Estados Unidos: de Phoenix a El Paso.

Planificamos nuestra estadía en Phoenix en etapas: la ciudad es gigante, con más de 70 kilómetros de extensión Oeste-Este y, a pesar de tener una extensa red de ciclovías, sería imposible salir desde el extremo noroeste al sudeste en un solo día. Por esto resolvemos encontrar varios anfitriones que nos  faciliten hacer este cruce en varios días de descanso. En general ponernos en contacto es fácil, ya los grandes supermercados tienen redes abiertas de Wi-Fi para los clientes, así como las bibliotecas públicas y muchos McDonald’s. Como planeamos viajar por tan poco tiempo no tenía sentido comprar una tarjeta que al menos iba a costar 30 dólares.

Llegando a Phoenix, nos percatamos que se viene un plebiscito y que ya hay varios en contra del uso recreativo de la Mariahuana

Llegando a Phoenix, nos percatamos que se viene un plebiscito, y que ya hay varios en contra del uso recreativo de la Marihuana

La amplia red de ciclovias de Phoenix es una maravilla, pero cuando no alcanzan pedaleamos por las veredas varias veces, sobre todo en los suburbios, donde ver gente caminando es rarísimo (solo algunas personas ejercitándose o niños).

El 10 de octubre llegamos a casa de Nicole (estadounidense) y Anis (tunecino), a quienes encontramos por Couchsurfing, gracias al filtro de los idiomas. Con el francés como lengua común, Anis y Sylvain hablaron largo y tendido sobre varios tópicos por los casi 6 días que estuvimos en su casa. Esto, más la interesante forma de ver el mundo de esta pareja y sus encantadores hijos (Donia de 5 años y Aziz de 7 meses), hizo de nuestra estadía muy relajada.

Con Anis y su hija Donia. Faltaron los otros dos integrantes de esta bella familia.

Con Anis y su hija Donia. Faltaron los otros dos integrantes de esta bella familia.

El 15 de octubre arribamos a casa de Suzanne, nuestra segunda casa anfitriona en Phoenix, quien nos brinda el espacio para descansar nada menos que en un tráiler (5th wheel trailer para ser especifica), que para nuestra impresión poseía todas las comodidades de una casa típica de por acá, con aire acondicionado y baño propio. También me ayudo, prestándome su computador, donde termine de editar el texto publicado aquí

Con Don y Suzanne.

Con Suzanne y su marido, Don.

Al tercer día partimos a nuestra última parada en Phoenix Metropolitano, en casa de Bruce y Susan en Chandler, a 60 kilómetros de nuestra anterior anfitriona. La interacción fue menor porque al dia siguiente de nuestra llegada  pasamos toda la jornada afuera, pedaleando ida y vuelta a la oficina de DHL a 30 kilómetros, para buscar la nueva tarjeta bancaria de Sylvain.

El dia del ultimo debate presidencial en casa de Bruce y Susan. Pareciera que nadie esta realmente interesado, y es que luego de un rato parecia ver una pelea de niños.

El día del ultimo debate presidencial en casa de Bruce y Susan. Pareciera que nadie esta realmente interesado, y es que luego de un rato el debate se convirtió en dos personas atacándose personalmente.

En algunos suburbios de Phoenix hay canchas de golf...

En algunos suburbios de Phoenix hay canchas de golf…

...y tambien algunos lagos artificiales donde se puede pescar y navegar (!)

…y tambien algunos lagos artificiales donde se puede pescar y navegar (!)

Al día siguiente, el 20 de octubre, salimos finalmente de Phoenix. La ruta que nos planteamos para los próximos días gira en torno a caminos alejados de áreas más pobladas (la capital de Arizona nos empezó a saturar), para permanecer principalmente en tierras boscosas del centro de Arizona (AZ) y Nuevo México (NM). El propósito es pedalear rodeados de paisajes verdes y encontrar más fácilmente sitios de acampadas. La ruta que elegimos desde Payson (AZ) hasta Old Horse Springs (NM) no está trazada por el Adventure Cycling Associaton, pero fue bastante agradable transitar por ella o al menos durante los días de semanas, cuando el tráfico es más ligero. En este recorrido usamos principalmente la ruta 260, luego la 180, ambas atraviesan el Apache Sitgreaves National Forest, en Arizona, para más tarde unirse con la ruta 12 rumbo a Nuevo Mexico, que entra al Gila National Forest. Ambas áreas protegidas nos dieron la oportunidad de apreciar bellos paisajes boscosos y llanuras, así como dormir en silencio en un lugar de fácil acceso. Creo que pedalear por acá fue la mejor decisión, considerando las otras dos opciones más clásicas: la ruta 66 o South Tier, ambas rutas pasan por áreas desérticas.

Solo un nombre!

Solo un nombre!

En Payson nos encontramos con dos belgas pedaleando hacia el Sur.

En Payson nos encontramos con dos belgas pedaleando en tandem hacia el Sur.

Orianne, dueña de la tandem, solidariza con nuestro viaje.

Orianne, dueña de la tandem, solidariza con nuestro viaje.

Pedalear por areas protegidas no garantiza que no hay cerco alrededor, Pero ya tenemos experiencia en el arte de acampar.

Pedalear por areas protegidas no garantiza la ausencia de cerco alrededor, pero ya tenemos experiencia en el arte de acampar.

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La berma, en general, presente.

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Ardilla!

Ardilla!

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Se viene Halloween!

Se viene Halloween!

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Algunos días después el trafico se vuelve muy ligero, casi extraño de ver vehículos pasar.

En Alpine, Arizona, conseguimos internet por ultima vez. Pasamos varios dias desconectados hasta Silver City, NM.

En Alpine, AZ, conseguimos internet en la biblioteca  publica. Luego de esta parada, pasamos varios dias desconectados hasta Silver City, NM.

El letrero dice todo.

El letrero lo dice todo.

Gansos.

Gansos salvajes.

En un paso de las montañas San Francisco, Nuevo Mexico, Ruta 180.

En un paso de las montañas San Francisco, Nuevo Mexico, Ruta 180.

Adentrándonos a sectores rurales esperábamos ver mucho apoyo a Trump, y no nos sorprendimos, sobre todo en Arizona. De  hecho nos divertimos mucho pensando en el furor de sus partidarios, sobre todo considerando que el candidato republicano no tenía carrera política previa y que cualquier mente en su sano juicio no se lo tomaría en serio, por esta y tantas otras razones. Incluso queríamos robar un letrero con el slogan «Trump: Make America Great Again» solo para tener un souvenir del fallido candidato, pero temimos que algún admirador nos disparara.

Habian

Habian partidarios más fervientes que otros: «toque la bocina por Trump».

Una iglesia bautista aprovecha la ocasion para burlarse de la actual situacion politica.

Una iglesia bautista aprovecha la ocasión para burlarse de la situación política del momento.

Otra observación: después de varias semanas en EE.UU, los letreros de «Adopt a Highway» (adopta una carretera) aparecen casi a diario. Este sistema permite a una asociación o una familia «adoptar» cierta cantidad de kilómetros, encargándose de la limpieza de estos. Es decir, no es que los gringos sean limpios en sí, sino que dejan que otros recojan su basura. Al analizar esto, deja de llamarnos la atención la inexistencia de basureros en cientos de kilómetros. La lógica parece ser «puedes dejar la basura en la carretera, alguien la recogerá más tarde».

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Cualquiera puede ayudar a limpiar las carreteras.

Otro conocimiento adquirido fue el de las tiendas de descuento, o tiendas de dólar: Only 99 Cent Store (la favorita y más variada), Dollar tree, Dollar general, Family dollar, etc.  En estas nos fuimos acostumbrando a comprar comida más barata para sobrevivir. Por otra parte, experimentamos a menudo la generosidad de muchos ciudadanos cuando uno de nosotros esperaba afuera de una tienda o simplemente cuando usábamos el Wi-Fi: gente ofreciendo monedas o incluso pagar por comidas. A esta acción se le llama Pay it Forward, que consiste en ayudar a algún desconocido monetariamente, aunque puede ser con otro tipo de asistencia. Dos vivencias claras: en Phoenix una mujer puso 5 dólares en el mostrador del cajero antes de que pudiéramos pagar con nuestro dinero o incluso agradecerle, y en Applevalley un hombre hizo lo mismo por una cámara de aire que Sylvain eligió. La ayuda no viene mal, sobre todo en un país tan caro como EE.UU., pero para Sylvain esto no siempre fue bienvenido. Su argumento se basa por el simple hecho que viajamos en bicicleta, lo que implica fundamentalmente no gastar excesivamente dinero en nuestras necesidades. Sin embargo esto no significa que estábamos necesitando esta ayuda, después de todo ¡no somos mendigos!

De esta forma varias personas se acercaron a ofrecer una comida.

De esta forma varias personas se acercaron a ofrecer una comida. Pero ellos no se daban cuenta que nosotros solo estábamos ahí por el Wi-Fi.

Si hay un puesto de guardabosques, esta Smokey el Oso presente.

Si hay un puesto de guardabosques, esta Smokey el Oso presente indicando el nivel de peligro de incendios.

Pero no siempre el agua esta libre para beber.

Pero no siempre el agua esta libre para beber. Los bomberos saben que cada gota que no se ocupa, sirve para combatir ncendios.

La noche antes de entrar al camino de ripio, nos topamos con este hombre, quien resulto ser bombero y tambien algunas vez Smokey El Oso (entiendase que se ponia el traje para eventos especiales). Muy amable nos dio un par de consejos y unas chelas Tecate. Su sangre mexicana fluia fuerte.

La noche antes de entrar al camino de ripio, nos topamos con este hombre, quien resulto ser bombero y tambien algunas veces personifico a Smokey El Oso (entiendase que se ponia el traje para eventos especiales). Muy amable nos dio un par de consejos y unas chelas Tecate. Su sangre mexicana fluía fuerte 🙂

Para el 29 de octubre entramos finalmente al tramo del Great Divide Mountain Bike Route, que cruza Estados Unidos latitudinalmente, y en paralelo al Continental Divide Trail (para los que prefieren viajar a pie). Al adentrarnos al Gila National Forest en Nuevo México, comenzamos un camino de ripio que nos toma varios días, con ascensos y descensos dentro de un bosque denso de coníferas con varios visitantes cerca, mayoritariamente cazadores que esperan todo el año para encontrarse frente a frente con un ciervo al cual darle muerte. La caza es un hobby super común por acá, pero esta regulada (o al menos eso esperamos): por ejemplo no se pueden cazar ciervos jóvenes o hembras, ya que esta últimas podrían estar preñadas. Vimos gente cargando rifles, otros más «deportistas» con arco y flecha. A pesar de todo esto, las noches fueron muy tranquilas y entrada el alba escuchamos coyotes aullando, que actúan como despertadores caninos 🙂

Entrada al

Entrada al Great Divide Mountain Bike route, desde el cruce con Old Horse Springs, Nuevo Mexico. La rejilla en el suelo es para restringir la salida del ganado, en vez de poner una barrera que bloquee el acceso a todo el mundo.

La llanura se extiende por un par de kilometros.

La llanura se extiende por un par de kilómetros.

Entrada la tarde empezamos a entrar al bosque.

Entrada la tarde empezamos a entrar al bosque.

El paisaje cambia en cada vuelta.

El paisaje cambia en cada vuelta.

Despues de pasar por Beaver Head y colectar mucha agua para seguir, vemos este letrero. Los antecedentes dicen que por estos lados vivio y murio Geronimo, iconico guerrero apache.

Después de pasar por Beaver Head, y colectar mucha agua para seguir, vemos este letrero. Los antecedentes dicen que por estos lados vivió y murió Geronimo, iconico guerrero apache.

Sylvain a la distancia bajando, para luego volver a subir.

Sylvain a la distancia bajando, para luego volver a subir.

Con tantos arboles apreciar el paisaje general es mucho mejor desde las partes más altas del camino.

Con tantos arboles apreciar el paisaje general es mucho mejor desde las partes más altas del camino.

Hubo algunos descensos que ni siquiera se pueden hacer con libertad. La inclinacion y superficie de este nos hizo "patinar" varias veces.

Hubo algunos descensos que ni siquiera se pueden hacer con libertad. La inclinación y superficie de este nos hizo «patinar» varias veces.

Esta parte se encuentra en una quebrada. Afortunadamente ya estabamos en Silver City cuando llego la lluvia que duro por dos dias.

Esta parte se encuentra en una quebrada. Afortunadamente ya estábamos en Silver City cuando llego la lluvia que duro por dos días.

Una gran mina de cobre, Santa Rita, NM.

Una gran mina de cobre, Santa Rita, NM.

En esta parte del viaje tuvimos muy buenas condiciones climáticas, sin lluvia y muy poco frio. Las ventajas de viajar por aquí a estas alturas del año, o quizás el cambio climático nos favorece. Pero no todo va bien. Nuestra carpa empieza a dar señales de debilidad en los cierres y al tratar de arreglar un lado, la hacemos peor. Logramos cerrar el cierre con cinta de ductos, solo hasta que encontremos alguien con una máquina de coser.

Después de 14 días bien pedaleados desde Phoenix llegamos a Silver City, NM, a casa de Trish, una neozelandesa que vive hace 40 años por estas tierras. A pesar de tener décadas de diferencia, podemos conversar de todo con Trish y nos sentimos muy cómodos en su compañía, además de sus tres perros. Hasta nos presta su máquina de coser y procedo a arreglar la carpa, instalándole nuevos cierres.

Previa costura, debo ajustar el cierre a mano.

Previa costura, debo ajustar el cierre a mano. Trabajo delicado pero necesario.

Adios Trish, gracias por todo!

Con Trish nos sentimos en casa. Gracias por todo!

Tres noches en casa de Trish y partimos rumbo a El Paso, Texas, donde Sylvain envió una encomienda con  partes de bicicletas. En la noche me percato de algo, la colchoneta inflable de mi marido presenta una burbuja ¡después de menos de 2 meses de uso! Para solucionar esto debemos encontrar una tienda REI (donde adquirimos el producto) y hacer uso de la garantía. Por el momento no nos queda más que seguir hasta la ciudad texana.

¿Qué onda?

¿Qué onda?

De Deming a Columbus tomamos la ruta 11. En el camino se detiene una camioneta: la conductora se llama Carol y nos invita a su rancho, que se encuentra a unos kilómetros más al sur. Allí nos convida Wi-Fi y teléfono, para comenzar a resolver el problema de la colchoneta.

Un letrero unico en el camino hacia Deming, NM.

Un letrero único en el camino hacia Deming, NM.

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Carol y su chihuahua.

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En las planicies, algo de relieve asoma. Montañas Florida, Nuevo Mexico.

A la mañana siguiente nos despedimos esperando llegar en dos jornadas a casa de David, al sur de El Paso. De Columbus a El Paso seguimos la ruta 9, a una decena de metros de la frontera con México. No es de extrañar la alta vigilancia por acá: camionetas del Border Patrol, helicópteros, un dirigible y quien sabe hasta drones.

El "muro" que divide Mexico y EE.UU. Nuevo Mexico.

El «muro» que divide Mexico y EE.UU. Ruta 9, Nuevo Mexico.

Luego de un largo día arribamos a casa de David, exactamente en San Elizario, sur de El Paso, Texas. Nuestra llegada coincide con los resultados de la elección presidencial, y a sorpresa de tantos: Trump gana, aunque no con el voto popular (aun no entiendo como los estadounidenses no protestan por el sistema electoral que tienen). A pesar de todo, la vida continua y al día siguiente Sylvain viaja en bus a Alburquerque, a hacer uso de la garantía de la colchoneta. Afortunadamente, y gracias a la logística de nuestro anfitrión texano, logra hacer todo el trámite en un día. El pasaje en bus costo 70US$ (ida y vuelta) algo sorprendentemente caro, considerando que solo la colchoneta costo 100 US$. Parece que el sistema está hecho para que la gente consuma más petróleo individualmente en vez de usar el transporte colectivo.

Con David, anfitrion texano, que nos ayudo mucho en la espera de la encomienda.

Con David, anfitrion texano, que nos ayudo mucho en la espera de la encomienda.

En San Elizario permanecimos hasta el 15 de noviembre, esperando la encomienda con partes de bicicleta. Luego de una semana nos empieza a asaltar la duda de la demora. Después de un par de llamadas nos enteramos que la encomienda había llegado ¡4 días atrás a la oficina central del vecindario!. Resuelto esto, empacamos y partimos a Ciudad Juárez.

México: volvemos por ti.


Estados Unidos: de San Diego a Phoenix.

Después de 4 meses en México el choque cultural fue inminente. Al pedalear las calles de San Diego, gracias a nuestro GPS humano, Sandra, nos vamos dando cuenta a grandes rasgos de las múltiples diferencias entre ambos países. Con la impresión inicial, pedaleamos desde la Frontera directo a la tienda REI (outdoor) en Chula Vista, para comprar dos colchonetas inflables nuevas. Ya era hora de hacer esto dado que las nuestras estaban sufriendo del «síndrome de la burbuja» por un tiempo ya y dormir en una colchoneta semi-inflada (para no hacer la burbuja aun más grande) es bastante incómodo. Satisfechos con la compra, nos dirigimos a la AAA (Asociación Americana de Automovilistas) donde Sandra, miembro de esta agrupación, nos consiguió gratis varios mapas de EEUU, específicamente de los Estados propuestos en nuestro plan de viaje. Finalmente nos despedimos de nuestra gentil amiga tijuanense en la puerta de la casa de nuestros anfitriones gringos. Allí nos quedamos 3 noches, lo suficiente para planificar nuestro viaje de las próximas semanas, comprar comida para sobrevivir un tiempo prudente sin ir a un supermercado y recibir una encomienda de neumáticos que compramos por Internet.

Con Sandra (de amarillo) haciendo Masa Critica por San Diego.

Los anfitriones nos ayudan lo suficiente, pero no nos sentimos cómodos y decidimos partir el 12 de septiembre, exactamente el día de mi cumpleaños número 31, porque como dice el dicho «mejor solo que mal acompañado», y especialmente en un día que podría ser de celebración. Desde que comenzamos a pedalear, estábamos acostumbrados a descubrir nuevos países y cambiar de a poco los hábitos dependiendo de la cultura de cada uno. Pero después de México, EE.UU. fue como entrar a otro mundo. Al principio, la diferencia de precios en abarrotes fue de hasta 4 veces más, incluso en tiendas de descuento. California tiene la reputación de ser muy cara y no es webeo: pareciera que todo el mundo quiere vivir ahí, a pesar de la sequía que afecta al Estado. Lo otro que nos llamo la atención fueron las reglas de lo «políticamente correcto»: tuvimos que acostumbrarnos a la forma de hablar de muchas personas con quienes es difícil entablar una conversación sincera, como la prohibición de ciertos chistes y palabras que podrían dañar la sensibilidad de algunos :/

Otro gran detalle, que cualquier otra persona del mundo enfrenta al llegar a Estados Unidos, es el uso del Sistema Imperial, donde las unidades de medidas no tienen ninguna relación entre si. Con las distancias usan millas, yardas, pies y pulgadas; para peso: onzas y libras; temperatura Fahrenheit y para volumen tantas unidades que no vale la pena aprender si estas de pasada. Se pasa mucho tiempo haciendo aritmética y es agotador.

Pero no todo es malo. El otro gran cambio fue la disminución, en general, del ruido ambiental (¡no más rancheras sonando a todo dar desde un auto!) y el respeto por el espacio personal en lugares públicos, que se agradece porque en un par de horas en el país del norte somos menos observados por miradas curiosas; situación que molesta por sobre todo a Sylvain, cansado de ser tildado como gringo en tierras latinas. Ya no más.

Siendo sinceros, pedalear dentro de las ciudades es sencillo y seguro comparado con países previos. El enfoque para ciclistas urbanos esta claro y las estructuras así lo permiten: ciclovias omnipresentes o al menos letreros que indican preferencia a aquellos que pedalean. Los conductores respetan las leyes del trafico y no hay necesidad de batallar con ellos, sea adentro o fuera de la ciudad. Ejemplo claro de esto es que existen varias rutas ciclísticas en todo EE.UU., como así lo indica el Adventure Cycling Association. Una de ellas es la Sierra Cascades Bicycle Route (ruta que va por la Sierra de California, Oregon y Washington), que planeamos realizar por un par de días después de salir de San Diego. Sobre esto me referiré en algunos de los siguientes párrafos.

Salir de San Diego fue un reto. La conurbación es gigante y la probabilidad de salir del área urbana el primer día es baja, incluso siguiendo la ciclovia que va por el río San Diego. Al medio día nos rendimos y tomamos en trolley (tren ligero) en la estación de Mission Valley Center hasta la estación El Cajón para tomar la ruta 18 y luego la 79, alcanzando la 80 hasta la 51, donde empezamos a circular en la Sierra Cascades Bicycle Route. En teoría esta ruta evita caminos principales y se adentra en zonas silvestres o rurales. Las mapas detallados de esta ruta se pueden comprar, pero son caros [US$15 cada uno] y de tramos cortos [cada mapa abarca alrededor de 800 km. y no la ruta completa]. Nosotros optamos por descargar gratis un archivo kmz de Google Earth y seguir la ruta desde el smartphone. Vimos los mapas y creemos que muchos pagan porque no tienen la experiencia de cicloviajes previos. No creo que es mala idea para los amateurs en esto, pero me parece un robo 15 dólares por un mapa que ni siquiera abarca la ruta completa.

En algún lugar de Cuyamaca Rancho State Park, California. Primer día en Sierra Cascades Bicycle Route.

Pedalear por parte de la Sierra Cascades fue agradable. Al sur de California la ruta pasa por algunas áreas llamadas National Forests, como Cleveland y San Bernardino. El camino no siempre es sencillo, pero el esfuerzo vale la pena para pasar varios días rodeados de bosque de coníferas y paisajes de chaparral. El camping furtivo (stealth camping) es prohibido en estas áreas, a menos que se indique lo contrario, pero no cambiamos nuestros hábitos tan fácilmente.

Por un lado del camino bosque…

… y al otro lado, a pocos kilómetros hacia el norte, vista hacia el desierto de Anza-Borrego.

En Warner Springs pasamos al Community Center a pedir agua, ya que en las gasolineras no hay agua gratis (tampoco aire para inflar) porque se tiene que comprar [para ser mas exactos US$1.50 por carga, que no tengo idea cuantos litros o galones serán]. Para nuestra sorpresa, es en este espacio comunitario donde cientos de viajeros cada año pasan a descansar o abastecerse dentro del famoso Pacific Crest Trail (yo me enteré de este circuito por la película “Wild”), por lo que conseguir agua, Wi-Fi y un espacio para acampar es común para los trabajadores de ahí. La amable mujer que nos atendió también nos regalo beef jerky, comida parecida al charqui.

Otro punto bueno para Estados Unidos es que el agua de la llave en general es potable. Aunque, como indique en el párrafo anterior, el acceso es lo complicado. Sin gasolineras, no hay muchos lugares donde conseguir agua gratis, especialmente en California donde llevan años con sequía. Claramente siempre es posible pedir agua algún buen samaritano que se encuentre regando su jardín, aunque el sabor del agua de la manguera no es igual. Afortunadamente, al pasar los días nos vamos dando cuenta que varias Oficinas Postales (los gringos son grandes usuarios de este sistema, ya que es eficaz y confiable) poseen un grifo al frente o detrás. Esto nos ahorra muchas peticiones innecesarias.

Seguimos nuestro viaje pedaleando por praderas y cerritos. Entre Aguanga y un poco mas allá de Anza, tomamos la ruta 371. Aquí empieza un denso trafico y, aunque no hay berma, se nota la paciencia de los conductores ya que ellos saben que tenemos preferencia por estar en Ruta Ciclística. Es un hecho, en EE.UU. la gasolina es barata [2,5 US$ por galón, o algo así como 430 pesos chilenos por litro] e incluso las autopistas (freeways) no hay peajes. Esto hace que durante los fines de semanas, por los caminos en áreas protegidas o de recreación, se llenen de vehículos con trailers e incluso RVs, equipados completamente para vivir en ellos y grandes como buses, realmente impresionantes de ver. Pero no solo todo el mundo conduce a todos lados, también quieren vivir en todos lados: muchos personas prefieren un ambiente más «natural» y construyen sus casas en plenas áreas silvestres como los National Forest. Después de todo si la bencina es barata, ir a la ciudad a trabajar o estudiar no debería ser gran diferencia.

 

Sylvain en la ruta 371. Aproveche de tomar la foto en una «ventana» sin tráfico.

Empezamos a ver por esta zona ademas muchos ranchos y una reserva indígena (Cahuilla), que por supuesto posee su Casino: como hay soberanía tribal se permite el juego adentro de las reservas, que en la mayoría del país es ilegal.

La noche llega y debemos descansar. Una oportunidad se presenta, observamos el colapso de un cerco al lado del Casino y se ve como la única opción a esa hora para encontrar un terreno para acampar, a pesar de que el acceso es inclinado. Debido a esto, más el apuro de no ser vistos por muchos conductores, Sylvain se apresura y ¡crack! se lastima la espalda. Este dolor persiste por varios días, pero nada que él dice no poder soportar.

A lo lejos el ascenso que nos llevará a Iddyl

El pedaleo continua por las rutas 74 y 243 para llegar a Idyllwild el 16 de septiembre, donde sufrimos un encuentro muy particular. Una mujer en su auto nos habla y insiste en saber donde pasaremos la noche, con incredulidad saludo y me alejo. Sylvain tiene un buen presentimiento y me insiste que nos tomemos un tiempo para conversar con ella. La mujer lleva el nombre de Nancy, y ha viajado durante años arriba de una embarcación con su marido, Ethan, y su hija, Zada, aunque por el momento están asentandos en este pueblo montañoso para trabajar y ahorrar. Esta singular familia viajera no solo nos dio alojamiento, también comida y grandes conversaciones en torno a la idiosincrasia americana que muchas veces le chocaba a nuestra anfitriona, sobre todo después de vivir muchos años afuera. Es extraño escribir esto, pero creo que por primera vez en EE.UU. nos sentimos a gusto y todo gracias a seguir el instinto de bondad que Sylvain percibió en esta familia.

Ethan me dejo usar su super maquina de coser, asi que aproveche.

Nancy, Ethan, Zada y Mancha (el perro mexicano). ¡Hasta pronto navegantes!

Partimos el 18 de septiembre y el dolor de espalda aun acompaña a Sylvain. Este día pasamos por la conurbación de Banning-Beaumont-Yucaipa, que consta principalmente de grandes extensiones de suburbios con banderitas y letreros de apoyo a los candidatos a Presidente. A final de este jornada maratónica (Más o menos de 100km) logramos salir de la zona urbana entrando a la ruta 38 y nuevamente entrar al San Bernardino National Forest.

Bosques de coníferas en el norte de Idyllwild, California.

Si no me equivoco, el nombre del Lago que se ve a lo lejos es Diamond Valley Lake.

Periferia de la Conurbacion Banning-Beumont-Yucaipa, California.

El viaje se vuelve agradable a la vista, con bosques y menos viviendas. Desde la ciudad de Big Bear Lake salimos del Sierra Cascades para adentrarnos a las áreas desérticas del Este de Los Angeles: en un par de horas pasamos de bosques de coníferas a serpenteantes dunas.

Ultimo camping en San Bernardino National Forest, CA.

Y con vista magnifica del Desierto de Mojave.

A pocos metros de nuestro lugar de descanso se encontraba un acceso al Pacific Crest Trail. Esta seria la ultima vez que veriamos parte de esta ruta, pero nunca vimos algun viajero pasar :/

¿Gansos en migración?

Descenso a Lucerne Valley, Ruta 18.

Exactamente el 21 de septiembre empezamos a adentrarnos al desierto de Mojave con destino a Apple Valley, donde conseguimos alojamiento por medio de Warmshowers. La mujer que nos hospeda resulta ser un dolor de cabeza, por dos cosas puntuales y que creo son fundamentales para ser un buen anfitrión: confianza y empatía. Primero, no nos deja quedarnos solos en casa: si ella sale, nosotros también debemos. Nunca nos dio la explicación para esto, y nos choco realmente porque, como anfitriones siempre prestamos un par de llaves a todas las personas que alojamos y más o menos algo parecido fue la dinámica en todas las casas que hemos estado. Esta bien que gente te hospede y sea desconfiada, pero es algo que se debe explicar al principio y no ser descubierto minutos antes de sentarse a almorzar: «tenemos que irnos» es algo que no quiero volver a escuchar segundos antes de engullir un delicioso Pollo al Curry, ¡no, señor!, ni menos cuando afuera hay una tormenta de arena para visitar un refugio de animales y ver gente rezar por las almas de perros y gatos. Con respecto a la empatia, en los días que estuvimos ahí nunca realmente conversamos, porque ella solo procedió a hacer monólogos interminables acerca de su perro (al cual trataba como un niño). Es muy extraño que alguien no te haga ninguna pregunta cuando vienes de tan lejos ¿en serio tan poco interés de conocernos?

Partimos aliviados de salir de esta casa grande pero tristemente habitada con destino a Arizona. Después de varios días de reflexión, concluimos que EE.UU. nos parece muy caro para usar los tres meses de Visa viajando hasta Utah y Colorado, así que sólo viajaremos por los Estados del extremo Suroeste. El plan fue salir de California para mas tarde viajar por los bosques altos de Arizona, pero antes debemos cruzar una amplia zona desértica por medio de la ruta 66. Afortunadamente nuestra entrada al desierto coincide con el fin del periodo de tormentas: que forman las temidas Flash Floods, que consisten en inundaciones rápidas y devastadoras en zonas planas y sin vegetación. Como algo parecido a lo que paso en la Región Atacama en 2015, pero más común.

Cuando llueve en el desierto, zonas como esta se tienen que evitar. Puede formar Flash Floods y no querrás estar ahi cuando eso pase.

Saliendo de Apple Valley entramos a la histórica ruta 66, carretera que con casi 100 años cruza de California a Illinois, y la hace el destino predilecto de motoqueros (estilo «Born to be Wild») y de cuanto viajero a base de petróleo se le antoje. Es famosa no solo por su extensión, sino porque es una ruta de bajo tráfico (perfecta para ciclistas) y, por lo menos lo que nosotros vimos, con pueblos que conservan el estilo del Lejano Oeste, así que olviden de encontrar grandes supermercados por estos lados. No solo encontrar comida a bajo costo fue difícil, también agua potable. El paisaje se vuelve tedioso a veces aunque viendo el lado amable, acampar es sencillo, ya que no hay cercos y muy pocas zonas habitadas en el desierto.

Crater Amboy, Ruta 66, CA.

Otra realidad: la ruta 66 en California esta super cerca de la linea del tren, casi paralela hasta Needles . Y ademas tiene un alto trafico, día y noche, con vagones pesados que forman una extensión de casi 1 kilómetro de largo. De cierta forma esto esta bien, podría significar ver menos camiones por los caminos, pero lo que molesta es que cuando el tren pasa cerca de una intersección o pueblo TIENE que tocar la bocina o claxon por varios minutos. Esta bien que haya seguridad, pero si existe una barrera con semáforo o un pueblo vacío ¿por que lo hacen? Cometimos el error de acampar muy cerca de la linea del tren la primera noche en esta famosa ruta. Pero aprendimos la lección rápido.

Pasando al lado de Mojave National Reserve, Ruta 66, CA.

El atardecer en el desierto siempre muestra sus mejores colores.

Además de la distancia con la via férrea, hay que poner ojo a no estar muy cerca de zonas habitadas por el hobby de disparar que tienen muchos. A pesar de que hay muchos Shooting Range (campo de tiro) varias personas prefieren ir al aire libre por ser gratis. Ethan en Idyllwild nos había mencionado esto sobre ciertas zonas de Arizona pero no lo compramos hasta que escuchamos los tiros a lo lejos durante el atardecer. ¡Olviden la cerveza para el relajo después de un largo día!, disparar un arma parece ser lo más eficiente en estas tierras. La parte divertida comienza cuando te empiezas a quedar corto de agua: ¿como mierda me acerco a una casa rodeada de cercos y letreros del estilo «No Traspasar, propiedad privada» o «Cualquier transgresor será disparado»? Es hilarante pensar que solo por pasar una propiedad de forma pacifica una persona tiene el derecho legal de disparar y matar. Sobre esto, vivimos una situación estresante con un hombre que nos amenazo con dispararnos por pasar su terreno, aunque no había ninguna advertencia explicita; le pedimos agua y nos negó porque se enfureció. Dijo que teníamos que comprar, porque estaba cansado que viajáramos sin plata (si, llego al punto de hacer absurdas conclusiones). Cuando ya nos íbamos, dijo que tenia un pozo y que podíamos beber esa agua. ¿Tanto costaba eso? Aceptamos, colectamos el preciado liquido y partimos. Cuesta creer que mucha gente se niega a esto, pero hay casos retardados en todos lados.

Traducción: NO TRASPASAR. VIOLADORES SERÁN DISPARADOS, SOBREVIVIENTES SERÁN DISPARADOS NUEVAMENTE.

Traducción al chileno: «Advertencia. Propiedad de un culiao loco con perros y armas automáticas. Cualquiera que se encuentre aquí de noche será encontrado aquí por la mañana»

A los pocos días llegamos a Needles, última ciudad que visitamos en California. Luego de abastecernos en la gloriosa tienda de 99 Centavos seguimos al valle de Mohave, formado por el rio Colorado, y que define nuestra entrada a Arizona. Este valle es amplio y eso se nota en la intensidad del viento, que nos hace batallar por la tarde hasta encontrar un lugar para acampar. El área dice ser parte del Bureau of Land Management (Oficina de Gestión territorial) que administra a nivel nacional las áreas publicas, en su mayoría usadas para recreación, por lo tanto, acampar no constituye quebrar ninguna ley sino un beneficio que entrega el Estado. Esta fue la ultima vez que pedaleamos por un área totalmente «abierta» (con la gran excepción de Gila National Forest en Nuevo México) y nuestro ultima acampada fácil.

..después de un par de horas el cielo se despejo por completo.

Lista para acampar…

…aunque el sitio tenga casquillos de balas (moneda para escala).

A la mañana siguiente volvemos a la Ruta 66 pasando por el pueblo de Oatman, pintoresco por sus burros vagos y su estética sacada de la Fiebre del Oro. Después de un par de kilómetros llegamos hasta el paso Sitgreaves (1080 m.s.n.m. ¡Meh!) y comenzamos a ver una gran planicie que nos indica nuestro próximo destino: Kingman, Arizona. Al acercarnos allí lo que más esperamos es tener mejor suerte esta vez con nuestra anfitriona. Elizabeth resulta ser amante de los animales, pero no loca por ellos y con la confianza para dejarnos solos en su casa, a pesar de que ella salio de la ciudad por un par de días.

Oatman.

Camino al Paso Sitgreaves, Ruta 66, Arizona.

Vista desde el Paso Sitgreaves, Ruta 66.

Luego de un gran descanso, el 3 de octubre seguimos nuestro camino por la ruta 66, nuevamente con la vía férrea paralela durante 3 días más. Después del pueblo de Ashfork, la 66 se fusiona con la ruta 40 que es autopista. A medida que nos fuimos acercando a Flagstaff y ganando altura, el panorama se vuelve mas boscoso, ayudandonos con el camuflaje al acampar, pero siempre con mucho cuidado por posibles personas trigger Happy que anden alrededor.

Nuevamente por la ruta 66, Arizona. Atrás Music Mountains.

En la ruta 40, al oeste de Flagstaff. La ruta 66 no existe aquí y no queda otra que tomar la autopista.

En las afueras de Flagstaff viramos de ruta a la numero 89, que nos lleva a un entorno de rocas rojas moldeadas por el tiempo, toda esta belleza dentro del Coconino National Forest.

Entrada al Valle de Oak Creek, AZ.

El descenso se extiende por varios kilómetros hacia Cottonwood.

Las rocas rojas comienzan a mostrarse.

Acercandonos al Slide Rock State Park, AZ.

Capta mi atención que la traducción de este letrero no este del todo bien, considerando la alta población hispanoparlante de Arizona.

Como consuelo de no haber ido al Gran Cañon, esto no esta nada de mal.

Al descenso hacia Sedona se le suma el calor. No obstante el sudor no durará demasiado pues cerca de Cornville nos espera ducha en casa de Geni y Pete, jovial pareja de septuagenarios ciclistas. Al llegar nos recibieron con una salida a su cervecería preferida y luego una deliciosa cena cocinada por Pete. Aunque Geni nos indica que tiene problemas para oír, no tuvimos inconvenientes en compartir pensamientos sobre la tensa situación política del momento con ellos, abiertos partidarios de Clinton. Rechazamos la estadía por mas de dos noches, no por antipatía, sino porque sentimos que nos estaban mimando mucho (Por ejemplo: Pete, el chef, no dejo cocinar a Sylvain) y continuamos a Phoenix por una atareada ruta 17. A estas alturas, el dolor de espalda de Sylvain comienza a disipar, pero en tanto terminó comenzó con un dolor de muela. Lo que sea que fuera, tendría que esperar hasta México a solucionarlo, ya que viajamos sin seguro y no pensamos en vender un riñon para costear tratamiento.

Con Geni y Pete, pareja hermosa de ciclistas. (Mis chalas y calcetines es por un caso de Pie de atleta que me afecto con el calor de acá).

Aquí un dato curioso: en poco mas de un día y medio juntamos decenas de monedas (principalmente de un centavo) tiradas en la berma, que se fueron sumando a otras. Creemos que muchas son desechadas a propósito, porque después de todo no valen tanto para los estadounidenses si es que todo vale más de un dólar en el mercado. Ya llegados a Phoenix colectamos casi 10 dolares en dos días de viaje ¿Quién dijo que el sueño americano no existía? ^^


Mexico: parte III (Peninsula de Baja California).

Alrededor de las 7am del 23 de julio, ya recién llegados al estado Baja California Sur, desembarcamos en muelle del ferry y pasamos al control del ejército (no estoy segura, pero concluyo esto por el uniforme camuflado que usaban), en el cual te pasan el equipaje por un detector de metales, muy parecido a los de los aeropuertos. Luego de la inspección procedimos a ubicarnos con el GPS del smartphone, después de todo no estábamos seguros de donde exactamente estaba ubicado este puerto. La sorpresa llegaría cuando nos damos cuenta que el muelle no estaba en La Paz, sino a 22 km. de esta. Bueno, viendo el lado positivo, al menos es temprano y no seria tan caluroso pedalear esa distancia. Al cabo de un rato llegamos a casa de Tuly, anfitriona de Warmshowers, con quien acordamos días antes en cuidar su casa y sus tres perros por un tiempo después de nuestra llegada. Tuly es muy amable y rápidamente establecimos una amistad. Pero dado que no queríamos quedarnos tantos días en su casa, nos fuimos a hacer un pequeño recorrido cerca (La Paz>Todos Santos>El Triunfo>Los Planes>La Paz).

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Caranchos sobre cactus (creo que a estas aves les dicen queleles por acá). Camino a El Triunfo, Ruta 1, BCS.

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Durante los tres días de nuestro viaje alrededor de La Paz, las nubes nos rodearon. En la foto parte del camino de El Triunfo a San Antonio.

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Ascenso progresivo desde Los Planes, Ruta 286. Lluvia que lejos de oscurecer nuestro día, lo refresco.

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Viendo el estado de este camino, nos alegramos haberlo hecho en ascenso y no lo contrario (miren esos baches a la derecha).

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La Paz al frente.

Después de este viajecillo, retornamos a La Paz el 28 de julio y nos quedamos hasta el 6 de Agosto. Principalmente use este tiempo para traducir un texto que Sylvain preparo meses atrás, y que actualmente se encuentra disponible como PDF aquí.

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Playa El Coromuel en La Paz – Unica vez que me metí al mar en todo el viaje. Mar con aguas tibias y ducha posterior me convencieron.

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Con Jesús (Marido de Tuly), Tuly y Angela (una de sus hijas).

Luego de esta larga estadía, partimos con la mezcla de alegría/pena, al despedirnos de este hogar tan afectuoso, con destino a Guerrero Negro, como nuestra próxima parada de descanso. El primer día en la ruta 1 (que une a toda la Península de Baja California) no se nos hacen excepcionalmente difícil, excepto en varios kilómetros bajo construcción, donde tuvimos que pedalear sobre tierra/arena y con tráfico acumulado. Después de casi 20 kilómetros volvemos al asfalto.

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Uno de los primeros días en la Ruta 1 de Baja.

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Y una de las primeras siestas también.

Todo marcha bien hasta el día 8 de agosto cuando nos percatamos por internet que se avecina una tormenta tropical llamada Javier. Anticipamos que no escaparemos de la lluvia por más que lo intentemos y al día siguiente madrugamos para así conseguir un techo el 9 de agosto, cuando la lluvia llegaría con todo a parte de Baja California Sur. Pronóstico correcto y conseguimos refugio en la “oficina” (simplemente un cuchitril) de la policía municipal de Villa Morelos. El policía a cargo resulto ser un clon del Jefe Gorgory (referencia de Los Simpsons): gordo, torpe y un poco tonto, pero con buenas intenciones.

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CONAGUA entregándonos la Crónica de una tormenta anunciada.

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Al menos la situación no fue tan mala como en el centro y sur de México con la tormenta Earl.

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Refugio para la sobriedad pero no lo suficiente para la tormenta. Villa Morelos, BCS.

Día siguiente avanzamos a lo que ya varios nos habían mencionado: la ruta estaba bajo construcción, y con toda la lluvia, el camino se transformo en un lodazal: una pesadilla de 4 kilómetros para cualquier ciclista con tapabarros. Historia corta, luego de una lucha por tratar de avanzar en el barro y sacarlo de nuestras bicicletas, decidimos extraer los tapabarros y desecharlos, esperando que no tendríamos lluvia en los próximos meses.

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Lucha en barro.

Por cierto: la ruta desde La Paz hasta Ciudad Constitución esta casi totalmente rodeada de cerco. Encontrar un sitio para acampar no fue sencillo, pero afortunadamente esta problemática se va aminorando en el resto de Baja, excepto en el tramo que va de Ensenada a Tijuana.

Luego de Ciudad Constitución los paisajes empiezan a mejorar y finalmente el lado bello de Baja aparece, del cual tantos cicloviajeros nos habían mencionado. De todas formas, el tráfico es alto la mayor parte del tiempo y que cerca del 95% de toda la ruta no tuviera berma puede llegar a bajar el entusiasmo a cualquiera.

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El 11 de agosto entramos al sector Este de Baja, al Golfo de California, el cual tiene un clima muy húmedo y caliente en estas alturas del año. Por dar un ejemplo: las temperaturas en Santa Rosalia alcanzan los 41° C, así que lo mejor es salir rápido de acá. También esta zona esta más expuesta a tormentas: casi cada noche que pasamos en este lado pudimos ver como el cielo se iluminaba al otro lado del Golfo, en el estado de Sinaloa.

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Los 5 días que pedaleamos por el Golfo no fueron muy cómodos para ser honestos, incluso con paisajes litorales de postal, por lo mismo, esta zona es bien turística y conseguir agua gratis no es sencillo con los dueños de restaurantes o almacenes, dado que están acostumbrados a vender todo a precio de turista. Afortunadamente, las veces que pedimos agua en Purificadora (lugar donde se purifica y vende agua, muy común en todo México) nunca obtuvimos un «no» como respuesta. Después de todo el agua es vida y a nadie debería negarsele.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turistica.

Zona bilingüe, la señal de que estamos en zona altamente turística.

Para acampar nos enfrentamos a otro problema: suelo sobrecalentado por el sol, equivalente a tratar de dormir sobre un radiador, especialmente dado que el suelo no se enfriaba por poner la carpa sobre este toda la noche. Entonces comenzamos a limpiar dos zonas para instalar la carpa: la primera para descansar hasta la medianoche y la segunda para mover la carpa alrededor de esta hora, beneficiándonos de un suelo más frío, o al menos para dejar de transpirar tanto. Si, todo un webeo, pero créanme que fue la mejor idea que se nos ocurrió para descansar con tanto calor.

Para coronar nuestra salida de esta zona, debemos subir una cuesta, y no cualquiera, esta fue bautizada como Cuesta del Infierno. El nombre lo tiene bien merecido y con esto les digo todo: el excesivo calor hizo que Sylvain pedaleara por primera vez sin camisa, aunque ya el Sol comenzaba a despedirse. Toda una anécdota, ya que mi marido es muy precavido en cuanto a la exposición solar.

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¿Será porque la creatividad no se apura? – Mural en Santa Rosalia, BCS.

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Iglesia de Santa Rosalia, diseñada por Eiffel.

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Atardecer en la Cuesta del Infierno.

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Sylvain derritiéndose.

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A la mañana siguiente, con los últimos metros de la infame subida.

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Volcán Las Tres Virgenes, BCS.

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Parte del Oasis de San Ignacio, Baja California Sur.

Mision de San Ignacio

Mision de San Ignacio de Kadakaamán.

Al entrar al desierto de Vizcaíno las noches comenzaron a hacerse más frescas, aunque con viento de frente fuerte (desde el Oeste). Esto duro poco y del 18 al 21 de agosto fuimos hospedados nuevamente por un miembro de WS en Guerrero Negro, justo a la mitad de la Península. Este poblado parece grande en el mapa, pero en la realidad no lo es: tiene muy pocas calles asfaltadas y el resto son de arenas, no muy grato darte cuenta de esto cuando la casa donde vas a descansar está en la periferia. En la calle principal hay mucho negocio cerrado a esta altura del año (temporada baja) y tampoco hay grandes supermercados como en La Paz, Ciudad Constitución o Santa Rosalia, por ello hicimos todas las compras de abarrotes en esta última ciudad. Llevamos decenas de kilos extras en la cuesta que anteriormente mencione (10 días de comida), pero ahorramos bastante plata.

Al parar en un lugar, y tener contacto con gente, siempre puede haber consecuencias: positivas y/o negativas. En Guerrero Negro tuve la parte negativa y me descompuse del estómago, pero mejore en un día por lo que decidimos seguir a la mañana siguiente.

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Arreboles: situación cotidiana por acá.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Unos kilómetros al norte de Guerrero Negro empieza el estado de Baja California.

Entre Guerrero Negro y El Rosario existe el sector llamado Valle de los Cirios, donde el trafico es más escaso, con mucho menos autos de turistas pero con el flujo de camiones igual de constante. En esta zona la obtención de agua fue nuestro principal conflicto, cualquier oportunidad de pedir a algún local o sacar directamente de un grifo (siempre filtrando después, por supuesto) en un pueblo era buena. Pero un día nos vimos forzados a tomar agua con sabor a jabón, que nos dieron en un lugar llamado Chapala. Esta estaba filtrada por nosotros, sin embargo no dejo de ser asquerosa y mató nuestro buen animo por varias horas. Lo bueno es que al día siguiente nos pudimos deshacer del resto gracias a un granjero que nos dio agua limpia y luego por los militares que trabajan en el puesto de control al sur de Cataviña, quienes nos dieron agua purificada.

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¿Alguien necesita sal? pregúntele a mis párpados.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Bajadas y subidas nos sacan de la rutina.

Y una que otro relieve a la distancia.

Y uno que otro relieve a la distancia.

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Tórtola aliblanca paseándose cerca de nuestro sitio de acampada.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros tambien.

Los trolls saben protegerse del calor. Nosotros también.

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Al norte de Cataviña empieza un paisaje rocoso muy bonito, pero muchos visitantes eligen escribir sus nombres en las rocas con pintura. Mejor nos quedamos con las que aún salvan.

Florecita rockera.

Florecita rockera.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Cirios (Fouquieria columnaris) árbol emblema de esta zona.

Dejando de lado el tema del agua pedalear todo el camino desde Guerrero Negro hasta El Rosario fue agradable: bellos paisajes desérticos, sin calor extremo como en el Golfo y sin cercos que preocuparse al momento de acampar, solo pedalear alrededor de 70 a 80 km. diarios y parar donde se nos antojara.

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Valle de El Rosario, Baja California.

Toda la calma llega a su fin en San Quintín: el tráfico se hace increíblemente denso hasta Camalú y la berma es ridículamente estrecha o inexistente. No podemos contar todas las veces que los vehículos nos pasaron a centímetros de un accidente. Sumado a esto tuvimos el viento de frente todo el día, no fue una jornada fácil, pero termino cuando encontramos un cerco abierto, donde nos adentramos casi un kilómetro encontrando un sitio oculto para acampar.

El día anterior tuvimos otro tipo de experiencia, cerca de la bahía de Santa Marta, donde nos detuvimos para acampar. Avanzamos por un camino aledaño a una quebrada para encontrar un sitio. Al momento de poner el piso de la carpa escucho un «tsss» desde un arbusto, me doy vuelta y veo una serpiente cascabel a dos metros de mi. Asustada tiro el nylon al suelo y le aviso a Sylvain, pero el no la escucha, aunque alcanza a ver su distintiva cola alejándose. Luego de este encuentro, nos preguntamos donde vamos a dormir si la serpiente anda rondando por ahí esperando volver, sobre todo porque muchos reptiles aprovechan la oportunidad de dormir cerca de fuentes de calor (¡benditos humanos!). Luego de casi una hora de reflexión abandonamos la preocupación e instalamos la carpa de todas formas, pero preparados para un posible ataque de nuestro nueva amiga. Bueno, quizás ya se habrán dado cuenta que al final no paso lo que pronosticamos.

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La cascabel en cuestión.

Volviendo al tema del camino en si, desde Camalú hasta Ensenada los paisajes vuelven a mejorar un poco, especialmente porque los poblados están más distanciados entre si. La cantidad de vehículos es densa aun, pero la calidad del camino va y viene a modo de autopista, es decir, con berma (¡yay!). Aunque el progreso trae consigo el precio de ciertos tramos bajo construcción, específicamente en la zona entre San Vicente y Santo Tomás. Después de varios días, volvemos a pedalear bajo polvo y bocinas agresivas.

Viendo el lado amable, mucho verdor de esta zona es brindado por las viñas, de la cuales tantos se sienten orgullosos. No llegamos a saber cual era el motivo de tanto orgullo: los precios de los vinos, para estándar mexicano, son altísimos (creemos que esto se debe a que las viñas no son tan antiguas y extensas como en Francia o Chile). Pareciera que, a diferencia de nuestros países natales, los vinos acá son un producto de lujo, incluso más caros que los que se producen en Estados Unidos.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Ultimo camping antes de Ensenada.

Finalmente llegamos a Ensenada el 30 de Agosto a la casa de un anfitrión de WS, al cual prefiero no describir ya que no nos sentimos tan a gusto. Luego de un par de días y que no nos dejará quedarnos tantos días como le pedimos, marchamos a casa de Tony, Mara y sus hijos, un poco más al norte de Ensenada, y el cambio fue drásticamente mejor: nos recibieron y su calidez fue instantánea. Hasta celebramos mi cumpleaños por anticipado y compartimos un pastel de cumpleaños de «BubuLubu» (uno de mis dulces mexicanos predilectos) que ellos compraron. La despedida fue difícil, pero nos fuimos el 6 de septiembre con todas las compras realizadas a días previos de cruzar a EE.UU.

Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

¡Adios pelito largo! Fuiste un buen compañero, pero ya me fastidiaste.

Torta de cumpleaños de Bubu Lubu: una bomba de culpa, azucar y felicidad.

Torta de cumpleaños de BubuLubu: una bomba de culpa, azúcar y felicidad.

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Con Mara y Tony: anfitriones inolvidables.

El tramo de Ensenada a Tijuana no es tan largo, pero no pudimos hacerlo en un día. Acampar aquí fue todo un reto, considerando que hay una autopista (ruta 1D), un camino en paralelo (ruta 1) y varios de complejos hoteleros en el litoral, que no dejan espacio para mucho más. Batallamos pero encontramos un sitio, un rinconcito escondido en un duna al sur de Rosarito.

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Stealth camping entre Ensenada y Tijuana.

Al mediodía siguiente (7 de septiembre 2016) llegamos a Tijuana. Ahí nos esperaba Sandra, quien insistió en darnos un aventon en auto hasta su casa; razón tuvo ya que estaba en la punta del cerro. Sandra fue otra anfitriona para recordar: nos hizo un recorrido por Tijuana y al día siguiente nos ayudo a cruzar la frontera para orientarnos en San Diego, California. Sobre esto me extenderé en la próxima entrega. ¡Hasta pronto!

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El muro como lienzo de la molestia sobre las políticas gringas de migración.

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Muro en la Frontera entre Estados Unidos y México, en Playas de Tijuana.

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En Estados Unidos …mexicanos.

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Detalle del muro. Ni un dedo pasa por ahí.

Con Sandra, rumbo a cruzar a EE.UU.

Con Sandra, en nuestro camino a San Diego, EE.UU.


México: parte II

En Metepec, Estado de México, nos recibe Guillermo y Janelle (él mexicano, ella estadounidense) junto con sus dos hijos pequeños. Luego de un par de días disfrutando de la compañía y de estar nuevamente bajo un techo decidimos ir a la capital para hacer un poco de turismo más convencional. Abusando de la confianza que nos entregan nuestros anfitriones, les dejamos nuestras pertenencias y partimos al DF en bus por un par de días. La idea de pedalear hacia y dentro de esta megaciudad nos asusta un poquito. Aunque un miedo poco fundado quizás.

Con la familia Bernaldez Current (Guillermo, Janelle, Anita y Memito) en Metepec.

Con la familia Bernáldez Current (Guillermo, Janelle, Anita y Memito) en Metepec.

El la capital nos recibe Mónica, mexicana a quien hospede por Couchsurfing en Concepción allá por  febrero del 2013, ahora es momento de pedir el favor de vuelta. La buena onda del reencuentro es inmediata y a pesar de que debe viajar a Puebla nos deja su departamento para estar un par de días. Aprovechamos este tiempo para recorrer algunos puntos míticos dentro de la capital: los murales de la UNAM, el Zócalo, los murales del Palacio Nacional y, obviamente, las ruinas de Teotihuacán. Con esta última visita nuestra estadía en el DF llega a su fin y retornamos a Metepec.

Mural...

Parte de los numerosos murales adentro del Palacio Nacional, pintados por nadie menos que Diego Rivera. Nada de raro que el artista se encuentra en el billete de 500 pesos (Sorry por la baja calidad, pero no se debe usar flash).

It's something!- Encontramos la entrada al museo Diego Rivera muy cara, pero he aqui una réplica al mural "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central".

Encontramos la entrada al museo Diego Rivera muy cara, pero he aqui una réplica al mural «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central». It’s something!

Tarde dominical en la UNAM y sus magnificos murales al aire libre. murales son

Tarde dominical en la UNAM y sus magníficos murales al aire libre.

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Pa’ que crean que si fuimos a Teotihuacán 😀

Con Mónica a punto de disfrutar nuestra ultima comida juntos en el DF.

Partimos el 19 de junio a Morelia para luego seguir a Guadalajara. Sabiendo de la cantidad de gente que vive en esta parte de México pensábamos que no podría ser tan sublime de observar como otras áreas menos pobladas, pero nos llevamos varias sorpresas: los caminos bordean varios bosques de pinos, cerros y lagos. Tuvimos mucha suerte con el tiempo, en todo el trayecto solo 2 o 3 tormentas pero suficientemente tarde para nosotros, así que alcanzamos a poner las carpa antes de la lluvia en todas las ocasiones. Encontrar un lugar para acampar no siempre fue fácil, pero siempre encontramos aunque sea un rinconcito escondido para instalarnos.

Camino a Ciudad Hidalgo, ruta 15.

Camino a Ciudad Hidalgo, ruta 15.

Además de los paisajes otra sorpresa nos llegó, pero con forma humana. Al pedalear por la calle principal de Ciudad Hidalgo, Estado de Michoacán, cuando un automovilista nos busca conversación. Luego de mis dudas iniciales (lo usual con gente desconocida), Sylvain me convence con un gesto de darle una oportunidad al hombre. Resulto ser un motociclista con mucha experiencia hospedando viajeros. Jaime es su nombre y su generosidad no tiene limites: nos alimenta, nos invita a su cumpleaños, nos presenta a su grupo motoquero “Profanadores del asfalto” y nos deja dormir en una habitación habilitada para huéspedes. Como reyes.

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Con Jaime, en Ciudad Hidalgo, Michoacán.

Con guatita y corazón llenos el 22 de junio seguimos a Morelia, por el camino de Mil Cumbres. A pesar del nombre el camino tiene un ascenso progresivo para luego bajar (casi en su totalidad) hasta la capital michoacana, y pasa a través de bosques que mezclan coníferas y otras variedades arbóreas. Una de mis partes favoritas, hasta ahora, en México.

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En los bosques de Mil Cumbres, Michoacán.

En Mil Cumbres, Michoacán.

En un mirador del camino Mil Cumbres, Michoacán.

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Pueblos mágicos.

En Morelia nos abre las puertas de su hogar Daniela, hermana de Mónica, y Ernesto, su pareja. Con ellos nos preparamos para mirar la final de la Copa América Centenario. Nuevamente Argentina y Chile se enfrentan. Nuevamente Chile gana.

Daniela y Ernesto. Anfitriones en Morelia.

Daniela y Ernesto, anfitriones en Morelia.

Seguimos nuestro camino el día siguiente por la ruta 15, bordeando parte del lago Pátzcuaro. Camino tranquilo en general, con una nueva parada que nos espera: la Casa de Ciclista de Zamora, a cargo de Rosendo.

Parte del lago Pátzcuaro, Michoacán.

Parte del lago Pátzcuaro, Michoacán.

Con Rosendo, dueño de la Casa de Ciclistas en Zamora.

Con Rosendo, dueño de la Casa de Ciclistas en Zamora y gran activista pro-ciclismo urbano de la ciudad.

El viaje no para por mucho tiempo y el 30 de junio marchamos a Guadalajara, transitando por la ribera sur del lago Chapala. Lo bueno es que este tramo lo realizamos en solo 3 días, y digo bueno porque acampar fue bastante más complicado. Parece que todos quieren vivir cerca del lago y no me extraña.

En Tizapán El Alto, pueblo al costado sur del Lago Chapala, Jalisco.

En Tizapán El Alto, pueblo al costado sur del Lago Chapala, Jalisco.

Atardecer en el Lago Chapala. Próximo destino: Guadalajara.

Atardecer en el Lago Chapala. Próximo destino: Guadalajara.

Arribamos a tierras tapatías el sábado 2 de julio: primero en la Casa de Ciclistas y luego a la casa de Luciano, miembro de Warmshowers. En total estuvimos 11 días. Esto podría parecer demasiado, pero entre la búsqueda del eje motor para Sylvain, el arreglo de sus pantalones y la espera del resultado de mi PAP el tiempo paso volando. También aprovechamos de ver otra final futbolistica, pero esta vez de la Eurocopa 2016. Luciano nos agasajo con comida ese día en el restaurant donde trabaja, pero a pesar de la sabrosa pizza que compartimos la derrota de Francia como anfitrión deja un saborcito amargo, sobre todo para Sylvain.

Gracias por la paciencia, Luciano!

¡Gracias por la paciencia, Luciano!

Por fortuna, no todo en la vida es fútbol, y a los pocos días seguimos a Mazatlán, tomando la autopista 15 D. La decisión de tomar la vía rápida, en vez de la antigua carretera, me costaría caro en el ego: al salir de Guadalajara (primer día), vamos descendiendo por la berma de esta vía y me sorprende un bus que “succiona” el aire de mi costado, haciéndome perder el control de mi cleta (creo que muchos ciclistas saben a lo que me refiero). Caigo a toda velocidad en el asfalto. Dichosamente no salgo con mayores heridas que moretones y raspadas en ambas rodillas (aunque el dolor me duro varios días), y el temor de seguir compartiendo camino con vehículos que me podrían volver a hacer lo mismo. El dolor no se me hace tan intenso y tomo la decisión de seguir. Vale decir que me pase frenando en todo descenso cuando veía por mi espejo retrovisor un bus o camión.

Poblado de Tequila (si, lo fabrican tambien allí).

Poblado de Tequila (si, lo fabrican tambien allí).

Volcán Tequila y plantaciones de Agave, Jalisco.

Volcán Tequila y plantaciones de Agave, Jalisco.

Color y verdor.

Color y verdor.

En general la ruta 15 D, entre Guadalajara y Mazatlán, fue dificultosa para acampar y poco entretenida de realizar. No es de extrañar que al ser una carretera de alta velocidad que la mayoría de sus margenes se encuentren cercados. Doy un ejemplo claro en el poblado de Jala, donde no encontramos una respuesta positiva de los lugareños al preguntar sobre un lugar para refugiarnos. Como conclusión, nos dirigimos a las afueras de este pueblo y acampamos adentro de una casa abandonada al lado de la carretera, donde entrada la noche aparecieron dos cachorros vagos con quienes compartimos el techo.

De repente irrumpes lindos paisajes.

No todo esta perdido. Dentro del tedio de esta ruta, también irrumpen lindos paisajes.

Al menos la ruta 15 tiene una berma en buen estado.

Además puedo decir que al menos tiene una berma en buen estado.

Otro punto negro de este trayecto fue una fuerte tormenta que nos sorprende un poco antes de llegar a Tepic. Ni estar bajo un pasonivel nos salvo del aguacero y quedamos hasta con el espíritu mojado.

A la salida norte de Tepic comienza el descenso a la zona tropical de este lado de México, por la influencia del Golfo de California. El calor húmedo y los bichos se nos hacen insoportables, pero logramos pasar solo dos noches acampando en esta zona. El viento desde el norte tampoco nos facilito esta parte.

La contienda llega a su fin y el 19 de julio cerca de las 11 de la noche logramos llegar a casa de Israel, anfitrión por Couchsurfing, en Mazatlán. Este fue definitivamente uno de los días más intensos de nuestro viaje: tuvimos que cortar un alambre de púas que nos limitaba al camino más corto hacia su casa desde la autopista, lidiar con varios pinchazos en la oscuridad y alumbrar el camino con una mini linterna, la única a mano. Una jornada que no quedará dentro de los más gloriosas de nuestro viaje. Al día siguiente, ya descansados, comenzamos la planificación del viaje en ferry a La Paz, Baja California Sur.

¡Y nos vamos a la Peninsula de Baja California!

¡Y nos vamos a la Peninsula de Baja California!

Zarpamos el 22 de julio. El trayecto fue más o menos confortable, pero no barato: MX$1100 pasaje por persona, más MX$500 por las dos bicicletas. Para estándares mexicanos bastante caro, pero razonable.

Y con respecto al viaje en si:
1.- Como el ferry zarpa cerca de las 18 horas, el pasaje incluye una cena, pero la fila es eterna, así que esperamos hasta el último llamado para ir a comer (cenamos cerca de las 10 PM).
2.- Las bicicletas quedan en el primer nivel, que es un estacionamiento, y como hace mucho calor allí, aconsejo tomar todo lo que se necesita de una pasada antes de que el ferry zarpe.
3.- El aire acondicionado dentro de la zona de butacas (zona habilitada para dormir) es débil, y decidimos tomar las colchonetas y dormir en uno de los pasillos. Hay suficiente espacio por eso creo que nadie nos echo.
4.- El viaje dura aproximadamente 12 horas, pueden llevar agua y comida (las cuales cuestan un 30% más que en tierra firme), pero consúmanla con distancia de los guardias (el ferry tiene mucha alfombra adentro, por eso se prohíbe).
 


México: parte I

30 de abril del 2016, día crucial. Día de entrada a México, país desconocido pero añorado en nuestras visiones dentro de la calurosa Centroamérica. Pasar por la aduana de Talismán, Chiapas, no fue para nada como en los países centroamericanos. Primero, pasamos la revisión usual donde tuvimos que abrir nuestras alforjas, e incluso la bolsa de la carpa. Molesto para nosotros pero siempre necesario para las autoridades. Aprobado nuestro estado como ciudadanos medianamente decentes para ingresar al país, fuimos a buscar el sello de entrada en la oficina de migración, donde nos enteramos de la Forma Migratoria Múltiple (FMM), un documento obligatorio para permanecer por 180 dias en México por tan solo 390 pesos. Este sencillo pero importante salvoconducto, que consiste en solo un papel, puede ser pagado a la salida o entrada del país. Nosotros optamos por pagarlo en la partida, ya que en caso de extravío del original se debe pagar el doble (ya escuchamos de un cicloturista gringo que paso por esta situación).

Pasada la aduana nos dirigimos a Cacahoatán, Estado de Chiapas, con nuestro primer Warmshowers desde El Salvador y el primero de una buena racha de anfitriones mexicanos con esta red social. Recibidos con la calidez que caracteriza a tantos mexicanos nos quedamos un par de días, definiendo el recorrido y buscando futuros anfitriones en la ruta. En casa de Samuel también coincidimos con otro huésped: Hugo, un cicloviajero chihuahueño, quien nos entrega información valiosa sobre algunas rutas a seguir.

Definida la trayectoria nos vamos por la ruta 200, por el litoral de Chiapas, rumbo a Oaxaca. Por varios días nos acompaño el calor y la humedad, con algunos chubascos fuertes entrada la tarde, dado el inicio de la temporada lluviosa.

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Descripción gráfica de la sensación térmica en la costa de Chiapas.

 El contraste con Centroamérica se comienza a notar en el estado de las carreteras y el tipo de urbanización: en México notamos que la gente tienda a agruparse en pueblos en vez de construir a lo largo del camino. Esto nos permite mayores posibilidades de acampar. Y no solo el descanso mejora, también los gustos gastronómicos, ya que aparecen las Cocinas Económicas con la famosa “Comida Corrida”, con almuerzos muy ricos desde 30 pesos mexicanos (unos US$ 1,50). Por experiencia les puedo decir que los precios van en aumento al avanzar hacia el norte.

Iglesia Luz del Mundo alcanza su resplandor con este edificio en Tapachula, Chiapas.

Iglesia Luz del Mundo alcanza su resplandor con este edificio en Tapachula, Chiapas.

El calor se nota hasta en la cara.

El calor chiapaneco se nota hasta en la cara.

Y hablando de comida: pedalear a lo largo de este camino fue una gran oportunidad de glotonear a diario deliciosos y maduros mangos ¡gratis! Tanta abundancia que hasta las vacas se volvían locas por estas frutas, volviéndose nuestra competencia cuando se trataba de conseguir los mejores ejemplares…de mangos.

Y aunque las ventajas de viajar por tierras cálidas trae jugosos frutos, llega el momento de tomar la ruta 190 hacia el sector de La Ventosa, en el Istmo de Tehuantepec, para comenzar a ascender a la Sierra Madre del Sur, específicamente a Oaxaca. El nombre de La Ventosa no es por casualidad, allí se encuentran cientos de turbinas eólicas por una buena razón: el viento lateral es poderosisimo, pero tuvimos suerte al pasar, ya que no sufrimos ninguna caída, como a muchos ciclistas les ha pasado.

Sylvain luchando con Eolos. La Ventosa, Oaxaca.

Sylvain luchando con Eolos. La Ventosa, Oaxaca.

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Presa Benito Juárez, Oaxaca.

El primer día del ascenso coincide con la bienvenida a la 4ta decada de Sylvain. Sin tiempo y lugar para celebrar, optamos por comprar algunos dulces para aminorar una posible crisis de la edad mediana y nos entregamos con toda nuestra energía a la jornada.

Entrando a la Sierra los días comienzan a hacerse más frescos. En todo nuestro ascenso a la ciudad de Oaxaca, solo un día tuvimos tormenta. El paisaje cambia con apariciones de bosques y plantaciones de agave, nada de raro para un estado reconocido por su mezcal. Este destilado no fue de nuestro gusto y en palabras de Sylvain «el mezcal sabe a cenizas destiladas de asado», sin ofender a los fans..

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Devoción al estilo mexicano.

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Camisa mojada, prenda perfecta para combatir el calor.

Colinas de Agave, en ruta 190. Oaxaca.

Colinas de Agave, en ruta 190. Oaxaca.

Con respecto a los terrenos para acampar, encontrar un lugar lo largo de la ruta 190 se hace más sencillo, ya que hay menos cercos. En general los campesinos son amistosos o simplemente no les importa que traspases su propiedad, sobre todo si es para dormir o detenerse para comer. Prueba de esto fue cuando tuvimos que acampar a un costado de un camino a una casa porque esa tarde nos pillo la tormenta. Cuando ya teníamos la carpa instalada con nosotros adentro, pasa una camioneta con una familia por el camino (obvio que dejamos espacio para el transito, ¡tan weones no somos!). Al detenerse pensamos que nos iban a echar en plena lluvia, por el contrario, nos saludaron y que dijeron no había ningún problema. ¡Alivio instantáneo!

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Vista post-ascenso: siempre una recompensa.

Tortillera en plena faena. Oaxaca.

Tortillera en plena faena, Oaxaca. Si México tuviera una escudo alternativo seria una tortilla de maíz.

Al día siguiente llegamos a Oaxaca (1200 m.s.n.m.), ciudad donde pasamos un poco más de una semana en el departamento de Sol, miembro de WS, que nos dejo al cuidado de su hogar ya que ella se encontraba viajando por Cuba por esos días. A pesar de que nunca la conocimos, nos sentimos muy agradecidos de estar conectados con una persona que deposito tanta confianza en nosotros.

Oaxaca es una ciudad muy bonita, de arquitectura colonial. El acento que pude notar fue en la producción textil indígena, que se nota en los múltiples mercados del centro.

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Templo de Santo Domingo, Oaxaca.

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Calle céntrica de adoquines, Oaxaca.

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Catedral de Nuestra Señora de la Asunción.

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Pasillo de un mercado oaxaqueño. Casi de todo a la venta: de articulos de cumpleaños a especias

Además de ser un estado multicultural, ha tenido una activa vida política desde hace varias décadas y encontrarse con una marcha o bloqueo de carreteras y áreas publicas es normal. Para nosotros no fue la excepción, ya que nuestra estadía coincidió con la extendida huelga de maestros opuestos a la reforma educativa, quienes tomaron la plaza y sus calles aledañas como modo de protesta.

Como ciudad capital de estado, también aprovechamos de cambiar finalmente el eje motor de mi bici que llevaba crujiendo desde Colombia (en Nicaragua lo buscamos sin éxito), pero finalmente en Oaxaca encontramos el modelo necesario a un precio decente: 200 pesos, nada de mal pensando que en tierras nicaragüenses nos querían vender uno marca chancho a 10 dólares. A la lista de compras le sumamos una cámara fotográfica nueva y una tarjeta SIM (compañía Telcel) para el teléfono, que facilitaría la comunicación con nuestros anfitriones mexicanos y el acceso al pronóstico del tiempo. Destaco que la tarjeta vale solo 50 pesos y por 100 pesos más tienes telefonía ilimitada e Internet para todo un mes. Primera vez que invertimos en una tarjeta SIM y les digo que vale la pena si planean quedarse al menos más de dos meses en México.

Además mandamos a confeccionar finalmente dos gorros legionarios para protegernos del Sol y termine de escribir sobre el cruce del Darién, que creo que fue para mejor esperar a que mi ira decantará antes de explicar lo que nos paso.

Con todo esto realizado, nuestra estadía en Oaxaca dio paso a otros rumbos cercanos de la ciudad de México, específicamente a Metepec, trayecto que nos tomaría 8 días en concluir.

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Encuentros cercanos: Pedro, cicloturista de Guadalajara https://www.facebook.com/GodinAlManubrio

En esta parte del viaje, el clima comienza a mejorar bastante en relación al sur de México: tuvimos algunas tormentas entrada la tarde durante los tres primeros días y luego casi nada hasta Ixtapán de la Sal, Estado de México. Mayormente tuvimos suerte evitando quedar muy mojados poniendo la carpa a tiempo o refugiándonos bajo un techo. Fue buena idea tener internet en el teléfono, el acceso al pronostico climático fue crucial.

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Un ejemplo de berma.

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Ex- Convento de Santo Domingo de Yanhuitlán. Ruta 190, Estado de Oaxaca.

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Un antiguo camino nos brinda el espacio para refugiarnos de la tormenta que viene.

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Y así como hay berma, también se va.

Las dificultades de esta parte del viaje fueron casi las mismas que entre La Ventosa y Oaxaca: caminos con relieves y casi nada de berma, aunque el trafico fue suave y con moderación por parte de los conductores, brindándonos siempre algo espacio.

En general los paisajes iban desde medianamente montañosos a valles semi-áridos. Escenas bonitas y poblados esporádicos, con algunas algunos puntos más destacados como en algún lugar del estado de Puebla, donde pasamos por una zona con cactus gigantes (si no me equivoco de la especie Pachycereus weberi).

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IMPRESIONANTE.

Al irnos acercando al estado de México, vamos tomando caminos rurales de menor trafico para alcanzar áreas montañosas más vacías. Esta decisión de itinerario fue genial, pedalear por aquí fue muy agradable aunque bastante deportivo.

Zapata siempre cuidandonos.

México es Zapata.

Cerca de Jonacatepec, Morelos.

Cerca de Jonacatepec, Morelos.

Algo que llamo nuestra atención en este trayecto fue una zona, en la Ruta 95, cerca de las Grutas de Cacahuamilpa, en la que un ricachón (sin pudor de mostrar su riqueza) construyo varias edificaciones con aspecto de castillo, con un incluso un avión privado. Además de construcciones, esa noche nos topamos con unas viejas conocidas: vinchucas, buen motivo para revisar si la carpa quedo bien cerrada durante la noche. Aunque esto fue una preocupación, fue solo por ese día ya que nos los volvimos a ver en todo México.

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No era un espejismo, ¡si tenia un avión!

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En la ruta 55, Guerrero, hacia las Grutas de Cacahuamilpa.

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Sigilosa pero (posiblemente) peligrosa.

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Por acá no esperaron a que la muni se rajara con ciclovias. Ruta 55.

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No se deje engañar, eso es orgullosamente sudor. Cerca de El Mogote, Sierra Madre del Sur, Guerrero.

En general, desde que salimos de Oaxaca, acampar paso de ser fácil a complicado a medida que nos íbamos acercando al centro de México, conformado por el Distrito Federal y los estado de México, Hidalgo, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala. Al aumentar la dificultad para encontrar un sitio para acampar, entramos a áreas cercadas e incluso nos arreglamos para dormir en una vivienda abandonada, la noche anterior a nuestra llegada a Metepec (2620 m.s.n.m.), donde nos esperaba nuestro anfitrión, Guillermo y familia. De vez en cuando es bueno llegar a un hogar.

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El maíz, símbolo de las fértiles tierras del centro de México. La planicia indica que queda poco para Metepec.

Recorrido descrito en este articulo.

Recorrido descrito en este articulo (del 30 de abril al 4 de Junio,2016, incluyendo los dias de descanso).


Centroamérica (o cómo pasar de Colombia a México)

INTRODUCCIÓN

El cruce por Centroamérica no fue una experiencia 100% divertida, aunque si un trámite del cual salimos sanos y salvos. Ustedes quizás estarán pensando: ¿tanto así? Así es. Después de varias semanas de postergar el escrito de esta región, he aquí los motivos empíricos de nuestro desencanto con ésta:

1.- El calor húmedo hacía el pedaleo muy incómodo; a las horas de máximo Sol estiramos al límite el tiempo de almuerzo para descansar bajo la sombra de un generoso árbol.

2.- La comida y alojamiento en general, y contrario a lo que preconcebíamos de esta región americana, son bien caros, sobre todo en contraste a todo lo que se ofrece en Colombia, desde donde veníamos viajando.

3.- Los caminos que transitamos presentan una población hacinada a lo largo, con muy pocos rincones de acceso libre para hacer camping furtivo o stealth camping. A menudo el “pueblo sin fin” era la tónica de los lugares más pobres. Esta configuración se puede entender porque el acceso a servicios como agua (no siempre potable) y transporte se encuentra allí. Bueno, eso creemos…

4.- Cruzamos esta región escapando de la temporada lluviosa, así que tiempo para disfrutar no tuvimos mucho. De todas formas las tormentas nos alcanzaron en la mitad norte de Guatemala. Error de calculo, ¡Oops!

5.- Luego de visitar parte de Sudamérica, Centroamérica no pareció realmente atractiva por los caminos que transitamos, sobre todo para nosotros que somos amantes de los paisajes montañosos y clima templado y/o frío. Además la explotación humana es bastante obvia y se observa mucho su presencia, incluyendo numerosos lugares con quema de basura a lo largo del camino (exceptuando Costa Rica y Panamá).

6.- Cambiar la plata es un cacho para tan poco tiempo de uso. Con cada cambio, algo de dinero se pierde.

En general, no sentimos realmente la necesidad de pasar mucho tiempo en esta región, sobre todo con la temporada lluviosa en la vuelta de la esquina con todo lo lindo que trae ella, dígase Dengue, Chikungunya o Zika. Asimismo, por lo que se explica en el punto 3, encontrar lugares seguros y escondidos para acampar fue complejo, pero no imposible.

PANAMÁ

Fechas de transito: 4/3/2016-26/3/2016

Sello de entrada/salida en pasaporte: SI/ SI

Impuestos de turismo: NO EXISTENTES

Rutas pedaleadas: Ruta 1 (Panamericana)

Divisa: Dólar estadounidense (billetes) y balboa (monedas).

¿Agua del grifo potable?: Si.

Cuando salimos de Ciudad de Panamá conocimos a un cicloturista español, que nos dio luces de un vídeo transmitido por la TV panameña de una trifulca de un turista con un indígena en la Comarca Guna Yala. Ya que nunca vimos el vídeo (hasta el ultimo día en Panamá) asumimos que nosotros eramos los involucrados [para entender el contexto leer entrada anterior], y esto ayudo a que nuestra salida del país fuera más que urgente, ya que no sabíamos si había una investigación detrás del asunto. Sylvain llego a pensar que le iban a prohibir la salida del Panamá, pero yo me mantuve suspicaz porque nos encontramos con policías y nunca nos llamaron la atención. Por todo esto, cruzar hacia Costa Rica fue un gran alivio.

Tratamos de cruzar Panamá con una mínima interacción con los locales dada nuestra “notoriedad”. El relax vivido en Ciudad de Panamá, gracias principalmente a la solidaridad de nuestros anfitriones Mariela y Rogelio, se esfumaba cada día que nos acercábamos a la frontera con Costa Rica. Diez días de pedaleo hacia ese país por la Panamericana pasaron lentamente, en nuestras cabezas claro está.

Con Mariela y Rogelio en Ciudad de Panamá.

Con Mariela y Rogelio en Ciudad de Panamá.

Moderno y antiguo en Panamá.

Los rascaciones de Paitilla contrastan con el casco histórico de Ciudad de Panamá.

Colchón inflable averiado. Resultado de la exposicion a la alta humedad de Colombia. Al menos logramos comprar uno nuevo en Panamá.

Colchón inflable averiado. Resultado de la exposición a la alta humedad. Al menos logramos comprar uno nuevo en Panamá (en tienda militar de Albrook), ya que en Colombia no encontramos.

El país del Canal es bastante caro y, sumado a la existencia continua de cercos perimetrales, acampar se hace muy difícil a lo largo de la Panamericana. Recurrimos a la llegada de la noche para evitar problemas con el traspaso de propiedad o preguntar en alguna compañía de Bomberos, que no siempre son silenciosas o confortables pero si receptivas con el cicloturista.

Dado que solo hay un camino que cruza el país de Oeste a Este, conocimos a muchos ciclistas pedaleando en sentido contrario al nuestro. Gracias a estos encuentros obtuvimos varias actualizaciones sobre el estado de otros países.

Por la panamericana panameña.

Por la panamericana panameña. No se engañen, aunque hay turbinas eólicas, el viento por acá no fue obstáculo.

Uno de muchos ciclistas que conocimos. Este suizo nos dijo que lo llamaramos Manolo, aunque no era su verdadero nombre.

Uno de muchos ciclistas que conocimos. Este suizo nos dijo que lo llamáramos Manolo, aunque no era su verdadero nombre.

Y en un letrero, se asoma algo de conciencia.

Y en un letrero se asoma algo de conciencia.

COSTA RICA

Fechas de transito: 26/3/2016-4/4/2016

Timbre de entrada/salida: SI /SI

Impuestos de turismo: US$ 8, sólo para salir.

Rutas pedaleadas: Ruta 2 -Ruta 34 -Ruta 27

Divisa: Colon

¿Agua del grifo potable?: Si.

Luego de cruzar la frontera el cambio paisajistico fue mejorando, incluso con los costados de la carretera bien poblado. El lado sureño tico es más lindo, si te gusta la vegetación en abundancia y playas; el norteño más seco y con caminos más estrechos. En la primera parte acampar se hace más sencillo, las plantaciones de palmas y algunos parches boscosos dan el espacio perfecto para ello. Además pudimos acceder a ríos para refrescarnos a mediodía, así como algunas playas y sentir la brisa del Pacífico. ¡Ahhh!

Acampando en una plantación de palmas aceitera.

Acampando en una plantación de palmas aceiteras.

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¡Finalmente algo de aire fresco!

Asi como se ve en esta foto, muchos puentes fueron construidos en conjunto con el gobierno estadounidense.

Así como se ve en esta foto, muchos puentes fueron construidos en conjunto con el gobierno estadounidense.

Por otro lado, Costa Rica es super turístico: a lo largo de la costa Pacífica se encuentran muchos resorts, hoteles y áreas residenciales, principalmente habitadas por estadounidenses, lo que hace que muchos letreros de bienes raíces sean bilingües. Como consecuencia, y dado el estatus alto de vida que tiene este país, los costos de comida son mayores, incluso más que en Panamá.

Caminos amplios y en buen estado en el sur de Costa Rica.

Caminos amplios y en buen estado en el sur de Costa Rica, rodeados de extensas plantaciones de palmas aceiteras. 

Sin pensar en alojarnos en una hostal, pedimos espacio para descansar con los bomberos dos veces en el sur. Fue bastante silencioso y confortable (incluso con aire acondicionado al interior de la estación). Pasamos por una semana con muchos incendios, por encontrarnos en temporada seca, por lo tanto, mantuvimos poca comunicación con los bomberos, ya que salían por horas a cumplir con sus deberes. En el norte no tuvimos mucha suerte pidiendo ayuda, pero experimentamos nuestra primera estadía en un recinto de la Cruz Roja.

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Es bastante común ver aves a lo largo del camino.

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Es siempre temporada de canto en Costa Rica.

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Vista del océano Pacifico. No muy lejos ocurría un incendio.

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Costa Rica tiene la fama de ser un país muy a la vanguardia en conservación, si hasta sus letreros camineros lo prueban.

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¡Esta vez no hay forma de bañarse en este rio! (Rio Tárcoles)

Cruzamos Costa Rica solo en 6 días, así que no hay mucho más que decir…

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«Gracias por venir, pero antes de salir pase a la caja.»

NICARAGUA

Fechas de transito: 4/4/2016-15/4/2016

Timbre de entrada/salida: SI /NO (¡Atención! Aquí entramos a la alianza llamada C4, compuesto por: Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Quienes dan 3 meses para recorrer los 4 países).

Impuestos de turismo: Al entrar cobran US$ 1 (impuesto de la alcaldía municipal) + US$ 10 (tarjeta de turismo) + US$ 2 (impuesto gubernamental). Y al salir cobran US$ 2.

Rutas pedaleadas: Ruta 1 -Ruta 28 -Ruta 12- Ruta 24

Divisa: Córdoba.

¿Agua del grifo potable?: Si, aunque es bueno preguntar antes por los cortes en algunas zonas.

Nicaragua supuestamente es el país más barato de Centroamérica. Aun así es un poco más caro comer acá que en Colombia y los precios de los alojamientos son mayores que los ecuatorianos. Sin embargo, después de dos semanas de acampar, llegando a Granada, ciudad aledaña al lado Nicaragua, nos dimos el gusto de pagar por un alojamiento (US$15 por los dos). La primera noche pagamos por tener chinches en la cama y tuvimos que dormir en la carpa de todas formas. Ya en Managua tuvimos mejor descanso, al quedarnos en casa de Orlando y su familia, donde nos sentimos tan a gusto que permanecimos allí por 5 días. De nuevo Warmshowers (WS) se convierte en una herramienta para encontrar personas que nos entregan amistad y hospedaje en nuestro viaje.

¿Chinches en la cama? Suena como un trabajo para super Carpa.

¿Chinches en la cama? Suena como un trabajo para Super Carpa 😛

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Iglesia La Merced, Granada.

El señor Ortega entregando su omnipresencia caminera.

El señor Ortega entregando su omnipresencia caminera.

La parte entre el lago Nicaragua y el océano Pacifico es muy ventosa. La desventaja de pedalear con viento fue compensada con la frescura del mismo.

Cuando circulamos por Nicaragua, había un problema serio de sequía. A pesar de esto, el agua de la llave es potable en general, siempre y cuando no la hayan cortado. Preguntar siempre a los locales antes de beber.

Un rio seco en Nicaragua, a pocos kilometros de Granada.

Unp de los tantos ríos secos en Nicaragua.

Al pasar Managua, la temperatura oscilaba entre 35 y 40°C cada tarde, con un porcentaje altísimo de humedad. A falta de aire condicionado, bien sirve pedalear, porque incluso descansar debajo de una sombra no garantiza sentirse cómodo en este clima.

Nicaragua un país globalmente pobre y un tanto atestado de viviendas y cercos a lo largo del camino, no obstante fue posible encontrar lugares para acampar al final del día, principalmente cuando los campesinos volvían a sus hogares dejando los campos de cultivos. Podríamos haber pedido permiso con algunos habitantes, pero no fue necesario.

País barato o no, queda a criterio del viajero, pero hay varios impuestos de entrada y salida: US$ 15 para un territorio pequeño parece un chiste. No obstante creemos que Nicaragua pudo haber merecido más exploración en caminos alternativos o incluso de ripio alrededor de los lagos y volcanes, siempre y cuando la temporada seca nos hubiera acompañado.

Lago Managua.

Lago de Managua.

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Volcán Momotombo.

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Sylvain con Antoine, Karl y Holly, tres de los tantos cicloviajeros que conocimos en Centroamérica.

Después de 12 días en Nicaragua, ya nos encontrábamos listos para cruzar hacia Honduras y luego El Salvador, países con pésima reputación. Pero la gran mayoría de cicloviajeros que conocimos nos contaron que no tuvieron mayores problemas en ellos.

HONDURAS

Fechas de transito: 15/4/2016-17/4/2016

Timbre de entrada/salida: SI /SI

Impuestos de turismo: Al entrar cobran US$ 3

Rutas pedaleadas: Ruta 3-Ruta 1

Divisa: Lempira

¿Agua del grifo potable?: No

El plan de cruzar Honduras era simple: 140 kilómetros aproximados de camino, con la mitad plana y el resto con colinas, siguiendo la ruta más corta hacia El Salvador. Hay una opción de evitar Honduras cruzando en lancha por el Golfo de Fonseca, desde Nicaragua a El Salvador, pero luego de nuestra desventura cruzando el archipiélago de San Blas preferimos probar nuestra suerte por tierra.

Nuevamente encontramos alojamiento gracias a WS y pasamos dos noches en la casa de Jaime y sus padres en Choluteca, pero estuvimos solo dos días pedaleando en tierras hondureñas. Por lo mismo, no tenemos mucho que decir sobre el país, salvo que pasamos por un área muy seca, con la clásica configuración de muchas viviendas a lo largo del camino.

No tuvimos dificultades pero escuchamos mucha mierda de todas formas. Parece que es un hobby gritarles a los cicloturistas cuando pasan, muy probablemente porque somos los únicos turistas que ven. Los gritos van del clásico “¡gringoo!” hasta “¡dame un dólar!”, y no hay limite de edad para hacerlo: desde mocosos hasta seniors, y si uno de ellos empieza el resto les sigue. Solución: hacer un buen playlist y dejar que la música ensordezca la estupidez, porque tratar de convencer a la gente que sus gritos son molestos no sirve.

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La única foto de Honduras: vista de bahía de San Lorenzo, en el Golfo de Fonseca.

En comparación, entrar a El Salvador fue un alivio, casi como entrar a un país más civilizado solo porque la gente no te “ladra” para llamar tu atención.

EL SALVADOR

Fechas de tránsito: 17/4/2016-24/4/2016

Sello de entrada/salida en pasaporte: NO /NO.

Impuestos de turismo: NO EXISTENTES

Rutas pedaleadas: Ruta 1E- Ruta 2

Divisa: Dólar estadounidense.

¿Agua del grifo potable?: No.

El Salvador es el otro país “malo” de Centroamérica, con la criminalidad de este, cualquier población de Santiago parecería una Sala Cuna. Por esto ver guardias privados con escopetas es el pan de cada día. No hay ni una sola estación de servicios, supermercado o banco donde no vimos la presencia de estos personajes con chaleco antibalas.

Por lo que respecta tampoco tuvimos problemas, excepto con los múltiples pinchazos ya que las bermas están llenas de residuos de llantas camioneras.

Entrando a El Salvador con un camino en muy buen estado.

Entrando a El Salvador con un camino en muy buen estado.

Escogimos seguir los caminos de la costa lo que más se pudiera, con el fin de evitar al máximo ciudades muy grandes. El paisaje empieza a mejorar, en parte por tener menos densidad poblacional, sobre todo al este del país, donde encontramos a un gran anfitrión de WS llamado José, muy cerca de la playa El Cuco, quien tiene grandes historias sobre su país natal y el exilio que vivió en Quebec debido a la guerra civil.

Sylvain conversando libremente en francés con José.

Sylvain conversando libremente en francés con José.

En El Salvador tuvimos que pedir permiso casi todas las noches para acampar en un patio o campo por lo mismo de siempre: terrenos eternamente cercados y alta presencia poblacional a lo largo del camino. Con ello la basura quemada en el camino, porque no hay servicio de retiro de la misma, excepto en las ciudades. También los ríos se ven muy contaminados porque se usan para lavar ropa y autos. No nos atrevimos ni siquiera a filtrar el agua de estos, pero si la de la llave, que tampoco se puede tomar directamente.

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En la Cordillera Jucurán, ruta 2 de El Salvador.

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Plantación de caña.

Mujeres lavanderas y niños bañandose.

Mujeres lavanderas y niños bañándose. Con tanto detergente el rio no podría quedar más limpio :/

El país es sorprendentemente caro, considerando el nivel de pobreza que se observa. El uso del dólar como divisa oficial tampoco ayuda. Afortunadamente, es chico así que se puede cruzar en menos de una semana a buen ritmo y poniendo buena cara al calor tropical.

GUATEMALA

Fechas de tránsito: 24/4/2016-30/4/2016

Sello de entrada/salida en pasaporte: SI/ SI

Impuestos de turismo: NO EXISTENTES

Rutas pedaleadas: Ruta 1- Ruta 2

Divisa: Quetzal.

¿Agua del grifo potable?: No

Al entrar a Guatemala se respira otro aire. Se ve más limpio (no al 100% pero mejor), un poco más barato y más turístico, lo que da una sensación de seguridad.

Por primera vez en Centroamérica pensamos en subir hacia zona montañosa, para por fin tener un poco de aire fresco y admirar uno de los lugares más lindos en Guatemala:el lago Atitlán. Pero exactamente en nuestro segundo día en este país, comienzan las lluvias tormentosas vespertinas que empeoran cuando llega el momento de decidirse a ascender o no. Por ultimo resolvimos mantenernos en la calurosa costa, pero esquivando lluvias frías y con un cielo nublado que no nos dejaría ver la montaña.

Plantación de caucho chapin.

Plantación de caucho chapin.

El cruce por Guatemala fue igualmente corto … y nuevamente no podemos dar una opinión justa sobre el país. Seguir el camino de la Panamericana a nivel del mar es un tanto somnífero salvo por la presencia de camiones y intermitencia de la berma. Acá el espejo retrovisor es esencial.

La berma de Guatemala es muy buena...cuando la hay.

La berma de Guatemala es muy buena…cuando la hay.

CONCLUSIÓN

Muchos cicloturistas nos comentaban maravillas de México y eso nos daba un impulso diario para seguir hasta dicho país, usando Centroamérica como un puente simplemente. El final de la parte aburrida de nuestro viaje llegaba a su fin, ¡la recompensa está cerca!

Como corolario de esta travesía llegamos a la reflexión de que fue algo que teníamos que hacer pero que no repetiríamos.

Y finalmente la recompensa es poder ver la bandera mexicana flameando.

Y finalmente la recompensa es poder ver la bandera mexicana flameando a poco metros.

2200 kilometros de pedaleo en poco menos de dos meses.

2200 kilómetros (aprox.) de pedaleo en un poco menos de dos meses.


Cruce del tapón de Darién: lo bueno, lo malo y lo feo.

[ENGLISH VERSION OF THIS TEXT]

Cuando se piensa cruzar Latinoamérica llega el dilema para todos los viajeros que usan sus medios de transporte, el llamado Tapón de Darién, zona selvática comprendida entre Panamá y Colombia que corta en dos la Panamericana. Allí no hay caminos, cero. Los motivos del porqué no existe una continuidad en esta carretera en esta zona son varios: desde razones topográficas hasta las sociales, como mantener a raya el flujo de inmigrantes (cubanos, congoleses, etc.) que se dirigen al “sueño americano”. Aunque la inexistencia de un camino como tal entre estos dos países limita el tránsito no significa que lo eliminan. Sobre este último punto me extenderé más adelante.

Todo lo anterior nos lleva a buscar alternativas a nuestras queridas cletas. Existen tres opciones, con variados precios y comodidades: (1) el cruce en veleros mayoritariamente estadounidenses, que llega a costar hasta US$ 600 por persona, (2) el cruce en avión ruta Colombia-Panamá, que bordea los US$ 200 (solo por pasajero, no incluye la carga), y el más barato y elegido por nosotros: (3) el cruce con tres lanchas de motor, que puede llegar a costar alrededor de unos US$ 200, todo incluido.

Dado que todo lo anterior que describo pueden encontrarlo fácilmente en Google, les contaré nuestra experiencia (marzo del 2016), con todo lo bueno, lo malo y lo feo.

Una vez en Turbo, Colombia, nos costó encontrar alojamiento. Hay muchas opciones de hospedaje dada la situación de esta ciudad como “puente” lanchero hacia Panamá, pero el día de nuestra llegada estaba todo copado, excepto un lugar de COL$ 40.000 por habitación, el más caro que pagamos en tierras cafeteras. En todo caso, sigue siendo más barato que Chile.

Solucionado el tema del alojamiento viene lo más complejo y empezamos a buscar una forma segura y barata de llegar a Capurganá, pueblo fronterizo del caribe colombiano donde está la oficina de migración. Esto no es sencillo. Bueno, en realidad si lo es cuando se viaja con lo mínimo (una mochila, por ejemplo).

Después de ir al muelle “el waffe” y conversar con la gente de una empresa que no nos garantiza ni la forma en que deben ir nuestras cletas (quizás hay que desarmarlas) ni la cantidad de plata que costará, optamos por buscar alguna empresa más profesional en Internet. ¡Voilà! La empresa que da respuesta a todas nuestras inquietudes se llama Ecoviajes Darién, quienes poseen un catamarán que hace viajes turísticos hacia Capurganá tres días a la semana. Con todo más claro y puestos reservados, partimos al muelle a tomar el transporte el 3 de marzo. En relación al costo, el pasaje por persona cuesta 70 mil pesos colombianos. Al principio nos dijeron que iban a cobrar por equipaje (es decir por su peso) y bicicletas, pero con el apuro de la tripulación solo nos cobran los pasajes. Lo mejor es que nuestras bicis quedan amarradas a una de las estructuras del catamarán, una maravilla considerando los fuertes “coletazos” que hace la embarcación. DATO: Si tienen el estómago débil, siéntense lo más atrás posible. Yo lo tuve que hacer. Al menos pude retener el desayuno.

Esperando el catamarán en el muelle "el waffe". Turbo, Colombia.

Esperando el catamarán en el muelle «el waffe». Turbo, Colombia.

Camino a Capurganá arriba del catamarán.

Camino a Capurganá arriba del catamarán.

Luego de unas 2 horas de viaje desembarcamos en Capurganá cerca del mediodía. Allí se nos acerca el encargado de migración, quien dice que somos bienvenidos a sellar nuestros pasaporte en la oficina el día que deseemos, pero que tenemos que tener claro cuando nos vamos a Puerto Obaldía, Panamá. Sellamos el pasaporte durante la tarde para partir al día siguiente, al parecer las lanchas salen de lunes a domingo y se llenan rápido (las que vi tenían capacidad de hasta 10 pasajeros).

La playa en Capurganá.

La playa en Capurganá.

Vecino reptiliano de Capurganá.

Vecino reptiliano en Capurganá.

A la espera de cargar todo en la lancha hacia Puerto Obaldia. Notese los elementos extraidos en la bicicleta.

A la espera de cargar todo en la lancha hacia Puerto Obaldia, Panamá. Notese los elementos extraídos en las bicicletas.

La jornada del viernes 4 de marzo parte temprano, porque las lanchas salen cerca de las 8 am y hay que pesar la carga antes de salir. El costo por pasajero es 30 mil pesos colombianos, 20 mil pesos por bicicleta y la carga cuesta 800 pesos por kilo, con los primeros diez sin costo. El redondeo post- negociación nos ayuda y pagamos al final 40 mil pesos por la carga. Solo pude negociar con el precio del equipaje y esto se puede porque los lancheros no dan recibo por ningún servicio.

CONSEJO: Hay que poner atención con la forma en que cargan las bicicletas y remover todas las partes de acero porque el agua salada hará su trabajo destruyendo. Días antes conocimos a una pareja de cicloturistas franceses que hicieron este mismo recorrido y que lamentablemente una de sus bicis quedó con el desviador trasero totalmente inutilizable, ademas de una parrilla más algunos de los rayos destrozados por el forcejeo de ciertos pasajeros al remover parte del equipaje, sumado al azote de la lancha en el viaje (las bicicletas iban en la proa, donde más se agitan los botes). Las alforjas deben ir bien cerradas y viajen con sandalias (o cualquier tipo de calzado que sea sencillo de lavar) porque este tramo es corto pero agitado y mojado.

En la lancha hacia Puerto Obaldia. Las bicis van acostadas, no hubo opción.

En la lancha hacia Puerto Obaldia. Las bicis van acostadas, no hubo opción.

Después de más o menos una hora de viaje llegamos a Puerto Obaldía, Panamá. Ahí nos recibe el SENAFRONT, organismo que resguarda las fronteras del país y que revisa la carga de todas las embarcaciones. Lo que más me llamó la atención es que te revisan, pero no te dicen lo que buscan, a menos que les preguntes, aunque lo primero que se me podría pasar por la mente son drogas ilícitas ¿o no?. A los mochileros que viajaban con nosotros les hicieron abrir todo el equipaje (¿será que hay un prejuicio o solo antecedentes?) y para qué decir de los colombianos. Por nuestra parte, solo nos revisan con un perro antinarcóticos.

Luego de la revisión, vamos a la Oficina de migración de Panamá, donde nos entregan el sello de entrada, además nos toman las huellas dactilares y una fotografía. Para hacer este trámite también hay que llevar una fotocopia del pasaporte, específicamente las pagina con la información del viajero. Recomiendo sacar esta copia de antemano, para abaratar costos.

NOTA: la divisa panameña es oficialmente el balboa, pero se usa el dólar estadounidense. Los balboas son solo las monedas (si, yo tampoco entiendo este sistema, pero funciona).

Oficialmente en un nuevo país, vamos a un lugar tranquilo para secar nuestras ropas y relajarnos al haber pasado la segunda fase de este transito no bicicleteable. Las ofertas de lanchas que salen a Carti se dejan caer solas, pero preferimos pasar la noche ahí y esperar al día siguiente. No hay apuro…por ahora.

En la noche acampamos a un costado del pueblo, cerca del vertedero de basura, ya que esta pequeña localidad es llegada de cientos de cubanos que usan Centroamérica como acceso a Estados Unidos, donde tienen la facilidad de obtener permanencia definitiva gracias a la Ley de Ajuste Cubano, un mecanismo que desde 1966 permite la entrada de los isleños a tierras gringas. El tema de la población flotante en Puerto Obaldía es tan trascendente que esta presente en los medios continuamente. Acá tan solo un ejemplo que explica de mejor forma lo que observamos. 

El día siguiente llega, pero no sale ninguna lancha a Carti. Nos empieza a preocupar que el tema de la salida de este “limbo ” va a tomar más tiempo, pero el próximo vuelo en avioneta hasta ciudad de Panamá sale en 10 dias más, y sin cajero automático ni comida suficiente no nos queda otra que seguir con el plan de viaje marino, ahorrar comida y plata. Los vuelos en avioneta son diarios, pero la mayoría de los cubanos usa este medio para seguir su camino, por lo que los cupos se llenan rapidísimo.

Mujeres gunas en espera de transporte, como nosotros, en el muelle de Puerto Obaldía, Panamá.

Mujeres gunas en espera de transporte en el muelle de Puerto Obaldía, Panamá. Coloridos pañuelos adornan un cielo gris.

El sábado sigue su curso y nada pasa. Llega el domingo y se ve una lancha llamada “Idayana 2”, viene desde Carti con tres cicloturistas. Sylvain charla con ellos un poco, parecen satisfechos con el servicio y sus bicicletas llegan en buen estado, ya que la embarcación tiene un espacio en la proa suficientemente grande para ubicar las cletas derechas; el situar las bicicletas acostadas podría poner en riesgo la integridad de ciertas partes, como las parrillas.

Me acerco a conversar con el encargado de la lancha, me ofrece un precio de US$ 150 por cada uno para llevarnos hasta Carti. El precio incluye el traslado de la bicicleta y el equipaje. Le digo que si me puede hacer una rebaja, me dice que no hay problema siempre y cuando llenemos la lancha, es decir, encontrar al menos 5 personas más. Como no tengo poder de persuasión, espero que el tiempo pase; estando dos días mirando la playa con la gente ir y venir, sé que seguirán llegando más personas que van a Carti. La realidad es que al día siguiente la lancha esta lista para partir con 5 pasajeros más.

Con el precio “ganga”, de acuerdo al lanchero, de US$ 125 por el trayecto que se mueve por medio del archipiélago de San Blas, entregamos nuestros pasaportes para iniciar un tramite que nunca llegué a entender para qué, sin siquiera recibir un recibo por el pago. Es decir, la única garantía que tenemos es que el lanchero se acuerde de nosotros. Confianza le dicen algunos; para mi una falta de respeto con el cliente, sobre todo si al volver entona: “¿me pagó?. La Paty Cofré que fluye en mis venas se mantiene solo en mis pensamientos: “¡Weón, te pasé 250 dólares en efectivo, no me preguntí weas!”.

En la espera de salir, se acerca un hombre, que nos pregunta si vamos a Carti. Nos avisa que hay que pagar un peaje de US$20 para pasar por las islas, que la comarca Guna Yala, que el permiso, que vamos a pagar el doble si no lo hacemos en Puerto Obaldia, etc. Me enfurezco, porque luego de casi 4 días esperando allí es primera vez que oigo de esto y me parece una estafa, sin embargo le respondo con calma que no vamos a pagar, y que cualquier problema lo arreglaremos después, porque ya bastante plata estamos gastando por el viaje y apenas hemos comido en tres días con los precios que hay en el pueblo (5 dólares por un plato paupérrimo de arroz con atún que seria una vergüenza hasta para un estudiante universitario). Más tarde entendí que todo el tema del transporte de lanchas en esa zona es manejado casi exclusivamente por gunas, etnia de esa zona.

Esquivando el tema de la cuota y hecho el trámite del lanchero, salimos casi a las 11am, cuando debimos haber salido a las 8am. Pensé «¡Paciencia! quizás lo mejor esta por venir y aún podemos llegar a Carti durante la tarde, ¡vamos que se puede!». Mi optimismo inicial deja de lado el hambre que hemos sentido durante 3 días -solo el desayuno fue una comida apropiada- y se ve acentuado por la belleza del archipiélago y la tranquilidad del agua en la mayoría del tramo. Converso con Sylvain, tratamos de dejar atrás la espera e incertidumbre, disfrutamos del paisaje.

El lanchero hace dos paradas: una para obtener gasolina y otra para pasar a la isla de su papá. Si, leyeron bien. Su padre tiene una isla, de esas como de postal o afiche de agencia de viajes: palmerita, arena blanca, mar turquesa. Ahí nos bajamos y luego de casi media hora seguimos el viaje. Son cerca de las 4pm y quizás aun hay tiempo para llegar a Carti. A lo lejos vemos un poblado en la costa, ¡ahí está!, a unos 500 metros o menos quizás, pero la lancha empieza a doblar a la derecha y entra a una isla hacinada de palafitos. Le pregunto al lanchero qué cuando vamos a Carti, necesitamos llegar hoy. Me dice que no, mañana partimos. ¡¿Qué?! ¡Esto parece un mal sueño que no termina! El lugar donde nos lleva el lanchero es un bar/hospedaje de mala muerte donde convenientemente él es el dueño. Lamentablemente, como este lugar es una isla, está super hacinada y no se puede acampar afuera, así que optamos por esperar que el bar cierre a las 10pm y dormir en el piso, porque no vamos a pagar más plata por la deficiencia de nuestro transportista.

La proa de la lancha con el encargado.

La proa de la lancha con el encargado.

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Aldeas isleñas de San Blas.

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Más vistas del archipiélago.

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El interior de la lancha.

Pescadores artesanales gunas.

Pescadores artesanales gunas.

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El árbol símbolo de las islas fue sin dudas la palmera.

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Fue bastante común ver veleros, sobre todo con banderas estadounidenses, en el archipiélago.

En la isla del papá del lanchero, donde se entregan alojamiento a turistas.

Si cabe alguna duda con el nombre de la lancha que nos traslado.

Llega el martes en la mañana y no dirigimos más palabras con el lanchero, solo queremos llegar y pedalear, porque sabemos que alguien nos espera con alojamiento en ciudad de Panamá.

Al fin arribamos en el muelle de Carti. Desembarcamos y empacamos nuestra carga en las bicicletas. El esperado pedaleo se viene. No pasan ni 10 minutos y alguien nos pide que paguemos US$2 por el uso del muelle, a lo que respondo que no nos corresponde porque no decidimos llegar a este muelle, tampoco hay letrero que explique sobre esta cuota. Acá comienzan los problemas más serios. Empujamos nuestras bicicletas hacia el camino y un hombre se acerca insistiendo sobre el pago del impuesto. Le explico que no lo voy a pagar, que eso le corresponde al lanchero -¿desde cuando los pasajeros pagan peajes?-, que ya me voy y que si tiene cualquier problema con nosotros, que llame a la policía (¡así de chora!). Entonces comienza a empujar mi bicicleta hacia atrás por el manubrio, yo hacia adelante, se suma otro hombre a hacerme lo mismo. El forcejeo se hace más fuerte y conmigo tratando de explicarles que no voy a pagar. Vale destacar que a Sylvain nadie lo retiene, al parecer los hombres gunas (de más o menos mi estatura) tienen miedo de encararlo con el pago.      

Sigue el forcejeo, hasta que el mayor de ellos, y al parecer el que esta a cargo de los cobros, me empuja fuertemente por el hombro, lo que hace que casi me caiga con la bici. Sylvain reacciona a defenderme, deja su bici en el piso y corre a empujar al hombre gritándole “¡no toques a mi esposa!”. Inmediatamente unos cuatro hombres agarran a Sylvain y lo tiran al piso, el que me empujó le tira un certero golpe en la cara, con lo que le corta el labio a mi flaco. Pareciera que el hombre filtra su violencia por el hecho de que hay muchos testigos, podría ser malo para el negocio. El forcejeo dura unos 2 minutos y se mezcla con los comentarios de mochileros, algunos defienden el impuesto, otros solo quieren detener la trifulca, algunos graban con sus smartphones (un souvenir más).

-Un pequeño parentesis con una información importante: la mayoría de los mochileros que viajan a esta parte de Panamá, vienen desde la ciudad con agencias de viajes, es decir, saben los costos de casi todo. En su mayoría escuche voces insistiendo que pagáramos el impuesto, que es justo porque es territorio guna. Yo creo que solo les parece muy barato, por eso solo «se bajan los pantalones” con los costos usureros de esta zona. –

Al final, un hombre, que no parece guna y con acento panameño paga los 4 dólares porque le da vergüenza la escena. Bueno, a mi me da vergüenza que el gobierno panameño no controle los cobros de esta zona ni que los precios estén establecidos en letreros, como se da en muchas áreas protegidas alrededor del mundo. Luego me enteraría que la Comarca Guna Yala es un territorio autónomo, con sus propias reglas, es decir, ellos pueden cobrar lo que quieren porque ahí no hay control policial y la gran parte de la gente le parece bien porque es un lugar bien lindo, de eso no hay duda. La comarca es algo así como un Far West del Caribe, excepto que las armas (con exposicion explícita) son reemplazadas por la intimidación y usura.

A la salida del mencionado "muelle" encontramos este letrero. No hay indicación de pagos.

A la salida del mencionado «muelle» encontramos este letrero. No hay indicación de pagos.

Después de pasar el peor momento de todo nuestro viaje, empezamos a pedalear. Me detengo y comienzo a llorar por miedo. Nunca había sentido tanto temor en tierras ajenas, ni siquiera en Colombia, país que tiene una pésima fama de inseguridad pero (al menos bajo nuestro experiencia) mal argumentada. La intensa sensación de angustia me acompaña todo ese día, la atribuyo a la poca protección que sentí y a las reacciones violentas que tuvieron los comerciantes contra nosotros. Por mi fortuna cuento con el apoyo de Sylvain, quien a pesar de lo anterior me dice que se encuentra bien y que todo esto solo le hizo recordar sus días de Rugby 🙂

Ese jornada fue de pedalear poco, por el calor, la inclinación exagerada del camino, los ánimos post-altercado y el hambre que ya se extiende por 5 días. Acampamos y descansamos bien, a pesar de sentirnos blanco de posibles ataques, ya que aún no salimos de la Comarca.

Muestra de una de las inclinaciones el camino Carti-Panamericana. Imposible pedalear, ni siquiera en las bajadas.

Muestra de una de las inclinaciones el camino Carti-Panamericana. Imposible pedalear, ni siquiera en las bajadas.

Otro angulo, para que no crean que exagero.

Otro angulo, para que no crean que exagero.

Desde arriba de una loma. Caminos dificiles muchas veces equivalen a vistas buenas.

Desde arriba de una loma, Sylvain exhausto en el pavimento. Caminos difíciles muchas veces equivalen a vistas bonitas.

Al día siguiente, nuestros ánimos parecen mejorar, el camino es muy difícil y cada kilómetro avanzado es un logro, a pesar de que tenemos que empujar y no pedalear en muchas partes. Cerca del mediodía vamos avanzando cuando vemos que un hombre a lo lejos nos filma con su teléfono desde la mitad del camino. Resulta ser un inspector en su puesto de control, nos pregunta si nosotros fuimos los que le pegamos a su compañero, yo le respondo que ese ataque fue en defensa de mi persona. Deja de grabar. Le pregunto que es lo que quiere. Me dice que debemos pagar una cuota de transito, que todo el mundo que pasa por ahí la paga porque es una área protegida. ¿Se acuerdan de ese hombre en Puerto Obaldia que les mencione? Bueno, tenia razón, la cuota de transito es de 20 dólares y allí estábamos en el lugar donde se debe pagar. Esta vez tomamos la opción de dialogar y no avanzar en contra de la voluntad de los encargados. La verdad es que no se puede negociar, así que pagamos, nos dan un recibo y seguimos. Además en el lugar debe haber 10 hombres intimidando con su presencia para que el pago se efectúe y no queremos más golpes gratis.

A la izquierda: comprobante de pago (US$2) del muelle en Carti. A la derecha: comprobante de pago (US$20) para usar el camino. ¿Cual pagará impuestos?

A la izquierda: comprobante de pago (US$2) del muelle en Carti. A la derecha: comprobante de pago (US$20) para usar el camino. ¿Cual pagará impuestos?

Ya entrada la tarde llegamos a la Panamericana y comienza el trayecto hacia Ciudad de Panamá. Después de todo lo anterior, andar por esta ruta parece un paseo por el parque y lo acompaña con un gran respiro de alivio. Nunca más me repito esta experiencia.

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El letrero a la entrada del camino, desde Panamericana, indica algunas cosas, pero no menciona los costos para ingresar. Pa’ que no me digan que invento cosas.

El dilema en cuestión. Lo hecho esta hecho, pero repetir la experiencia, definitivamente NO.

Lo hecho está hecho, pero repetir la experiencia, definitivamente NO. En verde la vía marítima, en rojo con la bici.

EPILOGO

Luego de descansar el tema por al menos dos meses (entrada escrita en mayo 2016) hay varias conclusiones y observaciones que sacamos de esto:

La primera es que luego de leer varios blogs de viajeros haciendo el mismo trayecto nadie menciona el tema de los impuestos, y es por eso que me decidí a escribir tan extensamente sobre el recorrido. Esto debería quedar más claro, especialmente para los que viajamos desde Sudamérica. Este trayecto es caro y viniendo desde el sur, no estamos acostumbrados a llevar tanta plata con nosotros. Y, al contrario de la información que recopilamos de otros blogs, viajar en avión Medellín-Panamá (o viceversa) si es más barato.

Aconsejo ser paciente con el tema de los pagos, nosotros no lo fuimos y miren lo que pasó. Sin embargo recomiendo para NADA hacer este recorrido, pero si planean hacer esta experiencia como parte de un gran viaje en bici por América, lleven una gran cantidad de plata, a pesar de que los precios de los viajes en lancha se puede negociar. Recuerden, no esperen recibos o comprobantes. Quizás esto ultimo no es importante para muchos, pero como hija de contador el tema de los comprobantes e impuestos lo tengo incrustado en la crianza, y quizás hasta en el ADN.

Aunque cometimos varios errores al no informarnos de la situación particular de la Comarca Guna Yala, debo mencionar que me parece incorrecto que el gobierno panameño no meta mano en el tema de los cobros hacia turistas, sobre todo si no hay ninguna opción segura de realizar el recorrido por tierra en el Darién. La comarca debe ser quizás una de las regiones más pobres de Panamá, pero todos los días entran miles de dólares por turismo que quedan en manos de pocas personas y los impuestos son imaginarios, digo esto porque no hay facturas ni ningún comprobante, los cobros generan lucro y no retribuyen lo suficiente a la mayoría de los pobladores. Es cosa de ver la disponibilidad de servicios básicos como agua potable y salud en los poblados isleños. También el tema de la basura no deja de ser importante, observé muchos desperdicios (latas, botellas, bolsas, etc.) en el fondo marino, también a lo largo del camino. Eso de área protegida es un concepto flexible.

La etnia Guna ha vivido durante años en esta zona y se merece un lugar propio como lo garantiza el gobierno de Panamá, pero la comarca no es un país aparte y creo que la gente que maneja negocios turísticos allí (que son una minoría de la etnia) se aprovecha de su autonomía para cobrar en exceso, incluso a los mismos panameños, como luego converse con algunos.

Después de salir de ciudad de Panamá nos enteramos de lo siguiente: La trifulca que tuvimos catalizo en parte, sin que nosotros hiciéramos ningún reclamo oficial, un debate de los cobros turísticos en la Comarca. Parte del altercado fue grabado y expuesto en televisión panameña (TVN), sin nuestro consentimiento, y sumado a otros conflictos parecidos con turistas generó una ola de reclamos que hizo que el gobierno empezará a poner especial atención en este tema. Todo esto refleja un real problema que no solo nosotros vivimos. No es la primera vez que hay conflictos con los pagos y probablemente podría seguir pasando.


Colombia, episodio II: de Ibagué a Turbo.

Nuestra salida de Ibagué coincidió con el día sin auto en esta ciudad, el 9 de febrero, reduciendo bastante el trafico y haciendo más expedita nuestra salida rumbo a la ruta 43. El día sin auto es una fecha mensual que se celebra en varias ciudades de Colombia, una iniciativa con una buena intención pero que no resuelve el problema central durante el resto del mes: la contaminación acústica y del aire.

La ruta 43 une la capital de Tolima con Mariquita. El camino es asfaltado, sin mayores dificultades y con paisajes repetitivos bajo el intenso calor de la zona: plantaciones de arroz, ganado tipo Brahman y, como ha sido la tónica en gran parte de nuestro viaje por Colombia, la cerca que limita nuestro acceso a terrenos acampables.

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Plantaciones de arroz en ruta 43.

La primera noche encontramos un espacio entre los alambres de púas en un sitio aledaño a un río. Por supuesto, lleno de chitras y mosquitos. La mezcla de insectos vampiros, alambres de púas y calor nos hacen tomar la decisión de buscar alojamiento pagado en La Dorada por dos noches. Este municipio cuenta “con una temperatura promedio de 34° C” (Fuente: Wikipedia) y se encuentra en medio de la ruta 45, la cual va paralela con Rio Magdalena y dirige hacia el norte a la ruta 60, que mayormente sube hasta Medellín.

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Formaciones rocosas, un deleite visual camino a La Dorada.

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Ruinas de Armero, pueblo que quedo sepultado en 1985 tras la erupción del Nevado del Ruiz.

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«A la grande le puse Cuca». Autopista en la ruta 60.

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Hay varios letreros de cruce de animales, pero al parecer no funcionan todo el tiempo.

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Acampar libremente es una buena sensación, lastima que en Colombia no es tan sencillo.

A pesar de que el ascenso por la ruta 60 fue duro por el calor, hay un lado positivo en todo esto y es que al entrar a la región montañosa perteneciente al departamento de Antioquia, comenzamos a tomar el agua de las quebradas sin consecuencias nefastas. ¡Comprobado empíricamente!

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7 a.m.

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¿Peligro? ¿De qué?

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Cruzando el Rio Samaná.

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Valle de Granada, Antioquía.

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Todo el trayecto hasta Medellín acampar se hace muy difícil sin tener que pedir permiso, pero siempre se puede encontrar algo. Tengan fe.

En Guarne, a 25 km de Medellín, pasamos por la estación de bomberos a pedir alojamiento. La estación esta insertada en un reciento polideportivo, donde tocamos el timbre y nadie salio, pero tenemos patria porque minutos después sale el guardia del reciento y nos da permiso para dormir adentro de una sala. Viene como anillo al dedo, ya que a la mañana siguiente se pone a llover con furia hasta las 9am.

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El primo paisa de nuestros queltehues.

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¡Medellín al fin!

A pesar de que la entrada a Medellín es un poco caótica con los arreglos en las calles, luego vemos el lado amable de la ciudad: los ciclistas urbanos se mueven en masa a través de ciclovias extensas de norte a sur, que nos dirigen claramente a la casa de nuestros anfitriones de Couchsurfing: Brunella y Laurent, una pareja italofrancés quienes comparten su tiempo y techo con nosotros durante una semana, incluido un par de días de recuperación digestiva. Con respecto a esto ultimo, no pudimos encontrar la fuente de este problema, ya que comimos lo mismo que nuestros anfitriones y el agua de Medellín es potable, a diferencias de muchos otros sitios de Colombia. Si viajan a este país, por favor consulten el estado del agua del grifo con la gente. En Medellín fue el único lugar donde tomamos agua directamente de la llave, así que no les aseguro la potabilidad en otros sitios.

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Parque de esculturas de Botero en Medellín.

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Este perro deja en la ruina a cualquiera!

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¿Estarán pensando lo mismo?

Bandeja paisa: un motivo más para volver a Medellín.

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Con Laurent y Brunella, nuestros anfitriones en Medellín, regaloneandonos con un rico desayuno inspirado en Francia.

El 25 de febrero salimos de Medellín camino a Turbo por la ruta 62, tomando el camino que va hacia el sector de San Cristóbal, en las afuera de la capital paisa. Aunque lo queríamos intentar, no se puede pasar el túnel de Occidente con la bicicleta, esta super vigilado y al inicio se señala que no se puede entrar con vehículos no motorizados. En vez de debatir, mejor nos ahorramos tiempo de discusión y tomamos el camino alternativo por el cerro.

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En las afueras de Medellín, cerca de San Cristóbal.

Mas allá de San Cristóbal entramos a un sector bien pituco y tenemos nuestro primer encuentro con la policía y el control de identidad pertinente, solo porque una vecina les aviso que vio a dos personas “nuevas” en el camino. Cumplimos con la diplomacia que amerita el momento y entregamos pasaportes, sin dejar de sentir una sensación de sorpresa e impotencia al ser apuntados como sujetos de sospecha.

Pasaportes devueltos y seguimos con el ascenso hasta un par de kilómetros para luego bajar y bajar un poco antes de San Jerónimo, donde pedimos patio a un campesino, quien acepta sin ningún problema y nos ofrece usar el baño y ducha, si así queremos. Al día siguiente no tenemos la misma suerte. Bajamos hasta Santa Fé de Antioquia y comenzamos a ascender nuevamente hasta que podamos encontrar un lugar para acampar, pero es prácticamente imposible: no hay ni casas ni terrenos escondidos del camino. Nos esforzamos a seguir empujando el descanso hasta encontrar algo, hasta que casi en penumbra pillamos un terreno cercado (obviamente), pero con la llave en el candado. Parece ser un sitio donde se almacenan maquinarias de construcción y nada parece indicar que hay gente allí. Entramos y ponemos la carpa ya casi a oscuras. Sylvain toma la precaución de volver a la reja, sacar la llave del candado y dejarla cerca pero no escondida, por si a alguien se le ocurre encerrarnos. Esta medida estuvo precisa, porque a la mañana siguiente efectivamente el candado estaba cerrado. Al día siguiente también nos dejaron encerrados, pero en una finca: pedimos permiso a una señora que nos dejo acampar en su sitio, el problema surgió cuando no nos percatamos que todos se fueron y dejaron con candado el portón (¿como nadie nos aviso?), sin embargo había una alternativa para salir por el cerco del ganado.

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Parece que solo los automovilistas tienen derecho a un angelito que los acompañe.

El 28 de febrero hacemos el ultimo de los ascensos hasta un par de kilómetro al sur de Dabeiba. En la subida conocemos a una pareja cicloturista francesa, Patricia y Christian, quienes nos dan importante información sobre el cruce en Lancha desde Carti hasta Turbo. Luego de una extensa conversación, seguimos los últimos kilómetros para terminar pidiendo espacio y seguridad en una casa. La mujer cuidadora del lugar se llama Cirilia, nos da permiso y no solo eso: nos deja dormir en una habitación y nos da cena. Su amabilidad quedará por siempre en mi memoria.

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Sylvain con Patricia y Christian. Muy útiles consejos en la ruta sobre las rutas. Gracias biciamigos!

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Se ve más brutal en la foto de lo que es.

Al día siguiente nos espera una jornada de calor, ya que nos aproximamos a zonas más bajas y con influencia del Mar Caribe. En Chigorodó acampamos vecinos a la estación de bomberos, pero el calor y el ruido intenso de la gente que se ejercita cerca (hay canchas y maquinas para hacer ejercicio alrededor) hasta cerca de la medianoche no ayudan a tener un sueño reparador.

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Camino a Chigorodó. Sensacion térmica: «matenme!»

El camino a Turbo, nuestro ultimo usando la bici en Colombia, se encuentra a unos 50 km de Chigorodó. Hay mucho trafico y no hay berma, así que poner atención alrededor.

Y con respecto a lo que paso en el cruce a Panamá, lo dejo para la próxima crónica. Es que depender de otras personas para transportarse es un gran dolor de cabeza muchas veces, y este no fue la excepción


Colombia, episodio I: de Ipiales a Ibagué.

En la ciudad de Ipiales, fronteriza a Ecuador, la primera impresión de Colombia fue ver militares con rifles en la plaza de armas. Esta imagen se repite en varios puntos a lo largo de nuestro viaje en el país cafetero, aunque hay varios puestos de control en los caminos, pasamos sin que nos den ningún problema.

Panamericana al sur de Pasto, Colombia.

Panamericana al sur de Pasto, Colombia.

En Pasto (si, ese es el nombre de la ciudad) nos quedamos con Dorys de Warmshowers, durante una semana, donde finalmente probamos el famoso cuy. Para sintetizar mi experiencia solo puedo decir que hubiera preferido gastar la plata en otra cosa.

Dicho y hecho, comimos cuy finalmente. ¿El sabor?: Meh...

Dicho y hecho, comimos cuy finalmente. ¿El sabor?: Meh…

Dorys nos recomienda tomar el camino hacia Mocoa, aunque más difícil que la Panamericana, más seguro, dada la fama de robos violentos que se han dado hacia Popayán.

Tirando onda con la Laguna de la Cocha en la ruta 10 hacia el "Trampolin de la Muerte".

Atrás la Laguna de la Cocha en la ruta 10, hacia el «Trampolin de la Muerte».

En el Paramo Del Fraile, punto de descenso hacia Sibundoy.

En el Paramo Del Fraile, punto de descenso hacia Sibundoy.

Vista al valle de Sibundoy.

Vista al valle de Sibundoy.

El camino entre Pasto y Mocoa, Ruta 10, está marcado principalmente por la presencia del famoso «Trampolín de la Muerte», que comienza en el pueblo de San Francisco y termina aproximadamente en cruce con Mocoa, departamento de Putumayo. Este trayecto es un desafío para todo el que pasa por ahí, con una superficie de ripio en una extensión de casi 80 kilómetros de largo, con pendientes y angosturas que quitan el aliento. Muchos han tenido que transitar por aquí en medio de la lluvia y la neblina, nosotros no fuimos la excepción.

El inicio del ascenso del "Trampolin de la muerte", saliendo desde San Francisco.

El inicio del ascenso del «Trampolin de la muerte», saliendo desde San Francisco.

Primera cuesta: hecha.

Primera cuesta a 2800 msnm: hecha.

Encuentos en el tope de una cuesta con otros ciclistas no se dan todo el tiempo. Dos ciclistas estadounidenses, Scott y Susan provenientes desde Alaska, con quienes intercambiamos algunos datos del camino.

Encuentos en el tope de una cuesta con otros ciclistas no se dan todo el tiempo. Dos estadounidenses, Scott y Susan provenientes de Alaska.

El "trampolin" continua, esta vez con un par de kilometros en bajada.

El «trampolin» continua, esta vez con un par de kilometros en bajada.

En la cumbre final antes del largo descenso hacia Mocoa. Por fortuna, la llovizna se disipo con la bajada.

En la segunda y final cumbre antes del largo descenso hacia Mocoa. Por fortuna, la llovizna se disipo con la bajada.

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La subida desde Mocoa es mucho más larga que desde Pasto. No olvidar que todo este camino es de ripio.

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Aun sin podernos quitar el poncho (capa de agua para mis coterráneos). Mojados, pero bajando.

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Al menos hay 3 badenes que se tienen que cruzar. 

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El camino del «trampolin» dibujado por las colinas.

En el «Trampolín» no se puede acampar, la angostura del camino no da espacio para descansar. La única noche que pasamos allí dormimos al amparo de un restaurante.

Al conversar con otros ciclistas nos damos cuenta que el pedir permiso para acampar es una práctica común entre nuestros colegas que visitan este país. ¿Por qué? Porque al igual que en el valle central de Chile, el cerco delimita los terrenos, salvo que acá es una práctica mucho más extensa. Pero también nos recomiendan que es mejor no traspasar terrenos privados, esto se explica simplemente por la mentalidad que ha dejado el conflicto armado en las últimas décadas.

En el tramo Mocoa a San Agustín, por ruta 45, logramos no usar el comodín petición y acampamos en dos escuelas abandonadas a lo largo del camino.

Saliendo de Mocoa, hacia el norte por la ruta 45.

Saliendo de Mocoa, hacia el norte por la ruta 45.

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Back to School.

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Gran derrumbe en paralelo a la ruta 45.

Gran derrumbe en paralelo a la ruta 45.

Ya en San Agustín fuimos al reconocido Parque Arqueológico donde la entrada vale 20 mil pesos (unos 4 mil pesos chilenos). Después de meses de ignorar cualquier propuesta turística, esta vez nos decidimos dada la reputación del lugar. El sitio está muy bien mantenido, de eso no hay duda, pero es tan ordenado y pulcro que llega a quitar todo el contexto de lo que se espera de un sitio arqueológico. Bueno, estas no son ruinas después de todo, pero ¿es necesario construir un techo para cada una de las estatuas con un cerquito alrededor?

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Dos monitos.

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El colmo de protección arqueológica en la Fuente de Lavapatas. ¿No será mucho?

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Al menos la vista desde el Alto de lavapatas esta bien buena.

Nos vamos de San Agustín un poco decepcionados pero con la vista puesta en zonas más cálidas, para bien o para mal. Descendemos hacia Neiva con un camino asfaltado pero con una berma intermitente en la ruta 45.

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Embalse de Betania.

Para evitar el tráfico y la falta de lugares para acampar que supone transitar a lo largo de la ruta 45, tomamos una alternativa: un camino sin nombre que va en paralelo al rio Magdalena y que pasa por la entrada al Desierto de la Tatacoa. Efectivamente, por este lado es mucho más fácil encontrar terrenos acampables y el tráfico es mucho más suave, sin embargo el costo de esto es molesto: aparecen las chitras (o en inglés Sanflies) las cuales, para los que no saben, son unas mosquitas que chupan sangre y de quienes la picadura no se siente, solo al cabo de unas horas. El asunto es que toda esta zona esta afectada por sequía, favoreciendo el crecimiento de la población de estos bichos, asi como los zancudos.

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Milvago chimachima

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Camino hasta Villavieja: buen asfalto, poco trafico, pero poca sombra.

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Dos ciclistas, un camino.

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Carlos, refrescando nuestro camino.

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Sudor de espalda: esto no es un simulacro.

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En la periferia oeste del Desierto de la Tatacoa, camino de ripio sin numero.

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Túnel y puente saliendo a la ruta 45. El rio que cruzamos es el Madgalena.

Todo este tramo fue bastante difícil (y no por el ripio) sino porque fue una carrera contra el medio: entre 10 AM y 15 PM el calor es intenso y es muy duro pedalear, en tanto que durante el atardecer aparecen las chitras junto con los zancudos hasta el amanecer… y así se repitió la rutina por varios días hasta que al llegar a Ibagué, capital del departamento de Tolima, a 1285 msnm, baja un poquito la temperatura, como la presencia de chupasangres.

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Ni idea el nombre de este reptil, pero me impresionó su tamaño. 

Al encontrar un anfitrión por CS, aprovechamos el tiempo para buscar una nueva colchoneta inflable para mí, ya que hace la aparición de una burbuja de aire. Sylvain también tuvo la misma experiencia en Indonesia y me advierte que es el principio del fin. Recorrimos la ciudad sin suerte, así que postergamos la búsqueda de la colchoneta hasta la próxima gran ciudad: Medellín.


Ecuador: rápido y nuboso.

Después de 16 días sin usar la bici (salvo distancias cortas dentro de la ciudad) volver a las andanzas pedaleras fue todo un alivio, a pesar de contar con el calor del Amazonas Ecuatoriano al principio del trayecto.

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Nunca es bueno comparar, pero al pasar de un país a otro es inevitable no hacerlo. Al circular por la ruta 20 ecuatoriana me percato de tres grandes diferencias con nuestra experiencia en Perú: 1) La cantidad de basura tirada en el camino se reduce radicalmente, 2) los vehículos en general conducen con más prudencia, tomando distancia con nosotros, 3) las personas que nos ven pasar por la ruta, habitualmente, no nos gritan tonteras. Todo marcha bien hasta el momento, pero todas estas ventajas se pagan con dos cosas en particular: la inclinación de los caminos, en especial antes y después de un cruzar cualquier rio- Uff!-, y como no: los precios. Claramente cuando la divisa de un país es el dolar estadounidense, la diferencia con cualquier país sudaca se nota. ¡Están advertidos!

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La primera noche en la ruta nos toca buscar un lugar para acampar, ahí la cosa se pone un poco más peluda, ya que al pasar Loreto comienza los terrenos con cerco, el archienemigo de todo campista independiente. Después de buscar en varios lados encontramos un lugar tranquilo, medio escondido pero con suficientes zancudos para convertir en colador a cualquiera. Al día siguiente los cercos siguen allí, así que pedimos espacio para poner la carpa en la sede vecinal de Challwayacu, un pueblito quechua donde nos recibe un grupo de al menos 20 curiosos niños quienes nos dirigen con el presidente de la junta. Para nuestra alivio, y quizás en parte por el espíritu navideño del momento, nos da permiso para instalar la carpa bajo techo y usar la electricidad del lugar.

Y así en 3 días desde Coca llegamos a Narupa (1150 m.s.n.m.) el poblado que intersecta con la ruta 45 que nos dirige a Baeza, nunca dejando de lado las pendientes pronunciadas que caracterizan a este tramo.

Luego de circular unos 5 kilómetros hacia el norte, nos percatamos de un restaurant vacío. Al parecer los dueños han abandonado el lugar, pero no han cortado ni la electricidad ni el agua, así que decidimos instalarnos y descansar allí, dándonos un gusto de parar temprano por ser 24 de diciembre. Al día siguiente comienza un ascenso hasta 2250 m.s.n.m. para luego descender hasta Baeza (1800 m.s.n.m) y tomar la ruta 28, para volver a subir hasta el Paso Papallacta a 4064 m.s.n.m., donde comienza la autopista con dirección a Quito.

La guarida navideña.

La guarida navideña.

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Ascenso, pero siempre con berma.

Lamentablemente en los ascensos nos percatamos de que las partes de la transmisión (piñones, cadena y platos) de nuestras bicicletas comienzan a morir, después de varias señales de desgaste en Perú. Estos componentes puede que estén hechas de acero, pero hasta este material no dura para siempre y sobre todo después de miles de kilómetros. La llegada a Quito urge para poder renovar nuestra bicis y hacer de las pendientes una tarea más ligera. El cambio no lo realizamos antes porque no encontramos ninguna tienda de bicis en Pucallpa o Iquitos, pero ojo si buscan repuestos de moto estarán en el cielo ^^.

A este problema mecánico, se nos suma la llovizna y niebla que nos acompaña en todo el ascenso hacia el Paso Papallacta desde Cuyuja. Una verdadera lástima ya que es ahí donde hay unas excelentes vistas del volcán Antisana y otros nevados cercanos.

La noche anterior al Paso Papallacta y con las ropas bien mojadas luego de un jornada subiendo bajo la lluvia, volver a sentir frío es casi sublime, un gusto después de tantos días goteando de sudor y no querer ni moverse solo para ir a tomar una ducha fría.

El descenso desde Papallacta a Quito trae otras sorpresas: la autopista incluye una ciclovia en un largo trecho y las nubes comienzan a moverse para dejarnos ver la ciudad desde lejos. Al entusiasmo de la vista, se suma un problema mecánico: uno de mis rayos traseros se rompe, el cual Sylvain soluciona en un rato. Minutos después la solución se convierte en otro problema, ya que el ajuste hizo que la llanta se agrietase. Mmm…al menos Quito está cerca.

Llueve, pero al menos tenemos ciclovia.

Llueve, pero al menos tenemos ciclovia.

A

A un poco menos de 4000 m.s.n.m. en Paso Papallacta.

Con Quito atrás.

Con Quito atrás.

Minutos despues: PAH DRAMA!

Minutos despues: PAH DRAMA!

El domingo 27 de diciembre llegamos finalmente a la capital, donde nos recibe Jimena, una quiteña que marcó nuestra estadía en la ciudad, o mejor dicho en Ecuador, poseyendo una divertida forma de ser y culticidad: maneja un mínimo de 4 idiomas, incluyendo un excelente nivel de francés, para fortuna de Sylvain.

Jimena nos deja quedarnos en su casa a pesar de que ella saldrá de viaje por el año nuevo. Con el espacio y tiempo para comprar las partes de bicicletas partimos en la búsqueda, encontrando todo lo que buscábamos, ¡las ventajas de estar en una capital! Nota: si puedes esperar hasta Colombia para comprar partes de bicicletas, ¡hazlo! No diría que Ecuador es extremadamente caro, pero en comparación con Chile los precios allí son un poco mayores. Nosotros no esperamos, ya que aun nos quedaba caminos con pendientes y que la transmisión funcione en estos casos disminuye mucho la frustración.

OTRA OBSERVACIÓN: Con el feriado de fin de año cerca, muchos quiteños se van de la ciudad a pasar las fiestas a otros lados e incluso cierran sus tiendas a partir del 30 de diciembre, eso incluye varios talleres de bicicleta. Entonces la construcción de mi rueda trasera quedo en manos de mi franchute, quien muy hábil y gracias a un tutorial – ¡Alabada sea la internet!- la logro hacer, a pesar de que nunca lo había hecho desde cero. Como antes he mencionado, Sylvain si quiere arreglar algo, LO VA A HACER 🙂

Sylvain, el constructor de ruedas.

Sylvain, el constructor de ruedas.

Año nuevo en Quito represento para nosotros conocer la tradicion de los monigotes de año viejo, que se queman para representa el año que se va.

Año nuevo en Quito represento para nosotros conocer la tradición de los monigotes de año viejo, que se queman para representa el año que se va.

... de todos los tamaños...

… de todos los tamaños…

... y nacionalidades.

… y nacionalidades.

Adios 2015! Hola 2016!

Adios 2015! Hola 2016!

"no hay tiempo para cambiar la rueda! ya es casi medianoche" , en una de la calles de Quito tipin 11.30 pm del 31 de diciembre.

«no hay tiempo para cambiar la rueda! ya es casi medianoche» , en una de la calles de Quito tipin 11.30 pm del 31 de diciembre.

Luego de un poco más de una semana bien aprovechada en Quito, el 5 de enero nos dirigimos al norte con dirección a Colombia. Al salir tomamos la Avenida Simón Bolivar y luego el camino que nos dirige a Otón, donde encontramos un rinconcito para acampar. Al día siguiente seguimos por la 35 hasta Rumichaca, donde se encuentra la frontera. En toda esta ruta, el asfalto esta es muy buen estado (no es de extrañar en todo caso porque es la Panamericana) y hay berma en casi toda su extensión. Los paisajes son bonitos, nada espectacular, sin embargo pudimos notar que la seguridad del camino se mide en el número de ciclistas que vimos, que aunque  no eran cicloturistas como nosotros, si vimos a varios entrenando e incluso pelotones marchando.

De Izquierda a derecha: Antoina y Breanna (nuestros compañeros de viaje en Amazonas), Jonathan (pololo de Jime), Jime y Sylvain. Nuestra ultima y unica cena todos juntos

De Izquierda a derecha: Antoine y Breanna (nuestros compañeros de viaje en Amazonas), Jonathan (pololo de Jime), Jime y Sylvain. Nuestra ultima y unica cena todos juntos

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La vista desde el primer lugar de acampada post Quito.

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No crean que soy nazi, solo estoy mostrando la linea del Ecuador.

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Muralismo en Cayambe.

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Lago San Pablo en Otavalo.

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Otavaleñas con su vestimenta tradicional.

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Valle del Rio Chota.

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En la ruta 35, hacia Tulcán, ultima ciudad antes de la frontera.

Al llegar a la migración de Ecuador nos hicieron hacer un trámite sencillo, porque entramos por una frontera donde el sistema electrónico no existe: un par de fotocopias de los pasaportes, una llamada a la oficina de Nuevo Rocafuerte en Amazonas y media hora de espera, para finalmente obtener el sello que marco nuestra salida de Ecuador el día 10 de Enero del 2015.

En total estuvimos 21 días en Ecuador y quedamos con gusto a poco, sintiendo que deberíamos volver. Esperamos cumplir esa meta en nuestro regreso a Chile. ¡Hasta pronto!