Archivo: 30 de diciembre de 2016

Estados Unidos: de San Diego a Phoenix.

Después de 4 meses en México el choque cultural fue inminente. Al pedalear las calles de San Diego, gracias a nuestro GPS humano, Sandra, nos vamos dando cuenta a grandes rasgos de las múltiples diferencias entre ambos países. Con la impresión inicial, pedaleamos desde la Frontera directo a la tienda REI (outdoor) en Chula Vista, para comprar dos colchonetas inflables nuevas. Ya era hora de hacer esto dado que las nuestras estaban sufriendo del «síndrome de la burbuja» por un tiempo ya y dormir en una colchoneta semi-inflada (para no hacer la burbuja aun más grande) es bastante incómodo. Satisfechos con la compra, nos dirigimos a la AAA (Asociación Americana de Automovilistas) donde Sandra, miembro de esta agrupación, nos consiguió gratis varios mapas de EEUU, específicamente de los Estados propuestos en nuestro plan de viaje. Finalmente nos despedimos de nuestra gentil amiga tijuanense en la puerta de la casa de nuestros anfitriones gringos. Allí nos quedamos 3 noches, lo suficiente para planificar nuestro viaje de las próximas semanas, comprar comida para sobrevivir un tiempo prudente sin ir a un supermercado y recibir una encomienda de neumáticos que compramos por Internet.

Con Sandra (de amarillo) haciendo Masa Critica por San Diego.

Los anfitriones nos ayudan lo suficiente, pero no nos sentimos cómodos y decidimos partir el 12 de septiembre, exactamente el día de mi cumpleaños número 31, porque como dice el dicho «mejor solo que mal acompañado», y especialmente en un día que podría ser de celebración. Desde que comenzamos a pedalear, estábamos acostumbrados a descubrir nuevos países y cambiar de a poco los hábitos dependiendo de la cultura de cada uno. Pero después de México, EE.UU. fue como entrar a otro mundo. Al principio, la diferencia de precios en abarrotes fue de hasta 4 veces más, incluso en tiendas de descuento. California tiene la reputación de ser muy cara y no es webeo: pareciera que todo el mundo quiere vivir ahí, a pesar de la sequía que afecta al Estado. Lo otro que nos llamo la atención fueron las reglas de lo «políticamente correcto»: tuvimos que acostumbrarnos a la forma de hablar de muchas personas con quienes es difícil entablar una conversación sincera, como la prohibición de ciertos chistes y palabras que podrían dañar la sensibilidad de algunos :/

Otro gran detalle, que cualquier otra persona del mundo enfrenta al llegar a Estados Unidos, es el uso del Sistema Imperial, donde las unidades de medidas no tienen ninguna relación entre si. Con las distancias usan millas, yardas, pies y pulgadas; para peso: onzas y libras; temperatura Fahrenheit y para volumen tantas unidades que no vale la pena aprender si estas de pasada. Se pasa mucho tiempo haciendo aritmética y es agotador.

Pero no todo es malo. El otro gran cambio fue la disminución, en general, del ruido ambiental (¡no más rancheras sonando a todo dar desde un auto!) y el respeto por el espacio personal en lugares públicos, que se agradece porque en un par de horas en el país del norte somos menos observados por miradas curiosas; situación que molesta por sobre todo a Sylvain, cansado de ser tildado como gringo en tierras latinas. Ya no más.

Siendo sinceros, pedalear dentro de las ciudades es sencillo y seguro comparado con países previos. El enfoque para ciclistas urbanos esta claro y las estructuras así lo permiten: ciclovias omnipresentes o al menos letreros que indican preferencia a aquellos que pedalean. Los conductores respetan las leyes del trafico y no hay necesidad de batallar con ellos, sea adentro o fuera de la ciudad. Ejemplo claro de esto es que existen varias rutas ciclísticas en todo EE.UU., como así lo indica el Adventure Cycling Association. Una de ellas es la Sierra Cascades Bicycle Route (ruta que va por la Sierra de California, Oregon y Washington), que planeamos realizar por un par de días después de salir de San Diego. Sobre esto me referiré en algunos de los siguientes párrafos.

Salir de San Diego fue un reto. La conurbación es gigante y la probabilidad de salir del área urbana el primer día es baja, incluso siguiendo la ciclovia que va por el río San Diego. Al medio día nos rendimos y tomamos en trolley (tren ligero) en la estación de Mission Valley Center hasta la estación El Cajón para tomar la ruta 18 y luego la 79, alcanzando la 80 hasta la 51, donde empezamos a circular en la Sierra Cascades Bicycle Route. En teoría esta ruta evita caminos principales y se adentra en zonas silvestres o rurales. Las mapas detallados de esta ruta se pueden comprar, pero son caros [US$15 cada uno] y de tramos cortos [cada mapa abarca alrededor de 800 km. y no la ruta completa]. Nosotros optamos por descargar gratis un archivo kmz de Google Earth y seguir la ruta desde el smartphone. Vimos los mapas y creemos que muchos pagan porque no tienen la experiencia de cicloviajes previos. No creo que es mala idea para los amateurs en esto, pero me parece un robo 15 dólares por un mapa que ni siquiera abarca la ruta completa.

En algún lugar de Cuyamaca Rancho State Park, California. Primer día en Sierra Cascades Bicycle Route.

Pedalear por parte de la Sierra Cascades fue agradable. Al sur de California la ruta pasa por algunas áreas llamadas National Forests, como Cleveland y San Bernardino. El camino no siempre es sencillo, pero el esfuerzo vale la pena para pasar varios días rodeados de bosque de coníferas y paisajes de chaparral. El camping furtivo (stealth camping) es prohibido en estas áreas, a menos que se indique lo contrario, pero no cambiamos nuestros hábitos tan fácilmente.

Por un lado del camino bosque…

… y al otro lado, a pocos kilómetros hacia el norte, vista hacia el desierto de Anza-Borrego.

En Warner Springs pasamos al Community Center a pedir agua, ya que en las gasolineras no hay agua gratis (tampoco aire para inflar) porque se tiene que comprar [para ser mas exactos US$1.50 por carga, que no tengo idea cuantos litros o galones serán]. Para nuestra sorpresa, es en este espacio comunitario donde cientos de viajeros cada año pasan a descansar o abastecerse dentro del famoso Pacific Crest Trail (yo me enteré de este circuito por la película “Wild”), por lo que conseguir agua, Wi-Fi y un espacio para acampar es común para los trabajadores de ahí. La amable mujer que nos atendió también nos regalo beef jerky, comida parecida al charqui.

Otro punto bueno para Estados Unidos es que el agua de la llave en general es potable. Aunque, como indique en el párrafo anterior, el acceso es lo complicado. Sin gasolineras, no hay muchos lugares donde conseguir agua gratis, especialmente en California donde llevan años con sequía. Claramente siempre es posible pedir agua algún buen samaritano que se encuentre regando su jardín, aunque el sabor del agua de la manguera no es igual. Afortunadamente, al pasar los días nos vamos dando cuenta que varias Oficinas Postales (los gringos son grandes usuarios de este sistema, ya que es eficaz y confiable) poseen un grifo al frente o detrás. Esto nos ahorra muchas peticiones innecesarias.

Seguimos nuestro viaje pedaleando por praderas y cerritos. Entre Aguanga y un poco mas allá de Anza, tomamos la ruta 371. Aquí empieza un denso trafico y, aunque no hay berma, se nota la paciencia de los conductores ya que ellos saben que tenemos preferencia por estar en Ruta Ciclística. Es un hecho, en EE.UU. la gasolina es barata [2,5 US$ por galón, o algo así como 430 pesos chilenos por litro] e incluso las autopistas (freeways) no hay peajes. Esto hace que durante los fines de semanas, por los caminos en áreas protegidas o de recreación, se llenen de vehículos con trailers e incluso RVs, equipados completamente para vivir en ellos y grandes como buses, realmente impresionantes de ver. Pero no solo todo el mundo conduce a todos lados, también quieren vivir en todos lados: muchos personas prefieren un ambiente más «natural» y construyen sus casas en plenas áreas silvestres como los National Forest. Después de todo si la bencina es barata, ir a la ciudad a trabajar o estudiar no debería ser gran diferencia.

 

Sylvain en la ruta 371. Aproveche de tomar la foto en una «ventana» sin tráfico.

Empezamos a ver por esta zona ademas muchos ranchos y una reserva indígena (Cahuilla), que por supuesto posee su Casino: como hay soberanía tribal se permite el juego adentro de las reservas, que en la mayoría del país es ilegal.

La noche llega y debemos descansar. Una oportunidad se presenta, observamos el colapso de un cerco al lado del Casino y se ve como la única opción a esa hora para encontrar un terreno para acampar, a pesar de que el acceso es inclinado. Debido a esto, más el apuro de no ser vistos por muchos conductores, Sylvain se apresura y ¡crack! se lastima la espalda. Este dolor persiste por varios días, pero nada que él dice no poder soportar.

A lo lejos el ascenso que nos llevará a Iddyl

El pedaleo continua por las rutas 74 y 243 para llegar a Idyllwild el 16 de septiembre, donde sufrimos un encuentro muy particular. Una mujer en su auto nos habla y insiste en saber donde pasaremos la noche, con incredulidad saludo y me alejo. Sylvain tiene un buen presentimiento y me insiste que nos tomemos un tiempo para conversar con ella. La mujer lleva el nombre de Nancy, y ha viajado durante años arriba de una embarcación con su marido, Ethan, y su hija, Zada, aunque por el momento están asentandos en este pueblo montañoso para trabajar y ahorrar. Esta singular familia viajera no solo nos dio alojamiento, también comida y grandes conversaciones en torno a la idiosincrasia americana que muchas veces le chocaba a nuestra anfitriona, sobre todo después de vivir muchos años afuera. Es extraño escribir esto, pero creo que por primera vez en EE.UU. nos sentimos a gusto y todo gracias a seguir el instinto de bondad que Sylvain percibió en esta familia.

Ethan me dejo usar su super maquina de coser, asi que aproveche.

Nancy, Ethan, Zada y Mancha (el perro mexicano). ¡Hasta pronto navegantes!

Partimos el 18 de septiembre y el dolor de espalda aun acompaña a Sylvain. Este día pasamos por la conurbación de Banning-Beaumont-Yucaipa, que consta principalmente de grandes extensiones de suburbios con banderitas y letreros de apoyo a los candidatos a Presidente. A final de este jornada maratónica (Más o menos de 100km) logramos salir de la zona urbana entrando a la ruta 38 y nuevamente entrar al San Bernardino National Forest.

Bosques de coníferas en el norte de Idyllwild, California.

Si no me equivoco, el nombre del Lago que se ve a lo lejos es Diamond Valley Lake.

Periferia de la Conurbacion Banning-Beumont-Yucaipa, California.

El viaje se vuelve agradable a la vista, con bosques y menos viviendas. Desde la ciudad de Big Bear Lake salimos del Sierra Cascades para adentrarnos a las áreas desérticas del Este de Los Angeles: en un par de horas pasamos de bosques de coníferas a serpenteantes dunas.

Ultimo camping en San Bernardino National Forest, CA.

Y con vista magnifica del Desierto de Mojave.

A pocos metros de nuestro lugar de descanso se encontraba un acceso al Pacific Crest Trail. Esta seria la ultima vez que veriamos parte de esta ruta, pero nunca vimos algun viajero pasar :/

¿Gansos en migración?

Descenso a Lucerne Valley, Ruta 18.

Exactamente el 21 de septiembre empezamos a adentrarnos al desierto de Mojave con destino a Apple Valley, donde conseguimos alojamiento por medio de Warmshowers. La mujer que nos hospeda resulta ser un dolor de cabeza, por dos cosas puntuales y que creo son fundamentales para ser un buen anfitrión: confianza y empatía. Primero, no nos deja quedarnos solos en casa: si ella sale, nosotros también debemos. Nunca nos dio la explicación para esto, y nos choco realmente porque, como anfitriones siempre prestamos un par de llaves a todas las personas que alojamos y más o menos algo parecido fue la dinámica en todas las casas que hemos estado. Esta bien que gente te hospede y sea desconfiada, pero es algo que se debe explicar al principio y no ser descubierto minutos antes de sentarse a almorzar: «tenemos que irnos» es algo que no quiero volver a escuchar segundos antes de engullir un delicioso Pollo al Curry, ¡no, señor!, ni menos cuando afuera hay una tormenta de arena para visitar un refugio de animales y ver gente rezar por las almas de perros y gatos. Con respecto a la empatia, en los días que estuvimos ahí nunca realmente conversamos, porque ella solo procedió a hacer monólogos interminables acerca de su perro (al cual trataba como un niño). Es muy extraño que alguien no te haga ninguna pregunta cuando vienes de tan lejos ¿en serio tan poco interés de conocernos?

Partimos aliviados de salir de esta casa grande pero tristemente habitada con destino a Arizona. Después de varios días de reflexión, concluimos que EE.UU. nos parece muy caro para usar los tres meses de Visa viajando hasta Utah y Colorado, así que sólo viajaremos por los Estados del extremo Suroeste. El plan fue salir de California para mas tarde viajar por los bosques altos de Arizona, pero antes debemos cruzar una amplia zona desértica por medio de la ruta 66. Afortunadamente nuestra entrada al desierto coincide con el fin del periodo de tormentas: que forman las temidas Flash Floods, que consisten en inundaciones rápidas y devastadoras en zonas planas y sin vegetación. Como algo parecido a lo que paso en la Región Atacama en 2015, pero más común.

Cuando llueve en el desierto, zonas como esta se tienen que evitar. Puede formar Flash Floods y no querrás estar ahi cuando eso pase.

Saliendo de Apple Valley entramos a la histórica ruta 66, carretera que con casi 100 años cruza de California a Illinois, y la hace el destino predilecto de motoqueros (estilo «Born to be Wild») y de cuanto viajero a base de petróleo se le antoje. Es famosa no solo por su extensión, sino porque es una ruta de bajo tráfico (perfecta para ciclistas) y, por lo menos lo que nosotros vimos, con pueblos que conservan el estilo del Lejano Oeste, así que olviden de encontrar grandes supermercados por estos lados. No solo encontrar comida a bajo costo fue difícil, también agua potable. El paisaje se vuelve tedioso a veces aunque viendo el lado amable, acampar es sencillo, ya que no hay cercos y muy pocas zonas habitadas en el desierto.

Crater Amboy, Ruta 66, CA.

Otra realidad: la ruta 66 en California esta super cerca de la linea del tren, casi paralela hasta Needles . Y ademas tiene un alto trafico, día y noche, con vagones pesados que forman una extensión de casi 1 kilómetro de largo. De cierta forma esto esta bien, podría significar ver menos camiones por los caminos, pero lo que molesta es que cuando el tren pasa cerca de una intersección o pueblo TIENE que tocar la bocina o claxon por varios minutos. Esta bien que haya seguridad, pero si existe una barrera con semáforo o un pueblo vacío ¿por que lo hacen? Cometimos el error de acampar muy cerca de la linea del tren la primera noche en esta famosa ruta. Pero aprendimos la lección rápido.

Pasando al lado de Mojave National Reserve, Ruta 66, CA.

El atardecer en el desierto siempre muestra sus mejores colores.

Además de la distancia con la via férrea, hay que poner ojo a no estar muy cerca de zonas habitadas por el hobby de disparar que tienen muchos. A pesar de que hay muchos Shooting Range (campo de tiro) varias personas prefieren ir al aire libre por ser gratis. Ethan en Idyllwild nos había mencionado esto sobre ciertas zonas de Arizona pero no lo compramos hasta que escuchamos los tiros a lo lejos durante el atardecer. ¡Olviden la cerveza para el relajo después de un largo día!, disparar un arma parece ser lo más eficiente en estas tierras. La parte divertida comienza cuando te empiezas a quedar corto de agua: ¿como mierda me acerco a una casa rodeada de cercos y letreros del estilo «No Traspasar, propiedad privada» o «Cualquier transgresor será disparado»? Es hilarante pensar que solo por pasar una propiedad de forma pacifica una persona tiene el derecho legal de disparar y matar. Sobre esto, vivimos una situación estresante con un hombre que nos amenazo con dispararnos por pasar su terreno, aunque no había ninguna advertencia explicita; le pedimos agua y nos negó porque se enfureció. Dijo que teníamos que comprar, porque estaba cansado que viajáramos sin plata (si, llego al punto de hacer absurdas conclusiones). Cuando ya nos íbamos, dijo que tenia un pozo y que podíamos beber esa agua. ¿Tanto costaba eso? Aceptamos, colectamos el preciado liquido y partimos. Cuesta creer que mucha gente se niega a esto, pero hay casos retardados en todos lados.

Traducción: NO TRASPASAR. VIOLADORES SERÁN DISPARADOS, SOBREVIVIENTES SERÁN DISPARADOS NUEVAMENTE.

Traducción al chileno: «Advertencia. Propiedad de un culiao loco con perros y armas automáticas. Cualquiera que se encuentre aquí de noche será encontrado aquí por la mañana»

A los pocos días llegamos a Needles, última ciudad que visitamos en California. Luego de abastecernos en la gloriosa tienda de 99 Centavos seguimos al valle de Mohave, formado por el rio Colorado, y que define nuestra entrada a Arizona. Este valle es amplio y eso se nota en la intensidad del viento, que nos hace batallar por la tarde hasta encontrar un lugar para acampar. El área dice ser parte del Bureau of Land Management (Oficina de Gestión territorial) que administra a nivel nacional las áreas publicas, en su mayoría usadas para recreación, por lo tanto, acampar no constituye quebrar ninguna ley sino un beneficio que entrega el Estado. Esta fue la ultima vez que pedaleamos por un área totalmente «abierta» (con la gran excepción de Gila National Forest en Nuevo México) y nuestro ultima acampada fácil.

..después de un par de horas el cielo se despejo por completo.

Lista para acampar…

…aunque el sitio tenga casquillos de balas (moneda para escala).

A la mañana siguiente volvemos a la Ruta 66 pasando por el pueblo de Oatman, pintoresco por sus burros vagos y su estética sacada de la Fiebre del Oro. Después de un par de kilómetros llegamos hasta el paso Sitgreaves (1080 m.s.n.m. ¡Meh!) y comenzamos a ver una gran planicie que nos indica nuestro próximo destino: Kingman, Arizona. Al acercarnos allí lo que más esperamos es tener mejor suerte esta vez con nuestra anfitriona. Elizabeth resulta ser amante de los animales, pero no loca por ellos y con la confianza para dejarnos solos en su casa, a pesar de que ella salio de la ciudad por un par de días.

Oatman.

Camino al Paso Sitgreaves, Ruta 66, Arizona.

Vista desde el Paso Sitgreaves, Ruta 66.

Luego de un gran descanso, el 3 de octubre seguimos nuestro camino por la ruta 66, nuevamente con la vía férrea paralela durante 3 días más. Después del pueblo de Ashfork, la 66 se fusiona con la ruta 40 que es autopista. A medida que nos fuimos acercando a Flagstaff y ganando altura, el panorama se vuelve mas boscoso, ayudandonos con el camuflaje al acampar, pero siempre con mucho cuidado por posibles personas trigger Happy que anden alrededor.

Nuevamente por la ruta 66, Arizona. Atrás Music Mountains.

En la ruta 40, al oeste de Flagstaff. La ruta 66 no existe aquí y no queda otra que tomar la autopista.

En las afueras de Flagstaff viramos de ruta a la numero 89, que nos lleva a un entorno de rocas rojas moldeadas por el tiempo, toda esta belleza dentro del Coconino National Forest.

Entrada al Valle de Oak Creek, AZ.

El descenso se extiende por varios kilómetros hacia Cottonwood.

Las rocas rojas comienzan a mostrarse.

Acercandonos al Slide Rock State Park, AZ.

Capta mi atención que la traducción de este letrero no este del todo bien, considerando la alta población hispanoparlante de Arizona.

Como consuelo de no haber ido al Gran Cañon, esto no esta nada de mal.

Al descenso hacia Sedona se le suma el calor. No obstante el sudor no durará demasiado pues cerca de Cornville nos espera ducha en casa de Geni y Pete, jovial pareja de septuagenarios ciclistas. Al llegar nos recibieron con una salida a su cervecería preferida y luego una deliciosa cena cocinada por Pete. Aunque Geni nos indica que tiene problemas para oír, no tuvimos inconvenientes en compartir pensamientos sobre la tensa situación política del momento con ellos, abiertos partidarios de Clinton. Rechazamos la estadía por mas de dos noches, no por antipatía, sino porque sentimos que nos estaban mimando mucho (Por ejemplo: Pete, el chef, no dejo cocinar a Sylvain) y continuamos a Phoenix por una atareada ruta 17. A estas alturas, el dolor de espalda de Sylvain comienza a disipar, pero en tanto terminó comenzó con un dolor de muela. Lo que sea que fuera, tendría que esperar hasta México a solucionarlo, ya que viajamos sin seguro y no pensamos en vender un riñon para costear tratamiento.

Con Geni y Pete, pareja hermosa de ciclistas. (Mis chalas y calcetines es por un caso de Pie de atleta que me afecto con el calor de acá).

Aquí un dato curioso: en poco mas de un día y medio juntamos decenas de monedas (principalmente de un centavo) tiradas en la berma, que se fueron sumando a otras. Creemos que muchas son desechadas a propósito, porque después de todo no valen tanto para los estadounidenses si es que todo vale más de un dólar en el mercado. Ya llegados a Phoenix colectamos casi 10 dolares en dos días de viaje ¿Quién dijo que el sueño americano no existía? ^^


Mexico: parte III (Peninsula de Baja California).

Alrededor de las 7am del 23 de julio, ya recién llegados al estado Baja California Sur, desembarcamos en muelle del ferry y pasamos al control del ejército (no estoy segura, pero concluyo esto por el uniforme camuflado que usaban), en el cual te pasan el equipaje por un detector de metales, muy parecido a los de los aeropuertos. Luego de la inspección procedimos a ubicarnos con el GPS del smartphone, después de todo no estábamos seguros de donde exactamente estaba ubicado este puerto. La sorpresa llegaría cuando nos damos cuenta que el muelle no estaba en La Paz, sino a 22 km. de esta. Bueno, viendo el lado positivo, al menos es temprano y no seria tan caluroso pedalear esa distancia. Al cabo de un rato llegamos a casa de Tuly, anfitriona de Warmshowers, con quien acordamos días antes en cuidar su casa y sus tres perros por un tiempo después de nuestra llegada. Tuly es muy amable y rápidamente establecimos una amistad. Pero dado que no queríamos quedarnos tantos días en su casa, nos fuimos a hacer un pequeño recorrido cerca (La Paz>Todos Santos>El Triunfo>Los Planes>La Paz).

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Caranchos sobre cactus (creo que a estas aves les dicen queleles por acá). Camino a El Triunfo, Ruta 1, BCS.

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Durante los tres días de nuestro viaje alrededor de La Paz, las nubes nos rodearon. En la foto parte del camino de El Triunfo a San Antonio.

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Ascenso progresivo desde Los Planes, Ruta 286. Lluvia que lejos de oscurecer nuestro día, lo refresco.

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Viendo el estado de este camino, nos alegramos haberlo hecho en ascenso y no lo contrario (miren esos baches a la derecha).

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La Paz al frente.

Después de este viajecillo, retornamos a La Paz el 28 de julio y nos quedamos hasta el 6 de Agosto. Principalmente use este tiempo para traducir un texto que Sylvain preparo meses atrás, y que actualmente se encuentra disponible como PDF aquí.

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Playa El Coromuel en La Paz – Unica vez que me metí al mar en todo el viaje. Mar con aguas tibias y ducha posterior me convencieron.

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Con Jesús (Marido de Tuly), Tuly y Angela (una de sus hijas).

Luego de esta larga estadía, partimos con la mezcla de alegría/pena, al despedirnos de este hogar tan afectuoso, con destino a Guerrero Negro, como nuestra próxima parada de descanso. El primer día en la ruta 1 (que une a toda la Península de Baja California) no se nos hacen excepcionalmente difícil, excepto en varios kilómetros bajo construcción, donde tuvimos que pedalear sobre tierra/arena y con tráfico acumulado. Después de casi 20 kilómetros volvemos al asfalto.

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Uno de los primeros días en la Ruta 1 de Baja.

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Y una de las primeras siestas también.

Todo marcha bien hasta el día 8 de agosto cuando nos percatamos por internet que se avecina una tormenta tropical llamada Javier. Anticipamos que no escaparemos de la lluvia por más que lo intentemos y al día siguiente madrugamos para así conseguir un techo el 9 de agosto, cuando la lluvia llegaría con todo a parte de Baja California Sur. Pronóstico correcto y conseguimos refugio en la “oficina” (simplemente un cuchitril) de la policía municipal de Villa Morelos. El policía a cargo resulto ser un clon del Jefe Gorgory (referencia de Los Simpsons): gordo, torpe y un poco tonto, pero con buenas intenciones.

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CONAGUA entregándonos la Crónica de una tormenta anunciada.

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Al menos la situación no fue tan mala como en el centro y sur de México con la tormenta Earl.

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Refugio para la sobriedad pero no lo suficiente para la tormenta. Villa Morelos, BCS.

Día siguiente avanzamos a lo que ya varios nos habían mencionado: la ruta estaba bajo construcción, y con toda la lluvia, el camino se transformo en un lodazal: una pesadilla de 4 kilómetros para cualquier ciclista con tapabarros. Historia corta, luego de una lucha por tratar de avanzar en el barro y sacarlo de nuestras bicicletas, decidimos extraer los tapabarros y desecharlos, esperando que no tendríamos lluvia en los próximos meses.

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Lucha en barro.

Por cierto: la ruta desde La Paz hasta Ciudad Constitución esta casi totalmente rodeada de cerco. Encontrar un sitio para acampar no fue sencillo, pero afortunadamente esta problemática se va aminorando en el resto de Baja, excepto en el tramo que va de Ensenada a Tijuana.

Luego de Ciudad Constitución los paisajes empiezan a mejorar y finalmente el lado bello de Baja aparece, del cual tantos cicloviajeros nos habían mencionado. De todas formas, el tráfico es alto la mayor parte del tiempo y que cerca del 95% de toda la ruta no tuviera berma puede llegar a bajar el entusiasmo a cualquiera.

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El 11 de agosto entramos al sector Este de Baja, al Golfo de California, el cual tiene un clima muy húmedo y caliente en estas alturas del año. Por dar un ejemplo: las temperaturas en Santa Rosalia alcanzan los 41° C, así que lo mejor es salir rápido de acá. También esta zona esta más expuesta a tormentas: casi cada noche que pasamos en este lado pudimos ver como el cielo se iluminaba al otro lado del Golfo, en el estado de Sinaloa.

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Los 5 días que pedaleamos por el Golfo no fueron muy cómodos para ser honestos, incluso con paisajes litorales de postal, por lo mismo, esta zona es bien turística y conseguir agua gratis no es sencillo con los dueños de restaurantes o almacenes, dado que están acostumbrados a vender todo a precio de turista. Afortunadamente, las veces que pedimos agua en Purificadora (lugar donde se purifica y vende agua, muy común en todo México) nunca obtuvimos un «no» como respuesta. Después de todo el agua es vida y a nadie debería negarsele.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turistica.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turística.

Para acampar nos enfrentamos a otro problema: suelo sobrecalentado por el sol, equivalente a tratar de dormir sobre un radiador, especialmente dado que el suelo no se enfriaba por poner la carpa sobre este toda la noche. Entonces comenzamos a limpiar dos zonas para instalar la carpa: la primera para descansar hasta la medianoche y la segunda para mover la carpa alrededor de esta hora, beneficiándonos de un suelo más frío, o al menos para dejar de transpirar tanto. Si, todo un webeo, pero créanme que fue la mejor idea que se nos ocurrió para descansar con tanto calor.

Para coronar nuestra salida de esta zona, debemos subir una cuesta, y no cualquiera, esta fue bautizada como Cuesta del Infierno. El nombre lo tiene bien merecido y con esto les digo todo: el excesivo calor hizo que Sylvain pedaleara por primera vez sin camisa, aunque ya el Sol comenzaba a despedirse. Toda una anécdota, ya que mi marido es muy precavido en cuanto a la exposición solar.

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¿Será porque la creatividad no se apura? – Mural en Santa Rosalia, BCS.

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Iglesia de Santa Rosalia, diseñada por Eiffel.

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Atardecer en la Cuesta del Infierno.

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Sylvain derritiéndose.

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A la mañana siguiente, con los últimos metros de la infame subida.

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Volcán Las Tres Virgenes, BCS.

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Parte del Oasis de San Ignacio, Baja California Sur.

Mision de San Ignacio

Mision de San Ignacio de Kadakaamán.

Al entrar al desierto de Vizcaíno las noches comenzaron a hacerse más frescas, aunque con viento de frente fuerte (desde el Oeste). Esto duro poco y del 18 al 21 de agosto fuimos hospedados nuevamente por un miembro de WS en Guerrero Negro, justo a la mitad de la Península. Este poblado parece grande en el mapa, pero en la realidad no lo es: tiene muy pocas calles asfaltadas y el resto son de arenas, no muy grato darte cuenta de esto cuando la casa donde vas a descansar está en la periferia. En la calle principal hay mucho negocio cerrado a esta altura del año (temporada baja) y tampoco hay grandes supermercados como en La Paz, Ciudad Constitución o Santa Rosalia, por ello hicimos todas las compras de abarrotes en esta última ciudad. Llevamos decenas de kilos extras en la cuesta que anteriormente mencione (10 días de comida), pero ahorramos bastante plata.

Al parar en un lugar, y tener contacto con gente, siempre puede haber consecuencias: positivas y/o negativas. En Guerrero Negro tuve la parte negativa y me descompuse del estómago, pero mejore en un día por lo que decidimos seguir a la mañana siguiente.

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Arreboles: situación cotidiana por acá.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Entre Guerrero Negro y El Rosario existe el sector llamado Valle de los Cirios, donde el trafico es más escaso, con mucho menos autos de turistas pero con el flujo de camiones igual de constante. En esta zona la obtención de agua fue nuestro principal conflicto, cualquier oportunidad de pedir a algún local o sacar directamente de un grifo (siempre filtrando después, por supuesto) en un pueblo era buena. Pero un día nos vimos forzados a tomar agua con sabor a jabón, que nos dieron en un lugar llamado Chapala. Esta estaba filtrada por nosotros, sin embargo no dejo de ser asquerosa y mató nuestro buen animo por varias horas. Lo bueno es que al día siguiente nos pudimos deshacer del resto gracias a un granjero que nos dio agua limpia y luego por los militares que trabajan en el puesto de control al sur de Cataviña, quienes nos dieron agua purificada.

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¿Alguien necesita sal? pregúntele a mis párpados.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Y una que otro relieve a la distancia.

Y uno que otro relieve a la distancia.

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Tórtola aliblanca paseándose cerca de nuestro sitio de acampada.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros tambien.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros también.

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Al norte de Cataviña empieza un paisaje rocoso muy bonito, pero muchos visitantes eligen escribir sus nombres en las rocas con pintura. Mejor nos quedamos con las que aún salvan.

Florecita rockera.

Florecita rockera.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Dejando de lado el tema del agua pedalear todo el camino desde Guerrero Negro hasta El Rosario fue agradable: bellos paisajes desérticos, sin calor extremo como en el Golfo y sin cercos que preocuparse al momento de acampar, solo pedalear alrededor de 70 a 80 km. diarios y parar donde se nos antojara.

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Valle de El Rosario, Baja California.

Toda la calma llega a su fin en San Quintín: el tráfico se hace increíblemente denso hasta Camalú y la berma es ridículamente estrecha o inexistente. No podemos contar todas las veces que los vehículos nos pasaron a centímetros de un accidente. Sumado a esto tuvimos el viento de frente todo el día, no fue una jornada fácil, pero termino cuando encontramos un cerco abierto, donde nos adentramos casi un kilómetro encontrando un sitio oculto para acampar.

El día anterior tuvimos otro tipo de experiencia, cerca de la bahía de Santa Marta, donde nos detuvimos para acampar. Avanzamos por un camino aledaño a una quebrada para encontrar un sitio. Al momento de poner el piso de la carpa escucho un «tsss» desde un arbusto, me doy vuelta y veo una serpiente cascabel a dos metros de mi. Asustada tiro el nylon al suelo y le aviso a Sylvain, pero el no la escucha, aunque alcanza a ver su distintiva cola alejándose. Luego de este encuentro, nos preguntamos donde vamos a dormir si la serpiente anda rondando por ahí esperando volver, sobre todo porque muchos reptiles aprovechan la oportunidad de dormir cerca de fuentes de calor (¡benditos humanos!). Luego de casi una hora de reflexión abandonamos la preocupación e instalamos la carpa de todas formas, pero preparados para un posible ataque de nuestro nueva amiga. Bueno, quizás ya se habrán dado cuenta que al final no paso lo que pronosticamos.

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La cascabel en cuestión.

Volviendo al tema del camino en si, desde Camalú hasta Ensenada los paisajes vuelven a mejorar un poco, especialmente porque los poblados están más distanciados entre si. La cantidad de vehículos es densa aun, pero la calidad del camino va y viene a modo de autopista, es decir, con berma (¡yay!). Aunque el progreso trae consigo el precio de ciertos tramos bajo construcción, específicamente en la zona entre San Vicente y Santo Tomás. Después de varios días, volvemos a pedalear bajo polvo y bocinas agresivas.

Viendo el lado amable, mucho verdor de esta zona es brindado por las viñas, de la cuales tantos se sienten orgullosos. No llegamos a saber cual era el motivo de tanto orgullo: los precios de los vinos, para estándar mexicano, son altísimos (creemos que esto se debe a que las viñas no son tan antiguas y extensas como en Francia o Chile). Pareciera que, a diferencia de nuestros países natales, los vinos acá son un producto de lujo, incluso más caros que los que se producen en Estados Unidos.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Finalmente llegamos a Ensenada el 30 de Agosto a la casa de un anfitrión de WS, al cual prefiero no describir ya que no nos sentimos tan a gusto. Luego de un par de días y que no nos dejará quedarnos tantos días como le pedimos, marchamos a casa de Tony, Mara y sus hijos, un poco más al norte de Ensenada, y el cambio fue drásticamente mejor: nos recibieron y su calidez fue instantánea. Hasta celebramos mi cumpleaños por anticipado y compartimos un pastel de cumpleaños de «BubuLubu» (uno de mis dulces mexicanos predilectos) que ellos compraron. La despedida fue difícil, pero nos fuimos el 6 de septiembre con todas las compras realizadas a días previos de cruzar a EE.UU.

Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

¡Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

Torta de cumpleaños de Bubu Lubu: una bomba de culpa, azucar y felicidad.

Torta de cumpleaños de BubuLubu: una bomba de culpa, azúcar y felicidad.

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Con Mara y Tony: anfitriones inolvidables.

El tramo de Ensenada a Tijuana no es tan largo, pero no pudimos hacerlo en un día. Acampar aquí fue todo un reto, considerando que hay una autopista (ruta 1D), un camino en paralelo (ruta 1) y varios de complejos hoteleros en el litoral, que no dejan espacio para mucho más. Batallamos pero encontramos un sitio, un rinconcito escondido en un duna al sur de Rosarito.

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Stealth camping entre Ensenada y Tijuana.

Al mediodía siguiente (7 de septiembre 2016) llegamos a Tijuana. Ahí nos esperaba Sandra, quien insistió en darnos un aventon en auto hasta su casa; razón tuvo ya que estaba en la punta del cerro. Sandra fue otra anfitriona para recordar: nos hizo un recorrido por Tijuana y al día siguiente nos ayudo a cruzar la frontera para orientarnos en San Diego, California. Sobre esto me extenderé en la próxima entrega. ¡Hasta pronto!

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El muro como lienzo de la molestia sobre las políticas gringas de migración.

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Muro en la Frontera entre Estados Unidos y México, en Playas de Tijuana.

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En Estados Unidos …mexicanos.

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Detalle del muro. Ni un dedo pasa por ahí.

Con Sandra, rumbo a cruzar a EE.UU.

Con Sandra, en nuestro camino a San Diego, EE.UU.