Pasando la aduana llegamos al pueblo de Ollagüe, donde lamentablemente no encontramos pan ni avena, nuestros carbohidratos base. Al parecer vamos a tener que apresurar nuestro viaje a Calama un poco más.
A pesar de estar a varios miles de metros sobre el nivel del mar, cuando salimos del pueblo comienza un ascenso que termina en una vista hacia el salar de Carcote.
El camino de la ruta 21 es ripio compactado desde Ollagüe hasta aproximadamente el inicio norte de la cuesta de San Martin, donde comienza el asfalto con una berma en muy buen estado. El viento nos muestra su presencia casi durante todo el dia, por lo que tener asfalto nuevamente ayuda a hacer este trayecto un poco más fácil.
Ya en el tope de la cuesta presenciamos el Salar de Ascotán, que se diferencia del anterior por su mayor tamaño y presencia a simple vista de fauna, como vicuñas y flamencos. La ruta bordea el salar durante 34 kilómetros aproximadamente, y se puede pedir agua en los campamentos de El cebollar y Ascotan. Ambos recintos son de faenas mineras, con trabajadores muy amables que no dudan en brindar ayuda al viajero sediento.
En Ascotán pedimos permiso para dormir adentro de la iglesia para así poder salir temprano al día siguiente. Luego de una noche de descanso más abrigada, logramos volver al camino a las 8am, para comenzar la cuesta final hasta los 3900 m.s.n.m. aprox. Después comienza el suave descenso hacia Calama. El camino varía en calidad, pero no volvemos a ver el ripio hasta San Pedro por un tramo de menos de 2 kilómetros.
A pesar del tráfico de camiones, nos percatamos que en general los conductores nos toman distancia.
Ya cerca de las 4pm el viento comienza a soplar más fuerte desde el sur u oeste, a pesar de haber hecho un poco más de 80 kms nos parece improbable llegar en ese mismo dia a Calama, así que acampamos cerca de un campamento de Codelco, protegidos del viento por tubos gigantes.
Pasando por Chiu Chiu veo por primera vez el Rio Loa. La cantidad de agua que lleva me impresiona para la ubicación que tiene.
Llegamos a Calama cerca del mediodía, el calor se siente y avanzamos hasta llegar a la casa de mi querida amiga de la universidad: Paola, quien lleva esperando nuestra visita semanas. El reencuentro, después de 8 meses sin vernos, hace que el viaje de vuelta a Chile aún más ameno. Unos días después se suma a nuestra visita, Pablo, también amigo de la universidad y pololo de Paola. Los días pasan entre risas y comidas deliciosas, pero los regaloneos calameños terminan dando vuelta a una nueva página de nuestra bitácora: esta vez hacia la costa de Chile con la finalidad de dirigirnos a Iquique.
Salimos de Calama con la incertidumbre de un posible corte del camino hacia Chuquicamata, debido al paro parcial en el sector minero. El camino presenta neumáticos quemados, piedras y cuanto artefacto impida el paso de vehículos, lo cual no significa que nos detendrán con ello. Pasamos sin mayores problemas y llegamos en un rato a Chuquicamata, pueblo que cerró en el año 2007 y que hoy se conserva como entrada a la mina de cobre más grande del mundo.
Al día siguiente nos adentramos al desierto más árido del mundo: el Atacama, y eso se nota a medida que avanza el día. El Sol quema y la boca se siente seca en cada minuto. Conseguimos agua en una central fotovoltaica, cerca del pueblo de María Elena. Primera vez luego de muchas semanas, la noche es tibia y no hay necesidad de dormir envueltos como momias.
El camino se empieza a inclinar hacia abajo, la presencia del mar se hace obvia y la ciudad de Tocopilla nos recibe nublada. Armamos algo para almorzar en una placita de una población, cuando un señor nos pregunta si queremos pan. Con Sylvain nos quedamos mirando porque sabemos que pocas veces hay oportunidades de comida gratis. Esta vez nos equivocamos, el hombre nos trae pan (¡y fresco!) y otros alimentos. La amabilidad de este personaje quedara para siempre en nuestras memorias, sobre todo considerando la nefasta situación que se vivió días después en esta ciudad luego de las lluvias del 9 de agosto: ¿Qué habrá sido de este considerado tocopillano?
Ya a 20 kilómetros al norte de Tocopilla, surge un problema mecánico, se rompe el cable de mi manilla de cambios. Decidimos no retroceder, sacar el cable y proceder a dejar fija la bici en el plato número 2, ya en las cuestas cambiaremos los platos de manera manual. Ojo: Recomiendo hacer esta configuración cuando antes se ha estudiado el perfil de inclinación del camino, en caso contrario mejor volver a la ciudad más cercana.
La ruta 1 atraviesa decenas de caletas de pescadores, algunas de las cuales cuentan con cisternas de agua potable, pero ninguna con almacenes. El tráfico de camiones y buses es considerable, pero la berma es constante, a pesar de que el grosor de ésta varía en su transcurso hasta Iquique.
A dos kilómetros al norte de Rio Seco acampamos, y en la madrugada nos sorprende una lluvia, que aunque comenzó suave, luego el suelo arenoso no dio más y la absorción se acabó, haciendo que el agua comenzara a colarse a la carpa. Esperamos hasta que la lluvia se volviera un poco más suave para empacar y buscar un techo en Rio Seco. Partimos a la caleta y el agua cae en cantidades que sorprendería en cualquier estadística de la zona. Los lugareños se enteran de que la ruta presenta cortes hacia ambas direcciones por los deslizamientos de tierra y deciden abrir la sede vecinal para la gente que se encuentra atrapada en el tramo. Nos acomodamos allí a esperar que la lluvia cese, lo cual ocurre a las 4pm, un poco tarde para seguir pedaleando, por lo que pedimos permiso para dormir ahí y partir temprano al día siguiente a Iquique, donde Natalia -miembro de Warmshowers– nos espera.
Con la lluvia terminada, seguimos el 10 de agosto hacia el norte, y como Natalia nos pide que tratemos de llegar temprano a Iquique, me contacto con mi amigo Pablo, quien trabaja en Punta Patache (a 60 km al sur de Iquique), para que nos lleve en su camioneta una vez que nos vea en el camino. Nos divisa en el kilómetro 40 km de nuestro andar en ese día, y gracias a mi amigo llegamos más temprano a la casa de Natalia y su familia, con quienes nos quedamos 5 días, para luego quedarnos 2 noches con Pablo y sus colegas: Felipe y Hugo, también biólogos como yo.
Nos vamos de Iquique muy agradecidos de todos aquellos que hicieron de nuestra estadía tanto divertida como útil. Más tarde nos daríamos cuenta que nuestra despedida de esta ciudad no fue tal.
5 Comentarios
Sofia
Sister! !!
Espero más noticias en tu bitácora de viaje. .. se algunas cosas que te pasaron ..pero otras no.
Donde arreglaste la bici?
Luz Ayala
Sylvain la arreglo, pero Natalia en Iquique nos regalo un cable para los cambios.
Sofia
Sister! !!
Espero más noticias en tu bitácora de viaje. .. se algunas cosas que te pasaron ..pero otras no.
Donde arreglaste la bici?
jaime wilson
Luz estaba ansioso de ver tus nuevas líneas y bitácora, estas me parecen del gusto de un admirador tuyo como yo, lindas fotos, buen viaje a los otros lares
Luz Ayala
Gracias papá. Principalmente hago esto para que tú y muchos otros seres queridos sean parte del viaje.