Muchas veces respondimos: que no somos gringos, que es una falta de respeto, que vaya a aprender geografía… pero fue tan inútil como instalar un cenicero en una moto.

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La vista después de Chacchan, el pueblo que queremos olvidar.

Ese mismo día más tarde paso algo particular: “la gota que rebalsó el vaso” fue cuando conocimos a un agricultor quechua que circulaba en su bicicleta. Claramente nos llamo la atención y conversamos con el durante la subida. Luego de que mencionó donde vivía y que ya había dejado acampar a un ciclista en su patio años atrás, le pregunte si nos daba espacio para dormir esa noche, ya que en el valle los espacios mas o menos planos ya estaban habitados. El accedió muy amablemente y seguimos conversando en la subida. Todo indicaba que dentro de todo, había gente generosa en el camino. Lo que no esperábamos es que al llegar a su pueblo, Chacchan, seriamos algo así como el “circo”, la atracción principal del mes, y que además de no contar con el patio que nos prometió (aquí quizás tuvimos un problema de idioma), unos de los guardias del pueblo se encontraba ya en evidente estado etílico y se nos pegó como lapa con su balbuceo. Y pensar que estábamos tan cerca de tener un lindo recuerdo de la gente de la sierra Peruana. Ya eran casi las 7pm y luego de varios minutos en pensar que haríamos, rodeados de personas mirando todos nuestros movimientos, decidimos bajar un kilómetro, siempre con el coro ignorante de fondo “¡gringooo, gringooo!” hasta una parte apropiada para acampar, suficientemente escondida de los pobladores. El anochecer ayudo a que nuestra carpa pasara más piola y que el mal rato se disipara.

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¡Arranca, Luz, que aun se escuchan los gritos!

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Este camino es muy lindo, pero hay partes donde no dan ganas de mirar.

Al día siguiente la subida sigue y los gritos se mantienen. Esta vez optamos por lo más sencillo: ignorar, ponernos los audífonos y dejar que la música callará los comentarios que no necesitábamos. Al fin y al cabo la educación de un pueblo, por fortuna, no es tarea nuestra.

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Las nubes van bajando cerca del Paso Callán.

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Pero seguimos subiendo.

En la subida conocemos a un ciclista de ruta mexicano, Eduardo, quien nos da un poco de orientación con respecto a la distancia del paso Callán, a 4204 m.s.n.m. El apuro surge porque creemos que lloverá, pronóstico que se cumple justo cuando comenzamos a almorzar. Con la comida mojada, nos apuramos en engullir y terminar los últimos 3 kilómetros de la subida. En la cumbre las nubes se mueven y la lluvia se detiene, la primera vista a la Cordillera Blanca es mejor de lo que esperábamos. Se puede ver la ciudad de Huaráz, donde nos hospedamos con la familia de Fredy. Lo que entonces parecía molesto, ahora es cómico, ya que la madre de nuestro anfitrión, es quechua y trata a Sylvain de gringo, como si nada. ¡Pff! Pero como no queremos cometer un impasse, no decimos nada y dejamos pasar esto a cambio de la hospitalidad.

YAY!

YAY!

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A pesar de la lluvia, juntos y satisfechos de cumplir la misión del día.

Cordillera Negra a la izquierda, cordillera Blanca a la derecha.

Cordillera Negra a la izquierda, cordillera Blanca a la derecha.

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Vista de la ciudad de Huaráz, a mi parecer la ciudad más bonita que vimos en Perú.

El 21 de noviembre seguimos el camino, en dirección a Huánuco por la ruta 3N, una de las principales de Perú. Tenemos dos días nublados hasta que llega la coronación lluviosa en la subida al paso Yanashalla, a 4720 m.s.n.m. Este podría parecer impresionante por su altura, pero debo decir que la pendiente del camino pareciera que esta hecha especialmente para camiones, así que el esfuerzo es progresivo. Claro esta, cuando la lluvia y el viento llegó en los últimos kilómetros, ¡otra cosa es con guitarra!.

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Los nevados de la Ruta de Pastoruri, Cordillera Blanca.

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En la Ruta 3N, entre Huaráz y Conococha.

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Una ultima bajada antes de volver a subir.

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Y asi comenzó el ascenso a los 4720 m.s.n.m.

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Y asi terminó. No puedo decir que la vista era espectacular, pero al menos no quedamos tan empapados con la lluvia.

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Vista hacia el noreste del Paso Yanashallá.

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El esfuerzo del ascenso y aguantar el frío no significa que lo pasemos siempre mal.

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Gaviota andina.

Gaviota andina.

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Vista del valle del rio Vizcarra.

En la bajada el asfalto comienza a perder su calidad al cruzar Huallanca hasta prácticamente Huánuco. Tramos sin asfaltar, innumerables baches e intentos fallidos de parches hacen de esta parte del camino algo inesperable, ya que en el mapa se indica que está asfaltada y como ruta principal se espera algo de mejor calidad y seguridad.

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Un ejemplo del estado de la ruta 3N entre Huallanca y Huánuco. De repente olvidábamos que esta es una ruta principal.

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Sylvain «MacGyver» Alleg en acción.

Todo esto le pasa la cuenta a mi parrilla frontal, que al ser de aluminio finalmente se rompe en una unión. Luego de dos horas de un improvisado arreglo, Sylvain “MacGyver” Alleg logra arreglar mi parrilla, para que al menos aguante hasta Huánuco, donde nos recibe Midori y su familia, quienes tienen una panadería/pastelería, la perdición para todo amante de las masas. A los kilitos en nuestros cuerpos se suman los días de pausa, esperando que las lluvias pasen, hasta que nuestra estadía se extiende casi una semana. ¡Gracias a la familia Villanueva Guerrero por su paciencia y cariño!

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Sylvain bajando a Huánuco…

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Luz no se queda atrás.

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🙂

¿En serio?

¿En serio?

Con Midori, afuera de la panaderia familiar.

El dia de nuestra partida hacia el Amazonas peruano con Midori, afuera de la panadería familiar.


De La Paz hasta Arequipa, Perú.

¡Nos vamos de La Paz! 12 días fueron suficiente para nuestra estadía allí. Y salimos de la ciudad en compañía de los franchutes en tandems; otras dos parejas que como nosotros también sellaron su vinculo de amor con un viaje a punta de pedal.

Para llegar a El Alto es necesario salir por la autopista y para nuestra fortuna, el 20 de septiembre hubieron elecciones del departamento, por lo que había menos trafico del usual para un día domingo. Así que con las pistas con trafico de ciclistas, skaters y algunos corredores (“runners” para los siuticos) llegamos al mediodía a El Alto, donde los seis tuvimos nuestro ultimo almuerzo juntos y nos despedimos, ya que los chicos partían hacia el sur, a recorrer la ruta que hicimos por el altiplano Chileno.

Un momento de descanso. Subir la autopista de La Paz a El Alto puede que no sea tan dificil como otras rutas, pero despues de varios dias de descanso el cuerpo pide un relax.

Un momento de descanso. Subir la autopista de La Paz a El Alto puede que no sea tan difícil como otras rutas, pero después de varios días de descanso el cuerpo pide un relax.

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De izquierda a derecha: Alexine, Bastien, Sylvain, Laetitia, David y Luz, disfrutando de los últimos momentos juntos antes de separar nuestros caminos.

Ya en la Ruta 2 el camino se diversifica en varias direcciones, dada la variedad de destinos turísticos alrededor del Titicaca. Pero en Huarina tomamos la ruta 16. En Achacachi probamos algo que muchos ciclistas nos habían comentado, dormir en un alojamiento (de 10 a 15 bolivianos por persona), ¿qué tan malo podría ser? Tomamos la pieza y fue una pésima inversión de dinero: era un basural, no tenia donde enchufar nada y el baño era una mierda -casi literal- ya que no se podía tirar la cadena. En resumen, pagamos solo por tener techo y un poco de agua (no potable), pero incluso para ser tan barato no lo valía.

Una postal no tipica. Un hombre ebrio por el alcohol medicinal (lo vi tomar un par de sorbos en frente a mi) molesta a Sylvain en lo que creemos es quechua. Lamentablemente, el consumo de este tipo de alcohol en Bolivia parece ser más comun de lo que parece.

Una postal no tipica en Achacachi. Un hombre ebrio por el alcohol medicinal (lo vi tomar un par de sorbos en frente a mi) molesta a Sylvain en lo que creemos es quechua.Lamentablemente, el consumo de este tipo de alcohol en Bolivia parece ser más común de lo que parece.

Al día siguiente, el viento soplaba con fuerza y ante el escaso espacio para acampar cerca de Carabuco, comenzó la búsqueda por un lugar. Finalmente, conocimos a un abogado, que resulto ser un fiscal con influencias en los lugareños, consiguiendo un salón en una radio local donde dormimos bastante bien.

¿Che Guevara? ¿Que te pasó?

¿Ernesto, qué te pasó?

Una cancha de pasto sintetico resalta en medio del verde natural.

Una cancha de pasto sintetico resalta en medio del verde natural.

Camino a Puerto Acosta comienzan aparecen plantaciones de Pino y Eucalyptus, no precisamente algo que se espera ver por estos lados. Aun asi la ruta por el lado norte del Titicaca es poco congestionada, por lo que apreciar el paisaje humano y natural es bastante mas agradable que por el lado sur, zona de turismo y toda la fauna de mochileros. Consideren que por ese lado se encuentra Copacabana, Tiwanaku y el puesto de control de migración hacia el Perú.

Un gobierno no deberia ser representado solo por su presidente.

¿Culto de personalidad o simple promoción?

No, no se entusiasmen. Los lugareños no nos estan dando la bienvenido, solo estan ensayando :(

No, no se entusiasmen, los lugareños no nos estan dando la bienvenida, solo estan ensayando 🙁

Vamos que se puede! Nada nos detendrá!...

Vamos que se puede! Nada nos detendrá!…

Una granizada nos pilla en el camino. Solo queda esperar.

…pero si una granizada. Solo queda esperar.

Titicaca con un cielo totalmente despejado.

Titicaca con un cielo totalmente despejado.

¿Posible erosion del suelo por la tala de monocultivos de Eucalytus?

¿Posible erosión del suelo por la tala de monocultivos de Eucalytus?

Después de Puerto Acosta, y luego de obtener el timbre de salida de Bolivia, entramos por un camino de ripio que nos lleva hasta Perú. Sorprendentemente por este lado no hay puesto de control de migración, y el tramite de obtención del timbre de entrada al Perú se hace en Puno. Se tienen 5 días desde la fecha de salida de Bolivia para obtenerlo o se paga multa. Ni idea cuanto es y como no quisimos averiguarlos empíricamente.

Bueno, volviendo al tema del camino. En Puerto Acosta hacia el oeste comienza el ripio y hay 3 caminos para llegar a Perú. Nosotros tomamos el que esta mas cerca del lago, para así tener mejor vista. Los policías nos dijeron que era difícil pero como somos porfiados nos fuimos por ahí igual. El camino resulto ser al principio bastante inclinado y rocoso, por lo que tuvimos que empujar las bicis al menos 1 km. Luego se transformo en una pendiente aunque con el ripio más compacto, y ya terminada la cuesta se puede ver de nuevo el lago. En toda esta área solo vimos pasar una moto en todo el día, eso indica la dificultad del tramo. Es agradable después de varios días poder apreciar el lago sin escuchar ruidos de fondo, salvo las aves, uno que otro ladrido de perro y algunos niños que nos gritan “gringooo!” o “jelouuu!”.

 

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«Yo no queria posar, pero ya que insistes».

El inicio del camino hacia Peru desde Puerto Acosta. ¿Facil? te invito a hacerlo.

El inicio del camino hacia Perú desde Puerto Acosta. ¿Fácil? te invito a hacerlo.

A los pocos kilómetros divisamos un monolito que indica que llegamos a Perú. Si no fuera por eso no nos dariamos ni cuenta.

Entramos a Peru. A la izquierda de la imagen un monolito que lo prueba. A nuestras espaldas: el lago Titicaca.

Entramos a Peru. A la izquierda de la imagen un monolito que lo prueba. A nuestras espaldas: el lago Titicaca.

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El camino es duro, pero bello y silencioso.

El ripio continua hasta Tilali y luego el paisaje del camino es bastante monótono, pero no menos interesante: se ve el lago, plantaciones diversas, y algunos pueblos con muros tapados en propaganda política para las presidenciales 2017 del Perú.

De vuelta de nuevo al asfato, en Tilali, Perú.

De vuelta de nuevo al asfato, en Tilali, Perú.

¿?

¿?

Pasando Huancané el trafico aumenta y con ello el ruido. Aparecen por primera vez en nuestro viaje los mototaxis: vehículos únicos y con chóferes despreciables en general, muy comunes en Perú, que son conducidos por seres humanos que sus parecen haber reprobado el examen de conducir; usan la bocina para todo y no disminuyen la velocidad si te ven. Si escucha una bocina que no para de sonar en Perú, muy probablemente es un mototaxi.

Camino a Juliaca nos sorprende una tormenta eléctrica con granizo y lluvia. Por fortuna alcanzamos a refugiarnos en una estación de servicio o, como le dicen acá, grifo. Cuando baja la intensidad seguimos el viaje, ya que en Juliaca nos espera Geovanni, dueño de la casa de ciclistas de esa ciudad.

En esa ciudad llegamos un viernes tarde, por lo que no podemos hacer el tramite de migración al día siguiente. Descansamos el fin de semana y acudimos el día lunes a la oficina de migración en Puno. Allí, el hombre a cargo de dar el timbre de entrada a Perú, nos pregunta cuánto tiempo nos queremos quedar, a lo que yo respondo 6 meses (habíamos conocido a unos ciclistas que les dieron ese tiempo, así que lo intentamos). Luego pregunta el porqué necesitamos esa cantidad de tiempo. Le respondo que Sylvain quiere aprender español y que Chile es muy caro para tomar clases (no es talla!). El hombre asiente con la cabeza y pone los timbres en ambos pasaportes. 183 días de permiso para quedarse en Perú.

Volvemos a Juliaca muy felices con el resultado y al día siguientes nos vamos a Arequipa. Después de varios dias pensando que podríamos ir a Cuzco y permanecer en la montaña hasta el norte del Perú, creemos que como se acerca la temporada de lluvia, lo mejor es ir hacia Ecuador por la costa, exceptuando la ruta que va al norte de Trujillo, donde varios ciclistas y mochileros han sido asaltados a punta de pistola en el camino (tenemos fuentes).

Con Geovanni en Juliaca.

Con Geovanni en Juliaca, el dia de nuestra partida.

Para Arequipa usamos el camino de la 34A, donde circulan mayoritariamente buses y camiones. El camino es general no es difícil, salvo cerca de Laguna Lagunillas, donde hay mucho viento y pedalear después de las 4pm fue un suplicio.

Flamenco en la laguna Lagunillas.

Flamenco en la laguna Lagunillas.

Laguna Lagunillas vista desde el tope de la cuesta.

Laguna Lagunillas vista desde el tope de la cuesta.

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Esta es la familia Samo Mamane (falta el padre), quienes nos ofrecieron el patio de su casa para acampar en Crucero Alto. A esta familia quechua, le debemos una noche de descanso en nuestro camino.

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Cuando el camino comienza a bajar, se empieza a ver los nevados Chachani, Misti y Pichu Pichu. El tramo que va desde el peaje de la Reserva Nacional de Salinas y Aguada Blanca hasta Arequipa es 90% de descenso, así que hay que tener los frenos bien calibrados.

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Nublado y todo, igual disfrutando del paisaje.

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Mis amores.

Luego de varias semanas, vemos vicuñas nuevamente. Esta vez en Perú.

Luego de varias semanas, vemos vicuñas nuevamente. Esta vez en Perú.

Valles fertiles en el camino de descenso hacia Arequipa.

Valles fértiles en el camino de descenso hacia Arequipa.

Las cactaceas floreciendo.

Las cactáceas floreciendo.

Llegando a Arequipa. Ninguna novedad con estos letreros.

Llegando a Arequipa. Ninguna novedad con estos letreros.

El viernes 2 de octubre llegamos a Arequipa donde nos hospeda un nuevo miembro de WS. Solo mencionaré que su nombre empieza con M. Este hombre, aunque acepta amablemente a dejarnos dormir en su casa, no nos da la confianza que merecemos. La primera tarde que nos quedamos ahí no nos deja quedarnos solos en su casa, así que tenemos que salir con él al centro hasta las 9pm, a pesar de que estamos muy cansados. En la noche oímos ladrar a su perro mas de una hora, y no lo hace callar. Ok, suele pasar. A la mañana siguiente nos menciona que debe salir a jugar volleyball en la tarde, así que nos quedaremos solos en casa desde las 12pm hasta las 18hrs. Yo le pido si tiene llaves extras para poder hacer nuestros tramites sin que tengamos que dejarlo esperando en su casa, me dice que no hay más. Ok, mucha gente no hace copias de su casa. Lo que no contábamos es que cuando sale en la mañana a hacer sus cosas nos deja bajo llave en su casa. Muy molestos, empezamos a pensar que hacemos. No podemos ni siquiera escalar la reja para salir! Al menos hay internet y logramos hacer funcionar el teléfono de su casa, por lo que comenzamos a buscar una hostal para quedarnos ese mismo día, en cuanto podamos salir de esta “cárcel” donde el nos puso. Hacemos la reserva y esperamos que vuelva para irnos. Cuando llega le explico que nos vamos y que debe aprender a confiar, sobre todo si tenemos referencias siendo huéspedes o anfitriones. En resumen, creemos que como no es ciclista, no tiene NI IDEA de nuestro esfuerzo y necesidades.

Estamos en la hostal por dos noches y el lunes partimos donde otro anfitrión, esta vez de Couchsurfing: Pedro, quien nos recibe con la libertad que buscamos, aunque no conversamos mucho con él.

Llego mi turno de renovar el "look".

Llego mi turno de renovar el «look».

Ya con el cuerpo descansado y la mente un poco inquieta por partir, nos despedimos de Arequipa el jueves 8 de octubre. Hay que comprobar si la Panamericana es tan aburrida como dicen.


De Colchane a Chungará, Chile: Circuito de áreas protegidas CONAF.

Primero que todo: en esta parte del viaje prefiero no llenar la pagina con texto sino con fotos, ya que creo que la belleza de la ruta no se puede dar a conocer de otra forma. Espero les guste.

Como dato extra recomiendo hacer todas las compras de comida en Colchane o Putre, porque aunque los mapas muestren pueblos, no siempre hay gente.

altiplano Chile en bici

Nuestro recorrido resalta en la linea azul. La entrada a todas las areas protegidas CONAF, dentro del recorrido y a la fecha, es liberada.

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Al frente de la iglesia de Isluga, que data del siglo XVII. El pueblo se encuentra despoblado, por lo que encontrar agua o alimentos allí no es posible.

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Vista del volcán Isluga en el parque nacional con el mismo nombre.

Luego de pasar por Isluga, a unos 10 kilómetros aparece el pueblo de Enquelga, allí se encuentra la oficina de administración del Parque Nacional volcán Isluga, donde nos atendió una amable agronoma iquiqueña llama Maria José, quien se dio el trabajo de responder a todas nuestras dudas, incluso llamando por teléfono a su jefe que no se encontraba allí. Gracias a ella, algunas de nuestras preocupaciones se eliminaron en los próximos días. También me dio un libro y algunos folletos de donde he sacado algo de información para completar este texto.

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Recorriendo por el costado del Bofedal de Arabilla. Los bodefales son sectores de suelos permanentemente sobresaturados de agua y vegetación con cojinetes compactos.

No aparecen muchos vehiculos en el camino, pero si llamas que no pierden oportunidad de salir en la foto.

Durante este día no aparecen muchos vehículos en el camino, pero si llamas que no pierden oportunidad de salir en la foto.

Sylvain en el mirador de Suricayo.

Sylvain en el mirador de Suricayo.

Llaretas milenarias al pasar.

Llaretas milenarias al pasar.

Más adelante encontrariamos el que seria nuestro refugio esa noche. Debo destacar que este tipo de vivienda deshabitada no es rara en la zona, pero antes de usarla hay que limpiar bien y por supuesto usar siempre la carpa adentro.

Más adelante encontraríamos el que seria nuestro refugio del frío esa noche. Debo destacar que este tipo de vivienda deshabitada no es rara en la zona, pero antes de usarla hay que limpiar bien y por supuesto usar siempre la carpa adentro.

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Otro pueblo (Virgen del Carmen) sin habitantes.

Panoramica del camino. MUY IMPORTANTE: para hacer esta ruta se debe llevar mapa especifico de la zona y una brujula, porque por los costados hay caminos paralelos sin señalizacion.

Panorámica del camino. MUY IMPORTANTE: para hacer esta ruta se debe llevar mapa especifico de la zona y una brújula, porque por los costados hay caminos paralelos sin señalizacion.

Rompiendo el hielo, literalmente, al cruzar un arroyo en la ruta A-395.

Rompiendo el hielo, literalmente, al cruzar un arroyo en la ruta A-395.

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Cuando pensábamos que no íbamos a ver nada más salvo llamas y montaña aparecen corriendo velozmente suris (Rhea pennata garleppi), aves no voladoras que alcanzan una altura de 1,40 metros. Por suerte alcanzamos a fotografiar algunos a la distancia, como queriendo camuflarse entre los camelidos.

En unos instantes despues vemos correr hacia las rocas otro animal. Resulta ser no solo una, sino que varias vizcachas que suelen divisarse tomando sol en los roquerios altiplanicos. A diferencia de los suris, estos roederos se dejan fotografiar.

Unos instantes después vemos correr hacia las rocas otro animal. Resulta ser no solo una, sino que varias vizcachas que suelen divisarse tomando sol en los roquerios altiplanicos. A diferencia de los suris, estos roedores se dejan fotografiar.

Luego de almorzar con las vizcachas haciendonos compañia, seguimos el camino para divisar este letrero, que indica la bifurcacion del camino: a mano izquierda sube una cuesta mucho más dificil que lleva al Salar de Surire, en cambio a la izquierda, el camino lleva al mismo lugar, con una cuesta más suave pero pasando por parte del territorio Boliviano. Siguiendo la informacion que nos dieron en Enquelga, tomamos la ruta de la mano izquierda, esperando que la mayoria de las minas antipersonales hayan sido retiradas.

Luego de almorzar con las vizcachas haciéndonos compañía, seguimos el camino para divisar este letrero, que indica la bifurcación del camino: a mano izquierda sube una cuesta mucho más difícil que lleva al Salar de Surire, en cambio a la derecha, el camino lleva al mismo lugar, con una cuesta más suave pero pasando por parte de territorio Boliviano. Siguiendo la información que nos dieron en Enquelga, tomamos la ruta de la mano derecha, esperando que la mayoría de las minas antipersonales hayan sido retiradas.

La cerca con alambres de puas y el Hito que dice "Bolivia" indican que por un par de kilometros nos hemos salido de Chile. Pero contrario a lo que muchos pensarian, acá no hay militares resguardando la frontera.

La cerca con alambres de púas y el Hito que dice «Bolivia» indican que por un par de kilómetros nos hemos salido de Chile. Pero contrario a lo que muchos pensarían, acá no hay militares resguardando la frontera.

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Y la cuesta «suave» hacia Surire comienza.

A veces no todo se puede hacer en bici. Terminamos la cuesta sanos y salvos, pero empujando. Hasta luego Bolivia!

A veces no todo se puede hacer en bici. Terminamos la cuesta sanos y salvos, pero empujando. ¡Hasta luego Bolivia!

Todo esfuerzo vale la pena. El Salar de Surire nos da la bienvenida...

Todo esfuerzo vale la pena. El Salar de Surire nos da la bienvenida…

... y tambien las Termas de Polloquere, son sus aguas termales a orillas del Salar. ¿Quien necesita traje de baño cuando se tiene las termas solo para nosotros?

… y también las Termas de Polloquere, con sus aguas termales a orillas del Salar. ¿Quien necesita traje de baño cuando se tiene las termas solo para nosotros?

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A unos pocos metros: un joven flamenco buscando alimento (muy probablemente) en las aguas termales.

El camino que va por el lado sur del Salar de Surire (A-319) se bifurca hasta el oeste y norte; hacia el norte seguimos por la A-235 que llega hasta la guardería de CONAF (donde no había nadie) y más adelante a la mina de borax, donde ademas de darnos agua potable, nos ofrecen un contundente almuerzo que por supuesto no dejamos pasar.

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Rumbo a Guallatire. El camino se torna a veces más arenoso, muy probablemente por el alto trafico de camiones entre la mina de bórax (aledaña al salar) y el camino que va a Putre.

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Flamencos en Laguna Paquisa, en Reserva Nacional Las Vicuñas.

Camiones a la vista.

Los camiones son presencia constante en el tramo, pero al vernos bajan la velocidad, incluso algunos paran y saludan desde la ventana. Creemos que es política de la empresa, por tener faena en una area protegida.

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Rio Lauca, a unos 10 km al sur del Guallatire, nuestra próxima parada.

Volcán Guallatire al fondo.

Volcán Guallatire al fondo.

Después de pasar la noche en una caballeriza de los carabineros de Guallatire (a pesar de que el generador de electricidad funciono hasta las 3 am con nosotros tratando de dormir), partimos a la termas de Churiguaya (gratis pero extremadamente calientes para ser confortables). Este camino, que sale desde la ruta A-235 hacia el este, también llega a Chungará y tiene la ventaja de ser más corto y sin trafico de camiones. Luego de las termas hay una cuesta que lleva al limite sur del Parque Nacional Lauca, para finalmente tener una gran vista del volcán Sajama. Bolivia esta solo a un paso.

Terminamos la cuesta que nos lleva al Parque Nacional Lauca. Desde aqui, ya todo es bajada hacia Chungará.

Terminamos la cuesta que nos lleva al Parque Nacional Lauca. Desde aquí, ya todo es bajada hacia Chungará.

Como un cono perfecto se erige el Volcán Sajama.

Como un cono perfecto se erige el Volcán Sajama.

Y en esta parte, encontramos una apacheta, que es una expresion religiosa de los aymaras, donde los viajeros colocan una roca como muestra de agradecimiento a la Pachamama.

Y en esta parte, encontramos una apacheta, que es una expresión religiosa de los aymaras, donde los viajeros colocan una roca como muestra de agradecimiento a la Pachamama.

Este circuito es muy lindo y no tan difícil como parece, solo basta ir bien preparado para el frío y con las raciones de comida y agua necesarias. Si quieren hacerlo se puede en menos de una semana, ya que nosotros salimos un domingo (30 /08/ 2015) de Colchane y llegamos el viernes (4/ 09/2015 ) siguiente a Chungará, a una velocidad que nos permitió apreciar todo.


Desde Salta hasta Villazón, Bolivia.

Después de casi 10 días de sedentarismo y ganar volumen en Salta, continuamos nuestro rumbo el domingo 28 de junio esperando poder cruzar a Chile por el Paso Jama.

Nos dirigimos a San Salvador de Jujuy, o simplemente Jujuy, por la ruta 9; en la cual no se ven buses y camiones debido a su naturaleza sinuosa, prefiriendo estos la alternativa más segura de circular por la ruta 34, y habiendo andado por este camino puedo entender el porqué. La 9 es tan sinuosa que cada carril de la calzada no da el ancho de un auto. En resumen: pareciera que fuera una ciclovía un poco más ancha de lo normal.

El ancho de la ruta 9, en el sector de la cornisa, da a pensar que nos encontramos en una ciclovia.

El ancho de la ruta 9, en el sector de la cornisa, da a pensar que nos encontramos en una ciclovia.

Entrando en terreno firme por la ruta 9, nos vemos rodeados por densa vegetación: hemos entrado al sector llamado La cornisa. Frondosos árboles, flores arbustivas y la presencia de aves cantoras dan la sensación de que no estamos precisamente en el norte argentina, sino que nos trasladamos al bosque templado lluvioso del sur de mi país. Como fan de este tipo de bioma, sentí nostalgia durante todo este tramo. Muy lindo para recorrerlo en bici.

Vista al embalse Las Maderas y el bosque del sector La Cornisa, Ruta 9.

Vista al embalse Las Maderas y el bosque del sector La Cornisa, Ruta 9.

La ruta 9 continúa y al día siguiente empezamos a entrar a la Quebrada de Humahuaca, Patrimonio cultural de la UNESCO. Personalmente, creo que esta zona es bien bonita, pero no viví nada que me haría pensar en patrimonio. Sin embargo, causas debe haberlas, porque turistas convencionales los hay.

Flores embelleciendo el camino en la Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy.

Flores embelleciendo el camino en la Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy.

Volviendo al tema de la Quebrada: ya subiendo hacia el norte me doy cuenta que mi condición física no me acompaña, no me he curado al 100% del resfrio salteño. Entre lagrimas de impotencia le explico a Sylvain que tengo miedo (si, miedo de verdad) de cruzar Paso Jama en este estado. Las noches extremadamente frías y el fuerte viento me hacen pensar un mal escenario para mis entonces frágiles bronquios.

Sylvain es un hombre muy comprensivo y pragmático, y me dice que hay un plan B: entrar a Chile por Bolivia, que aunque demore un poco más, será menos fuerte para nuestra salud física, y así poder llegar a Calama donde mi buena amiga Paola nos espera hace días, como también una encomienda que mi madre mando hace un tiempo.

Decidimos el cambio de itinerario en menos de 10 minutos, y con la nueva posibilidad seguimos adelante.

Adelante! que nadie avanza hacia atrás.

Adelante! que nadie avanza hacia atrás.

Ya pasando el cruce hacia Purmamarca, no hay vuelta atrás y comenzamos a adentrarnos aun más en la Quebrada, con la ruta 9 plagada (sin exagerar) de buses de turismo con dirección a Humahuaca, Tilcara o a la ciudad boliviana de Villazón, que roza con la frontera argentina.

El paisaje hasta Humahuaca es definido por cerros coloreados como la paleta de Van Gogh, la presencia del rio Grande y con éste la fertilidad vegetal decorando sus costados. Cuando nos alejamos del rio y avanzamos poco a poco en altura, las cactáceas y arbustos toman el protagonismo.

Vista de la Paleta del Pintor desde la ruta 9, en Tilcara.

Vista de la Paleta del Pintor desde la ruta 9, en Tilcara.

Colegas del camino: conocemos a Fiona, una cicloturista inglesa, que lleva casi un año recorriendo Sudamérica. Sin duda, ser mujer ya no es excusa para viajar sola :)

Colegas del camino: conocemos a Fiona, una cicloturista inglesa, que lleva casi un año recorriendo Sudamérica. Sin duda, ser mujer ya no es excusa para viajar sola.

La paleta del pintor sigue hacia el norte.

La paleta del pintor sigue hacia el norte.

Ya cerca de Abra Pampa, las llamas comienzan a aparecer, dándonos a conocer lo cerca que estamos de Bolivia.

Llamas en el camino indican la cercanía con Bolivia.

La llama que llama.

Muy cerca de Tres Cruces, al sur de Abra Pampa, alcanzamos altura, por lo que debemos cuidarnos del frio al dormir...

Muy cerca de Tres Cruces, al sur de Abra Pampa, alcanzamos altura, por lo que debemos cuidarnos del frio al dormir…

... y que mejor la capilla del cementerio para este par de ateos.

… y que mejor refugio: la capilla del cementerio para este par de ateos.

En Abra Pampa pasamos el día en una hostal, para asi tener un lugar donde ver tranquilos la final de la Copa América. El trofeo se define entre Chile y Argentina, por eso pensamos que la mejor opción es ver el partido en una zona neutra como una pieza privada, y evitamos cualquier conflicto con nuestros anfitriones. La inversión de nuestros últimos pesos vale la pena; Chile gana en casa con definición a penales.

La noche siguiente acampamos en plena pampa con el viento gritándonos mientras dormíamos. ¿Será que Argentina me esta castigando un poco por ser chilena? Pero todo tiene su fin y el 6 de julio llegamos a La Quiaca, donde nos abastecemos de agua antes de cruzar a Bolivia. Nota: muchos dicen que el agua potable de este país no lo es, y ya sabemos que Juan Segura vivió muchos años.

El trámite de cruzar a Bolivia es tan sencillo como caminar, ya que para muchos solo basta eso para entrar al estado plurinacional. Si se va a Villazón por el día, no se exige documento. En tanto, si se pretende estar en Bolivia más de dos días, ahí entra nuestro amigo pasaporte o cualquier documento de identidad. Aduana entrega el timbre y un papel de color verde que se debe entregar de vuelta a la aduana pertinente cuando se sale del país.

Probablemente este trámite de cruzar a Bolivia por acá es quizás uno de los más sencillos y rápidos en Sudamérica. Además, no hay control de equipaje – ¡más ahorro de tiempo!

Ya en Villazón se siente que entramos a otro país: el tráfico es más intenso, predominando los taxis y micros, las coloridas cholitas lucen sus vestimentas y los precios en general disminuyen en relación a Argentina. Finalmente, la presencia de niños trabajando nos indica lo que un letrero arriba de nuestras cabezas confirma: Bienvenidos a Bolivia.


Desde Jáchal hasta Chilecito, Provincia de la Rioja, Argentina.

Un punto importante es que en el tramo entre Jáchal y Talacasto, aunque no hay pueblos, si hay estaciones de trenes abandonadas cada 20-25 km, que sirven para dormir. Las que identificamos son: Ingeniero Sánchez (vialidad nos dio agua allí), Aldán Quiroga y Tucunuco.

Ruina de estacion de tren en ruta 40, camino a Jáchal.

Ruina de estacion de tren en ruta 40, camino a Jáchal.

Después de estas se llega a Niquivil, donde comienza el área urbana adyacente de Jáchal. Ya en esta ciudad, hay supermercados, lugares para acampar y para conectarse a internet. Respecto a este ultimo punto, solo pudimos acceder al WI-FI del ACA (automóvil club argentino) en la estación se servicio que queda en la esquina de 25 de mayo con Santiago Fuenes. Allí, solo basta con consumir algo y la internet esta a la disposición del cliente, además de acceso a baño y electricidad. Más tarde nos fuimos a instalar en el camping municipal gratis, que para nuestra sorpresa parecía solo un parque más con alta presencia de adolescentes pasando el rato como cualquier viernes que era. Habiendo pasado por esta etapa no hace mucho tiempo, sabíamos donde iba esto: alcohol + hormonas adolescentes ajenas= una noche de insomnio para nosotros, así que preferimos no usar este servicio, y acampar alejados de la ciudad. Debo advertirles que la alta densidad de motos tipo scooter en esta zona también puede afectar su sueño, así que aléjense del camino lo que más puedan.

Saliendo de Jáchal, a unos 25 km con dirección noreste por la ruta provincial 491 se llega a la Ciénaga de Huaco, con coloridas formaciones rocosas, humedales y una alta presencia de aves. Lugar perfecto para detenerse a observar y tomar algunas fotos, porque de verdad es hermoso.

Cienaga de Huaco.

Cienaga de Huaco.

Sigue la cienaga de Huaco con sus sinuosas curvas.

Sigue la cienaga de Huaco con sus sinuosas curvas.

Al llegar nuevamente a la ruta 40, el paisaje se torna muy parejo hasta Guandacol, y lo único que nos hace salir un poco de esta rutina son los problemas de pinchazos constantes, debido a la flora punk de estos lados, y los descansos para comer, tomar agua, ir al baño y simplemente estirar el trasero. Recomiendo llevar música para este tramo.

El tramo entre Guandacol y Villa Unión el camino va arriba y abajo, aunque muy suave, cruzando un par de badenes con agua permanente. En Villa Unión nos abastecimos de comida, agua, y en la plaza de armas hay internet pública. Algo que nos llamo la atención de acá, y también en Barreal y Jáchal, son los horarios de apertura: pareciera que entre 13 y 17hrs muchas tiendas cierran. No sé si será para capear el calor o que a varios les gusta dormir siesta, pero la cosa es así.

En Villa Unión preguntamos a la encargada de Turismo el estado de la cuesta miranda, porque sabíamos que eran 13 kms. de ripio. Ella nos dice que el camino esta cerrado – PLOP! – y que debemos tomar otra ruta con un desvio de casi 250 kms. para llegar a Chilecito. Un amigo nos había dicho que esta parte es muy linda y que debíamos pasar por ahí. Ya con eso en mente y, como somos personas que no se dan por vencidas tan rápido, buscamos una segunda opinión: la policía, quienes nos dicen que si se puede pasar por el costado, pero solo vehículos livianos.

Con esto dicho y arriesgándonos a que no nos dejaran pasar: partimos! Siguiendo por la Ruta 40, la cuesta miranda aparece en el camino, la cual esta totalmente pavimentada, excepto en el descenso (por el lado este) donde están terminando de construir. Es allí donde comienza nuestro real problema: no hay camino al costado! El camino para pasar estaba antes, pero no había señaletica de indicación! Hablo con uno de los trabajadores y culpa a los milicos; parece que en todos lados hay gente que no hace su pega. En fin: logramos pasar las bicis a puro ñeque por medio de torres de concreto, fierros y curiosos obreros que nos observan para por fin salir de este caos y empezar el descenso hacia Nonogasta. Créanme que fue un esfuerzo pasar por acá, pero el paisaje del valle es espectacular con sus colores rojos, majestuosos cactus y vista al rio Miranda.

Inicio Cuesta Miranda

Inicio Cuesta Miranda

Cuesta Miranda

Cuesta Miranda y sus colores encantadores.

Cuesta Miranda, con la vista hacia el valle del Rio Miranda.

Cuesta Miranda, con la vista hacia el valle del Rio Miranda. 

Rumbo a Chilecito, surgen 6 pinchazos en menos de 3 horas!!: tan lejos y tan cerca de llegar. Pff, pero la batalla contra la pinchuda flora sigue y finalmente llegamos a la casa de nuestro anfitrión de Warmshowers: Jorge, quien nos hospeda por 3 noches. Mil gracias!


Desde Santiago, Chile hasta Uspallata, Argentina

La salida desde Santiago la programamos para un día domingo en la mañana, evitando así la congestión de los otros días. Con todas alforjas listas, logramos salir a las 8:30 am del día 17 de mayo del 2015 desde el departamento de mi hermana en Ñuñoa, con la mirada fija en el objetivo de viajar solo por viajar, pero con la sensación de que algo nos faltaba; días después corroboraríamos esto en Uspallata.

Para el mediodía ya habíamos salido del gran Santiago con dirección a Los Andes, por medio de la ruta 57, la cual se encuentra tapizada de letreros prohibiendo el acceso a peatones, carretas, y por sobre todo a ciclistas. A pesar de estas advertencias seguimos nuestro rumbo, ya que la ruta cuenta con una buena berma que asegura una distancia prudente para transitar. Lamentablemente la seguridad se pierde al llegar al limite con la región de Valparaiso por la existencia del túnel Chacabuco, del cual ya nos habíamos enterado por nuestro mapa. Sabiendo esto, hicimos dedo durante una hora bajo un Sol que pegaba fuerte, solo para conseguir sed y frustración ya que nadie nos llevaba al otro lado del túnel. Al ver a uno de los trabajadores de la autopista en una camioneta, me acerque a preguntarle si nos podía llevar, y para nuestra sorpresa nos dijo que si avanzábamos 4 km más nos encontraríamos con un camioncito que nos ayudaría. Sin tiempo que perder, dimos vuelta al pedal nuevamente, pedimos asistencia de ruta y cruzamos el túnel gracias a este servicio que dispone la concesionaria de la Autopista. Vale destacar que este servicio se encuentra para cruzar en ambos sentidos, ya que el túnel cuenta con cámaras de vigilancia y nada pasa por alto. Así que si te surge la duda, nosotros damos prueba de que el servicio funciona, y mejor aun: ¡totalmente gratis! 😀

Camino no biciamistoso hacia Los Andes

Camino no biciamistoso hacia Los Andes

Ya en la Quinta Región, comienza el suave descenso hacia Los Andes, y con ello el paisaje se convierte de matorral seco a valles con arboles frutales y viñedos. Llegando a la ciudad, buscamos la casa de nuestros anfitriones, que nos hospedaron por dos noches, teniendo tiempo suficiente para cambiar pesos, comprar comida y revisar mapas e inclinación del terreno por medio de la pagina web https://www.openrunner.com/.

Entrando a la 5ta region y sus riquezas.

Entrando a la 5ta región y sus riquezas.

Partimos el 20 de mayo hacia el paso Los Libertadores por la ruta CH-60 con un poco de intranquilidad, ya que nos habían dicho que esa ruta no tenia berma y que el alto trafico de camiones hacia que el tramite de llegar al control de aduana fuera un tanto estresante para ciclistas como nosotros. Al pasar los kilómetros de nuestra salida de Los Andes, nos dimos cuenta que las opiniones estaban lejos de ser ciertas, ya que el camino tiene berma y que, a pesar del trafico de camiones, la mayoría fue bien prudente en tomar distancia, o al menos en reducir la velocidad al vernos.

Con esta configuración, llegamos al día siguiente a la temida cuesta Caracoles, o cuesta Juncal, la que también tiene berma en todo su trayecto, excepto desde la vuelta numero 29 hasta donde esta el Hotel Portillo. Este tramo, de menos de 2 kms, cuenta con una pista extra para vehículos lentos, así que se transita con seguridad, y créanme, los chóferes no se creen Schumacher cuando andan por estos lados. Incluso yo, que soy una persona precavida en ámbito vial, y hasta un poco miedosa, me sentí segura pedaleando con vista a la Cordillera, y vaya que se agradece poder compartir el camino con tal belleza de paisaje.

¿Ya llegamos ya?

¿Ya llegamos ya?

Otro dato importante, los cobertizos presentes en la ruta CH-60 no tienen berma, pero tienen caminos al costado, de ripio claramente, donde la bicicleta es bienvenida, salvo los dos existentes en la cuesta Caracoles. Estos los cruzamos por dentro, eso si: previamente revisamos que no venían vehículos detrás y usamos nuestros chalecos refractantes en caso de que la oscuridad se volviera absoluta, cosa que no sucedió. Creo que no esta de más mencionar que no es aconsejable escuchar música cuando se hace esto. Atención ante todo.

Ya cerca de las 16hrs llegamos al complejo fronterizo Los libertadores, donde de nuevo tuvimos que hacer dedo para cruzar el túnel Cristo Redentor. Al no tener éxito, y observando que la noche avanzaba hasta el lugar, nos instalamos con carpa y todo en un hotel abandonado a unos pocos pasos de la aduana, el cual nos sirvió un montón para capear el frío nocturno que se puede sentir a 3200 msnm. Al día siguiente, dándonos cuenta que aun no nos habíamos convertido en pitufos, y con el fin de semana del feriado del 21 de mayo presente, nos levantamos con la misma tónica de conseguir un camión que nos ayudara a cruzar el túnel, dado que funcionarios de la PDI y Aduana nos dijeron que esta era la única forma. Sin éxito decidimos continuar el camino hasta la estructura misma, pensando que quizás los chóferes tendrían mas piedad al vernos con el problema en la cara. Nuevamente, las circunstancias nos sorprenden y llegamos hasta una edificación antes del túnel, perteneciente a vialidad de Chile, desde donde sale un señor muy amable quien nos ofrece un aventón, con bicicletas incluidas, para cruzar este túnel de 3 kilómetros que comunica Argentina con Chile. Ante tal jugosa oferta subimos rápidamente al camión, y nos afirmamos con todo para llegar por fin a Gendarmeria Argentina, quienes entregan un papel indicando el modo de transporte y la cantidad de personas. Luego de esto, descendimos rápidamente al complejo fronterizo Horcones, donde el feriado del 21 de mayo más feriado del 25 de mayo argentino más paro de Aduana Chilena formaron una caótica situación de largas filas de vehículos. Siguiendo el consejo de mi sabio marido, que ha lidiado con este tipo de situación previamente, y considerando que ninguno de estos vehículos nos dio ayuda cuando la necesitamos, nos colamos (en buena si!) en la fila para obtener al fin los tan preciados timbres en nuestros pasaportes.

Continuando el camino en descenso, buscamos refugio del fuerte viento, típico de la pampa seca. ¡Eureka! Dentro del paisaje agreste y de tonalidad rojizas y amarillas, Sylvain divisa un camino y un letrero alrededor del km. 1160-1163: “Ranchillos, tambo incaico”, al parecer son ruinas, y como anillo al dedo para nuestra idea de protección contra el viento, y mejor aun, sin restos de caca humana como suele pasar en lugares así: no falta el estúpido que tiene que dejar su huella café justo en el medio de una edificación, teniendo una área verde y ventilada afuera de esta donde hacerlo. Eso si, si vas a usar una estructura así para pasar la noche, siempre pone la carpa, yo al menos pienso constantemente en vinchucas, aunque me digan los lugareños que no son comunes. Bueno, no esta de más mantener a algunos visitantes alejados.

Tambo incaico argentino; ideal para protegerse del viento y frio.

Tambo incaico argentino; ideal para protegerse del viento y frío.

Ya a 22 de mayo, llegamos a Uspallata, para comprar alimentos y conseguir suficiente agua para dos días sin ningún pueblo en la Ruta Nacional 149 (RN 149). Calculamos 13 litros, aunque no los usamos todos. Durante nuestra corta estadía es esta localidad nos damos cuenta de algo: NO COMPRAMOS ADAPTADOR PARA LOS ENCHUFES ARGENTINOS, era esto lo que nos falto conseguir en Chile!!. Pero el show debe continuar, y solo nos queda avanzar.