Ya en la RN 149, vemos que esta casi completamente asfaltada y tiene una ligera pendiente ascendiente hacia el norte. El ripio comienza en el km 24 y dura 36 km, pero en buen estado, salvo algunos tramos con un poco de arena y muy pocas calaminas. Además, la ruta tiene de poco a nulo trafico, lo que hace parecer que circuláramos en una ciclovía, tal como nos había mencionado un amigo ciclista. El paisaje esta enmarcado por la cordillera de los Andes, matorrales, y uno que otro animal marcando su presencia, como zorros, pequeñas aves paseriformes o manadas de guanacos, mis favoritos. Se respira naturaleza y libertad.
A pesar de todo lo bonito de esta ruta, la hora de dormir llega y con ello encontrar un lugar protegido del viento para instalar la carpa. Puede tomar varios minutos, pero se puede descubrir un arbusto con la forma perfecta, o al menos suficiente para una noche. Hay que ser paciente, y además los cercos y rejas no son habituales en amplias extensiones de terreno, como si ocurre en Chile, así que para elegir hay mucho más terreno.
Con la víspera del feriado del 25 de mayo, llegamos a Barreal; pueblo que cuenta con supermercados (donde al fin conseguimos un adaptador eléctrico), camping municipal y , para nuestra gran utilidad (¿a quien no le parecería útil?), WI-FI gratis en la plaza principal. El camping municipal era barato, pero no contaba con ducha caliente, la cual deseábamos con todo nuestro ser, así que preferimos pagar un poco más (100 pesos diarios por los dos en un camping privado llamado Hostel Barreal) para ducharnos.
Ya enterados de que la ruta 12 no existía, salvo en el mapa que tenemos, la idea de pasar por San Juan desde Barreal se fue a la basura, así que al día siguiente seguimos al norte por la RN 149, donde en el cruce con Calingasta el camino se torna sinuoso y se debe poner atención. Más adelante se encuentran algunos lugares para refugiarse antes de llegar al cruce con Pachaco, el cual no es un pueblo sino un campamento de vialidad, es decir, olvídense de conseguir alimentos ahí!. Pero en ese mismo cruce existe un puesto con un solitario policía resguardando que nadie entre a la ex-ruta 12. Le preguntamos si nos podía dar agua, solo nos pudo dar 3 litros, para luego de un rato volvió a salir y nos entrego 1,5 L de agua congelada (que bastante nos sirvió!). Con ese sencillo gesto, me di cuenta de que en esta zona la gente no lo tendrá todo, pero sabe lo que es pasar sed y son solidarios respecto al tema.
Toda esa agua nos ayudo bastante porque luego el camino sube suavemente durante 24 kilómetros, y no hay nada, pero nada de agua, salvo las animitas de la Difunta Correa con botellas de dudosa fecha. Cuando el ascenso termina, es recomendable descender lo más que se puede para evitar el frío de la noche por la altitud. Nosotros no pudimos avanzar tan rápido y tuvimos un descanso un poco alterado por este factor.
Siguiendo el camino la ruta 149 esta llega a la 436, para luego llegar finalmente a la famosa ruta 40, donde en esta intersección se encuentra Talacasto, que consiste en un Restaurant / almacén entre Jáchal y San Juan donde hacen un pan muy bueno y el agua nuevamente es ofrecida como lo más sagrado que es.
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