Alrededor de las 7am del 23 de julio, ya recién llegados al estado Baja California Sur, desembarcamos en muelle del ferry y pasamos al control del ejército (no estoy segura, pero concluyo esto por el uniforme camuflado que usaban), en el cual te pasan el equipaje por un detector de metales, muy parecido a los de los aeropuertos. Luego de la inspección procedimos a ubicarnos con el GPS del smartphone, después de todo no estábamos seguros de donde exactamente estaba ubicado este puerto. La sorpresa llegaría cuando nos damos cuenta que el muelle no estaba en La Paz, sino a 22 km. de esta. Bueno, viendo el lado positivo, al menos es temprano y no seria tan caluroso pedalear esa distancia. Al cabo de un rato llegamos a casa de Tuly, anfitriona de Warmshowers, con quien acordamos días antes en cuidar su casa y sus tres perros por un tiempo después de nuestra llegada. Tuly es muy amable y rápidamente establecimos una amistad. Pero dado que no queríamos quedarnos tantos días en su casa, nos fuimos a hacer un pequeño recorrido cerca (La Paz>Todos Santos>El Triunfo>Los Planes>La Paz).

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Caranchos sobre cactus (creo que a estas aves les dicen queleles por acá). Camino a El Triunfo, Ruta 1, BCS.

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Durante los tres días de nuestro viaje alrededor de La Paz, las nubes nos rodearon. En la foto parte del camino de El Triunfo a San Antonio.

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Ascenso progresivo desde Los Planes, Ruta 286. Lluvia que lejos de oscurecer nuestro día, lo refresco.

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Viendo el estado de este camino, nos alegramos haberlo hecho en ascenso y no lo contrario (miren esos baches a la derecha).

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La Paz al frente.

Después de este viajecillo, retornamos a La Paz el 28 de julio y nos quedamos hasta el 6 de Agosto. Principalmente use este tiempo para traducir un texto que Sylvain preparo meses atrás, y que actualmente se encuentra disponible como PDF aquí.

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Playa El Coromuel en La Paz – Unica vez que me metí al mar en todo el viaje. Mar con aguas tibias y ducha posterior me convencieron.

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Con Jesús (Marido de Tuly), Tuly y Angela (una de sus hijas).

Luego de esta larga estadía, partimos con la mezcla de alegría/pena, al despedirnos de este hogar tan afectuoso, con destino a Guerrero Negro, como nuestra próxima parada de descanso. El primer día en la ruta 1 (que une a toda la Península de Baja California) no se nos hacen excepcionalmente difícil, excepto en varios kilómetros bajo construcción, donde tuvimos que pedalear sobre tierra/arena y con tráfico acumulado. Después de casi 20 kilómetros volvemos al asfalto.

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Uno de los primeros días en la Ruta 1 de Baja.

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Y una de las primeras siestas también.

Todo marcha bien hasta el día 8 de agosto cuando nos percatamos por internet que se avecina una tormenta tropical llamada Javier. Anticipamos que no escaparemos de la lluvia por más que lo intentemos y al día siguiente madrugamos para así conseguir un techo el 9 de agosto, cuando la lluvia llegaría con todo a parte de Baja California Sur. Pronóstico correcto y conseguimos refugio en la “oficina” (simplemente un cuchitril) de la policía municipal de Villa Morelos. El policía a cargo resulto ser un clon del Jefe Gorgory (referencia de Los Simpsons): gordo, torpe y un poco tonto, pero con buenas intenciones.

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CONAGUA entregándonos la Crónica de una tormenta anunciada.

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Al menos la situación no fue tan mala como en el centro y sur de México con la tormenta Earl.

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Refugio para la sobriedad pero no lo suficiente para la tormenta. Villa Morelos, BCS.

Día siguiente avanzamos a lo que ya varios nos habían mencionado: la ruta estaba bajo construcción, y con toda la lluvia, el camino se transformo en un lodazal: una pesadilla de 4 kilómetros para cualquier ciclista con tapabarros. Historia corta, luego de una lucha por tratar de avanzar en el barro y sacarlo de nuestras bicicletas, decidimos extraer los tapabarros y desecharlos, esperando que no tendríamos lluvia en los próximos meses.

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Lucha en barro.

Por cierto: la ruta desde La Paz hasta Ciudad Constitución esta casi totalmente rodeada de cerco. Encontrar un sitio para acampar no fue sencillo, pero afortunadamente esta problemática se va aminorando en el resto de Baja, excepto en el tramo que va de Ensenada a Tijuana.

Luego de Ciudad Constitución los paisajes empiezan a mejorar y finalmente el lado bello de Baja aparece, del cual tantos cicloviajeros nos habían mencionado. De todas formas, el tráfico es alto la mayor parte del tiempo y que cerca del 95% de toda la ruta no tuviera berma puede llegar a bajar el entusiasmo a cualquiera.

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El 11 de agosto entramos al sector Este de Baja, al Golfo de California, el cual tiene un clima muy húmedo y caliente en estas alturas del año. Por dar un ejemplo: las temperaturas en Santa Rosalia alcanzan los 41° C, así que lo mejor es salir rápido de acá. También esta zona esta más expuesta a tormentas: casi cada noche que pasamos en este lado pudimos ver como el cielo se iluminaba al otro lado del Golfo, en el estado de Sinaloa.

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Los 5 días que pedaleamos por el Golfo no fueron muy cómodos para ser honestos, incluso con paisajes litorales de postal, por lo mismo, esta zona es bien turística y conseguir agua gratis no es sencillo con los dueños de restaurantes o almacenes, dado que están acostumbrados a vender todo a precio de turista. Afortunadamente, las veces que pedimos agua en Purificadora (lugar donde se purifica y vende agua, muy común en todo México) nunca obtuvimos un «no» como respuesta. Después de todo el agua es vida y a nadie debería negarsele.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turistica.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turística.

Para acampar nos enfrentamos a otro problema: suelo sobrecalentado por el sol, equivalente a tratar de dormir sobre un radiador, especialmente dado que el suelo no se enfriaba por poner la carpa sobre este toda la noche. Entonces comenzamos a limpiar dos zonas para instalar la carpa: la primera para descansar hasta la medianoche y la segunda para mover la carpa alrededor de esta hora, beneficiándonos de un suelo más frío, o al menos para dejar de transpirar tanto. Si, todo un webeo, pero créanme que fue la mejor idea que se nos ocurrió para descansar con tanto calor.

Para coronar nuestra salida de esta zona, debemos subir una cuesta, y no cualquiera, esta fue bautizada como Cuesta del Infierno. El nombre lo tiene bien merecido y con esto les digo todo: el excesivo calor hizo que Sylvain pedaleara por primera vez sin camisa, aunque ya el Sol comenzaba a despedirse. Toda una anécdota, ya que mi marido es muy precavido en cuanto a la exposición solar.

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¿Será porque la creatividad no se apura? – Mural en Santa Rosalia, BCS.

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Iglesia de Santa Rosalia, diseñada por Eiffel.

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Atardecer en la Cuesta del Infierno.

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Sylvain derritiéndose.

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A la mañana siguiente, con los últimos metros de la infame subida.

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Volcán Las Tres Virgenes, BCS.

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Parte del Oasis de San Ignacio, Baja California Sur.

Mision de San Ignacio

Mision de San Ignacio de Kadakaamán.

Al entrar al desierto de Vizcaíno las noches comenzaron a hacerse más frescas, aunque con viento de frente fuerte (desde el Oeste). Esto duro poco y del 18 al 21 de agosto fuimos hospedados nuevamente por un miembro de WS en Guerrero Negro, justo a la mitad de la Península. Este poblado parece grande en el mapa, pero en la realidad no lo es: tiene muy pocas calles asfaltadas y el resto son de arenas, no muy grato darte cuenta de esto cuando la casa donde vas a descansar está en la periferia. En la calle principal hay mucho negocio cerrado a esta altura del año (temporada baja) y tampoco hay grandes supermercados como en La Paz, Ciudad Constitución o Santa Rosalia, por ello hicimos todas las compras de abarrotes en esta última ciudad. Llevamos decenas de kilos extras en la cuesta que anteriormente mencione (10 días de comida), pero ahorramos bastante plata.

Al parar en un lugar, y tener contacto con gente, siempre puede haber consecuencias: positivas y/o negativas. En Guerrero Negro tuve la parte negativa y me descompuse del estómago, pero mejore en un día por lo que decidimos seguir a la mañana siguiente.

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Arreboles: situación cotidiana por acá.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Entre Guerrero Negro y El Rosario existe el sector llamado Valle de los Cirios, donde el trafico es más escaso, con mucho menos autos de turistas pero con el flujo de camiones igual de constante. En esta zona la obtención de agua fue nuestro principal conflicto, cualquier oportunidad de pedir a algún local o sacar directamente de un grifo (siempre filtrando después, por supuesto) en un pueblo era buena. Pero un día nos vimos forzados a tomar agua con sabor a jabón, que nos dieron en un lugar llamado Chapala. Esta estaba filtrada por nosotros, sin embargo no dejo de ser asquerosa y mató nuestro buen animo por varias horas. Lo bueno es que al día siguiente nos pudimos deshacer del resto gracias a un granjero que nos dio agua limpia y luego por los militares que trabajan en el puesto de control al sur de Cataviña, quienes nos dieron agua purificada.

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¿Alguien necesita sal? pregúntele a mis párpados.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Y una que otro relieve a la distancia.

Y uno que otro relieve a la distancia.

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Tórtola aliblanca paseándose cerca de nuestro sitio de acampada.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros tambien.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros también.

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Al norte de Cataviña empieza un paisaje rocoso muy bonito, pero muchos visitantes eligen escribir sus nombres en las rocas con pintura. Mejor nos quedamos con las que aún salvan.

Florecita rockera.

Florecita rockera.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Dejando de lado el tema del agua pedalear todo el camino desde Guerrero Negro hasta El Rosario fue agradable: bellos paisajes desérticos, sin calor extremo como en el Golfo y sin cercos que preocuparse al momento de acampar, solo pedalear alrededor de 70 a 80 km. diarios y parar donde se nos antojara.

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Valle de El Rosario, Baja California.

Toda la calma llega a su fin en San Quintín: el tráfico se hace increíblemente denso hasta Camalú y la berma es ridículamente estrecha o inexistente. No podemos contar todas las veces que los vehículos nos pasaron a centímetros de un accidente. Sumado a esto tuvimos el viento de frente todo el día, no fue una jornada fácil, pero termino cuando encontramos un cerco abierto, donde nos adentramos casi un kilómetro encontrando un sitio oculto para acampar.

El día anterior tuvimos otro tipo de experiencia, cerca de la bahía de Santa Marta, donde nos detuvimos para acampar. Avanzamos por un camino aledaño a una quebrada para encontrar un sitio. Al momento de poner el piso de la carpa escucho un «tsss» desde un arbusto, me doy vuelta y veo una serpiente cascabel a dos metros de mi. Asustada tiro el nylon al suelo y le aviso a Sylvain, pero el no la escucha, aunque alcanza a ver su distintiva cola alejándose. Luego de este encuentro, nos preguntamos donde vamos a dormir si la serpiente anda rondando por ahí esperando volver, sobre todo porque muchos reptiles aprovechan la oportunidad de dormir cerca de fuentes de calor (¡benditos humanos!). Luego de casi una hora de reflexión abandonamos la preocupación e instalamos la carpa de todas formas, pero preparados para un posible ataque de nuestro nueva amiga. Bueno, quizás ya se habrán dado cuenta que al final no paso lo que pronosticamos.

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La cascabel en cuestión.

Volviendo al tema del camino en si, desde Camalú hasta Ensenada los paisajes vuelven a mejorar un poco, especialmente porque los poblados están más distanciados entre si. La cantidad de vehículos es densa aun, pero la calidad del camino va y viene a modo de autopista, es decir, con berma (¡yay!). Aunque el progreso trae consigo el precio de ciertos tramos bajo construcción, específicamente en la zona entre San Vicente y Santo Tomás. Después de varios días, volvemos a pedalear bajo polvo y bocinas agresivas.

Viendo el lado amable, mucho verdor de esta zona es brindado por las viñas, de la cuales tantos se sienten orgullosos. No llegamos a saber cual era el motivo de tanto orgullo: los precios de los vinos, para estándar mexicano, son altísimos (creemos que esto se debe a que las viñas no son tan antiguas y extensas como en Francia o Chile). Pareciera que, a diferencia de nuestros países natales, los vinos acá son un producto de lujo, incluso más caros que los que se producen en Estados Unidos.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Finalmente llegamos a Ensenada el 30 de Agosto a la casa de un anfitrión de WS, al cual prefiero no describir ya que no nos sentimos tan a gusto. Luego de un par de días y que no nos dejará quedarnos tantos días como le pedimos, marchamos a casa de Tony, Mara y sus hijos, un poco más al norte de Ensenada, y el cambio fue drásticamente mejor: nos recibieron y su calidez fue instantánea. Hasta celebramos mi cumpleaños por anticipado y compartimos un pastel de cumpleaños de «BubuLubu» (uno de mis dulces mexicanos predilectos) que ellos compraron. La despedida fue difícil, pero nos fuimos el 6 de septiembre con todas las compras realizadas a días previos de cruzar a EE.UU.

Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

¡Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

Torta de cumpleaños de Bubu Lubu: una bomba de culpa, azucar y felicidad.

Torta de cumpleaños de BubuLubu: una bomba de culpa, azúcar y felicidad.

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Con Mara y Tony: anfitriones inolvidables.

El tramo de Ensenada a Tijuana no es tan largo, pero no pudimos hacerlo en un día. Acampar aquí fue todo un reto, considerando que hay una autopista (ruta 1D), un camino en paralelo (ruta 1) y varios de complejos hoteleros en el litoral, que no dejan espacio para mucho más. Batallamos pero encontramos un sitio, un rinconcito escondido en un duna al sur de Rosarito.

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Stealth camping entre Ensenada y Tijuana.

Al mediodía siguiente (7 de septiembre 2016) llegamos a Tijuana. Ahí nos esperaba Sandra, quien insistió en darnos un aventon en auto hasta su casa; razón tuvo ya que estaba en la punta del cerro. Sandra fue otra anfitriona para recordar: nos hizo un recorrido por Tijuana y al día siguiente nos ayudo a cruzar la frontera para orientarnos en San Diego, California. Sobre esto me extenderé en la próxima entrega. ¡Hasta pronto!

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El muro como lienzo de la molestia sobre las políticas gringas de migración.

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Muro en la Frontera entre Estados Unidos y México, en Playas de Tijuana.

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En Estados Unidos …mexicanos.

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Detalle del muro. Ni un dedo pasa por ahí.

Con Sandra, rumbo a cruzar a EE.UU.

Con Sandra, en nuestro camino a San Diego, EE.UU.